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lunes, 27 de mayo de 2024

135. Un viaje con mi madre


Mi nombre es Miguel, la historia que les voy a contar ocurrió en las vacaciones de verano pasadas, vivo con mi madre llamada Angélica. Ella es bajita 1.60 de estatura, tiene unas enormes tetas y un culo gordo que siempre llaman la atención de varias miradas, el cabello lo tiene largo teñido de castaño y usa lentes. Ella es una persona que le gusta viajar mucho en compañía de sus amigas o en excursiones que realizan en el lugar donde vivimos. Por lo regular ella siempre va acompañada pero en las vacaciones pasadas no tenía con quien ir a un pueblo donde hacen una fiesta con cerveza artesanal, por lo cual acepté ir con ella.

Ya con las maletas listas nos fuimos en el auto de mi madre para mala suerte ni ella y ni yo somos buenos para guiarnos en carretera, así que nos perdimos, pensé en detenernos y preguntar pero en mi país no es nada seguro detenerse en carretera por lo cual mi madre se negaba y para el colmo ni el GPS de mi teléfono no funcionaba por falta de señal. El viaje no debía durar más de tres horas, pero se nos hizo eterno buscando qué camino seguir, si hay algo malo en las zonas rurales son la falta de cobertura en los teléfonos y que no todos los caminos están señalizados. Dimos vueltas y vueltas hasta que al fin llegamos a una pequeña carretera. Tratamos de guiarnos por la señalética hasta que la noche llegó, entramos a un pequeño pueblo y optamos por buscar algún lugar donde hospedarnos. Dimos varias vueltas en el pueblo pero no tuvimos suerte y eran las once de la noche. Me detuve en una pequeña licorería para comprar algo para comer y aprovechar para preguntar. Como había varios señores ebrios sentados afuera decidí bajar solo y dejar a mi madre en el auto por su seguridad. “¡Buenas noches señor! ¿Sabrá dónde puedo encontrar un lugar para hospedarme yo y mi madre? –le pregunté al señor que atendía la licorería. Se asomó a ver al auto y varios de los señores que estaban ahí también voltearon al escucharme. “No joven no hay nada de eso por aquí, aquí solo va encontrar parcelas y animales” –me respondió. Compré unas botellas de agua, unos panes y le di las gracias, cuando estaba por retirarme al carro me dijo: “Muchacho, te recomiendo no andar en la carretera a esta hora, es muy inseguro por la zona y mucho menos quedarse en el auto a la vista de todos”. En eso unos de los señores que estaba tomando, se levantó y me dijo con su tono de borracho profesional: “Pueden quedarse en mi casa”. Su amabilidad me sorprendió y le dije: “Mire, voy a hablar con mi madre y le doy una respuesta. Le dije lo que conversé con el señor que me atendió y sobre la invitación que nos habían hecho.

Después de pensarlo por unos minutos optamos por aceptar la invitación, aun con dudas y temeroso fui a decirle al caballero: “Estamos agradecidos por su hospitalidad, aceptamos quedarnos en su casa”. Me miró y me dijo: “No tienes que agradecer muchacho, aquí somos así, nos gusta ayudar cuando se puede”. Se levantó él y otro de los caballeros, que resultó ser hermano del que nos había ofrecido su casa. “Bueno, vamos” –dijo el otro señor. Estaba cansado, por lo que le dije a mi madre que era su turno de manejar, ya que no sería un trayecto tan largo. Se subieron al auto y le indicaban por donde ir a mamá. Íbamos un poco asustados porque nos alejábamos del pueblo y solo veíamos plantaciones de maíz. Llegó un punto donde no se veía nada, yo solo miraba por el retrovisor para ver qué hacían los señores mientras mi madre conducía, en eso indicó que doblara a la izquierda y entramos a un camino hasta llegar a su casa, los señores se bajaron y abrieron una puerta de madera y metimos el auto, salió un perro a recibir a los señores, mi madre bajó y noté como se le quedaron viendo a las tetas y al culo de mi madre como era costumbre. Además, se había vestido para robar miradas, andaba con un jeans ajustado y una blusa que tenía desabotonado varios botones, dejando ver más que un generoso escote.

Ya estacionado el auto nos invitaron a pasar a la casa de madera, donde solo había una alfombra en la entrada, el piso era de tierra y unos baúles grandes. Una pequeña mesa con cuatro sillas y una chimenea metálica. Uno de ellos nos cuenta que son dueños de varias hectáreas de tierra y tienen un criadero de animales, vacunos, cerdos y pollos. También nos contaba que el campo con el sembradío de maíz también es de ellos, pero son austeros, les gusta vivir casi sin lujos. Pasó un rato y prendieron una fogata, pusieron agua a calentar y nos ofrecieron café, también pusieron unos pedazos de carne a asar mientras ellos tomaban aguardiente. Entre la plática nos ofrecieron de su aguardiente y para no hacerles un desaire ya que nos estaban ayudando les acepté y mi madre también. Bebiendo y comiendo dieron las dos de la mañana y ya me estaba venciendo el sueño así que decidí ir a recostarme al auto donde podía ver la fogata donde estaba mi madre con los señores.

Me terminó ganando el sueño, ya que no soy de tomar tanto y esa noche ya había excedido mi cuota,  me desperté aproximadamente una hora después, solo vi la fogata aun encendida pero ya con el fuego muy bajo que apenas alumbraba. Bajé del carro y fui directo a la casa para ver si mi madre estaba bien, al acercarse escuché como si estuvieran aplaudiendo, me asomé entre la separación de la madera, tenían una lámpara de aceite encendida y gracias a ella pude ver a mi madre en cuatro, totalmente desnuda y uno de los señores cogiéndosela por detrás con movimientos rápidos, se veía como se movían sus tetas de atrás para adelante. No soy quien para juzgar lo que ella estaba haciendo, ya que es una mujer con la mente un tanto lujuriosa y en las noches en su cama se pueden escuchar sus gemidos cuando se da amor pensando que estoy dormido, lo que me ha valido algunas pajas escuchándola. Lo que me sorprendió más fue ver lo que estaba haciendo mi madre mientras se la cogían, delate de ella tenía al perro parado de lado, lo estaba sosteniendo el otro señor y solo se veía como ella movía su cabeza, no fue hasta que cambió de mano que pude ver que le estaba agarrando y chupando la verga al perro. Se la estaba chupando de manera morbosa al perro, se la metía toda a la boca, babeaba y escupía al piso cuando sentía que se ahogaba. Quise intervenir pero pudo más la calentura que sentí al verla así. De pronto, el hombre que se la estaba cogiendo le empezó a dar más fuerte y de un solo empujón se la metió toda, tomándola por la cadera la empuja hacia a él y escuché claramente como le dijo: “¡Te dejé la concha llena de semen”. A ella no le importó ya que seguía chupándosela al perro. Se recostó en el suelo quedando debajo del perro y siguió con la verga del perro metida en la boca, mientras que con la otra mano empezó a meterse los dedos.

El hombre que sostenía el perro le dijo al otro: “Agárralo tú, ahora es mi turno de cogerme a esta sucia perra”. Tirada en el piso abrió las piernas y se metió. Se la follaba como un demente, aunque quisiera gritar no podía ya que tenía su boca llena con la verga del perro. Por lo que veía no había resistencia de parte de ella, incluso lo estaba disfrutando. El tipo se la cogía con rudeza. Yo preso de la calentura me masturbaba viendo como mi madre se comportaba como una puta con esos dos desconocidos. El hombre se la metía con fuerza, haciendo que su espalda se deslizara por el piso de tierra, ahí fue cuando recién soltó un gemido de placer. El hombre no aguantó más y terminó dentro de mi madre, él jadeaba con lujuria y ella sonreía de manera perversa.

Pensé que terminaría la cosa ahí, pero no fue así. Ella se levantó y se puso en cuatro, le dijo hombre que sostiene al perro: “Quiero que también me coja. Ayúdalo para que me monte”. Yo no daba crédito a lo que oía, iba a dejarse coger por un perro. Bueno, se la había estado chupando, así que dejar que la monte era solo un broche perverso. El hombre obedeció y lo levantó hasta ponerlo encima de su espalda, mi madre con su mano le agarró la verga y lo guió hasta la entrada de su vagina. Intuyo que cuando el perro sintió la tibia humedad de su concha se empezó a mover hasta que logró penetrarla y comenzó a embestirla totalmente loco con movimientos muy rápidos mientras se sostenía de su cadera y levantaba las patas traseras. Verla, para mí era todo un espectáculo, ella gemía como toda una perra en celo, la miraban y decían: “Sí que salió bien puta”. No pasó mucho rato cuando el perro se detuvo y trató de bajarse quedando pegado a ella. No podía ver la cara de mi madre por completo pero se notaba que disfrutaba la sensación de estar pegada a ese animal. Ya no me pude aguantar más y acabé morbosamente viendo a mi madre cogiendo con el perro de esos hombres. No sé cuánto tiempo pasó pegada al perro hasta que logró zafarse y empezó a escurrir por sus piernas el semen que su vagina no pudo contener, ella aún caliente se acercó al perro y comenzó de nuevo a chuparle la verga mientras aún seguía soltando chorros de semen que se le escurrían de la boca, poco después le dejó de chupársela hasta que bebió la última gota de semen y les preguntó a los hombres donde se podía bañar o lavar, le dijo uno: “Afuera hay una llave donde puedes sacar agua para beber y te puedes bañar en baño que también está afuera, es un cubículo de manera con ducha, pero si quieres agua calienta hay que avivar el fuego y poner a calentar agua”.

Al ver que acercaban a la puerta me regresé rápido al auto y me hice el dormido pero podía ver que hacía el señor que nos había invitado a quedarnos. Puso madera en las brasas y echó un poco de acelerante para avivar el fuego. Después llenó un balde con agua y sacó agua, mi madre se metió al baño y el hombre detrás de ella, como el hombre no salía supuse que se estaba bañando con ella o posiblemente se la estaba cogiendo otra vez. Me masturbaba otra vez pensando en las cochinadas que estarían haciendo en el baño y en ese delirante momento dentro de la casa.

Ya casi amanecía cuando salieron los dos del baño y corrieron a la casa, luego mi madre salió ya vestida, se acercó al auto y me hice el dormido, me tomó el hombro y dijo: “¡Hijo, despierta! Ya amaneció. Haciendo el que recién despertaba le pregunté: “¿Qué pasó? ¿Nos vamos?”. “No hijo, vamos con los caballeros a un negocio a comprar algo para que desayunemos juntos, ya que tuvieron la amabilidad de hospedarnos” –dijo ella. Los hombres se subieron atrás y yo manejaba, me dieron las indicaciones y llegamos al negocio. Mamá se veía radiante, las cogidas que había recibido la noche anterior la hacían que se viera hermosa, era toda hembra. Cuando salió con las cosas, regresamos a la casa, mamá preparó el desayuno y nos sentamos para compartir. Nos sirvió el desayuno y se sentó a mi lado. Hablábamos de tonterías, hasta nos reímos. Sentí que la mano de mi madre se posó en mi muslo debajo de la mesa, y empezó a subir.  “Los viajes así son para aprovecharlos al máximo” –dijo ella sonriendo. Me excitó demasiado sentir la mano de mi madre, sabía lo que andaba buscando, así que con disimulo desabroché mi pantalón. Ella metió su mano entre mi bóxer y agarró mi verga, me empezó a masturbar lentamente mientras conversábamos con los hombres, ellos la miraban como si supiera lo que estaba haciendo. Mi verga estaba tiesa aprisionada en la mano de mamá que aumentaba los movimientos de su mano. No podía creerlo, pero me gustaba como lo estaba haciendo. Lejos de demostrar lo que estaba siendo trataba de mantenerme enfocado en la conversación, pero me era un tanto imposible, ya que mi madre me tenía pendiente de los movimientos de su mano.

No pasó mucho tiempo para que acabara, mi semen se derramó por completo en su mano y ella sonrió como una niña traviesa, los hombres sabiendo lo que había hecho la observaban en silencio. Uno de ellos le preguntó: “¿Supongo que no vas a desperdiciar nada?”. Ella le respondió: “¡Claro que no!”. Subió su mano y lamió el semen que le había quedado impregnado. Fue un momento deliciosamente perverso, aunque había quedado caliente y los hombres también lo estaban. Entonces, ya sabiendo que no tendría resistencia, tal vez ella quería darles un espectáculo a esos desconocidos, dejó que mis manos se movieran por sus tetas, no tenía puesto brasier, así que la tela de su blusa me dejaba sentir como sus pezones se ponían duros. En cosa de minutos mi madre estaba desnuda sobre la mesa, la tenía con las piernas abiertas mientras lamia su vagina con lujuria, ella gemía de placer mientras se apretaba las tetas. “¡Métemela hijo!” –exclamó con perversión. Obediente a sus deseos, saqué mi verga y la metí completa de una embestida, era excitante tener mi verga dentro de ella y escucharla gemir encendía mi perversión. Miró hasta donde estaban los hombres y les dijo: “¿Se van a quedar solo mirando? ¡Quiero que me cojan los tres”. Los hombres se pararon de sus sillas, venían como cazadores que acechan a su presa, se pusieron uno a cada lado mientras yo seguía dándole verga a mamá. Para acallar sus gemidos se metió a la boca una de esas vergas que ella atendía tan bien con sus manos, la empezó a chupar y se la tragaba hasta el fondo mientras su mano seguía masturbando al otro sujeto.

Ella estaba tan caliente, que me pedía que se la metiera con fuerza, que no me detuviera. Se le metió la verga del otro tipo a la boca y también se la comió completa. Luego de estar cogiéndomela un rato, me dice que quiere dos vergas a la vez, hace que uno de los hombres se tire al piso y ella se subió a horcajadas encima, se ensartó la verga en su vagina y me dice: “¡Hijo, quiero que me des por el culo!”. Obviamente que acepté esa perversa invitación, ella abrió sus nalgas y sin dudarlo se la clavé de una brutal embestida. “¡Ah, mierda, mi culo!” –gritó. El otro hombre metió su verga en la boca de mamá la que se comió con deseo. Como si estuviéramos sincronizados, con el hombre nos cogíamos al mismo ritmo a mi madre, ni en mis sueños más calientes me imaginé viviendo una situación así, el apretado culo de mamá cedida cada vez más a mis embestidas. Al borde del orgasmo se movía de forma infernal, masturbaba al hombre que tenía al frente con rapidez y decía: “¡Soy una puta! ¡Me encanta la verga!”. Su voz de zorra me volvía loco, la empecé a embestir más rápido hasta que acabé en su culo, aferrado con fuerzas a sus caderas y con mi verga completa dentro vaciaba mi semen. Después de acabar el otro hombre ocupó mi lugar y se la metió, su ritmo era frenético, la cogía con violencia, me puse al frente de mi madre y ella me chupó la verga hasta no dejar rastros de semen.

Yo estaba embobado viendo como se la cogían, ella aguantaba cada violenta embestida y se entregó al orgasmo. Fue alucinante, perverso y un tanto sucio, pero me encantaba que se comportara como una puta y que se demostrara tal cual es. Luego de cogérsela por largos minutos los hombres acabaron casi al mismo tiempo dejando llena de semen por todos sus orificios, uno de ellos me dice: “¡Muchacho, trae al perro!”. Lo tomé del collar y le dijeron que se pusiera en cuatro. Cuando el perro estuvo cerca de mi madre olió y su entrepierna y luego la lamió completamente, arrastrando cualquier rastro de semen que le haya quedado. Al sentir la lengua del animal recorrerla, mamá tuvo otro intenso orgasmo que la dejó casi sin fuerzas. Ella se puso de rodillas y nos dijo: “¡Quiero que me meen encima!”. No creí lo que escuché pero los hombres se acercaron a ella y la orinaron por completo, su cara, sus tetas y ella con su boca recibiendo chorros de orina para beberlos. Entonces decidí no perderme eso tan excitante y sucio. La oriné también, repartiendo mis chorros también por todas partes y en su boca para que se la tragara también. Fue uno de los momentos más eróticos y perversos que he vivido.

Para no hacerla tan larga, ese día igual nos quedamos, solo que mi madre se fue con los hombres a una supuesta fiesta que se iba a hacer en no sé dónde. No llegaron hasta el otro día, me imagino que deben haber llegado presumiendo a la puta que habían conseguido y supongo que más de alguno se la debió coger, aunque eso de la fiesta solo era un pretexto. La en la mañana siguiente nos marchamos, ella se despidió de los hombres que la manosearon por todos lados. Ahora, ¿cómo encontrábamos la carretera? Para nuestra suerte, con encontramos con un vehículo policial y nos ayudaron a salir por la carretera correcta. “¿Vamos a la fiesta esa de la cerveza o nos regresamos a casa?” –le pregunté. Ella me respondió: “¡A la mierda la fiesta! ¡Volvamos a casa!”.

Desde que estuvimos en la casa de esos hombres me pregunto: “¿Qué hará en sus salidas con las amigas?”. Supongo que lo mejor que saber hacer, ser la puta de todos. También me pregunto si sus amigas serán igual de putas que ella, creo que eso no sabré nunca, pero sé que después de esas salidas terminamos cogiendo como enfermos en su cama, recordando todo lo que pasó en ese viaje que hicimos juntos.

 

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

2 comentarios:

  1. Tremendo relato wao perverso lujurioso excelente Caballero

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  2. Que rico relato más tener a una Madre así de p



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