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viernes, 12 de abril de 2024

121. Mi deseo por mi madre


Soy hijo único y mi padre nos abandonó cuando yo tenía 6 años así que desde niño era muy cercano con mi madre desde esa edad mi madre se centró su vida en mí, era el hijo de mami, su mundo giraba alrededor conmigo.

Mi madre tiene un físico normal de piel blanca pechos medianos y un culo grande carnoso que con un pantalón se ve aún más grande, apretado y apetitoso, eso es lo que decían mis amigos cuando la veían con jeans y no los culpo, ya que es así. Siempre les causó más de alguna erección y muchos decían que se sentirían más que bien si ella tan solo les diera una oportunidad de tenerlos en la cama. “No sean cochinos. ¿A caso les gustaría que hablarán así de sus madres?” –les decía con enojo. “Sabes que es broma, aunque si tuviera oportunidad de estar con ella, no la desaprovecharía” –me dice Carlos.

Todo estaba bien hasta que nos fuimos de fiesta y regresamos a casa hasta en la noche. Mamá estaba muy borracha. Había visto algunos videos de incesto y me estaba llamando la atención más de lo que pensaba. “Aún es temprano. ¿Bailemos?” –me dice ella. “Claro, ¿qué quieres bailar’” –le pregunté. “Lo que sea. Hoy tengo ganas de bailar” –me dice sonriendo. Puse música al azar, la mayoría era salsa, hasta que empezó el reggaetón, el baile se hacía intenso y mis manos recorrían su cuerpo. “No seas travieso” –me decía. “Solo es parte del baile” –le dije. Se puso de espaldas a mí y pegó su culo a mí y empezó a moverlo sensualmente. Mi verga reaccionó en ese momento, ella se dio cuenta pero siguió con su intenso movimiento, di dos pasos atrás y seguí bailando. Si bien es cierto para mí era una fantasía llegar a coger con ella, aun en mi mente estaba ese pudor de que es mi madre y no quería faltarle el respeto. “¡Ay hijo, no seas tímido! Tú mismo dijiste que era parte del baile” –dice mi madre. Se acercó otra vez moviendo sus nalgas de manera perversa, en mi mente pasaban miles de pensamientos obscenos y pervertidos. Me tomé de sus caderas y nuestros movimientos eran como si estuviéramos cogiendo. Mi verga se sentía dura como piedra, el vestido que tenía puesto mi madre se subía dejándome ver esas exquisitas nalgas, además de no tener ropa interior puesta.  La música acabó y comenzó una de cumbia pero nosotros estábamos más concentrados en esos candentes movimientos que teníamos. Pasaba sus manos por sus tetas y no se inmutaba, tal vez era culpa del alcohol o culpa de la lujuria que se estaba apoderando de nosotros, lo que sí era seguro que esa noche sería el inicio de algo más que la relación habitual de madre e hijo.

Cada segundo se hacía una eternidad, era como si el tiempo pasara en cámara lenta, ese espectacular culo ya estaba al descubierto. No me resistí las ganas de darle una nalgada. “¡Uy, qué rico! ¡Hazlo otra vez!” –me dijo. Esta vez fueron dos, una en cada nalga que dejó marcada mi mano en ese culo. “Apaguemos la música y subamos a mi cuarto” –me dijo. Mamá estaba tan caliente que subió y yo apagué todo, y cerré las puertas. Cuando subí ella estaba acostada con el vestido hasta la cintura y sus piernas abiertas. Por suerte el alcohol no la había hecho quedarse dormida, me esperaba dispuesta a todo. Me desnudé y me puse a su lado. “¡Oh, el niño de mami es todo un hombre!” –me dijo. Tomó mi verga y la metió en su boca. El contacto de su lengua con mi glande me hizo estremecer. Poco a poco empezó a chuparla, era toda una experta. La tragaba mirándome a los ojos como buscando mi aprobación, me encantaba esa manera sensual de comerse mi verga. Luego lo empezó a hacer más rápido, con desesperación pero con esa lujuria que la llevaba al borde de la desesperación. “¡Quiero que me cojas!” –me dijo. Sin pensarlo dos veces me subí a la cama pero aun no era tiempo de cogérmela, quería sentir el sabor de su vagina, deleitarme con mi lengua sintiendo la humedad que había en ella. Separé más sus piernas y mi lengua empezó con un vertiginoso recorrido por cada centímetro de su vagina, haciendo que mi madre gimiera descontrolada. Se agarró los muslos y dejó sus piernas en alto, su cara de placer y sus gemidos eran la forma más perversa de saber cómo lo estaba disfrutando. Mamá estaba en trance, con sus ojos cerrados y gimiendo. “¡No pares cariño! ¡Sigue! ¡Qué rico lo haces!” –decía. Bajó sus piernas y acariciaba sus tetas, tiraba de sus pezones y gemía de manera más intensa. “¡Oh, cariño, me tienes caliente!” –decía entre gemidos. El placer la tenía rodeada, el frenesí de sus gemidos me calentaba, verla retorcerse en la cama era algo morboso. Cuando ya no pudo aguantar más dio un delicioso grito casi agónico y se empezó a retorcer en la cama. El orgasmo golpeaba su cuerpo de manera perversa. Ya era tiempo de cogérmela. Acomodé mi verga en la entrada de su vagina y se la metí de una. Me movía con fuerza, haciendo que nuestros cuerpos chocaran en cada embestida. Ella rodeó mi cintura con sus piernas y me aprisionó con fuerza, tal como lo hace una pitón cuando atrapa a su presa. Me miraba a los ojos y me decía: “¡Dame con fuerza! ¡Hazme gritar de placer!”.

Se puso en cuatro, esperando a que se la metiera, pero la vista de ese agujero apretado entre sus nalgas me puso más caliente, entonces lo empecé a lamer con lujuria. “¡Oh, cariño! ¡Qué rico!” –decía al sentir el recorrido perverso de mi lengua en su ano. Seguí por un buen rato en ese incestuoso recorrido por su culo deleitándome en sus sucios gemidos. Otra vez le ensarté la verga en su conchita hambrienta de verga. Tomado con fuerza de sus caderas la embestía hasta metérsela toda. “¡Ay cariño, dame duro!” –me decía. Me sentía en la gloria cogiéndome a mi madre, cumpliendo la fantasía que todos mis amigos tenían con ella, lo que me hacía penetrarla con más fuerza. Ya pronto, otra vez era azotada por un intenso orgasmo que la hacía delirar. “¡No te detengas cariño!” –decía con desesperación. Seguí hasta que grité: “¡Voy a acabar!”. “¡Dámela en la boca!” –dijo. Se volteó rápido y se metió mi verga en la boca y me la chupó hasta que mi semen salió disparado, cayendo en su boca y en su cara. Se Veía hermosa maquillada con mi esperma. Tragó lo que cayó en su boca y lo que se desparramó fue recogido hábilmente por sus dedos para lamerlo. Nos tiramos en la cama, estábamos rendidos al placer. La abracé y ella acunó mi verga entre sus nalgas y dormimos plácidamente.

Al día siguiente su cuarto olía a sexo, ella no estaba en la cama. Me di una ducha rápida y bajé a la sala, mi madre estaba sentada mirando televisión. La iba a saludar con un candente beso pero me dice: “Tenemos que hablar”. Eso significaba que pasaba algo, ya que siempre que decía eso era por algo que le incomodaba. Me senté a su lado y le dije: “Te escucho”. “Lo que pasó anoche estuvo mal. ¡Maldita borrachera!” –dijo. La miré y le dije: “No es culpa de lo que bebimos, somos dos personas que sabemos cuáles son los límites y si los cruzamos fue porque los dos quisimos”. “Lo sé, pero soy tu madre” –dijo ella. “Obvio que lo eres, pero también eres mujer y yo hombre” –le respondí. “No quiero que esto vuelva a pasar” –dijo ella. “Está bien, si es lo que quieres”. Desde ahí hicimos que nunca pasó nada.

Pasó un mes de eso y nos invitaron a una fiesta en casa de una tía. Mamá no había bebido nada en ese mes. Fuimos a la fiesta y estaba mi tía Betty, mi tía Alejandra quien era la dueña de casa y unas amigas de ella, madres de las invitadas. La fiesta estaba entretenida por lo que decidimos quedarnos hasta tarde. Mi madre, mis tías y las otras señoras salieron a comprar algunas cosas. Nos quedamos solos los cinco, mi prima, sus amigas y yo. Me sentía bendito entre todas esas mujeres. Nos pusimos  a jugar “verdad o reto”. Los retos eran de corte sexual y cuando decidías por verdad era contar algo relacionado con sexo, ya sea con algún amigo, conocido, familiar o desconocido. Paola amiga de mi prima, giró la botella y me tocó elegir “Verdad o Reto”. Elegí verdad, me preguntó: “¿Si tuvieras la oportunidad, te cogerías a tu prima?”. Pensé unos segundos mi respuesta y contesté: “Las oportunidades siempre son para aprovecharlas, pero no, porque somos familia y no estaría bien”. Ahora era mi turno de rodar la botella y casualmente yo le tenía que ordenar hacer algo a Paola, eligió reto así que la reté que dijera una respuesta cerrada, sí o no. Le pregunté: “Paola, imaginemos que tu papá en otra vida no fuese tu papá, ¿te lo cogerías?”.  Todos se quedaron sorprendidos por lo que pregunté, pero más por lo que contestó Paola: “Sí, si me lo cogería”. En ese momento llegaron las señoras de sus compras y se fueron al patio a conversar. El juego siguió pero ya no cargado a lo sexual, pasó una hora y me tocaba a mi decir o hacer algo, dije que lo que sea, así que Teresa, otra amiga de mi prima, me dijo casi lo mismo que yo le dije a Paola: “Si tu mamá no fuera tu mamá, ¿te la cogerías?” Pero al momento que dijo eso iba pasando mi mamá para decirme que nos íbamos y ella escuchó lo que dijo y yo sin saber que ella estaba en mis espaldas dije: “Oye, ¿cómo se te ocurre? ¡Porque me dices semejante barbaridad! ¡Obvio que no!”. “¿Qué dijiste muchacha?” –preguntó mi mamá. “No nada” –respondió Teresa con vergüenza. Yo estaba con cara de sorprendido. En ese momento mi mamá me dice que nos vamos con cara de enojada, en fin regresamos a la casa y ya en la sala ella me dijo: “Hijo, que mal se vio esa chica al decir eso”. “Si mamá, como cree ella que dijera que si obvio, le dije que no pero si tú me lo preguntas te digo otra cosa” –le respondí. “¿Qué cosa dices?” –preguntó. “Mamá, recuerda que soy tu hijo pero ante todo soy hombre y tú eres una mujer muy atractiva. Además, ya lo hicimos antes” –le respondí y le agarré las nalgas. “No, espera, esto es malo; ya lo habíamos platicado sobre esto” –dice ella. “Vamos mamá, sé que tú lo deseas y yo te deseo. ¿Por qué negar lo que sentimos?” –le pregunté. “¡Estás enfermo?” –respondió ella. “Puede que tengas razón, pero si yo lo estoy, tú también lo estás porque se ve en tu cara que deseas que te coja ahora” –le dije mirándola a los ojos. Guardó silencio, ya que su mirada y sus gestos la habían delatado, la tomé de la cintura y le dije: “¿Entonces?”. “Pues, eres mi hijo, ¿cómo vamos a coger” –dice ella. “Fácil, como lo hicimos la otra vez”. La besé y se resistió, pero con mi mano empecé a manosear su entrepierna y se entregó. “Ya ves,  si quieres, lo deseas y solo lo evitas porque soy tu hijo” –le dije, “Soy una mujer y me encanta el sexo, desde que tu papá se fue no he tenido ningún otro hombre más que tú” –me dijo. “Me gusta cómo se oyó, soy tu hombre y tú mi mujer, para que seguir negándolo” –dije después de besar su cuello. “Pero hijo” –alcanzó a decir. “Pero nada, vamos a tu cuarto” –le dije.

Ya en su cuarto nos besamos con lujuria, nos desnudamos y podía ver ese delicioso manjar que iba a devorar. Primero la besé por todo el cuerpo y le empecé a lamer su deliciosa vagina que ya estaba húmeda, ella se puso muy nerviosa y gemía mucho, la volteé y mi metí mi lengua por su ano, ella gimió deliciosamente, su culo era empapado por mi saliva, entonces mi perversión se encendió mucho más. Le metí un dedo en ese apretado agujero y ella gritó: “¡Me duele!”. Estaba claro que era la primera vez que algo entraba en su culo, eso me calentó mucho más, su culo tenía que ser mío. La hice ponerse en cuatro y continué con mi recorrido perverso en su culo, escucharla gemir era tan exquisito que no me aguantaba las ganas de meterle la verga y abrir su ano. Ella esperaba que se la ensartara en la vagina, pero mis planes eran otros. Se la metí por el culo de una embestida. “¡Ay, me duele mucho, sácala!” –gritaba, pero estaba tan empecinado en darle verga a su ano que solo esperé a que se calmara y empecé a moverme más rápido. Aun le dolía, pero se la metía con tanta fuerza que sus alaridos de dolor se transformaron en gemidos de placer. Cada embestida le llegaba hasta el fondo, agarrado de sus caderas su culo se amoldaba a mi verga y mis ganas por dejarlo lleno de semen crecía más. Aunque intentaba contenerme, lo apretado que estaba ejercía una exquisita presión que me llevaba a acabar pronto. No podía aguantarme y se la metí completa descargando mi verga en sus entrañas, sentía como mi semen inundaba cada espacio de su culo. Fue demasiado placentero desvirgar el culo de mi madre y sobretodo acabar dentro de él lo hizo más perverso y morboso. La expresión en la cara de mi madre era de placer.

Lentamente se la saqué pero aún estaba dura, se la metí en la boca y le dije mientras le daba una bofetada: “¡Cómetela toda perra!”. Obediente a mi pedido me la chupaba como solo ella sabe hacerlo, me gusta como lo hace, la forma en que su lengua recorre mi verga y luego la traga la hace ser única, toda una sucia puta. La tenía agarrada del pelo y ella se la tragaba completa. Sus ojos me mostraban lo mucho que lo disfrutaba al hacerlo, pero más placer sentía cuando la abofeteaba para que siguiera haciéndolo sin detenerse. “¡Ah, qué rico cariño!” –me decía al sentir mi mano en su mejilla. “¿Te gusta zorrita?” –le preguntaba. Solo se detuvo para responderme: “¡Sí, me encanta! ¡Me gusta ser tu zorrita sucia!” –me decía, para luego metérsela completa en la boca. Siguió chupándomela con lujuria, mordía mi glande provocándome más placer. Ya estaba presto a eyacular otra vez, ella no se detendría hasta sentir el sabor de mi semen en su boca. Cuando al fin acabé, tapé su nariz y le dije: “¡Trágalo todo putita!”. Tragó hasta la última gota y me dijo que lo había disfrutado como nunca. “Todavía no hemos terminado” –le dije. La jalé del cabello y la tiré en la cama, separé sus piernas y mi lengua empezó a jugar perversamente en su clítoris. Mamá gemía descontrolada, se retorcía, temblaba y jadeaba como una putita en llamas. Ella estaba tan caliente que se apretaba las tetas y tiraba de sus pezones, era tan morboso verla caliente, se había transformado en una zorrita que había perdido los prejuicios y se dejaba llevar por el placer de los juegos retorcidos que su hijo tenía en su entrepierna. Ya sin poder contenerse se entrega a un violento orgasmo que la hace bufar y jadear de manera excitante. “Hace tiempo que no siento algo así. ¡Eres todo un pervertido cariño, mi pervertido!” –dice ella. “¡Tú eres toda una puta, mi puta!” –le contesto. “Ay, si cariño, soy eso y más para ti. ¡Quiero que me sigas cogiendo!” –dice con lujuria. Hice que se subiera a horcajadas y se la metiera por donde más le gustara. Me miró con ojos traviesos y la acomodó entre sus nalgas, empezó a bajar lentamente y mi verga se abría paso en su dilatado culo.

Sus movimientos sensuales sobre mi verga me calentaban, le agarraba las tetas mientras se movía, ella agarraba su pelo y gemía como endemoniada, su cara de placer era todo un deleite para mis incestuosos ojos. “Mis amigos se mueren por cogerte y yo lo hago en tu cama” –le dije. Ella sonrió y dijo: “¡Soy solo tu puta! ¡Lo que ellos quieran no me importa, solo quiero que tú te diviertas con mis agujeros!” –me responde. Le daba bofetadas a sus tetas y ella gemía de placer al sentir como sus tetas ardían por cada golpe que recibía. Habíamos perdido ya el decoro, cada vez se movía más rápido. Mi verga palpitaba en ese culo abierto y me decía: “¡Déjamelo lleno de semen otra vez!”. La tomé de los muslos y se los apretaba mientras le decía: “¡Muévete más rápido putita!”. Como buena puta siguió moviéndose más rápido, hasta que otra vez me vacié en su culo. Cayó rendida en mi pecho y me besó con perversión. “¡Esto te va a gustar!” –me dijo. Se puso entre mis piernas y envolvió mi verga con tetas y me pajeó deliciosamente con ellas, y pasaba su lengua por la punta. Era tan puta y me gustaba que lo fuera. Fue solo cosa de minutos y mi verga casi sin fuerzas soltó pequeños chorros de semen que ella esparció en sus tetas. Ya cansados de tanto coger, nos acomodamos y dormimos. A la mañana siguiente ya no estaban en ella esos remordimientos de la primera vez, ahora era toda una zorrita dispuesta a coger donde la pillara. Me convertí en su hombre y ella en mi puta. Quizá en alguna ocasión, les cuente lo que pasó con mi tía Betty la noche de navidad.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

5 comentarios:

  1. Ufffs caballero, exquisito 🔥😈👏

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  2. Muy buen relato. La imaginación vuela sin límites!

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  3. Un excelente relato hace volar la imaginación Caballero

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  4. Muy rico!!! Ojalá mi hijo tuviera esa motivación!!!!!

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  5. Waooo qué delicia de lectura

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