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miércoles, 3 de abril de 2024

118. Viendo videos con mi hijo


 Hola, soy Sabrina, 43 fatigados años con un maravilloso hijo de 20 años. Les contaré lo que sucedió a principios del pasado verano. Era un viernes por la noche, mi hijo Mauricio y su amigo estaban viendo una película y bebían un par de cervezas, yo le permito beber máximo dos cervezas porque no quiero un hijo alcohólico. Sé que rápidamente se siente mareado y esto me causa risas, porque habla con voz más alta y a veces se le enreda la lengua.

El calor era abrumador, así que yo también bebía una cerveza fría. No sé cómo ni porqué iniciaron el tema, pero los escuche hablar de sexo con animales. Alberto, su amigo un año mayor que mi hijo, afirmó de haber visto un video donde una mujer follaba con un caballo. Mi hijo se rio de una forma incrédula y yo opiné que el sexo con animales era un producto típico de hombres sobreexcitados y eso era solo imaginación, no podía ser cierto. Alberto nos miró con cara seria y dijo que era  un tema bizarro que lo excitaba. A continuación, le pidió a mi hijo su computadora portátil para demostrar que él no estaba mintiendo.  En un par de minutos se conectó a la red y abrió un sitio con una pantalla negra y muy oscura, estaba llena de cuadritos, él dijo que esos eran diferentes videos de mujeres teniendo sexo con algunos animales como perros y caballos.

Hizo clic en uno de esos enigmáticos cuadritos e inmediatamente se abrió un cuadro diferente que mostraba en una pequeña pantalla a una mujer con un perro grande, me pareció un pastor alemán, nosotros tenemos un labrador, pero mi padre tuvo un pastor cuando yo era chica. El enorme perro estaba lamiendo la vagina de la joven rubia que ocultaba su rostro tras una máscara. En cierto momento ella se puso en cuatro, el perro vino a lamer su trasero desde atrás, pero luego saltó sobre ella que afortunadamente, estaba afirmada a un diván sino ese bruto la habría botado por tierra. La cámara que enfocaba a la chica voló a su entrepierna y se veía la verga del perro sobresaliendo de su funda y penetrándola repetidas veces, a un cierto punto la funda peluda del perro se juntó con la vagina de ella, la chica grita y luego se veía solo un conexión entre sus sexos con una especie de cordón rojo saliendo del conchita de la muchacha. Alberto triunfante dijo: “¿Ven? ¿Pueden ver que no estaba mintiendo?”. El perro follaba a la muchacha en un modo impetuoso e incontenible.      El video duró unos tres minutos y Alberto parecía feliz y satisfecho de habernos mostrado algo excepcionalmente raro. Yo estaba completamente perpleja y algo disgustada; no podía entender como una persona pudiese hacer algo así voluntariamente. Ya lo dije, tenemos un Labrador negro y no podía imaginar haciendo algo así con él, pero era evidente que la chica del video lo disfrutaba y mucho, así que, a pesar de todo, tuve que concordar con Alberto que había chicas teniendo sexo con animales.      Entonces él agregó: “¡Y eso no es todo!”. Hizo clic en otro cuadrito y apareció otro video con una mujer de cabellos negros y bastante joven, vestía una remera amarrada al ombligo y nada más. Estaba jugando con la verga de un pony de color beige y de crines blancas; pasó la verga de equino por sus piernas y muslos, después la lamió. Obvio, era gigante y de forma extraña, como un glande en forma de hongo. De repente en segundo plano se escuchó la voz de un hombre, probablemente el camarógrafo que la instruía para una pose diferente. Ella se dio vuelta y el animal salto sobre ella con su verga bastante lacia y débil, de manera imprevista pareció cobrar vida y se puso dura, se me escapó una exclamación: “¡Oh, Jesús! ¡La partirá en dos!”. Ella estaba ahora parada bajo el pony que empujaba hacia su coño una verga de más de medio metro; la cachonda muchacha empujaba su trasero hacia la monstruosa pija equina que no centraba su panocha. Se metía entre sus piernas, le resbalaba en medio a sus nalgas y sobre su espalda, pero en uno de esos embistes, la verga penetró de un solo golpe a la chica, otra vez se me escapó un exabrupto: “¡Guau, mierda!”. La bestia le encajó casi medio metro de verga profundamente y eso hizo que yo misma sintiera en mi  vagina una dolorosa punzada que me llegó hasta el abdomen, pero la muchacha en vez de tratar de escapar gritando adolorida, parecía disfrutar esa enorme verga dentro de ella. Miré de reojo el regazo de Mauricio y Alberto, ambos tenían tremendas erecciones, al parecer ellos también disfrutaban el violento coito de la chica con el pony. Habían pasado solo pocos segundos y la chiquilla chilló, la verga del pony resbaló fuera de su vagina y un torrente de chorros lechosos salieron de la verga equina que se bamboleaba bañando las piernas de la muchacha y gran parte del piso. No podía creer que esa chica pudiese haber acomodado esa enorme verga en su vagina. Yo soy bastante alta, un metro y setenta y cinco, pero si me dejo penetrar por una verga de ese tamaño de seguro me llega hasta los pulmones y termino muerta.

Después de eso Alberto hizo correr otros videos más, pero todos con perros. No daba crédito a lo que veían mis ojos. No sabía que pudiese existir algo así; creo que por todo el tiempo que estuvimos mirando esos videos, mi boca permaneció abierta cada vez con mayor asombro. Después del último video, Alberto dijo que se había hecho tarde y que debía irse a casa. Noté el bulto en sus pantalones. Se veía realmente excitado. Me disculpé por no haberle creído y él aceptó con gusto mis disculpas, en seguida, él se despidió y se fue. Después de eso, Mauricio y yo subimos a nuestras respectivas habitaciones, nos acompañó Titán, nuestro perro. Decidí tomar una ducha antes de dormir, solo allí me percate que mi vagina extrañamente estaba bastante mojada, pero no me sentía realmente caliente. Esto me intrigó. Como dije, los videos me causaron un poco de repulsión en lugar de excitarme, pero al parecer mi cuerpo había reaccionado en modo diferente. Cuando finalmente me acosté, sentí la persistente humedad de mi vagina y quería autosatisfacerme, pero no me atreví pensando en que no sería de buen gusto hacerlo con esas imágenes animalescas un tanto repugnantes.

Al día siguiente el clima era esplendido con un sol brillante, mi hijo Mauricio se había ido a su partida de futbol del fin de semana. Después de ordenar la casa, decidí de tomar un poco de sol en el jardín, así que busqué un buen libro y me fui a tumbar sobre la silla de playa bajo el sol radiante. Prefiero tomar el sol desnuda, pero como sorprendí a mi vecino espiándome, ahora lo hago con un bikini, aunque es diminuto me siento cómoda. Alrededor de mediodía me entré en casa.  Saqué un poco de agua mineral del refrigerador y un durazno maduro, lo pelé y lo puse en un pocillo para servírmelo sentada en el sofá. Fui a buscar la computadora portátil de mi hijo con la excusa de ver mi correo, cerré todas las cortinas y encendí el ordenador sentada en el sofá. Revisé mi correo y jugué un poco a cartas, pero pronto eso me aburrió, no quería admitirlo, pero lo que realmente quería era volver a ver esos videos de sexo con animales, no podía resistirme, consciente o inconscientemente había estado pensando toda la mañana en ello. Vi los videos de sexo.  Poco a poco me fui acostumbrando a las imágenes y ya no consideré que pudiera ser tan perverso como la noche anterior. Comencé a fijarme en los detalles. Nuevamente vi a la chica con el enorme pastor alemán. El perro tenía una verga enorme. Al parecer se quedó atascado en ella por algunos momentos. La chica estaba arrodillada sobre una toalla, quizás para no lastimar sus rodillas. El audio me hacía escuchar claramente los gemidos y chillidos de la muchacha con la inmensa verga de perro profundamente enterrada en ella. Miré a Titán que estaba echado debajo de la mesa. Me dieron ganas de follar, pero no podía imaginarme gritando como loca con la verga de Titán en la vagina.  La idea de follar con él no me pareció tan descabellada después de todo. Estaba tan distraída y embelesada con los videos, que no me percaté que mi hijo había vuelto a casa, solo lo sentí cuando se dejó caer sentado a mi lado. “¡Oh! ¿Al parecer te gustaron esos videos?” –me preguntó. No supe que responder, solo balbuceé algo como una respuesta: “¿Ah? ¡Bueno!  Yo… ¡Es que no puedo creer que alguien obtenga placer con algo así!”. Mauricio me quedó mirando y dijo: “¿No? Entonces explícame ¿por qué tu bikini parece estar tan mojado ahí abajo?”. Miré hacia abajo y vi la mancha oscura en mi entrepierna, me senté derecha tratando de no hacer ver la ostentosa mancha en mi bikini. “Sí, está bien, tienes toda la razón. Por un lado lo encuentro sucio, pero aparentemente mi cuerpo se pone caliente al ver todas esas imágenes y escuchar los sonidos de placer de las chicas. Ayer no pude evitar de darme cuenta de que se te marcaba el pene en tus pantalones, al parecer también a ti te hizo ponerte caliente, ¿o no?” le dije.

Mi hijo agachó su cabeza y me respondió que también él se había excitado a mirar los videos de sexo con animales y había estado pensando en eso todo el día. Se acercó a mí e hizo clic en uno de los cuadritos y vimos juntos un video de una chica masturbando su vagina con una gigantesca polla de un caballo y volvimos a ver la chica que follaba con el pony. Ahora la computadora estaba apoyada en la mesita de centro y volví a darme cuenta de que Mauricio tenía una tremenda erección, cuando se percató de que estaba mirando sus shorts inflados como carpa, puso su mano encima y me dijo: ¡Disculpa! Me es imposible evitarlo, estos videos me calientan mucho y mucho más al verlos contigo”. Me reí y le dije que a mí también me gustaba verlos junto a él, luego continuamos a ver videos, los comentamos, nos reímos de algunos, pero a menudo nos sorprendimos de lo cachondas que se veían las muchachas al follar con estos animales.

En un momento me levanté y le dije que iba a cambiarme porque mis calzoncitos de bikini se habían empapado y él me sorprendió, me detuvo colocando su mano en mi entrepierna. Él movió sus dedos sobre la delgada tela y se me escaparon unos gemidos, con voz ronca le dije: “No lo hagas, chico, esto no puede ser”. Mauricio no me respondió, pero empujó su mano separando aún más mis piernas, luego comenzó a acariciar mi vagina por sobre mi bikini mientras me miraba fijamente. Una voz en mi cabeza gritaba fuerte que esto no estaba bien, que era algo prohibido, pero nuevamente mi cuerpo actuó en forma contraria a mis deseos. Quería detenerlo, pero involuntariamente mis piernas se abrieron. Mauricio metió sus dedos bajo la tela de mis calzoncitos, sobre los hinchados y mojados labios de mi concha e hizo que me estremeciera de placer. En los últimos ocho años ningún hombre me había tocado allí, solo ahora me di cuenta cuanto anhelaba ser tocada. Presioné mi vagina contra sus dedos y cuando Mauricio me bajo los calzones, rápidamente levanté una pierna y luego la otra para que me despojara de ellos. Vi a mi hijo arrodillarse ante mí moviendo su cabeza hacia mi entrepierna bañada. “Sabrina, eres una puta”, pensé y luego me sentí intoxicada de maravillosas sensaciones. Mi pensamiento, mi criterio, mi moral y remilgos ya no estaban conmigo, desaparecieron de golpe al primer toque de su lengua con mi sexo en llamas; mí cuerpo entero tembló y me pareció abrumadoramente delicioso lo que me estaba haciendo, chillé, grité y me retorcía al sentir como esa lengua me recorría con toda la libertad, mi cuerpo deliraba como una posesa, hasta que tuve un terrible orgasmo que me hizo gritar  como una puta.

Con mi cuerpo aun temblando, Mauricio se sentó a mi lado y me quitó la parte superior de mi bikini para acariciar mis tetas. Mi mano se fue a su entrepierna, sentí el cálido contorno de su verga endurecida como palo por sobre sus pantalones. Mauricio se quitó la camisa primero y luego de un solo movimiento se bajó los shorts junto a su bóxer. Su pene saltó desafiante al aire libre. Aferré su pene caliente con ambas manos y deslicé su afelpado prepucio para descubrir el grueso glande babeando líquido preseminal que emergía a través de su diminuto agujerito. Me incliné y rocé mis mejillas con ese macizo pene y mis labios se cerraron sobre su amoratado glande, probé sus dulces fluidos, ya no podía controlarme y comencé a devorar su miembro enhiesto. “¡Oh, mami! ¡Qué rico!” –decía con gemidos saliendo de su adorable boca. Lo miré y vi su rostro feliz y radiante. Me arrodillé, tomé sus nalgas y empujé su pene dentro de mi boca comenzando a mamarlo vorazmente. Jugué con sus testículos y luego uno a uno se los chupé. Lo sentí tensar sus piernas, sus nalgas se endurecieron y luego me llenó la boca con su esperma caliente. Sé que a todos los hombres les gusta y excita mucho cuando su pareja se traga su semen, yo lo había intentado anteriormente con su padre, pero nunca lo había logrado realmente, siempre lo terminaba escupiendo en un pañuelo o toallita, me parecía algo muy sucio, pero ahora lo disfruté y sin pensarlo siquiera me tragué todo el semen tibio de mi hijo.

Noté que la verga comenzó a debilitarse, entonces se lo chupé aún con mayor ahínco. No quería que esto terminara jamás. La adolescencia de mi bebé le daba la energía necesaria y su polla volvió a ponerse dura como una roca en breve tiempo. Mauricio manifestó que quería algo fresco de beber, le dije que se sentara y que yo iría a buscar algo de beber para ambos. Él me siguió a la cocina y froto su polla dura entre mis nalgas, metió sus manos sobre mis tetas y me estrechó a su cuerpo deslizando su polla entre mis glúteos, susurrándome al oído: “¿Sabes que posees el culo más maravilloso que haya visto jamás?”. Me puso tan caliente oírlo, no sabía que fantaseaba con mi culo, mi mente se fue a pensar en cuantas pajas se habrá hecho pensando en que me coge por mi agujero. Solté un perverso suspiro y en respuesta presioné mi culo contra su deliciosa verga. Mauricio comenzó a pasear su enorme erección entre mis nalgas mientras amasaba mis tetas con sus manos tironeando de tanto en tanto mis duros pezones. Incliné mi torso sobre la encimera, lo único que quería era sentir su gruesa verga entre los labios de mi vagina y le dije: “¡Agárrame! ¡Fóllame, por favor!”. “¿En serio?” –preguntó absorto. “¡Sí, bebito mío! ¡Hazme tuya! ¡Quiero sentirte dentro de mí!” –le gritaba y suplicaba descaradamente, asintiendo con mi cabeza para confirmarlo. Lo sentí deslizarse en medio al surco de mis glúteos, rozando el diminuto agujero de mi ano, luego empujó entre mis labios y me penetró, luego lo sacó y yo empujé empalándome en su verga nuevamente, no resistí tanta estimulación, hace tiempo que no me follaban tan rico, deliraba al sentir como el cuerpo de mi hijo chocaba contra el mío dándome un delicioso placer que me recorría por completo. En cada embestía sentía como si el aire me abandonara, incluso sentía que mis piernas se doblaban, era tan morboso e insano que mi hijo me estuviera cogiendo, pero ninguno de los dos podía ya controlar sus impulsos, estábamos totalmente doblegados por la lujuria y perversión. Sin darme cuenta era azotada por un intenso orgasmo que  hacía temblar mis piernas, era como si las fuerzas me hubiesen abandonado por completo, si no es porque Mauricio me tenía sujetada habría caído al piso. Gemí de placer en forma lujuriosa mientras el continuaba follándome. Quería voltearme y morderlo.

Los dos estábamos bastante sudados y mojados, volví a gemir cuando él me lo sacó. Sentí que se agachaba a besar mis nalgas, abrió mis cachetes y lengüeteó mi culito arrugado y apretado, me llenó de saliva y continuó besando mis nalgas. De repente se levantó y me empujó sobre la encimera, apoyé mis senos en el frío mármol y le escuche decir: “Quiero follarte por el culo, madre”. Ni siquiera me sorprendió cuando le respondí deseosa empujando mi culo contra su verga: “¡Haz todo lo que tú quieras! ¡Solo fóllame!”. Me relajé para hacerlo entrar en mí, su verga batalló unos momentos con mi estrecho ano y luego comenzó a desplazarse más y más adentro llenando mis entrañas. Me folló delicadamente el culo sin dejar de amasar mis tetas y besar mi cuello. Era tan exquisito, aunque no lo hizo con la misma fuerza que me cogió la vagina, se notaba que quería que disfrutara del momento. Lo miré a los ojos y le dije: “Mauricio, soy una mujer mayor. Me gusta cómo me coges, pero quiero que me cojas como nunca antes lo has hecho, quiero que me la metas con tanta fuerza que el culo me duela por días”. Él sonrió como si espera esas palabras, su mirada se puso siniestra, morbosa. Me encantaba la manera en que sus ojos se posaban en los míos y me embestía con fuerza, profundamente. Poco a poco aumento sus movimientos, dándome con fuerza y violencia; yo gritaba y le pedía que no se detuviera, que me la metiera hasta el fondo. En cierto momento noté como mi culito palpitaba y ardía, era tan violento en follarme, que mi culo se había desgarrado por el placer de coger perversamente. “¡Eso bebito, no te detengas! ¡Sigue metiéndomela así de rico!” –le decía con la lujuria a flor de labios. Siguió dándome con esa fuerza que da la juventud, en medio de esa seguidilla de brutales embestidas, ambos estábamos presos de un orgasmo delicioso que nos visitó al mismo tiempo y nos hizo delirar de placer, entre esos gemidos que parecían que nos quitarían la vida nos besamos con lujuria, de la manera más tierna morbosa que ustedes podrán imaginar. Exhaustos pero satisfechos nos fuimos a descansar al sofá. Nos acariciábamos, nos besábamos, era tan irreal pero a la vez tan satisfactorio que me encantaba. Charlábamos de lo sucedido, nos dijimos todo lo que debíamos decirnos en forma abierta y honestamente, había más confianza y afecto que antes, nuestro amor había evolucionado. Nos reíamos y bromeábamos como si no fuéramos madre e hijo, sino solo unos buenos amantes lujuriosos. Cuando nos recuperamos por completo, nos fuimos a duchar juntos. Disfruté de todas sus caricias, de la manera perversa en que mis manos recorrían su cuerpo y me hacía alucinar. Disfruté de esa manera lujuriosa en la que me folló mientras el agua de la ducha caía sobre nosotros y de su tibio semen que degusté después de regalarme varios orgasmos.  Luego nos vestimos con ropa ligera y preparé algo de comida rápida, ya no tenía ganas de cocinar, no quería despegarme de él, necesitaba esa cercanía de paz y tranquilidad que él me infundía.

Después de cenar sacamos a Titán a dar un paseo al parque. Caminábamos juntos tomados de la mano, de repente Mauricio se detuvo, miró a Titán y me preguntó: “¿Podrías hacerlo con un perro?”. “¿Ah?” –le respondo con otra pregunta, ya que no entendí lo que me dijo. “Me refiero a coger” –dijo en tono serio. “Cualquier mujer podría, eso ya lo hemos visto en los videos. Es cierto que las imágenes me entusiasmaron y probablemente si se dan las circunstancias correctas, sí, podría. Podría querer probar esa experiencia, pero no sabría donde conseguir un perro que sea entrenado para follar con una mujer, tendría que ser Titán quien me follara” –le dije, sorprendiéndome yo misma con lo que salió de mis labios. Mi hijo no respondió nada, pero después de esa conversación comencé a vivir en un mundo diferente, ya nada me repugnaba sobre el sexo con animales. Mauricio comenzó a cogerme todos los días y muchas veces lo hacía en cuatro, me hacía jadear y gruñir como su fuera una perrita, incluso me dejaba platos con agua y comida. Una noche soñé con Titán que me cogía, ya que era toda una perra y estaba para apagar sus bríos de macho en celo. Fue un sueño caliente, que me dejó húmeda y con ganas de hacerlo realidad.

Un día cualquiera nos acurrucamos frente al televisor y comenzamos a acariciarnos y besarnos.      Casi sin que yo me diera cuenta Mauricio me despojó de la ropa hasta quedar completamente desnuda. Me sentí un poco cohibida al estar desnuda frente a él que estaba totalmente vestido y observaba mi desnudez. Se inclinó y comenzó a besar mis senos y a chupar mis pezones, luego poco a poco siguió besándome el vientre y finalmente llegó a la convergencia de mis piernas y me chupó el clítoris. Cuando mi vagina comenzó a gotear en forma abundante, me lamió mi surco empapado provocándome escalofríos, luego empujó a un lado la mesita de centro, pasó sus dedos por mi húmeda vagina y llamó a Titán. El perro llego entusiasta moviendo su cola y olisqueando el aire, Mauricio le ofreció sus dedos impregnados con la esencia de mi sexo. Titán lamio los dedos con avidez. Mauricio poco a poco guió al perro entre mis piernas y dejó que él encontrara el camino a mi canal vaginal, Titán saboreó mi vagina con su larga lengua e inmediatamente le gustó, pero se volteó a mirar a Mauricio. Mi hijo volvió a mojar sus dedos en mi orificio vaginal empapado y los puso delante de la nariz del perro. Repitió tal acción varias veces y Titán se quedaba cada vez más tiempo a lamerme, lo que me estaba haciendo enloquecer de placer, pero Titán no entendía lo que se requería de él, nunca antes se había cruzado.

Mauricio me dijo que me arrodillara frente al sofá y le diera la espalda. Ahora Titán lengüeteó mi ano y mi vagina desde atrás. El perro me saltó encima y yo ganosa quería que me penetrara, empujé mi trasero hacia atrás, buscando que me montara y me metiera su verga, quería gritar de placer como la chica del video. Mauricio se percató de todo y vino a ayudar a Titán tomando su pene y alineándolo con mi vagina, apenas su verga sintió la humedad de mi conchita el perro empujó y me penetró con su pene todavía pequeño. Lo sentí entrar y salir de mi vagina, cada vez más duro y grande. En cosa de segundos su verga encajó perfecta en mi boquete vaginal y su grosor aumentó en un instante. Su bola también se atoró en mi vagina y comenzó a inflarse toda comprimiendo mis paredes vaginales y estirándola  como jamás nunca había sido estirado. Estaba muy caliente, siempre en la cúspide de un orgasmo, pero quería que esto durara más, la polla de Titán había crecido considerablemente y ya estaba abotonada a él. Empujé mis nalgas para que la verga de él se fuera lo más profundo dentro de mí. Mi hijo puso su mano en mi vientre y luego comenzó a acariciar mi clítoris, mi vagina se contrajo de puro placer y acabé eufóricamente, temblaba de pies a cabeza. “¡Ah, esto es exquisito!” –decía encendida en lujuria. Él seguía estimulando mi clítoris mientras Titán jadeaba pegado a mí. “Siento que voy a morir de placer hijo” –le decía a Mauricio que se deleitaba con mis gemidos de puta y que disfrutaba a plenitud ese momento tan lleno de morbo. “Sí, dulce y caliente madre mía y espera que ahora Titán te llenará de semen esa deliciosa vagina” –me dijo él con mucha lujuria. ¡Ah, sí!! ¡Delicioso!” –le dije sin parar de gemir.

Siguió acariciándome a sabiendas de que mi cuerpo no cesaba de temblar. Sentía como la verga de Titán se hinchaba más y palpitaba frenéticamente dentro de mi vagina, estaba en éxtasis, no paraba de gemir. Le rogué que no se detuviera y así él continuó a masturbar mi clítoris intensamente, luego tocó y acarició mi trasero, por un corto lapso de tiempo pensé que ya todo había terminado, sentía los fuertes tirones del perro que seguía follándome, pero se detuvo, cuando intenté enderezarme, una afluente caliente de esperma comenzó a llenar mi conchita por todos sus recovecos.  La sensación de plenitud al recibir tal cantidad de semen me hizo derrumbarme sobre el sofá con incontrolables contracciones de mi vagina. Estaba acabando otra vez. Escondí mi rostro de placer y lujuria en un cojín del sillón y grite mi alegría y felicidad de ser hembra de un macho tan potente y poderoso como Titán. Era su perra, me estaba dando su semen, me regalaba chorros que se desbordaban de mi vagina y me sentía tan perra y tan puta que solo gemía con locura. El semen de ese macho resbalaba por mis muslos. Mauricio mantenía a Titán bien pegado a mi conchita y yo intentaba mover las piernas para calmar los temblores que estremecían mi cuerpo. El orgasmo que sentí fue único. Mi vagina palpitaba al ritmo de esa verga que se vaciaba en mi interior, ese semen caliente me hacía tener varios orgasmos que me tenían exhausta. Luego vino la calma, su verga salió palpitante y venosa, dejaba salir aun algunos chorros de semen, era una imagen delirante a mis ojos. Gracias a Dios mi hijo me ayudó en todo momento. Espero solo que nuestros vecinos no hayan escuchado mis alaridos, gritos y gemidos, pero fue fenomenal y estoy dispuesta a repetirlo muchas veces más. Miré con cierta aprensión a mi hijo y cuando vi la forma dulce y caliente con que me miraba, me sentí la mujer más feliz del mundo. Me sentía una perra a disposición de esos dos machos para que me usaran a su antojo.

En los últimos meses, Mauricio y yo hemos tenidos frecuentes relaciones sexuales, no todas las veces con Titán, pero al menos dos o tres veces a la semana el me abotona mientras yo chupo la verga de Mauricio. En una de esas noches frenéticas de sexo entre los tres, Mauricio me dijo: “Debemos darle las gracias a Alberto por mostrarnos cuanto puedes disfrutar siendo una perra”. En ese momento mi cabeza voló y le dije: “Tienes razón, él merece el crédito por esto tan placentero”. Yo estaba dispuesta a complacer a Mauricio en cuanto él quisiera hacer y si quería que Alberto fuera parte de esta aventura no me negaría, ya que me calentaba la idea de que viera en puta que me había vuelto con mis dos machos. Estaba masturbando a Titán cuando Mauricio toma su celular y llama a Alberto por WhatsApp, conversan un poco y mi hijo le dice: “Mira lo que has conseguido”. Me enfoca con la verga de Titán en la mano y a punto de metérmela en la boca para chuparla. “¡Lo veo y no lo creo!” –exclamó Alberto. Al darme cuenta y escucharlo, le dije: “Pues, créelo. Gracias a ti soy una perra caliente adicta a la verga de Titán y a la de Mauricio”.  Sin importarme que Alberto estuviera mirando por la cámara le empecé a chupar la verga a mi perro, solo quería sentir como se ponía dura en mi boca y me atragantara con ella. Mauricio acomodó el teléfono para que su amigo no se perdiera detalle del espectáculo que le estaba brindando. Alberto no daba crédito a lo que estaba viendo, pero sabía que lo estaba disfrutando; en medio de la mamada que le estaba dando a Titán, sentí cuando Mauricio se puso detrás de mí y abrió mis nalgas, pasó su glande por la entrada de mi vagina que estaba demasiado mojada. Hasta que me la metió de golpe. Miraba el teléfono y en la pantalla veía a Alberto pajeándose al verme, eso me calentaba más, ya que no podía disimular las ganas de estar aquí. Entonces habló mi calentura y le dije: “No creo que te demores más de diez minutos en estar aquí”. Fue automático, Alberto cortó la llamada.

Tal como presagié, no tardó más de diez minutos en llegar, Mauricio lo llevó a la sala donde Titán estaba montándome, metiéndome su rica verga con fuerza. Del asombro pasó a la calentura, ya que se acariciaba la verga por encima del pantalón. Se sentó en el sofá a observar como Titán me daba su verga, bajó el cierre y sacó su verga tiesa, se veía apetitosa. Solo bastó una mirada para que se acercara y se pusiera de rodillas junto con Mauricio para empezar a comerme sus deliciosas vergas. Con mi vagina abotonada a la verga de Titán y esas dos vergas que llenaban mi boca estaba demasiado caliente, era tan exquisito chupárselas a los dos a la vez, pasar mi lengua por sus glandes y después engullirlas, era una mezcla de sensaciones que me ponían a mil. Un mar de placer me envolvía y me llevaba al éxtasis, sentía como la verga de Titán palpitaba, me encantaba esa deliciosa sensación, me encaminaba a pasos agigantados al orgasmo, ya con mi cuerpo temblando el placer del orgasmo llegó, comencé a gemir y a jadear, Alberto le dijo a Mauricio: “Sí que es una buena perrita”. Escucharlo me calentaba más, intensificaba el placer que inundaba cada parte de mi ser. Titán empezó a llenarme con su semen, el que se sentía deliciosamente caliente y sacó su verga, dejando mi vagina abierta y chorreando esperma canino. Seguí chupando las vergas de los jóvenes que tenía ante mí, pero ellos habían decidido que no solo sería una mamada, sino que irían por más.

Mauricio se tumbó en el piso y me hizo que me subiera a horcajadas sobre él, haciendo que su verga entrara en mi conchita que escurría semen canino y Alberto se puso detrás de mí, sentí que escupió en mi culo y sus dedos untaron con saliva mi agujero; luego sentí como su glande se abría espacio entre mis nalgas y se empezó a meter de manera exquisita, haciéndome gritar de placer, cuando su glande entró me dio una certera embestida que arrancó otro grito lleno de lujuria. Por primera vez tenía mi culo y mi concha con dos vergas, la sensación hizo que tuviera otro orgasmo, empezaron a metérmela en un ritmo sincronizado y frenético. “¡Mierda, qué rico!” –decía mientras me cogían con ímpetu, estaba tan perdida recibiendo verga por mis dos agujeros, gimiendo y jadeando. “¡Qué rico culo tiene la perrita!” –decía Alberto mientras me la metía con fuerza. Mauricio se comía mis tetas que danzaban en el frenético ritmo de la cogida que estaba recibiendo y su verga entraba y salía de mi vagina. No sé cuánto tiempo pasó, ni cuantos orgasmos tuve, solo disfrutaba del placer y la perversión de coger con mi hijo y su amigo. El mayor placer llegó cuando los eyacularon, el primero en hacerlo fue Mauricio que se vació por completo en mi vagina, un par de minutos después lo hizo Alberto, dejando su semen en mi culo abierto y palpitante. Sin fuerzas pero con la satisfacción en mi cara, quedé casi inerte sin lograr que mi cuerpo reaccionara. Fue una noche placentera y llena de placer para los cuatro.

Esa fue la única vez en que Alberto cogió con nosotros, pero siempre mi hijo le enviaba videos cuando estaba siendo la perra de Titán, los que él retribuía con videos de él masturbándose y mostrando su verga escurriendo semen.

 

 

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