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martes, 16 de abril de 2024

122. Solo en casa con mi tía

 


Mi tía Betty, es una mujer sensual, ya con 43 años,  pero eso no quita que sea una MILF de ensueño, con un cuerpo bien definido, tetas grandes, mirada que te incita al pecado y unas nalgas que te provocan a ser un depravado. Por mucho tiempo fue la musa de mis pajas en la adolescencia. Soy un chico de veinte años y me siento privilegiado por lo que viví hace un tiempo atrás.

Meses después de cogerme a mi madre, vino de visita, si mal no recuerdo fue en noviembre, se quedaría con nosotros por dos semanas. En eso ocurrieron algunas cosas con mis abuelos paternos y a pesar de que la relación con mi padre no funcionó, ellos siempre estuvieron pendientes de nosotros y era el tiempo de devolver en parte la mano que nos dieron para salir adelante después del abandono de mi padre. Por eso ella fue a ayudarles a realizar unos trámites que debían hacer, ya que iban a vender su casa y cambiarse a un lugar más pequeño. Como hijo de la anfitriona, debía quedarme en casa a atender a mi tía, ya que mamá no sabía cuánto demoraría en esos trámites. Betty, mi sensual tía le dijo que no se hiciera problemas y que fuera, que quedaría en buenas manos. Como les había dicho, mi tía siempre fue como un sueño inalcanzable, desde mis primeras pajas quise que ella estuviera en mi cama para quitarme la virginidad, por lo que para mí fue algo excitante quedarme con ella a solas. Ya era cerca de la hora del almuerzo, mi tía me llamó para ayudarla a cocinar, iba a hacer sopa, le ayudé picando las verduras y le pasé los fideos, ella puso una olla lleva de agua para dejarla al fuego, pero en movimiento torpe se le resbala y se moja completa su ropa. No tenía brasier puesto, se le traslucían sus tetas deliciosas, me excité mirando esos pezones grandes. Se dio cuenta de mi erección, se puso roja de vergüenza y me dijo que iba a cambiarse de ropa, yo no la escuché porque estaba embobado mirándole las tetas, entonces enojada me dijo: “Deja de mirarme las tetas y escúchame, me voy a cambiar de ropa y tú preocúpate de poner el agua a hervir”. Reaccioné y le dije: “Perdona tía, lo siento”. “No te preocupes, la culpa es mía. Mejor ve anda a comprar pan al negocio de la esquina, ya que el ambiente es incómodo” –dijo. Obviamente dije que sí y salí. Duramente el almuerzo ninguno habló de lo ocurrido, pero se notaba la tensión al mirarnos, Pensé toda la tarde en como coger con ella, pues obviamente no me masturbaba, estaba mi madre quien calmaba mis deseos, pero pensaba que me estaba cogiendo a mi tía Betty por ese delicioso culo.

Ya en diciembre mi tía fue a una boda, la familia se enteró que hizo un caos y que la familia de los novios no la querían ver ni en pintura. Entonces empezaron a decir que era una alcohólica, que tomaba como si el mundo se fuera a acabar y que se tomaba hasta el agua de los floreros. Pensé: “Están exagerando, son unos mal hablados”. Me molestaron esos comentarios porque no estaba ella para defenderse y era fácil dejarse llevar por los chismes. Incluso le pregunté a mi madre: “¿Tú crees que sea tan así?”. “¡Ay cariño! ¡Si el río suena es porque piedras trae!” –me respondió.

Llegó la navidad y todo el mundo estaba celebrando mi madre y yo íbamos a una reunión familiar pero íbamos a buscar a mi tía, porque su auto tenía problemas, y estaba en el mecánico. En fin, llegamos y estaba tomando nos dijo que se sentía triste pues estas fechas la hacen recordar a mis abuelos que ya no están en el mundo. Estaba ebria, con claras señales de que había empezado temprano. Estábamos en eso cuando el celular de mi madre sonó, era un tío preguntándole por donde veníamos, ya que pronto se iba servir la cena. Mamá algo contrariada le dijo que no iríamos pues Betty estaba mal. “No te hagas dramas, yo me quedo cuidando a mi tía, tú anda a la reunión familiar” –le dije. “¿De verdad cariño?” –preguntó. “Sí, sabes que no me gusta estar con la tropa de babosos de mis primos y menos con mis tíos” –le dije. “¡Ay cariño, eres un amor!” –me dijo y me dio un beso en los labios.

Mi sensual tía tenía un vestido con un escote llamativo se podían ver sus tetas, esas que vi debajo de la tela mojada hace poco y mi verga al instante reaccionó tanto por sus tetas como por las cogidas que le di a mi sucia mamita por culpa de ella. Nos sentamos a charlar, pero mis ojos estaban clavados en esas tetas que varias noches me imaginé llenándolas de semen. “¡Bebamos un trago!” –le dije. Ella sonrió y dijo: “Bueno, ve a la cocina por los vasos y trae una botella de whisky y bebamos”. La tía Betty ya estaba borracha y sus movimientos eran descuidados, incluso se le subía el vestido y ella no se lo acomodaba, dejando ver sus nalgas que eran invadidas por el delgado hilo de su tanga. “Me acuerdo de lo que pasó en la cocina, también me calenté al notar que tenías la verga parada, pero eres mi sobrino, no podía hacer eso” –me dijo. “Era imposible no mirarte tía” –le dije mirándola a los ojos mientras le servía el segundo vaso de whisky. “No te creo, eres joven y obvio que ibas a reaccionar a cualquier par de tetas que tuvieras por delante” –dijo ella. “La verdad, te confesaré algo. Desde que empecé a sentir cosas y me masturbaba, lo hacía pensando en ti, en esas hermosas tetas que tienes y ese culo precioso que tienes” –le contesté. “¡Las cosas que dices!” –dice ella sonriendo. “Sí lo digo, es porque es así. Además, los dos nos calentamos el otro día en la cocina” –le dije. “Sí, pero ya pasó. No creo que te guste, solo son fantasías que tenías de adolescente” –me dice poniéndose de pie y girándose; ya tenía el culo a la vista. “Eso es lo que digo, tu culo me vuelve loco” –le dije mientras la tomaba de la mano y la traía hacía mí. Añadí: “Ese día nos calentamos, si cogemos hoy” –le dije. “¡Qué dices chico, eres mi sobrino. ¿Estás loco?” –me dice ella. “Estoy loco por cogerte tía” –le contesté. Saqué mi verga que estaba tiesa y ella se sorprendió por lo osado que me estaba comportando, en realidad como un pervertido, pero me gusta más decir osado.

Me puse de pie y la giré, le puse la verga entre las nalgas y le dije: “Lo que necesitas tía es coger, así se te quitaran las ganas de tomar. Conmigo puedes coger cuando quieras, si no me crees pregúntale a tu hermanita”. “¡Degenerado! ¿Te coges a tu madre?” –me dijo. “Sí, pero ahora me quiero coger a mi tía” –le dije. Seguí con mi verga pegada a sus nalgas y agarré su mano para que sintiera lo dura que estaba. “¿Dime que no quieres sentirla dentro? Los dos sabemos que sí, me dijiste que te calentó a verla encima de mi pantalón dura por haber visto tus tetas” –le dije susurrándole al oído. Empiezo a agarrar sus tetas y ella permanecía en silencio, mis manos se las apretaban con fuerza, lo mismo hacía con su culo, pero ella no soltaba mi verga, incluso movía lentamente su mano masturbándome. Pasaron un par de minutos y dijo: “¡Si quiero! ¡Quiero que me la metas como lo haces con mi hermana! ¡Me importa una mierda que seamos familia, quiero comerme tu verga!” –me dijo con calentura en su voz. Nos fuimos a su cuarto, le besé el cuello mientras que con mis manos la manoseaba lentamente para disfrutar su cuerpo, ella se estaba poniendo más caliente, no soltaba mi verga y me masturbaba mientras le bajaba los tirantes a su vestido, sus hermosas tetas estaban contenidas por un brasier negro con transparencia que dejaba ver el color rosado de sus pezones, quité el sujetador y le saqué el brasier, dejando sus apetitosas tetas al descubierto. Estaba demasiado caliente por esas tetas, quería poner mi verga entre ellas para cogérmelas. “¡Arrodíllate Betty y chúpamela!” –le dije. La manera en que se comía mi verga era magistral, lo hacía con perversión y hambre, su lengua envolvía mi glande y luego la tragaba completa. “Lo puta no se hurta, se hereda. Lo haces tan rico como la zorra de tu hermanita” –le dije. Siguió chupándomela tan rico que me hacía jadear como un animal en celo. Sentir que se la tragaba toda me calentaba mucho más. Luego la puso hacia arriba y lamia como loca hasta llegar a mis testículos y empezar a chuparlos. La engullía y la sacaba llena de saliva, mordía mi glande con lujuria. Me miraba a los ojos y con esa perversa llena de verga me encendió más la calentura. La tomé del cabello y me empecé a mover cogiéndole esa sucia boca. Sentía que ya estaba a punto de acabar, pero no quería hacerlo en su boca, quería hacerlo en sus tetas, que me pajeara con ellas era mi sueño y dejárselas llenas de semen. Al sacársela de la boca, entendió sin que le dijera nada lo que quería, me quitó los pantalones y me sentó al borde la cama. Con cara de caliente me miró y dejó caer saliva de su boca la que escurrió entre sus tetas y luego escupió mi verga, era una chica sucia. Puso mi verga entre sus tetas y las juntó haciendo una deliciosa presión. “¿Así te gusta sobrino pervertido?” –me preguntó. “Tú solo has lo que vas a hacer y has que acabe en tus tetas” –le respondí. Empezó a mover sus tetas suavemente, verga sentía ese estimulo sutil y yo disfrutaba al ver esa cara de puta, luego más rápido hasta llegar a un movimiento frenético que me hacía alucinar; sin dudas sabía hacerlo perfecto. Era como si estuviera en el paraíso. “Si era capaz de hacer eso con sus tetas, como sería si se la estuviera metiendo por sus agujeros” –pensaba. “¡Oh, Betty, qué ricas tetas!” –le decía. Ella estaba empecinada en hacerme acabar, se veía en sus ojos las ganas de sentir mi tibio semen escurriendo en sus tetas. “¡Ay sobrino! ¡Me tienes tan caliente!” –me decía. Sacaba la lengua cuando mi verga llegaba a su barbilla y se detenía para sentir el sabor de mi líquido preseminal y seguía hasta que acabé en sus tetas. Los chorros de semen salieron disparados, incluso cayendo alguno cerca de su boca. “Esto es lo que me hacía falta” –me dijo. Sus tetas se veían hermosas adornadas por mi semen que escurría, se ayudaba con sus dedos para atraparlo y llevarlo a su boca para no perder nada.

Era cerca de la medianoche y Betty estaba entre mis piernas chupándomela para seguir con esa noche de desbordada lujuria. La tiré en la cama, le subí el vestido hasta la cintura y le quité la tanga, su vagina depilada y húmeda estaba lista para coger. Puse sus piernas en mis hombros y se la metí de una, empecé a moverme rápido, quería que gimiera y gritara. En cada embestida más adentro le llegaba, me gustaba esa perversa sensación de estar haciendo algo prohibido pero excitante, sus tetas se movían acompasando sus movimientos, era un lujo verla con los brazos extendidos sobre ella gimiendo y jadeando mientras sus tetas rebotaban de manera candente. “¡Dame más fuerte! ¡Quiero toda tu verga!” –me decía sin parar de gemir. La medianoche nos encontró cogiendo como enfermos, mientras todos alrededor celebraban abriendo los regalos, nosotros celebrábamos la calentura de la mejor manera. “¡Qué rica concha tienes Betty! ¡Se siente tan apretada!” –le dije con lujuria. “¡No te detengas, sigue!” –me pedía como loca. “Mírame Betty y dime que te gusta” –le dije. Me miró a los ojos con lujuria, pasó su lengua por los labios y dijo: “¡Me encanta como me coges! ¿Así te coges a tu mamita? ¡Sí que tiene suerte la puta!” –decía. “¡Es igual de putita que tú y le gusta estar cogiendo todos los días!” –le contesté. “¡Ay, qué rico! ¡Me vas a hacer acabar!” –dijo gimiendo desesperadamente. Seguí embistiendo con fuerza su concha, Betty no daba más de placer, me miraba con ojos suplicantes como pidiendo permiso para tener ese orgasmo. Ya no pudo resistirse más y terminó retorciéndose de placer en la cama. La forma en que se agarra las tetas y apretaba sus pezones era la señal perfecta de que estaba disfrutando de ese momento.

No perdí el tiempo y me metí entre sus piernas para lamer su vagina rebosante de fluidos. “¿Me quieres matar?” –me preguntó. Yo seguí con el perverso recorrido de mi lengua en su vagina y le metía mis dedos, no quería parar de oír sus despavoridos gemidos de placer, quería que se sintiera lo más puta posible. Incluso la tomé de las caderas y la levanté, mi lengua buscó el agujero de su culo para lamerlo. Para Betty era como si subiera al cielo y bajara al infierno a la vez. Sus gemidos se escuchaban por toda la habitación, no podía controlarse por más que quisiera. Luego de otro intenso orgasmo la dejé descansar por unos minutos, todavía no había terminado. Con los dedos empapados por sus fluidos, hice que se pusiera boca abajo y unté sus propios fluidos en ese agujero apretado. “¡Métemela por la concha!” –me dice. Ya la había saboreado, me faltaba abrirle ese culo que se notaba tan apretado que me calentaba la sola idea de hacerlo. Acomodé la punta de mi glande en ese culito, ella al saber lo que iba a hacer, puso su mano para impedirlo, pero la hice a un lado y le dije: “Tu culo va a ser mío”. Empujé despacio para que entrara, ella dio un grito y dijo: “¡Sácamela! ¡Maldita sea, me duele!”. En vez de detenerme, empujé con más fuerza y se metió de golpe, dando otro grito desgarrador. “¡Eres un maldito!” –me dijo. “Cállate Betty y disfruta” –le dije. Me movía rápido solo porque quería que gritara, escucharla era un estimulante a mi perversión. Su culo de adaptó perfecto a mi verga, ya no gritaba, gemía pidiéndome más. “¡Si, cógeme el culo sobrino! ¡Dame fuerte! ¿Así grita mi hermana cuando se la clavas en el culo?” –decía. Seguía dándole verga como loco, ella decía con lujuria: “¡Dame más duro papi! ¡No pares! ¡Hazme gritar como puta!”. Hice que se pusiera en cuatro y seguí dándole en ese culo que se había dilatado, estaba abierto, se veía riquísimo. “¡No sabes cuantas veces me masturbe pensando en cogerte así Betty!” –le decía. “¡Qué rico! ¡Sigue, mi culo es tu regalo de navidad!” –me decía. Mi verga empezó a palpitar dentro de su culo, sentía que pronto estaría llenando ese agujero con semen. Me movía más rápido, sudaba y me ardía la verga de tanto cogerle el culo, le di una fuerte estocada, clavándole la verga hasta el fondo de su culo y al fin exploté dentro de ella. La sensación fue exquisita tanto para mí como para ella. Cuando la saqué, ella con las pocas fuerzas que le quedaban se acomodó para chupármela. Me gustaba que fuera así de sucia como mi madre, su clara de placer era tan candente que me sentía embrujado por esos ojos llenos de libido, morbo y perversión. De tanto coger mi tía había perdido la decencia y la borrachera. Marqué mi territorio orinando su boca mientras me la chupaba, la muy puta se la bebió completa.

Fuimos al baño a darnos una ducha rápida para intentar dormir, ya pasaban las 02:30 AM y estábamos exhaustos. Cuando salimos del baño ella se iba a poner el mismo vestido por si venía mi madre a buscarme. La tomé del cabello y le dije: “No te vistas, la putita debe estar entretenida en la fiesta familiar. La abracé de la cintura y mi verga reaccionó al instante. “¡Quiero seguir cogiéndote!” –le dije. “¡Yo también quiero que lo hagas! Pero puede llegar tu madre a buscarte” –dijo ella. “¿Eso qué? ¿Crees que no se uniría al vernos?” –le pregunté. La empujé a la cama y se puso en cuatro, se la metí en su rica conchita, estábamos cogiendo perversamente cuando sonó su celular, intentó alcanzarlo hasta que lo consiguió, me pidió que parara ya que era mi madre; lejos de parar seguí en lo que estaba y le dije: “¡Contéstale!”. Intentando contener sus gemidos le hablaba a mi madre, le decía que no había problema, que por ella estaba bien. En eso me dice: “Quiere hablar contigo”. Seguí moviéndome y contesté: “Aló mamá”. “Como ya es tarde, le dije a tu tía que pasaría a buscarte a las tres de la tarde. Pórtate bien con ella y cuídala” –me dijo. “Sí, no te preocupes, la cuidaré. Es más ya pronto nos iremos a dormir” –le dije mientras se la seguía metiendo a Betty que mordía las cobijas para no gemir. “Te extraño cariño” –dice mi madre. “Yo también a ti pero nos veremos mañana, tengo un panorama fenomenal” –le dije. “Ah sí, ¿de qué se trata?” –me pregunta. Haciendo como si Betty no estuviera cerca le respondí: “¡Coger!”. “¡Ah, que rico tesoro! ¡Ya quiero que sean las tres de la tarde!” –dice ella. “Te paso a mi tía que ahí viene, besos. Hasta mañana” –dije. “Hasta mañana cariño” –se despide. Como si no estuviéramos haciendo nada, Betty se despide de mi madre y corta la llamada. Me aferré de sus caderas y se la metí con fuerza hasta acabar en su conchita.

Ahora que tendremos más tiempo seguimos cogiendo hasta cerca de las cinco de la madrugada. Nos quedamos dormidos, yo a eso de las siete me desperté con ganas de mear y fui al baño, al verla dormida boca abajo me cogí su culo mientras dormia plácidamente, hasta que acabé en él. Cuando iban a ser las tres de la tarde Betty me pidió mi numero, obvio se lo di. Cuando llegó mi madre, se quedó un rato para saber como me había portado y se la había cuidado, Betty le dijo que había sido un amor con ella y que me había preocupado de ella para que se sintiera bien. Íbamos en el auto y me manda una foto de sus deliciosas tetas con un mensaje que decía: “Para que me recuerdes”. Lo malo de recibir fotos de ella a diario me hace pensar en lo rico que sería cogerme a mi madre y a su hermana, mi mente perversa ya está ideando el plan, quizá en otra ocasión se lo cuente. 

 

 

 

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