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lunes, 20 de mayo de 2024

133. La venganza


Hola mi nombre es Samuel. Los que le voy a narrar sucedió hace ya un tiempo. En ese tiempo yo tenía 22 años soy de contextura delgada mido 1.70. La cuestión es que una tarde regresaba de la universidad, fue un día caluroso y soleado. Estaba cansado, sudado por el calor y solo quería darme una ducha para tirarme en la cama a descansar un rato. Estaba a punto de abrir la puerta y una señora de unos 45 años me increpa y me dice: “Joven, quiero decirle que su madre me denunció por ruidos molestos y ahora tengo que pagar una multa por su culpa”. La miro sin entender nada y arremete: “No se haga el tonto, el fin de semana pasado mi hijo tuvo una fiesta y sus amigos tenían la música según su madre fuerte y no la dejaban dormir”. Con educación le respondí: “Mire, señora, yo no tengo nada que ver en ese asunto. Además, que usted venga a mi casa a acusar a mi madre conmigo lo encuentro una soberana estupidez, ya que ella es una mujer adulta y sabe bien defenderse”. Me miró y me empezó a insultar diciéndome groserías que jamás había escuchado, pero lo que más me llamó la atención fue que dijo: “¡Soy una hija de Dios!”. Entonces ya perdiendo la paciencia le dije: “Pues muy mal la educó su padre. Váyase de una vez vieja neurótica”. Se dio media vuelta y cuando se fue movió su cabeza a un lado para verme, entonces con todo el amor del mundo levanté mi dedo medio y le mandé un beso a la distancia, lo que la hizo arder de ira.

Bueno, después de eso ya era fin de semana y caminaba por la calle tranquilo, en eso me encuentro con el hijo de esa odiosa vecina y me insulta, lo mandé a la mierda, el baboso parecía un tonto peleando por algo que su madre y la mía debían resolver. Al escuchar los gritos de marica de su hijo sale la señora esta y entre los dos me empiezan a insultar e incluso a golpear, yo soy un caballero a la señora no le levanté la mano pero su hijo fue el beneficiario de una buena golpiza. La vecina estaba histérica, entonces me tomó por detrás y el estúpido de su hijo cobró su venganza ayudado por su madre, dejándome peor que contrincante de Mike Tyson, la cosa es que pasamos unas horas en la comisaria y como yo había salido más perjudicado puse una denuncia en la que gané y me tuvieron que pagar una fuerte cantidad de dinero. Mi madre estaba echa un energúmeno pero le dije que no se metiera en nada, ya que sabía muy bien cómo defenderme y al marica ese le había quedado más claro.

Por cierto, la mujer esa se llama Hortensia, usa lentes, ropa holgada, tiene buenas tetas y vive con su anciana madre y el marica de su hijo. El asunto es que ya estaba planeando la manera en tomar venganza de ella. Empecé a estudiar su rutina de la semana y sabia más o menos la hora en que quedarían solas con su madre en casa y también que su hijo se iba de parranda por casi todo el fin de semana. Los domingos caminaba sola a la Iglesia con la biblia bajo el brazo y con aires de santa. Una noche, cerca de las nueve, ya había decidido que hacer. Fui a la cocina y saqué un cuchillo, un gorro pasamontaña que solo dejaba ver mis ojos y boca. Salí rumbo a su casa y en la oscuridad de la noche me escondí esperando que Hortensia apareciera. No pasaron muchos minutos cuando venía contenta cantando esas canciones evangélicas que detesto por culpa de ella. Cuando estaba abriendo la puerta me acerqué velozmente por su espalda y con mi brazo izquierdo rodee su cuello poniendo el cuchillo y con mi otra mano tapé su boca. “¡Más vale que te quedes calladita, si gritas te cortaré el cuello perra!” –le dije. A lo que ella sumisamente asiente con la cabeza mientras cerramos la puerta. Entonces le pregunto al oído: “¿Quién más está en la casa? Me lo dirás despacio puta”. “Solo está mi mamá durmiendo, mi hijo está de viaje trabajando y no va a llegar hasta el viernes” –me responde. “Espero que estés diciendo la verdad si valoras tu vida porque si no hoy te encontraras en el infierno vieja puta” –le dije. “¡Te lo juro, no hay nadie más!” –responde con voz temblorosa.

Ahora no tenía la actitud prepotente de hace días, ya no era la que la insultaba y creía tener el control en sus manos. Respiraba agitada por el miedo, pero no haría nada para defenderse porque el cuchillo estaba pegado a su cuello. Yo estaba pegado detrás de ella y mi verga entre sus nalgas. Me pego más a su culo, guardo el cuchillo y la tomo con mis manos, le dije al oído: “¡Vas a estar bien calladita concha de tu madre porque si haces el más mínimo ruido te mato vieja de mierda! ¿Entiendes?”. “Entiendo, pero no me hagas daño por favor. Soy una mujer mayor y soy cristiana. ¡Si me haces daño el Señor te va a castigar!” –me dice tratando de disuadirme como si a Dios le importara su miserable vida.

Entonces molesto la empujo hacia el muro subiéndole una falda larga que llevaba y le digo: “¡Eres una hipócrita puta de mierda y te lo demostraré!”. Le bajo sus bragas y sacó mi verga erecta llena  líquidos preseminales pegándola entre sus piernas sintiendo sus vellos púbicos mojados y su concha muy  húmeda, caliente. Me calenté más frotando mi verga entre su culo y su vagina. La mujer empezó a moverse como siguiendo el recorrido de mi verga, me detengo y pongo mi verga en la entrada de su vetusta vagina, le susurré al oído: “¡Empuja y comételo puta!”. Sin oponer resistencia comienza a empujar comiendo mi verga hasta que entró absolutamente toda, me sorprendió lo apretada que estaba su concha, señal de que no se la habían cogido en mucho tiempo. La muy puta de Hortensia se había olvidado de la santidad y le estaba dando paso a la perversión y a la lascivia, su vagina hervía como en sus mejores años. Le dejé la verga adentro por unos segundos, sentía como palpitaba y eso me calentaba más, se la saqué casi hasta la punta y ella se movía para que no se saliera. “¡Eres una puta!” –le dije mientras me aferraba a sus caderas y se la metía completa, me empecé a mover lentamente y ella también lo hacía creando una sincronía perfecta. Su vagina chorreaba y sus fluidos caían por sus piernas, aposándose en el piso.

Ambos estábamos envueltos en sudor y en la lujuria, cada embestida la hacía gemir, ya no me interesaba si decía algo, me importaba más darle duro a Hortensia para que recordara que ya de santa no tenía nada, sino que era una puta. En un momento se voltea hacía mí y me dice con voz de puta: “¡Ay qué rico!”. La tomé del cabello y la besé cosa que ella respondió con lujuria. Su concha palpitaba y mi verga también, estábamos al borde del orgasmo. Sentía que la verga me iba a explotar y ella seguía acompasando sus movimientos con los míos. Me imaginaba la cara de estúpido que hubiese puesto el marica de su hijo viendo como tenía a su madre contra la pared metiéndole la verga.

Empiezo a sentir como estoy a punto de acabar y se la meto completa, el semen salía a borbotones como si hubiera estado guardado por mucho tiempo. Sigo moviéndome mientras me vacía en su interior hasta que ella empieza a gemir descontrolada y a moverse como loca, también estaba teniendo un perverso orgasmo la santa puta de Hortensia. Mordía sus labios y se poyaba con las dos manos en la pared moviéndose y gimiendo. Al sacarle la verga entre sus fluidos y mi semen mezclados cayeron por sus muslos. “Ahora vamos a tu cuarto puta” –le dije. Subimos al segundo piso, entramos a su habitación. La tiré en la cama y le dije: “¡Desnúdate puta! ¡La noche recién empieza!”. En silencio se empieza a desnudar, se va a quitar los lentes y le dijo que se los deje puestos. Ya desnuda hago que se ponga en cuatro, al ver ese culo grande y listo para ser cogido no dude en quitarme la ropa, ella me dice: “Sé quién eres, ya no es necesaria la máscara!”. Me sorprendieron sus palabras pero no les di importancia, me quité la máscara y le pregunté: “¿Quieres ver la cara de quien te está cogiendo?”. “Sí, así es más excitante, pero lograste calentarme cuando pusiste el cuchillo en mi cuello y escuché tu voz”. Mi verga estaba tiesa otra vez y no tardé en ponerme detrás de ella y buscar su ano, a lo que ella decía: “¡No por ahí no, por favor! ¡Nunca lo he hecho por ahí porque es pecado, cógeme la concha todo lo quieras pero mi culo no!”. “No me vengas con esas tonterías, eres toda una puta y te voy a coger por donde quiera o si no recuerda lo que te pasará” –le dije con un tono de advertencia.   Resignada y obediente no le quedó más remedio que aceptar que su culo sería abierto por primera vez, la disposición de ella me calentaba más aún. Pasaba mi glande por su ano y ella respiraba agitada por ser su primera vez, pero solo quería jugar con ella. Le ensarté la verga en la vagina y la tomé del cuello con mis manos mientras se la metía. “¡Quiero que gimas puta!” –le decía. Ella obediente gemía con descontrol, le gustaba que se la metiera así pero la muy zorra era demasiado hipócrita para aceptarlo. “¿Te gusta puta?” –le preguntaba pero ella no respondía a causa de sus gemidos, entonces la nalguee con fuerza y le dije: “¡Responde zorra!”. “¡Sí, me gusta! ¡Hace tiempo que no me hacían sentir tan puta!” –me respondió. Escucharla me calentó más.

Seguía moviéndome con fuerza y le preguntaba: “¿Qué dirá tu hijo si te encuentra ensartada en mi verga?”. Ella dio una pequeña sonrisa y respondió: “Diría que soy una puta”. “¿Tu qué le dirías?” –le pregunté. “¡Qué si lo soy! ¡Qué me gusta la verga y que me gusta cómo me la estás metiendo!” –respondió. “No eres tan santa como decías” –le dije. “No sé pero ahora soy una puta que disfruta de ser cogida” –dijo ella. Entonces quise jugar con su morbo y con su perversión aprovechando lo caliente que ella estaba. “Imagina que está en la puerta viéndote y te reclama por ser tan puta, ¿qué le dirías?” –le dije. Volvió a dar una sonrisa perversa y dijo: “Hijo, no reclames tanto, tu madre es una puta y tenía ganas de verga y quiero tener la tuya en mi boca”. Realmente era una puta y el tenor de su confesión lo demostraba sin lugar a dudas. “¡Oh, que puta eres! Imagina que se la chupas mientras te la estoy metiendo” –le dije. “¡Ven hijo y dale verga a mami!” –dijo ella como su estuviera en la habitación, yo estaba embobado metiéndosela e imaginándome la escena. Después de ese momento lleno de morbo, le saqué la verga y con sus fluidos mojé su culo. Al sentir como mi glande se posaba en su agujero Hortensia volvió a pedir que no se la metiera por el culo, pero poco me importaba lo que pidiera. Empujé con fuerza, sentía como su apretado ano se abría y dejaba entrar poco a poco mi verga, lo primero que salió de sus labios fue un grito de dolor que ahogó mordiendo la ropa de cama. La tomé del pelo y empujé con más fuera hasta que su ano cedió a la presión y se abrió completamente. “¡Quiero que grites puta!” –le decía mientras la embestía con fuerza y enredaba mis dedos en su cabello.

Poco a poco sus gritos de dolor se transformaron en sinfónicos gemidos de placer, lo que me hacía darle verga más fuerte a su culo que se había adaptado perfecto a la forma de mi verga. Hortensia empezó a buscar esa sincronía entre mis movimientos y los de ella para que mi verga no se saliera. “¿Lo disfrutas puta?” –le pregunté. “¡Sí, me gusta! ¡No pensaba lo rico que era!” –me respondía entre gemidos. Pedía que no detuviera, que se la metiera con fuerza. “¡Es lo más cercano a la gloria que he experimentado!” –decía la puta gimiendo y chocando sus nalgas en mi ingle. “No pensé que detrás de esa estampa de mujer religiosa se escondía una puta en celo” –pensaba en mis adentros. Escucharla gemir y pedir más duro me tenía al borde de la ebullición, disfrutando de manera perversa cada embestida que le daba. “Quiero ir donde está tu madre” –le dije. “¿Para qué?” –me preguntó. “¡Para que vea lo puta que eres!” –le respondí. La hice ponerse de pie tomándola del pelo y la tiré contra la pared, hice que levantara los brazos por sobre su cabeza y mi mano se perdió en esa húmeda concha de mujer madura. Lo puta se le reflejaba en los ojos y en esos dulces gemidos que la enloquecían. “¡Voy a acabar!” –me decía entre sus gemidos pero yo no la tomaba en cuenta seguía con mis dedos penetrándole la vagina. Al fin se dejó llevar por otro tortuoso orgasmo, sus piernas se doblaron y temblaban. “Ahora vamos al cuarto de tu madre” –le dije. Ella accedió, abrió la puerta en silencio, la anciana dormía como oso en hibernación. La hice que se pusiera en cuatro encima de la cama de su madre, ella obedeció y sin decir nada abrió sus nalgas esperando a que se la metiera. Jugué por unos minutos con mi verga en su culo y de una certera estocada se la ensarté en su lujurioso culo. Me calentaba la situación, verla tan obediente recibiendo verga en la cama de su madre con el riesgo de que se despertara al escuchar los gemidos que daba Hortensia.

Tomado de sus caderas con firmeza se la metía sin compasión por ese culo delicioso y ella gemía como loca. “¿No te da morbo que se pueda despertar tu madre?” –le pregunté. “¡Sí, me calienta saber que puede abrir los ojos y verme con tu verga ensartada en el culo!” –me respondió. “¡Sí que eres una puta!” –le dije y seguí moviéndome de forma endemoniada. Hortensia gemía y se retorcía de placer, su culo estaba abierto y se tragaba entera mi verga. Lo que a continuación vendría encendió más mi calentura.  “¡Mira mami como me dan verga por el culo! ¡Me están rompiendo el culo al lado tuyo!” –decía de manera perversa. Su voz de puta caliente me tenía embrujado, era como si desafiara a su madre a despertarse para que no se perdiera el espectáculo, sus tetas se movían furtivas sobre la cama acompasadas por mis brutales embestidas. “¡Eso, rómpeme el culo delante de mi madre! ¡Dame verga en mi culito!” –decía gimiendo. No sabía cuánto tiempo más aguantaría cogiéndomela pero me sentía como un lobo devorando a su presa.

Me faltaba poco por eyacular, le saqué la verga y del pelo la hice que pusiera de rodillas, le dije: “¡Ahora solo ante este dios te vas a arrodillar!”. Ella abrió su boca para darle entrada a mi verga en boca. Al momento de sentir sus labios envolviéndola empecé a cogerme como un salvaje su boca, ella resoplaba por su nariz y se ahogaba cuando le llegaba a la garganta. “¡Eso, cómetela toda puta! ¡En una de esas tu madre se despierta y te ve chupándome la verga!”. Detuve mi ritmo frenético y dejé que ella me la chupara a su gusto, la muy puta me lamía hasta los testículos con esa lujuria digna de una zorra reprimida y sacada a la luz. “¡Eso, chúpamela puta concha de tu madre!” –le decía mientras le daba bofetadas. Empezó a mover su lengua en mi glande con rapidez, ya no me podía aguantar y acabé salvajemente en su boca, haciendo que mi semen saliera por la comisura de sus labios, ella no perdió ni una sola gota, se lo tragó todo, incluso lo que quedaba en mi verga, me exprimió con lujuria y perversión. Miró a su madre y me sonrió de manera perversa. Se acercó a su lado y le dio un beso en los labios dejándole rastros de mi semen en la boca, la anciana no se dio ni por enterada de todo lo que pasó en su habitación, aunque el olor a sexo mezclado con sudor le daría tal vez un indicio cuando se despertara. Salimos con el mismo sigilo con el que entramos y nos fuimos a su cuarto. Me vestí y le dije: “Si no fueras tan puta la historia sería distinta”. Sonrió y dijo: “No iba a dejar pasar la oportunidad de que me cogieras”.

Me vestí tranquilamente, no había que huir, solo quedaba disfrutar de esa puta que se las daba de gran señora. Antes de salir, me acompañó hasta la puerta, no se había puesto nada de ropa, se quedó desnuda sintiendo como su culo y concha palpitaban después de la intensa cogida. Se despidió con un candente beso y me fui a mi casa como si nada. Era cerca de la una de madrugada, ¡el tiempo vuela cuando te diviertes! Me tiré en la cama y dormí tanto que al otro día no fui a la universidad. Al día siguiente la puta de Hortensia iba caminando pasando por afuera de mi casa como si nada hubiese pasado, al verme parado en la puerta sonrió de manera perversa, se acercó y me dijo: “Ya no tienes que entrar por la fuerza, la puerta estará abierta, recuerda que mi hijo no estará”. Todo estaba listo, la puta madura de mi vecina quería más verga. Esa noche fui a su casa, ella estaba en la sala solo con una bata transparente, se había depilado la concha y estaba lista para seguir cogiendo como desesperada. El marica de su hijo no se enteró que su mamá era una puta, la seguía viendo como la mujer recatada y religiosa, pero él nunca supo que su mamá fantaseaba con chuparle la verga mientras me la cogía.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

1 comentario:

  1. Wao que delicioso relato como siempre Caballero exquisito relato

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