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jueves, 1 de febrero de 2024

98. El amigo de mi esposo

 


Carlos es un hombre de unos 45 años, bien formado y es el mejor amigo y compañero de mi esposo desde la época de la escuela secundaria. Nos conocemos desde hace años, prácticamente fue el que hizo que me casara con Alfredo, mi marido, y nos juntamos habitualmente durante muchos años.

Ahora Carlos estaba separado y la verdad que su separación nos dolió mucho, porque queríamos a ambos. Entré en la casa esperando ver a Carlos sentado en la mesa de living tomado algo y mirando televisión ya que es lo que habitualmente hace cuando llega antes que mi marido. El asunto es que no lo vi y escuché ruidos que venían de la sala donde está el televisor, me acerqué con curiosidad y lo que vi me dejo helada. Mi hija de 18  años estaba agachada en el sofá agarrando la verga de Carlos con las dos manos y poniéndosela dura. Hablaban en voz baja y se reían, ni cuenta se dieron que yo había entrado y menos que los estaba viendo. Entonces Clara, empezó a chuparle la verga a Carlos, lo más asombroso era ver a mi hija llevarse ese pedazo de verga a la boca, que realmente apenas si le cabía el glande. Yo por supuesto ya sabía que mi hija no era virgen. Ya me lo había confesado hace algún tiempo atrás había tenido sexo con su novio, la cosa más normal, ya que también me casé sin ser virgen.

Carlos, mientras tanto le metía los dedos en la vagina a Clara, ella se movía tratando de encontrar un ritmo entre los movimientos de la mano de Carlos y los movimientos de su boca. De repente ella se levanta del sofá, se acercó a Carlos y empezó a meterse esa verga en la concha. Era increíble ese espectáculo, por un lado no podía creer lo que miraba pero por otro no dejaba de admirar esa verga impresionante. Cuando se la estaba metiendo hasta la mitad reaccioné y salí rápidamente  a la puerta de calle, hice que la abría y la cerraba de golpe, di unos pasos y grite: “¡Clara, ya llegué!”.

Me encaminé despacio de nuevo a la sala. Cuando entre estaban los dos sentados charlando animadamente entre ellos. Nada hacía entrever en sus comportamientos lo que yo acababa de ver a tal punto que pensé si no lo habría soñado, pero el recuerdo de su verga inmensa me dijo que no que no lo había soñado. Saludé a Carlos y mi hija aprovechó para subir a su cuarto. Yo charlé un rato con Carlos y me fui a la cocina a preparar la cena para mi hija y para mí. Al rato sale mi hija y me anuncia que va a salir con su novio y que cenarían por allí. “Oye, ya preparé la cena para las dos” –le dije. “Dile a Carlos que se queda, así de paso hablan y no te quedas sola” –me responde. Dicho lo cual salió dando un portazo. No pude dejar de pensar para mis adentros- Claro te vas a sacar la calentura echándote un polvo con tu novio. De todas maneras viendo que Carlos acepto la invitación pensé que sería un buen momento tener una charla con el sobre el asunto de mi hija.

Cenamos tranquilamente, bebimos vino, charlamos y cuando preparé café, Carlos se fue a la sala y se sentó en el sofá. Yo llegué con las tazas y la bandeja y cuando entré en la sala el recuerdo de lo de la tarde me golpeó como si hubiera sido una bofetada, me recompuse como pude y me senté en el sofá. Luego de tomar el café, tomé valor y le dije directamente: “Carlos, quiero que sepas que hoy vi lo que hacías tú y mi hija en este mismo sofá y que traté de evitar algo que termine arruinando nuestra relación de tantos años de amistad”. Carlos se puso rojo como un tomate, me miro y dijo: “Lo siento, de veras, lo siento. No era mi intención que pasara nada sabes. Empezamos a hablar, charla y charla viene nos encontramos hablando de sexo y ella me dijo que le gustaban las vergas grandes y que había oído que la mía era grande. Así empezamos a jugar y a tocarnos, y bueno tu viste lo que pasó”. “Si lo vi y dejaré pasar por alto este incidente no diciéndole nada a Alfredo pero tú tienes que alejarte de Clara” –le dije. “Por supuesto, te repito que fue mi intensión” –dijo Carlos.

A continuación cambió la expresión de su rostro de una forma que no me gustó para nada y me dijo: “Si viste todo, ya sabes cómo me ha dejado tu hija y tu importunada entrada”. Se me tiró encima y empezó a tocarme las tetas, y a la vez que intentaba besarme. Yo le empujé con las dos manos, alcancé a levantarme y le dije con una furia que ni yo misma conocía: “Vete de esta casa. Vete y no vuelvas más. ¿Que te has creído? Te tratamos como amigo desde hace años, has visto nacer y crecer a Clara y hoy casi te la coges y no conforme con ello pretendes cogerte a la esposa de tu mejor amigo”. Lejos de arrepentirse se me tiró encima de nuevo. Con sus manos poderosas me agarró los brazos tirándomelos hacia atrás y empezó a besarme por toda la cara. Yo corría mi cara para que no me tocara, pero él insistía. Luego usó una sola de sus manos para sujetar mis brazos y con la mano libre empezó a tocar todo mi cuerpo, Me agarraba las tetas, el culo, la concha. Metiendo las manos por debajo de mi vestido, Metió dos dedos a través de mis bragas y me los enterró en la vagina. Yo seguía esforzándome por liberarme pero no podía hacer nada. Era mucho más fuerte que yo. Entonces, me tiró al sofá, siempre con mis manos atrapadas, me abrió las piernas y de un tirón me saco los calzones. En ese instante hundió su lengua en mi vagina, chupando y mordiéndola, yo me sacudía y trataba de recoger las piernas para no facilitarle la tarea, pero era imposible, más me movía yo más me enterraba la lengua. A esta altura debo reconocer que a pesar de mi resistencia lo que hacía no lo hacía para nada mal. Fue en ese momento que volvió a mi mente el recuerdo de mi hija sobando esa verga increíblemente grande y viendo cuando intentaba enterrárselo y sentí que me estaba excitando, que me estaba gustando lo que me estaba haciendo. Dejé de moverme, me quedé quieta, esperando primero tranquilizarme para después empezar a gozar con la tremenda chupada que me estaba dando. Ahí tuve mi primer orgasmo, que hizo que me arqueara completamente. No lo podía creer, me estaba forzando el mejor amigo de mi esposo y yo estaba gozando. Carlos se debe haber percatado de esto, porque de golpe sentí que mis manos no estaban sujetas y mis tetas estaban siendo manoseadas de una manera tremendamente erótica, me las apretaba a través del vestido.

De golpe se levantó, se bajó los pantalones y aprovechó para sacarme el vestido y el brasier. De nuevo empezó a chuparme la concha y al cabo de unos instantes sentí mi segundo orgasmo, ni con mi marido habia gozando así, nunca había sentido todo esto. Cerré los ojos y cuando los abro de nuevo no podía creer lo que veía. Mi mano se había dirigido a su verga y lo estaba masturbando, me quedé admirada viendo como mi mano abarcaba cada vez menos de su verga a medida que se iba poniendo dura, Se ponía más tiesa con el recorrido que hacia mi mano. No aguanté más me levanté y me la llevé a la boca. Empecé a chuparla como nunca chupé nada en mi vida. La quería entera en mi boca, creo que chupándola tuve otro orgasmo y la verga seguía creciendo en mi boca. Chupé toda la verga hasta que el tamaño hizo que tuviera que sacar un pedazo de mi boca. Le recorrí los testículos, el tronco y el grande, le chupé el culo y por último me volví a meter la verga en la boca. Sentí que se ponía más dura y me di cuenta que estaba por acabar, así que abrí la boca todo lo que pude y recibí la descarga. Fue impresionante, me llenó la boca de semen, tragué todo lo que pude pero seguía saliendo de mi boca y se desparramaba por mi cara y mis tetas. No terminaba nunca de eyacular. Pensé que se había terminado todo, pero me equivoqué.

Acto seguido me puso en cuatro patas en el sofá y me ensartó por atrás, ¡Por Dios! Cuando la sentí dentro de mi concha empecé a tener orgasmos casi de manera constante, con cada embestida me la  sacaba y me los enterraba de golpe. Sentía los testículos golpeándome las ancas y me apretaba contra si para hundirme la verga hasta el fondo, Yo me reía y lloraba y le decía: “¡Así, no pares! ¡Sigue así, hijo de puta! ¡Qué verga tienes, me haces acabar! ¡Dame, dame no te pares, sigue hijo de puta! ¡Ay como me gusta, dame más, por favor! ¡Soy tu puta, tu yegua, cógeme hasta el fondo, por favor!”. No podía creer lo que salía de mi boca pero estaba totalmente perdida, lo único que quería era que me cogiera como loco que me rompiera la concha. ¡Por Dios! Cuando acabó salió un segundo chorro de semen que me inundó la concha totalmente dilatada, fue otro chorro impresionante de semen que me hizo aullar y obtener otro orgasmo más, ya había perdido la cuenta de las veces que había acabado. Cuando la sacó me di vuelta y lo besé pasándole la lengua hasta el fondo de la garganta y le decía: “Mi amor, mi amor, como me gusta que me cojas, cógeme más por favor”. Se la empecé a limpiar con mi boca y conseguí que se le pusiera dura de nuevo y me la metiera por el culo. Después nos fuimos al cuarto y seguimos toda la noche cogiendo. Me la dio de nuevo por todas lados, incluso aunque creía que iba a ser imposible me la dio por el culo, me lo destrozó pero yo gocé como nunca en mi vida. Desde ese día y durante algún tiempo fui su esclava, hice todo lo que me pedía, incluso algunos favores con sus amigos.

En una fiesta que tenía con unos amigos de su trabajo me llevó, me hizo vestirme como puta, las miradas de todos los presentes no se hicieron esperar, me miraban como un objeto. Carlos me presentó a sus amigos como su puta, así me sentía como su puta. Estaba dispuesta a complacer cada uno de sus deseos. Después de unos tragos y una distendida charla, Carlos dice: “Creo que es hora de divertirnos”. Sus amigos estuvieron de acuerdo. Eran dos más él. Me ordena que me quite el vestido que llevaba puesto, no tenía puesto nada más. Obediente me desnudé y estaban los tres observándome. “Ahora puta, es tiempo que demuestres lo que sabes hacer” –me dice. Escucharlo me calentó demasiado, no dude en arrastrarme hasta donde estaban y como una buena puta desabroché sus pantalones para quedarme con la visión más perversa y lujuriosa que jamás había visto, tres vergas a mi disposición para portarme sucia. Una a una las devoré, se las chupaba hasta meterlas completas. Me jalaban del pelo, me hablaban sucio, me sentía toda una puta caliente y entregada, aunque no lo estaba haciendo por dinero, sino por el placer de ser usada sin compasión.

Pronto los tres estaban desnudos y listos para hacer conmigo lo que su perversa mente les dictara. Carlos me ordenó tumbarme en el piso, lo hice sin dudar. Entonces empezó a pasar su lengua por mi vagina, mientras sus amigos estaban a mi lado y los masturbaba. El placer me inundaba, ni en mis sueños más perversos me había visto en una situación así, era demasiado excitada, caliente y deseosa de verga. Carlos me ordenó que cogiera con uno de sus amigos mientras les chupaba la verga a él y al otro. El primer afortunado fue William, me subí sobre él a horcajadas y su verga se metió sin problemas en mi conchita empapada. Me empecé a mover lentamente para que mi vagina se adaptara a su verga, el placer que sentía me hacía estremecer por completo, estaba deleitándome con esa verga que se metía completa, cuando empecé a aumentar sus movimientos. Con mi boca llena de verga no podía gemir pero mi respiración nasal era agitada. Carlos me dice que me incline hacia adelante, dejando mis nalgas y mi culo expuestos, entonces le dice a Mario que se diera gusto. ´Sin decir nada me ensartó la verga en mi agujero de una sola embestida. “¡Ah, que rico!” –dije al sentir cuando entró. Con los dos amigos de Carlos cogiéndome de manera perversa y su verga llenando mi boca tuve un exquisito orgasmo. William y Mario siguieron dándome verga por mis agujeros. Al fin ambos eyacularon, dejándome llena de semen la concha y el culo. Luego Carlos inundó mi boca con su semen, el que tragué gustosa. "Has sido una buena puta” –me dice Carlos, mientras estaba tendida en el piso recuperando fuerzas. De pronto, sentí como los tres a la vez me orinaron, haciendo que mi placer aumentara. “Ya es hora de irnos, la puta debe regresar a su casa y ser una esposa abnegada” –dice Carlos. Me puse el vestido y salimos del lugar en donde estábamos, Al llegar a casa me di una ducha y me acosté a dormir complacida de hacer lo que Carlos me había ordenado, dejando satisfechos a sus amigos y a él.

Había pasado un par de semanas y no había sabido nada de Carlos, mi vagina estaba inquieta, mi esposo y sus viajes por trabajo me tenía desatendida. Estaba caliente con ganas de coger y mis noches eran angustiantes, me masturbaba pensando en el momento en que cruzaría la puerta y me cogería hasta dejarme sin aliento. Ni las videollamadas con mi esposo lograban calmar el incendio en mi concha, era angustiante. Me masturbaba a diario sin poder calmar mis ansias de sexo, llegué a pensar que se había aburrido de mí o que se había encontrado otra más puta; en todo caso no tenía nada que reclamar, ya que por ser una mujer casada no se vería muy bien que anduviera haciendo berrinches de adolescente cachonda. Pasó otra semana y sin saber nada de él, decidí no esperar, lo veía como a alguien que despertó algo que estaba dormido y que le había sacado el mayor provecho.

Era viernes por la tarde, estaba cansada del trabajo, lo único que quería era preparar algo rápido para cenar, darme una ducha y tirarme en la cama. Al entrar, estaba Carlos sentado en el sofá de la sala de lo más animado charlando con Clara, lo saludé de manera cortés y a mi hija. Le pregunté si quería quedarse a cenar, aceptó sin problemas. Le dice a Clara: “Espero que esta vez no tengas nada que hacer con tu novio, así cenamos los tres”. “No, no tengo nada que hacer, él salió fuera de la ciudad con su familia, así que el fin de semana me lo pasaré en casa”. Le dije a Clara que me ayudara en la cocina. Mientras estábamos en la cocina Carlos se acercó con la excusa de querer ayudar y de que era un cocinero de primera. La cocina no es tan grande, andábamos chocando, pude sentir el roce de la verga de Carlos en mis nalgas; eso me calentó e hizo que mi conchita se empezara a mojar. Incluso Clara sentía ese impertinente roce en su culito, lo que me prendía mucho más. Ya estábamos en el comedor y Carlos dice a Clara: “Hace tiempo que no habíamos tenido la oportunidad de charlar, desde cuando te fuiste y me dejaste con tu madre”. “¿Qué te habias hecho? ¿Hace tiempo que no venias?” –le pregunté. “Tuve que hacer un viaje al extranjero, por eso no estuve por aquí, pero no me olvido de la familia de mi amigo” –responde con toda soltura. “¡Ah, qué eres tierno Carlos!” –le dice Clara. Él sonríe de forma maliciosa, lo que hizo que mi vagina sintiera una puntada que me estremeció. Debía controlarme, estaba mi hija presente, pero me recordaba de esa vez que los vi y me calentaba de solo pensar en como se la hubiese cogido si yo no llego.

En eso la charla se puso más interesante, ya que Carlos le dice a Clara lo que había pasado ese día. Me sorprendí, ya que jamás se me pasó por la mente que él le contaría aquello. “¿Por qué nunca me reclamaste?” –me pregunta ella. “Porqué di el tema por cerrado” –le respondí. “Claro, y de la mejor forma” –dice Carlos. “¿A que te refieres?” –preguntó Clara. “Solo digo” –responde Carlos dejando la incognita en el aire. No creo que sea capaz de decir lo que pasó esa noche ni mucho menos lo que he estado haciendo con él desde ese día., tampoco metía las manos al fuego por él, ya que no sé lo que su mente perversa tramaba. Fui a la cocina por unas cervezas para acompañar la charla, tenia unas ganas locas por lanzarme encima de Carlos y chuparle la verga como endemoniada, en realidad no sabía cuanto más resistiría mis ganas de hacerlo, pero mi mente alucinaba con tener ese pedazo de verga en la boca y chuparla hasta que eyaculara, así saciar mi sed por su espeso semen. Al volver la charla seguía tomando otros matices, ya Clara sabía lo que había visto, por lo que no disimulaba a la hora de coquetearle a Carlos, incluso se ponía de pie y se giraba para que viera su culo. No sentí celos, al contrario, sentía más calor en mi entrepierna. Carlos notó mi excitación y me hizo una seña para que sentara a su lado, sin pensarlo me senté a su lado y veía a mi hija como con descaro intentaba seducir a ese hombre morboso que la había visto crecer. “Sí que has crecido Clara” –le dice. “Obvio, ya no soy una niña, soy una mujer. ¿No te quedó claro ese día?” –le dice ella. “Sí que lo recuerdo” –responde. En medio de mi calentura, sentía como las manos de Carlos se deslizan por mis muslos, Clara se dio cuenta, ya que las caricias eran descaradas y pervertidas. “Ahora entiendo lo que quisiste decir Carlos. Te cogiste a mi mamá” –dice Clara. No daba crédito a lo que había dicho mi hija, pero sí, tenia razón, cogimos toda esa noche. Él guardó silencio y metió su mano debajo de mi falda, sentir esa mano invadiendo mi vagina me arrancó un gemido que me estremeció. “Sí, me cogió toda la noche y por todos lados” –respondí a su pregunta. No hice nada más que terminar de hablar y Clara se metió en la entrepierna de Carlos, desabrochó su pantalón y sacó su verga tiesa, se la metió en la boca y se la empezó a chupar. ¡Maldita puta afortunada! –pensaba en mis adentros, pero los dedos de Carlos ya estaban en mi clítoris, se habían colado bajo mi ropa interior empapada. La situación era excitante, llena de morbo, mi hija sabia usar muy bien su boca para tragarse la verga de Carlos. Clara se puso de pie y se desnudó completa, Carlos me quitó la ropa a toda prisa, él en todo momento tenía el control en sus manos y nosotras solo seriamos el medio de su placer. Ahora las dos estábamos desnudas compartiendo esa verga que ella deseaba y que yo había probado, entre las dos pasábamos nuestras lenguas llena de lujuria por el tronco de esa exquisita verga, Clara se metía el glande en la boca y yo me encargaba de chupar esos grandes testículos.

Carlos le dijo a mi hija que se subiera en el sofá dejando su culo en pompa, me tomó del pelo y hundió mi rostro en el culo de mi hija, tenía la vagina húmeda, de manera instintiva empecé a pasar mi lengua por su culo y por su conchita mojada. Clara gimió y giró su cabeza, al verme que era yo quien recorría lujuriosamente su intimidad dijo: “¡Oh, mamá, no sabía que lo hacías tan rico!”. Seguí con mi lengua descontrolada dándole placer a mi hija, era demasiado excitante y perverso a la vez. Sentí las fuertes manos tomar mi cintura y acomodarme como él quería que estuviera, solo sentí la brutal estocada de su verga que me abrió el culo, grité al sentir como se había apoderado de mí pero seguí con mi lengua causando estragos en la vagina de Clara, que gemía descontrolada. Cada una de esas violentas estocadas eran pasos agigantados al placer, había veces que me venían golpes de realidad y no podía creer lo que estaba pasando, pero la lujuria era tan grande que no hacía caso a esos pensamientos. Mi culo sufría las fuertes embestidas de ese perverso hombre que me había tenido caliente pensando en él y mi hija había caído en esa red de lujuria y perversión, por sus gemidos sabía que lo estaba disfrutando.

Carlos dejó de follarme y me hizo a un lado, era el turno de Clara de probar esa verga que se quedó con ganas la otra vez. Como su concha ya estaba humeda, se la metió sin problemas; el grito de dolor que salió de su boca su delicioso, tampoco tuvo ni una pisca de misericordia con ella, se la cogió con fuerza, haciéndola gritar. “¡Ay, me duele!” –decía ella, a él parecía importarle poco, ya que seguía con esa violencia frenética que lo caracterizaba, Me puse delante de Clara y puse mis tetas en su cara, ella sacó la lengua y empezó a lamerlas. “¡Eso Clarita, comele las tetas a mami!” –le decía mientras ella era cogida con fuerza. Su lengua pasaba por mis pezones duro y me hacia gemir cuando los mordia. Ya sus gritos eran gemidos de placer, su concha se había acostumbrado a esa verga perversa. Ver la cara de placer de mi hija me calentaba más de lo que estaba, me masturbé como una loca mientras era cogida, verla así gozando como una puta me llenaba de morbo. Carlos la tomó y la puso de pie, él se sentó en el sofá y le dijo a Clara que se subiera encima de él como esa vez, esta vez no la detendría, dejaría que disfrutara a destajo. Me tumbé en la alfombra de sala y veía como esa deliciosa verga se perdia en su concha hambrienta. Se empezó a mover como poseída y yo me masturbaba viendo la escena, era de más delirante y exquisita. Saber que era tan puta como yo hacia mi cabeza volar seducida por sus deliciosos gemidos. Me encontraba al borde del orgasmo, mi clítoris estaba hinchado, mi vagina expulsando chorritos de fluidos tibios, hasta que exploté en gemidos y mi concha desparramó abudantes fluidos, mi respiración agitada evidenciaba lo que había pasado, me quedé tendida en la alfombra con la vagina palpitando. Clara también estaba al borde del colapso disfrutando de la cogida que estaba recibiendo, rebotaba encima de Carlos con lujuria, hasta que ella cayó en los brazos de un intenso orgasmo que la dejó rendida, besaba a Carlos como una puta satisfecha, ahora moviendo lento sus caderas y con su respiración agitada como la mía.

Carlos la bajó de encima y nos hizo ponernos de rodillas frente a su verga. Nosotras con la boca abierta sabiendo lo que vendría, él se empieza a masturbar, gemia y resoplaba, su verga estaba hinchada, su glande casi morado. Ya estaba a punto de eyacular, pero se la apretaba para contenerse un poco más. Cuando dejó de apretarla soltó un potente chorro de semen que cayó en mi boca, seguido de varios chorros más que empararon nuestras caras y tetas. Las dos estábamos en extasis recibiendo esa deliciosa descarga. Tomé el rostro de Clara y la besé compartiendo el semen que mi boca había almacenado. Fue una experiencia demasiado excitante para ambas, llena de morbo y lujuria.

Ahora cada vez que mi marido se va de viaje, Carlos viene a casa y nos coge como perras en celo, estamos tan deseosas cuando no viene que aprovechamos el tiempo haciendo travesuras juntas, no pudiéndonos olvidar de aquella noche en que ambas por primera vez  que disfrutamos disfrutamos de su verga juntas.

 

  

Pasiones Prohibidas ®

3 comentarios:

  1. Waoo que exquisito relato cada letra mmm llena de morbosidad de lujuria acompañada de intensos orgasmos que hace alucinar a cualquiera.
    Como siempre Caballero felicidades 👏

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  2. Que rico relato caballero, cada vez más alucinantes 🔥😈

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  3. Excelente.
    Vi como mi Sra y mi hija se encantaban con el amigovio de mi Sra. Fue un gran placer verlas.

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