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sábado, 3 de febrero de 2024

99. Adicta y pervertida

 


Iniciaré mi relato, presentándome, soy Pilar pero de cariño me dicen Pili, todo comenzó, cuando contaba con dieciocho añitos de edad, ya hace un tiempo. Siempre he sido delgada, pero con forma, aunque mis pechos aun no se habían desarrollado totalmente, tez muy blanca, pelo castaño, altura media. En esa época no tenía mucho conocimiento sobre el sexo, a pesar de ser bastante curiosa al respecto. Además, era tabú para mis padres, quienes jamás me explicaron sobre el tema, por consiguiente mi incursión en el sexo, fue de una manera muy poco ortodoxa y tradicional, al que no me arrepiento y recuerdo con mucha excitación. ¿Cómo empezó todo? Trataré de hacerlo de hacerlo, para que no sea demasiado extenso. En aquellos días, tenia una gran devoción con mi prima Betty, tres años mayor, morena y bonita, que como vivía a trescientos kilómetros de mi ciudad, nuestro contacto era dos o tres veces al año cuando íbamos de visita.

Recuerdo que habían finalizado las clases y como premio por buena alumna, fuimos a visitar a mi prima que vivía con sus padres en una ciudad a tres horas de la nuestra. En el transcurso de la visita, nos habían propuesto de si queríamos quedarnos unos días solas, en la casa quinta que tenían. Nos miramos con Betty y aceptamos enseguida realmente era una aventura, solas haciendo lo que nos plazca, sería más que divertido. Al otro día partimos hacia el lugar, mis padres ya habían regresado a casa. Después de la hora de viaje, llegamos al lugar, una bonita casa con piscina, árboles, implantada en un lote de casa una manzana, rodeada de un alto y abundante cerco que le daba mucha protección e intimidad. Pero para protegernos mejor, llevaron a sus dos perros llamados Eros y Zeus, un ovejero alemán y un tipo dóberman bastante grandes, de 2 o 3 años, quienes me producían bastante temor, cada vez que se acercaban. Esa noche después de cenar nos quedamos viendo televisión hasta tarde con mi prima. Pues mis tíos se habían acostado, pues a la mañana siguiente partían temprano.

Al día siguiente después de la ida de los padres de Betty, disfrutábamos de la piscina mientras los canes correteaban por el jardín. Esa noche estando acostada en mi cuarto, llegó mi prima, se acercó para darme las buenas noches y apoyó sus labios en los míos, me sobresalté ante su acción y un escalofrío invadió mi cuerpo al sentir ese contacto. No sé porque me llevé mis manos a mi vagina y noté que estaba húmeda. No entendía bien que me pasaba, pero una sensación extraña me invadió sin llegar a saber el por qué. A la mañana siguiente todo normal, desayunamos y estuvimos toda la mañana en la piscina. Después de almorzar, decidimos acostarnos para descansar un rato.

Estaba casi dormida, cuando algo me despertó, preste atención y oía como un crujir y un jadeo, No distinguía de donde venia, así que decidí levantarme para descifrar que era ese sonido. Caminé hacia la pieza de Betty, la puerta estaba entreabierta, miré a través de la abertura, el espectáculo que presencie me dejó petrificada ante semejante escena. Mi prima totalmente desnuda tirada en la alfombra, lamiendo sus perros con mucha devoción sus tetas y partes íntimas, mientras Betty no dejaba de gemir y retorcerse ante el asedio de las lenguas de sus animales. Por el temor de que fuese descubierta, poco tiempo pude observar, así que regrese a mi habitación, corriendo. Me volqué sobre la cama y de manera inconsciente lleve mis manos a mi excitadísima cosita, sin dejar de pensar en la escena vivida. Si bien no acostumbraba en esa época masturbarme, esta vez lo hice con desesperación, hasta obtener un cálido y prolongado orgasmo, con mezcla de placer y pecado.

Cuando nos encontramos con mi prima después de la siesta, no sabia que decirle, me sentía turbada por lo que había presenciado. Esa noche, algo volvió a despertarme, que no tardé en comprender que era, unos fuertes gemidos y jadeos provenientes de la habitación de Betty, como un relámpago me levanté para ver nuevamente la escena del día anterior, pero esta vez mi sorpresa fue mucho mayor, que a pesar de la poca luz que había, vi estupefacta la silueta de mi prima arrodillada y uno de sus perros montado sobre ella, agitándose en forma desenfrenada. Los gemidos de Betty eran cada vez mas intensos, poseída por ese inhumano asedio, mientras su cuerpo se estremecía ante cada impetuoso empellón del animal, a la vez que el otro perro muy cerca, jadeaba a su lado como esperando su turno. No podía creer que la estaba cogiendo, era algo morboso, sentía aversión, aprensión, pero fundamentalmente una gradual excitación empezó a invadir mi ser. En un momento el perro que estaba a la espera, giró su cabezota para mirar hacia la puerta, percibiendo mi presencia, quedé paralizada, pero sin pensarlo corrí a mi habitación, cerrando la puerta. Estaba agitada y nuevamente más que excitada, mientras recordaba la escena, quite mi tanga, levante mi camisón e inicie mi solitario placer. Estaba casi a punto de recibir un orgasmo, con desesperación, en el preciso momento que se abre la puerta y se prende la luz, aparece Betty con Zeus, el dóberman que esperaba su turno, traté de cubrirme, avergonzada por haberme descubierto, a la vez que intentaba taparme con la sabana. “Primita, parece que algo te alteró” –me dice. Quedé muda ante su presencia, pero ella continuó hablándome, se sentó a mi lado, me acaricio la mejilla y beso mi boca, desplazo las sabanas y me quitó suavemente mi camisón, estaba paralizada. Contempló mi cuerpo desnudo de adolescente, comenzó a acariciarlo, intenté impedirlo, pero realmente me agradaban sus suaves caricias. Me dejé llevar, era muy placentero, su mano recorría mi cuerpo, me iba entregando poco a poco a sus estímulos. Llevó sus dedos hasta mi vulva, me estremecí de placer al percibir su contacto, instintivamente abrí mis piernas, para no tardar en recibir sus dedos que comenzaron a incursionar en mi interior, mientras su boca succionaba mi rígido pezón, No tardé demasiado en venirme, arqueando mi cuerpo y produciendo gemidos que trataba de contener, estimulando el accionar de mi prima. Creo, hasta haber sentido la lengua del perro lamiendo parte de mi cuerpo, aunque eso no fue impedimento para continuar con otro orgasmo. Sentía que mi rostro se encendía, avergonzada y atónita por lo acontecido, miraba a mi prima, quien dándome un cálido beso en mis labios, mientras acariciaba mi rostro, tratando de contenerme. Me tapó, para que me durmiera, estaba bastante extenuada por la serie de orgasmos que tuve, por consiguiente no tardé en dormir.

A la mañana siguiente me había despertado bastante tarde como consecuencia de los acontecimientos de la noche anterior. Al levantarme, ya tenía preparado el desayuno, en el jardín, mientras sus perros correteaban por el césped. Me sentía un poco retraída por lo sucedido durante la noche, pero apenas la vi, la besé en los labios. No sé lo que me sucedía, pero comenzaba a percibir una deliciosa atracción hacia ella. La mañana estaba hermosa y el calor aumentaba progresivamente. Aprovechando ese encantador día decidimos ponernos unos diminutos bikinis que había comprado Betty, y deleitarnos de la piscina. Después de un reconfortable baño, nos echamos para disfrutar del sol. Betty se quitó el sostén para broncear sus bellas tetas, sugiriendo que hiciese lo mismo. Me sentía un poco cohibida ante esa invitación, pero fue tan insistente que terminé haciéndolo. Me empezó a mirar mis pequeños pechos, para luego acariciarlos, mientras me decía: “Me encantan tus tetitas, y más la aureola rosada que circunda tus pezones”. Sus palabras empezaron a estimularme, cuando su boca emprendió a chuparlos, comenzando su mano a buscar mi vulva a través de mi tanga, que ya comenzaba a emanar mis fluidos. Cerré los ojos, disfrutando de sus sensuales caricias, dejándome llevar, humedeció sus dedos con mis jugos, llevándolos a mi boca para que los probara, a los que chupe con devoción. En pocos minutos me había llevado a un éxtasis, difícil de explicar, no tarde en emitir todo tipo de gemidos y exclamaciones sucias, que jamás en la vida hubiera dicho, pero mi calentura era tal que la razón me había abandonado.

Estaba por tener un orgasmo, cuando detuvo su accionar para llamar a sus perros, quienes obedecieron inmediatamente, me sorprendí y a la vez me atemorice con su presencia. “Haré que te hagan gozar como nunca lo haz hecho en tu vida” –me dijo. Le rogué que sacara a los animales, pero me dijo que no temiera, que me harían disfrutar como loca, mientras sacaba la única prenda que tenía puesta, para finalizar untando con dulce en mis tetitas y mi conchita empapada. Desnuda, acostada en la reposera y abierta de piernas por la indicación de Betty, no tardé en sentir unas cálidas y ásperas lenguas, que no demoraron en lamer mi cuerpo. El temor no me abandonaba pero el goce me empezó a llegar, las lenguas de estas bestias se movían en forma frenética, que no tardaron en convulsionar mi indefenso cuerpo, mis pezones parecía que estallarían, y mi vagina se humedecía cada vez más por mis fluidos y la saliva de los perros. Betty abrió más mis piernas y separo los labios de mi vagina para descubrirla mejor, para sentir como esas lenguas se desplazaban sin detenerse, desde mi ano hasta mi sensible clítoris. Nuevamente fui untada, parecía que me devoraban, era algo delirante y lo estaba gozando, a pesar del miedo, que no me abandonaba y la cantidad de adrenalina que engendraba. Al punto que un líquido cálido, regó mis piernas, el temor y el placer hicieron que llegase a orinarme. Eso enardeció a los perros, que aceleraron sus lamidas. Traté de relajarme y disfrutar, poco a poco mi cuerpo se estremeció, mi cuerpo se convulsionaba, hasta descargar una serie de orgasmos. En un instante vi como a uno de los animales, le comenzaba a surgir algo rojo de su funda, era evidente que también empezaban a excitarse.

Mi prima miraba embelesada el accionar de sus perros, gozaba viendo como sus lenguas me lamían, se desnudó ante mí sin quitar sus ojos del espectáculo, y empezó a besarme. Respondí a sus besos, el temor se había disipado .En un momento se colocó en cuclillas sobre mi cara y su sexo cubrió mi boca, era tal la excitación que tenia, que se lo empecé a chupar, era algo delicioso, sentir sus fluidos en mi boca. Seguí hasta llegar a percibir como acababa Betty. Los orgasmos comenzaron a llegar, para volver a convulsionar mi cuerpo, mi respiración se agitaba cada vez más, hasta finalizar extenuada ante otra seguidilla de morbosos orgasmos. Cuando los perros se retiraron, mi conchita palpitaba, mientras mis labios inferiores estaban completamente inflamados por semejante acoso. Betty me abrazó para aplacar mi conmoción, cobijándome entre sus brazos, a pesar de haberlo gozado me sentía culpable por haber hecho algo indebido y obsceno. Por la noche después de una rica cena, nos tiramos sobre los sillones para ver algo de televisión, no había nada interesante, así que mientras hacíamos zapping, nuestras manos se entrelazaron y poco a poco comenzamos a acariciarnos. La excitación no tardo en invadir nuestros cuerpos, semidesnudas en la sala, estábamos ya calientes, cuando Betty me pregunta: “¿Te gustaría ver un espectáculo?”. No entendía bien a que se refería, pero le dije que si, no tardando en salir semidesnuda de la habitación, para aparecer con Eros. A medida que se iba profundizando en el sexo mi inhibición desaparecía. Puso una manta en el suelo, mientras mi excitación iba en aumento. Comenzamos a besarnos, puse mi mano en su vagina, para notar lo húmeda que estaba. Empezó a excitar a Eros, para no tardar en ver, como surgía de su funda algo rojo y lleno de venas, para transformarse en una prominente verga que se proyectaba verticalmente. Mi corazón parecía a punto de estallar de la emoción y mi inhibición iba desapareciendo a medida que se desarrollaban los acontecimientos. Se colocó en cuatro, apoyándose en el extremo del sofá, no tardo el animal en montarla súbitamente, para descargar una endemoniada sucesión de vaivenes sobre los glúteos de mi prima, hasta que de manera increíble la penetró, haciéndole dar un grito de dolor a mi prima que transfiguró su rostro.

Me acomodé con tal de no perder detalle, extasiada veía como la empezaba a coger, era más que excitante ver con toda claridad como la verga de Eros, entraba y salía rápidamente de la vagina de mi prima, que no dejaba de gemir, ver esa masa roja y voluminosa penetrarla sin clemencia, mientras sus patas la abrazaban con fuerza y la baba caía sobre su espalda. Su cuerpo se sacudía, bamboleando sus tetas al ritmo de cada una de las envestidas que le propinaba, pero lo que mas me llamo la atención, fue ver como la bola del nacimiento de su verga, intentaba desplazar sus labios vaginales para acceder, que ante semejante impulso, sumado a los empujones que efectuaba mi prima, esa prominente pelota, cumplió su objetivo introduciéndose en su vulva. Los movimientos de Eros se apaciguaron, levanto una pata, y quedaron con los culos enfrentados, sorprendida, me percate de que se habían quedado prendidos. Betty no dejaba de gemir, me di cuenta que le era imposible separarse. Me maravillaba pensar como semejante verga se cobijaba en el íntimo interior de mi prima.

Ese acto me excitaba terriblemente, apareada con su perro, en circunstancias de no poder liberarse, cansada, transpirada, recibiendo el semen del animal en su vagina, gimiendo ante cada orgasmo, arañada, era una escena llena de inmoralidad, perversión y morbosidad que disfrutaba y me estimulaba cada vez más. Era alucinante verla en esa posición, poseída y apresada por el sexo de un animal, disfrutando cada vez más la escena que me aportaban. Su rostro se veía muy lozano, me acerqué y empecé a besarla, a lo que respondió entre gemidos y agitación, me pidió que me acostara cerca de ella, que me abriera de piernas para poder lamer mi sexo. Terminé de desnudarme y así lo hice, separando bien mis piernas, disfrutando de su lengua que trataba de llegar a lo más profundo de mi conchita caliente y húmeda. Cada tanto algo convulsionaba su cuerpo, como consecuencia de los orgasmos que no dejaba de producirle esa bestial cogida, mientras simultáneamente me ocurría lo mismo. No sé el tiempo que estuvimos, 10 minutos o más, hasta que el perro después de haberse descargado en la vagina de Betty, sacó su verga sintiéndose un ruido como de descorche, a la vez que emanaba un liquido acuosos desplazándose entre las piernas de mi prima, que exhausta, apoyó su cabeza en mi regazo.

 Al día siguiente, durante el desayuno, me pregunto: “¿Qué tal la función de anoche, te agradó?”. “¡Más que eso!” – contesté. “Dado que hoy es tu última noche, te propongo una idea, que esta noche tu me des el espectáculo, ¿si estás de acuerdo?” –me dijo. Sentí un escalofrió que recorría mi cuerpo, que sin pensar demasiado consentí. “Bien, esta noche será la ceremonia” –dijo Betty. Realmente a pesar del temor estaba curiosa de hacerlo, pero el hecho de tener que esperar hasta la noche lo hacía más tentador. Esa tarde bañamos a los perros y mientras lo hacíamos tratábamos de excitarlos, sin hacerlos eyacular, repetimos la operación un par de veces más, muy cerca de la ceremonia los perfumamos. Habíamos ambientado la sala con velas que encenderíamos después, fragancias y otras locuras que se nos ocurrió. Preparamos una rica comida, con buen vino, mientras la hora se iba acercando. Eran las 8 de la noche cuando nos dispusimos a cenar, apenas dimos el primer bocado, cuando oímos una bocina, eran los padres de Betty que habían adelantado su viaje, para llevarnos de regreso. Nos miramos sorprendidas, así que mientras una corría a sacar lo que habíamos preparado, la otra fue a recibirlos. Esta de mas contarles que todo se frustro, el consuelo fue, que de haber llegado una hora después, nos hubiesen agarrado “in fraganti”

En nuestro viaje de regreso, apenas hablamos, mis fantasiosos pensamientos estaban abocados en mi encuentro sexual con esos animales. Cuando llegamos a la casa con los perros me sentí algo decepcionada, ya que quería que mi prima viera todo lo que era capaz de hacer por complacerla. Cuando nos despedimos le dije que más pronto que tarde tendría el espectáculo soñado y que esta vez fuera Zeus el que hiciera el trabajo. Ella sonrió de forma perversa y me dijo: “Así será podré disfrutar viéndote pegada a mi perro”. Cuando íbamos de camino les dije a mis padres que me gustaría que Betty se fuera a quedar un fin de semana en casa, ya que me la había pasado bien con ella, que los lazos se habían estrechados y que nos habíamos hecho amigas. Mamá dijo: “Es una buena idea, ya que recuerda que tenemos una salida pendiente los dos. Además, le sirve a la niña pasar tiempo con su prima, ya que poco es lo que se ven”. “Tienes razón mi amor, llama a tu hermano y dile, a ver que le parece”. Sin dudarlo mamá tomó el teléfono, mi tio contestó y le propuso la idea de que Betty se fuera a quedar en casa por el fin de semana. “Ok, no hay problema” –dijo ella y cortó. “Dijo que sí, pero que la fuéramos a buscar el viernes por la tarde y ellos pasaban por ella el domingo” –dice mamá. No pude esconder mi alegría y saber que íbamos a estar solas me excitó demasiado, asi no tendríamos que escondernos para hacer travesuras.

Estuve toda la semana planeando la aventura, comprando velas y algunas cosas para adornar la casa, era una ceremonia de iniciación y como tal debía ser la mejor. Mis papás llamaron a mis tíos para decirles que no podían pasar a buscar a Betty ya que debían cumplir con el horario de la reserva que tenían en un hotel, pero ellos le pagaban el bus para que viniera y que al llegar se tomara un taxi desde el terminal, ya que ellos me dejarían dinero para pagarlo. Mis tíos no pusieron obstáculos. Además, mi prima ya es mayor de edad y sabe andar sola en la calle. Que se viniera en bus significaba que Zeus no vendría. ¡Mierda! Otra vez todo se había podrido. Mis papás se fueron y yo me quedé pensando en que podía hacer para solucionar lo que se nos había presentado. Salí a dar una vuelta pensando, cuando de pronto vi un peludito que se me seguía, era mestizo, grande y robusto. “¿Eres la respuesta a mis perversos ruegos?” –le pregunté como si fuera a responderme, para mi asombro dio un ladrido. “¡Parece que los planetas se alinearon a mi favor!” –me dije a mí misma. Seguí caminando, estaba caliente por la situación, presiento que el perro sabe lo que me pasa, ya que no se alejaba a más de dos pasos de distancia detrás de mí. Cuando llegué a casa, abrí la puerta y él entró solo al antejardín, mi calentura se encendió mucho más, miré a todos lados por si había alguien mirando, al no ver a nadie metí mi mano en mi conchita y le di a oler mis fluidos y de un par de lamidas se los devoró. “Si entras tendrás a dos perritas que te darán más” –le dije. Abrí la puerta de la casa y él entró. Olfateaba por todos lados, ya que era un lugar desconocido para él, entonces me senté en el sofá y separé mis piernas. “Olfatea acá” –le dije. Enseguida se acercó a oler mi entre pierna, sentir esa nariz hurgando en mi entrepierna me tenía en las nubes. Me masajeaba las tetitas sintiendo la tibia respiración del animal encima de ropa.

Como ya Eros y Zeus habían jugado antes con mi conchita, decidí bajarme el pantalón y las bragas para dejarle mi vagina a su disposición. Sin dudarlo el perro empezó a lamer mi conchita descontrolado, me retorcía en el sofá sintiendo como escarbaba mi sexo, era tan delicioso sentir la lengua de ese animal callejero que mis gemidos salían estrepitosos de mi boca. “¡Eso chiquito! ¡Cómele la concha a esta perrita!” –le decía. Cerraba mis ojos y solo disfrutaba de ese inexplicable placer morboso que me recorría, no sé cuántos orgasmos me propinó con su lengua pero me tenia exhausta. La punta roja de su verga empezó a salir, estaba tan caliente como yo. “No chiquito, aun no me la vas a meter, estamos esperando a una invitada” –le dije. Como pude me puse de pie y empecé a arreglar todo. A la hora Betty llegó, cuando abrí el perrito salió a su encuentro. La abracé y la besé en los labios. “¿Esta hermosura quién es?” –me preguntó. “El destino” –le respondí. Ella sonrió y dijo: “Particular nombre”. Dejamos su maleta en el closet. “Veo que has decorado, lo que quiere decir que lo de tu ceremonia sigue en pie” –me dijo. “Claro, te dije que lo haría y yo cumplo mis promesas” –le dije con una sonrisa. “Entonces, no perdamos tiempo” –me dijo. Sentí mariposas en la panza, los nervios o la calentura, no sé cómo definirlo pero estaba dispuesta a hacer todo y de todo.

Nos desnudamos casi de inmediato, reencontrarme con ese exquisito cuerpo me hizo recordar el placer que sentí cuando estuvimos juntas y lo rico que lo pasamos jugando con sus mascotas, me sentía un tanto nerviosa debido a que pronto estaría por ocurrir. Sentía como mi piel se erizaba sintiendo sus perturbadoras caricias, cuando su mano se posó en mi vagina fue como si una corriente eléctrica me recorriera por completo. Los gemidos que salían de mi fueron tornándose intensos a medida que sus dedos se abrían espacio entre los labios de mi conchita húmeda. El invitado anónimo estaba exaltado jadeando a nuestro alrededor, era erotizante verlo con esa desesperación propia de los animales que solo buscan aparearse. Lejos de toda inhibición y llena de morbo Betty se puso con el culo en pompa invitando al perrito a que se acercara para que olfatee su vagina, obviamente a tal invitación el perro accedió y se acercó buscando ese olor que despertaba sus instintos. Despues de olfatear unos segundos comenzó a lamer la conchita de Betty, quien reaccionó con unos sensuales gemidos, pero no alejó sus dedos de mi vagina que escurria cada vez más fluidos intensos. “¡Oh, Destino, que rica lengua tienes!” –le decía mientras el perrito seguía enbelezado lamiendo. Al poco rato estaba tomado de sus caderas, apuntado la punta de la verga en la entrada vaginal de prima, quien no puso objeción. “¡Eso cariño, dale verga a esta perrita caliente!” –le decía. Era tan sucia pero me encantaba la forma en que se expresaba, era toda una perra en celo.

Cuando al fin logró ya ensartar su verga en el sexo de mi prima, empezó con esas embestidas brutales que la volvían loca. “¡Ay, qué rico! ¡Métela toda!” decía con lujuria, entonces me tomó de las piernas y acercó mi vagina a su boca. Me estremecí por completo, ya que lamia como una loca y no me daba respiro, la muy perversa quería que acabara rápido, se embriagaba con los fluidos de mi vagina. Al fin el perro metió su bola quedando pegados, él se quedó quieto haciendo que Betty cayera en los brazos de un intenso orgasmo, el que se transformó en una seguidilla de placer que la hacía delirar. Por mi parte, el orgasmo estaba a las puertas, ya sentía las sensibles caricias del placer que me volvía loca. “¡Prima, sigue, no te detengas! ¡Me tienes al borde de la locura!” –le decía gimiendo como poseía por los demonios de la lujuria y la perversión. No sé en qué momento, pero solo sé que llegó el orgasmo. Gemí descontrolada caí de espaldas con las piernas abiertas y la lengua de Betty pegada a mi clítoris. El perrito seguía pegado a la conchita de mi prima, que no paraba de gemir, hasta que se despegó y su vagina empezó a chorrear el semen del perrito como si de una cascada se tratara. Me miró sonriente y me dice: “¡Qué deliciosa sorpresa nos depara el destino!”. Se acercó a la verga del perrito y la aprisiono desde la base, se la metió en la boca y la empezó a chupar de una forma tan pecaminosa que se me hacía agua la boca, las ganas de probar esa verga roja, con las venas marcadas, hinchada y aun chorreando fluidos me tenía caliente. “¡Creo que ya estás lista para tu iniciación putita!” –dijo Betty indicándome a que me acercara. Con descaro y a gatas llegué hasta ella, seguía disfrutando de la verga del perrito con su lujuriosa boca. Me coloqué debajo y ella acercó la verga del animalito a mi boca, saqué la lengua para experimentar su sabor, fue deliciosamente perverso, así que sin decir nada abrí mi boca y la aprisioné con mis labios, se la chupé de manera tan perversa que incluso Betty se sorprendió. “¡Vaya, vaya! ¡Si mi tío te viera haciéndolo no dudo que se sentiría orgulloso!” –me dijo con una sonrisa perversa.

Seguí con esa deliciosa golosina que estaba chupando, caliente y con ganas de más. “¡Ponte en cuatro, el perrito sabrá lo que debe hacer!” –me dijo. Obediente me puse en cuatro en el piso de la sala. En cuanto liberó la verga del perro, este se acercó y su lengua me invadió de inmediato; me hacía delirar, gemir y gritar. Me estaba volviendo adicta a esa lengua que me llevaba a un infierno infinito de placer, sin duda sabía muy bien lo que debía hacer y lo estaba haciendo de maravilla, me tenía en éxtasis, caliente y deseosa porque me montara y me hiciera su perra. Betty se encargaba de masturbar al perrito para calentarlo más aún. De pronto, sentí como sus patas atraparon mi cintura, tal vez víctima de la calentura, no podría explicarlo, pero su verga se hundió por completo en mi vagina, un desgarrador salió de mis labios, le estaba entregando mi virginidad a un animal pero lo estaba disfrutando con locura. Las embestidas eran brutales, sentía que mi conchita se desgarraba pero era tanto el placer que me provocaba, que aguanté de manera estoica cada salvaje empellón. Todavía no metía su bola y ya estaba hecha un mar de orgasmos, era tan exquisito sentir como me follaba que solo el placer estaba presente, me estaba volviendo en una adicta a su verga, a su lengua y a la forma salvaje que me la metía, me sentía pervertida, una puta sucia incluso creo más que Betty.

Al fin su bola entró, me provocó un frenético orgasmo, solo podía escuchar los gemidos de mi prima que se masturbaba viendo como la “ceremonia” se transformaba en algo perverso y morboso. “¡Soy tu perra! ¡Soy tu puta! ¡Acaba en conchita!” –le decía entre mis agónicos gemidos. Sentía que esa deliciosa verga palpitaba en mi interior vaciándose, llenando mi conchita con sus tibios fluidos y dejándome con la satisfacción de ser una perra sucia. “¡Ahora entiendo por qué te gusta que te cojan tus perros! ¡Esto es exquisito!” –le decía a Betty que gemía descontrolada víctima de otro orgasmo. Cuando su verga se salió fue otro delicioso orgasmo, sentir ese semen perruno saliendo de mi vagina fue una experiencia sublime. Quedé en el piso con la vagina abierta y chorreando, presa de las sensaciones más placenteras que antes no había experimentado. “¡Gracias Betty por enseñarme esto tan placentero!” –le dije a mi prima sin poder moverme, ella sonrió. Se acercó y me besó dulcemente en los labios, y me dijo: “Ahora, eres toda una perrita”. “Lo soy gracias a ti, y si creo que mi papi se sentiría orgulloso de saber lo perra que soy” –le dije jugando con el morbo de que me había dicho antes. Ella sonrió y dijo: “¡Así como el mio lo está de mi!”. “¡Qué puta Betty y que pervertido mi tío!” –le dije.

Pasamos gracias a ese peludito que me siguió un fin de semana exquisito, cogimos con él como locas, no había momento del día en que no estuviéramos con su verga ensartada y chorreando semen. Cuando llegó el domingo y antes que tuviéramos que despedirnos cogimos solo nosotras de la manera más exquisita, entregándonos un delirante placer. Mis padres estaban por llegar y estábamos en la sala, cuando entraron el perrito corrió a saludarlos, saludaron a mi prima y mi papá me dice: “¿De dónde salió este animal?”. “Salí a dar una vuelta en el viernes antes que llegara Betty y me siguió hasta la casa, es muy tierno” –le respondí. “Incluso tiene nombre tío, se llama Destino” –le dice Betty con una sonrisa. “¿Puedo quedármelo? Así me acompaña y cuida la casa” –digo con ojitos de ternura. “Pilar, tendrás que hacerte cargo tú de él, porque no pienso limpiar sus gracias” –dice mamá. Después de unos minutos, llevamos a Betty al terminal de buses. De vuelta en la casa, Destino cumplió su deber de protector de la casa, pero lo más importante su deber de macho para calmar las ansias de lujuria de esta adicta y perversa.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ® 

1 comentario:

  1. Wao q rico placer de ser estrenada así,uff delicioso.
    Como siempre exquisito relato Caballero

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