Entradas populares

miércoles, 3 de enero de 2024

86. Descubrí el placer de la sumisión 2

Recordarán cuando me entregué a Julián en mi casa, ese hombre maduro que trabajaba haciendo unos arreglos y que me cogió hasta dejarme rendida. Desde ese día me convertí más que solo un juguete sexual para él, soy su sumisa y él mi Amo. Hemos tenido algunos encuentros fugaces desde la primera vez, no porque ninguno de los dos quiera, sino que no hemos tenido oportunidad, pero cuando las tenemos él aprovecha el tiempo de usar a su pequeña puta. Es el día en que tendré́ mi primer sesión BDSM. Me siento nerviosa, pero tal como mi Amo me ha ordenado, seguiré las instrucciones que me envió́ hace unos días. He estado fantaseando un poco sobre lo que pasará, pero en sí, mi Amo no me ha dado ni siquiera alguna pista de lo que me espera.

Recibí un mensaje un día antes de mi Amo. “FLUYE, OBEDECE Y AGRADE” Era el encabezado. Rápidamente me dirijo a revisar una vez más las órdenes que debo seguir:

1.- Deberás bañarte justo antes de venir a verme, no secarás tu cabello y procuraras mantenerlo húmedo.

2.- Hidrataras perfectamente tu piel, que tenga una apariencia suave y luminosa.

3.- No rasuraras tu vello púbico, si descubro que manipulaste siquiera un poco la estructura, ¡te castigaré más fuerte de lo que crees!

4.- Te quiero completamente desnuda, pero primero, al presentarte ante mí, deberás usar algo que cubra tu cuerpo. Exactamente usarás un vestido negro largo que cubra casi a su totalidad tu cuerpo. Calzarás tacones. ¡Qué usarás durante toda la sesión!

5.- Deberás pintar tus labios de color rojo.

6.- Hoy mismo antes de las 11 PM deberás especificar algún licor que sea de tu agrado, siempre consciente que no será́ mezclado con algún aditamento, es decir, quizá́ podrás beberlo directo de la botella.

7.- Deberás traer cambios extra de ropa (interior, ropa casual, ropa para dormir) y todo lo que necesites para uso personal en caso de que decida que puedes quedarte conmigo.

8.- Dadas las 5 pm, saldrás y tocarás a la puerta. ¡No contestaré ni abriré! Podrás entrar y mirarás hacia abajo, cerrarás la puerta y esperarás apoyando tu cuerpo sobre la puerta.

9.- ¡No me decepciones!

10.- Tu collar está justamente entrando en la puerta. ¡No lo toques ni te lo pongas hasta que yo lo haga!

“¡Estoy lista!” –me dije a mi misma. Le pedí dinero a mi papá para comprar el vestido, le dije que tendría mañana una fiesta y que debíamos usar vestidos largos y yo no tenía. Sin dudarlo me dio dinero y lo primero que hice fue ir al mall de compras para complacer a mi Amo Julián. Escogí uno largo que me quedaba hermoso, se ajustaba como un  guante a mi cuerpo. Contenta salí de la tienda y me alcanzó hasta para comprar un labial rojo intenso y un delicioso perfume. No podía dormir de la emoción, estaba ansiosa y excitada. Mis expectativas eran altas con respecto a lo que viviría, pero lo más importante, era no decepcionar a mi Amo. Como él no me había dado instrucciones con respecto a mi cuerpo, empecé a jugar con mis senos pensando en las cosas que haríamos, si bien sería mi primera vez en una sensación, cada experiencia que viviera sería algo nuevo. Mis pezones se pusieron duros al solo tocarlos, los apretaba y retorcía, lo que producía un dolor exquisito mezclado con placer. Sentía como mi vagina se mojaba, no dudé en meter mi mano entre la tanga y sentir esa deliciosa humedad que emanaba de mi sexo. Fue una noche llena de morbo, tuve varios orgasmos imaginando todas las cosas perversas que haría conmigo; estaba dispuesta a dejarme llevar hasta donde él quisiera llevarme. Solo pensar en eso me hacía acabar una vez más, creo que fue el cansancio de los orgasmos que me hizo cerrar los ojos. Desperté desnuda, húmeda y con las expectativas por las nubes.

Llegó el día y la hora indicada, tal como lo ha pedido, llamé a la puerta, no contestó, tomo el último suspiro y entro; mirando hacia abajo y cerrando detrás de mí la puerta. Titubeé un poco porque casi cambio la vista hacia enfrente, mi vista panorámica me ha hecho percatarme que no está́ cerca. Espero algunos minutos y escucho pasos caminando hacia mí. Puedo sentir su presencia cerca de mí, alcanzo a mirar sus pies, sé que estoy emocionada. Por impulso natural empieza a dibujarse en mi rostro una sonrisa y casi cuando la sonrisa está en mi cara, me voltea la cara con una cachetada. Alzó la mirada petrificada y me grita: “¡No me mires!”. Tan pronto como agacho la mirada, mis ojos se llenan de lágrimas. Mi Amo retrocede, sé que me mira aunque no pueda contemplarlo. Nuevamente se acerca a mí, me da un beso en la frente y apenas se despegan sus labios y vuelve a darme una cachetada. Sentí rabia y mi instinto me dice que debo terminar con esto, salir corriendo y nunca volver a verlo, pero a pesar de eso, sé que estoy aquí́ por mi voluntad y por agradecimiento a todo lo que mi Amo ha logrado en mí. Aunque mis ojos estallan de lágrimas acumuladas me contengo para no llorar. Se acerca una vez más y me comienza a besar, mi Amo me besa tan apasionadamente que lo único que deseo es tirarme a sus brazos, tan pronto siente mi mano en su cuerpo, me retira y me dice: “¡No he pedido que me toques!”. Así́ que, para ese punto sé que me castigara.

Toma mi cabello en forma de una coleta y me arrodilla. Me ordena: “¡Mira hacía el frente!”. Una vez más mi Amo sale del cuarto y me deja ahí́. Lo veo regresar con una fusta, así́ que lo sé, va a azotarme. Me coloca cinta adhesiva en la boca. Vuelve a hacer una coleta con mi cabello y me levanta, mi Amo me indica que me quite el vestido negro que me ha pedido usar y que abra mis piernas, seguido de eso me ordena que ponga mis manos atrás, en mi espalda, retrocede un poco, me mira y azota la fusta contra uno de mis muslos. Es como sentir un hormigueo caliente entre mis muslos, siento todo el calor de los golpes. Ahora mi Amo golpea mis senos, después mi espalda, después mis nalgas y cuando creo que me va a azotar una vez más, se detiene. Recorre todo mi cuerpo con la fusta, se detiene un poco entre mis senos y comienza a darles ligeros golpes y los frota con la fusta. Baja lentamente hacia mi sexo, puedo casi sentir como la punta de la fusta empezara a tocar mi vagina, frota la fusta una y otra vez, como si estuviera masturbándome con ella, deja de hacerlo y la revisa para saber qué tan mojada me encuentro. En mi elección de licor, como sabía que era casi como tomar un shot, elegí́ Fireball, así́ qué saca una botella, toma un trago y se acerca a mí, me quita la cinta para depositar el licor en mi boca. Repite dos veces más hace lo mismo. Susurra: “El alcohol podría ayudarte a olvidar el dolor, desinhibirte y relajarte. Este es un beneficio que te permito tener por ser tu iniciación. Te haré una pregunta, que solo contestaras usando un sí o no”. Después de un momento de silencio me pregunta: “¿Estas bien?”. Solo contesto que sí. “Bien. Ahora abrirás esa caja que está a tu derecha y te vestirás con lo que hay dentro de ella. Regresaré cuando yo quiera. Te debo encontrar de rodillas, con las piernas abiertas, mirando hacia abajo una vez más” –me ordena.

Se aleja una vez más y mi primera intuición es mirarme los golpes que he recibido, mi piel luce un tanto roja y a decir verdad estoy algo adolorida, me detengo un poco a pensar, abro la caja y encuentro un conjunto de ropa interior, con liguero y medias todo en blanco. Estoy tratando de acomodar todo en mi cuerpo, cuando regresa. ¡Maldita sea! No estoy lista. ¿Cuánto se ha tardado? Ni siquiera me ha dado el suficiente tiempo de terminar. Me quedo quieta esperando a que mi Amo diga algo. Como no ha dicho ni una sola palabra, continúo terminando de ponerme la ropa. “Detente. ¿No ves que estoy aquí y que no estás lista?” –me dice. Lo miro con una mirada tan enojada reclamando el poco tiempo que me dio. “¡Arrodíllate!” –ordena. “¡Perdóneme Amo!” –le digo. No quería hacer esto antes de tiempo, pero me imaginaba que fallarías. Escucho que toma algo de una caja. Una cinta roja de seda y toma mi collar. Sin decirme ni una sola palabra me coloca la cinta en mi boca, un poco apretada pero me gustó, no puedo quejarme ante su decisión.

“¡Mírame!” –me ordena. Mis ojos buscan su rostro al verlo lo noto serio como si no hubiera expresión en él. “Ya ha pasado un tiempo desde nuestro primer juego, ahora es tiempo de llevar las cosas al siguiente nivel” –me dice. Solo asentí me tomó del collar y le puso una correa, me dijo: “Avanza perra”. Empecé a seguirlo gateando, estaba ansiosa, caliente; no sabía que había en su mente y eso ponía mi corazón a latir con fuerza. Entramos a una habitación, había velas, cuerdas y una mesa con unos papeles. Me quitó la correa y la cinta de mi boca, me dice que me ponga de rodillas. Me observa con esa mirada seria que me enciende por dentro, sin quererlo mi vagina se humedece, solo quiero oír su voz y que me diga todas las cosas perversas que hará conmigo. “¿Has venido aquí por tu propia voluntad?” –me pregunta. “Sí, estoy aquí porque quiero y lo deseo” –le respondo. “¿Qué estás dispuesta a hacer para complacerme?” –vuelve a preguntar. “Lo que esté a mi alcance, quiero que se sienta complacido conmigo” –respondí. “Quiero proponerte que a contar de este día seamos Amo y sumisa, para eso firmaremos un contrato en donde si estás de acuerdo, rendirás tu sumisión y obedecía a mis deseos. ¿Estás de acuerdo?” –me dice. No podía creer lo que estaba sucediendo, mi corazón estaba acelerado, era lo que siempre había soñado, sujetar mi voluntad y entregarme sin reservas a un hombre. “Sí, estoy de acuerdo, quiero ser todo lo que usted quiere que sea y darle a través de mi sumisión todo el placer que usted requiera de mí” –contesté sin dudarlo. “Muy bien, aquí tienes una copia del contrato para que lo leas y si estás de acuerdo lo firmes. Ten en cuenta que al hacerlo, tu deseo estará sujeto al mío y que tu cuerpo será una fuente de placer y dolor que experimentarás” –dice él con ese tono serio y sensual que salía de sus labios. Lo leí con detenimiento, me sentía excitada al leer cada párrafo y cada cláusula que en él había. Entendí que no era un juego, sino algo que se estaba haciendo real en mi vida, aunque no sabía si estaría a la altura de la situación, mi mayor miedo era fallarle y que se sintiera decepcionado. Cuando terminé de leerlo, lo firmé sin un ápice de duda. Se lo entregué y él también lo firmó. “A partir de ahora somos Amo y sumisa. Has firmado un contrato y en él sabemos que debo asignarle un “nombre nuevo” y también usar un collar que indicará que eres mía. Esta será́ la primera vez que te llame por tu nombre nuevo y que te colocaré tu collar, entiendo que usar un collar de perra sería algo aparatoso y difícil de explicar, pero lo reemplazaré por una gargantilla que deberás usar en todo momento” –me dice. Luego de colocarme la gargantilla me dice: “El nombre con que se te conocerá de ahora en adelante es Zafiro, ya que para mí eres emotiva, sensible y capaz de hacer cualquier cosa por los demás”. Se acercó y acarició mi rostro, tomé su mano, la besé y le dije: “Muchas gracias Mi Señor por tan bello nombre”. Ahora con unas cuerdas aprisiona mis muñecas y me dice que camine detrás de él. Lo sigo con pasos titubeantes, me apoya en la pared y quita las cuerdas. Me desnuda por completo y me dice: “Déjame mirarte”. Me contempla por unos minutos, hace que me de vuelta y mis nalgas quedan expuestas para él. Recorre mi espalda con sus fuertes manos y me estremezco al sentir sus caricias. Una orden emanó de sus labios: “Súbete en la cama” –dijo con voz autoritaria.

Acostada boca arriba me ata las manos en la cabecera, dejando completamente inmóvil mis brazos. Baja con sus manos sobre mí, rondando por mi cuello; mientras con una mano empieza a jugar con mis tetas, mis pezones se pusieron duros solo con el sentir el roce de sus dedos. Sigue apretando mi cuello cuando empieza a lamer y mordisquear mis pezones. En ese momento coloca esa tira de seda en mi boca para que mis gemidos no se escuchen; no pudo gemir ni expresar el placer que estoy siendo. Solo me retuerzo mientras el sigue besando, lamiendo y maltratando mis tetas para su deleite.

Se levanta de la cama y toma otra cinta, supongo que es para mis piernas. Sin embargo, cubre mis ojos impidiendo que yo pueda ver más de la escena erótica que estaba viviendo. Sigue golpeando mis pechos y cuando creo que no se va a detener, lo hace. Me besa en los labios y de un golpe en los muslos me obliga a abrir las piernas. “¡Veamos qué tan húmeda estas para mí putita!” –me dice. Desliza dos de sus dedos en mi vagina, se da cuenta de que estoy lista para que me use para su placer. Me retira la cinta de la boca y me mete los dedos con los cuales hurgó en mi vagina y dice:   “¡Quiero que sepas a qué sabes!”. Intento mantenerme tranquila pero estoy deseando como loca que me haga suya. Sigo chupando sus dedos, cuando de repente introduce su verga en mi boca, y dice: “¡Empieza lento!”. Así́ que trato de mover mi lengua lo más lento posible, mientras mi Amo mantiene el ritmo con el que quiere que su verga se meta en mi boca. Lo escucho disfrutar del placer que puedo brindarle. Se mueve un poco más cerca de mí y mete su verga tan profundamente que casi no puedo respirar. Lo saca y vuelve a meterlo. Continúa follando mi boca a su gusto. En momentos saca su pene y lo frota en mi cara, diciendo: “Putita, ¿puedes ver lo que te voy a meter?”. Asiento con la cabeza, y sonríe. “Ya te la he metido antes, pero ahora eres mía, estás para complacerme y ser una puta!” –dice.

Mi Amo se mete entre mis piernas y las abre aún más y comienza a lamer mi vagina Esa placentera sensación me hacía gemir de manera salvaje, me estremecía por el contacto de su lengua con mi clítoris, va de movimientos suaves a intensos, lo mordía, él sabe que estoy bajo su poder y saca partido de cada sensación que provoca. Cuando se da cuenta que estoy jadeando, que estoy en el punto más alto de mi calentura, se detiene. Desata mis manos de la cabecera y me ordena salir de la cama. Me coloca supongo frente a su cuerpo, no puedo ver por la venda de seda en mis ojos, me toma y sienta en sus piernas. Está sentado en una silla. Susurra a mi oído: “¡Ahora reclamaré lo que es mío!”. Me levanta un poco y de un sentón su verga se clava en vagina. Solo salen gemidos de placer mientras me muevo siguiendo las indicaciones que me da, él sabe cómo me gusta que me coja y saca partido de esa situación. Me obliga a acelerar mis movimientos mientras sus manos se clavan en mis tetas, es un pervertido y me gusta.

Sin dejar de metérmela mi Amo se levanta de la silla y me coloca con la mitad de mi cuerpo sobre la cama, sigue fallándome duro, haciéndome gemir. Se detiene por un momento y pone la cuerda en mi collar, así́ le permite alzar mi cabeza mientras mi cuerpo está doblado. Di: “¡Gracias Amo!” –me ordena. “¡Gracias Amo!” –grito con fuerza. “Sigue diciéndolo” –me ordena mientras me da nalgadas. Gritaba obediente a su orden, ya que en mi mente solo está el deseo de complacerlo, estoy siendo cogida como una zorra porque me lo merezco por ser una niña buena. Sigue dándome duro sin detener sus embestidas, mi vagina chorrea parte de mis fluidos. Sus manos marcan mis nalgas y mi ser se entrega por completo a sus deseos. No tenía pensado detenerse, solo cogerme hasta dejarme rendida. Sacó su verga de mi conchita que palpitaba y la metió en mi culo de una sola embestida. Un grito desgarrador salió de mis labios pero casi al instante se transformó en placer. ¡Cuánto había deseado este momento! Se llevó la virginidad de mi culito con una embestida brutal, asi como antes se había llevado la virginidad de mi conchita. No me había autorizado a que tuviera un orgasmo, eso era demasiado difícil de aguantar, yo solo quería acabar para que viera lo mucho que disfrutaba ser su putita, su zafiro. Estaba casi al borde del colapso, hasta que oi su voz diciendo: “¡Ya puedes acabar pequeña puta!”. Esas palabras fueron para mi algo maravilloso, le entregué mi orgasmo a mi perverso Amo, gimiendo y retorciéndome de placer. Sus manos se posaron con más fuerzas en mis caderas y me la metía de manera salvaje, el bufaba como un animal en celo, disfrutando de mi culito que se había abierto por completo gracias a sus embestidas. Quedé sin fuerzas debido al placer, entonces dice: “Voy a acabar zorrita”. Me toma y me pone de rodillas, mete su verga en mi boca, dejando salir su tibio semen, inundándome por completo. ¡Su sabor es exquisito! Trago hasta el último chorro. Me levanta del cabello y me tira a la cama. Él sonríe complacido, yo lo miro con devoción. Es el hombre que se adueñó de cada espacio de mi cuerpo y me encanta su lujuria. “¿Ves lo que puedes conseguir si te portas bien putita?” –me dice. Yo agradezco tomando su mano y besándola. Me viste y dice: “Ahora puedes irte”. Me había follado hasta decir basta, estaba con el corazón en la boca y con la satisfacción de ser una buena puta para mi Amo.

Cuando ya estuve lista para salir, me besa tiernamente en los labios y dice: “Recuerda que eres mi puta y que estarás para mí cuando así lo requiera”. “Si mi Amo, así será” –le respondí con una sonrisa. Cuando llegó el Uber a buscarme, me fui en silencio pensando en todo lo que me había hecho y en lo especial que había vivido descubriendo el placer de la sumisión.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

 

3 comentarios:

  1. Waooo me encantó este relato uff cada detalle, cada orden siendo una verdadera puta y aflorando sentimientos encontrados delicioso.
    Como siempre Caballero exquisito relato

    ResponderBorrar
  2. Excelente y excitante relato. Me encantó. Algún día lo llevaré a cabo en un momento no muy lejano.
    Gracias por este relato 🥰😘

    ResponderBorrar
  3. Excelente relato. Gracias por compartir JOL

    ResponderBorrar