Entradas populares

jueves, 28 de diciembre de 2023

84. Atada, sometida y usada


Me presento, soy Aylen, chilena, actualmente de 22 años. Todo ocurrió  más o menos tres años atrás. A mis diecinueve era una chica muy indiferente, me importaban pocas cosas y me dejaba llevar mucho. En lo sexual era muy tranquila, apenas había tenido sexo un par de veces así que no era una experta ni nada por el estilo.

Damián, un tipo con el cual me llevaba bien, me invitó a su casa, supuestamente era una junta con unos amigos de él, “todo tranquilo” según me dijo. Yo siempre fui muy confiada pero igual en secreto invité a mi mejor amigo a que me acompañe, le dije que me daba flojera ir sola. Sin embargo, se negó y me dijo que también le daba flojera todo el viaje. El de verdad mentía, mi mejor amigo y Damián se conocían, a mi amigo le caía muy mal, yo me daba cuenta.

Damián la verdad no parecía muy fiable. Un tipo de 22 años que fumaba, con varios tatuajes y una actitud bastante desagradable por momentos. La realidad es que, yo me llevé bien con él porque siempre fui una chica antisocial y seria, aunque no fumaba ni tenía ningún tatuaje, y era muy casera, coincidimos en esa actitud, a Damián le caía bien mi forma de ser antisocial y seca. Finalmente le dije a mi mejor amigo: “Ya fue, no voy tampoco”. Pero le mentí, al final fui sola, le avisé a Damián que iría y ahí comienza todo.

Salí de mi casa a las 7 de la tarde. Llegué a lo de Damián a las 10 de la noche tras un viaje largo. Era una noche fría de invierno, mi outfit era una camiseta manga larga rosa, arriba un buzo (sweater) amarillo, leggins engomados negros, medias rosas y unas botitas negras. Por describirme levemente, mido 1,55 y soy pelirroja, mi piel es bastante blanca, sobre todo en invierno.

Damián me atendió, él tenía un jeans negro y una remera negra, me sorprendía que no tuviese frio, cuando llegué, me encontré con que había un solo amigo de él, un chico similar, alto como Damián, con tatuajes también y que me hacían sentir más bajita de lo que era. Me quedé un poco tímida porque me cuesta socializar y no sabía qué hacer en una especie de “fiesta”. Pero la fiesta nunca llegó, Damián me dijo que al final no viene nadie más. Quedé yo sola con esos dos, seguramente toda la noche, era muy tarde para viajar de vuelta a mi casa, me tenía que quedar ahí.

Como había alfombra al pasar el rato me quité las botas y me quedé en medias, fue un primer rato incómodo, ellos hablando cosas que entendían, invitándome bebida y yo tomando todo porque no sabía cómo distraerme. Voy a admitir que note que ambos me miraban bastante. En un momento comenzamos a jugar a las cartas y apostar con plata, el alcohol me dejó llevar, cuando me di cuenta había perdido toda la plata que tenía encima. Ellos ya me trataban con toda la confianza, me bromeaban. Para cuando ya no había nada que apostar, Damián me salió con una apuesta que me sorprendió. “Si ganas te quedas toda la plata que perdiste más la que tenemos nosotros, si pierdes hacemos todo lo que queremos contigo y tienes que hacer caso el resto de la noche” –dijo. Sin hacer ningún otro gesto me di cuenta que lo dijo en serio, el alcohol me hacía sentir más impulsiva y pensé que podría ganar si me ponía a jugar concentrada.

Era simple la apuesta, iba a jugar dos partidas de truco con cada uno de ellos, si le ganaba una sola a alguno de los dos, ya ganaría y me llevaba toda la plata, terminé aceptando. Me concentré, pero perdí todas las partidas. Lo primero que dije al perder fue: “Está bien, lo que quieran pero nada de cogerme”. Hasta hice un gesto con la mano como queriendo tapar mis partes íntimas, ellos se miraron entre sí y Damián me dijo que tenía otra idea así que no hay problema, lo primero que me hizo hacer fue tomar muchísimo alcohol, tanto que llegue a estar borracha y al ratito me quede dormida en el sillón, cuando desperté me di cuenta de algo. Intenté moverme y no podía, al momento me di cuenta que no veía nada, tenía los ojos tapados, estaba boca abajo sobre el sillón, pero tenía las manos atadas a la espalda y los pies atados en los tobillos, también noté que me habían sacado las medias, estaba descalza. Me intenté mover hasta que escucho a Damián que me pregunta: “¿Ya te despertaste?”. Entre la confusión le pregunto: “¿Qué pasa?”. A lo que él me responde: “Tranquila, vamos a respetar y no te vamos a coger ni la concha ni la cola, por eso estas vestida, pero tienes que cumplir la apuesta”. Casi unos segundos después, escuché al amigo de Damián detrás de mí que dice: “Damián, ¿empezamos?”.

No pasaron 10 segundos que casi al mismo tiempo sentí una lengua lamiéndome la planta de los pies, con los pies atados no podía hacer ningún movimiento casi, solo sentir una ligera cosquilla mientras él lamia. Al mismo tiempo sentí en mis mejillas refregarse algo, sin duda era la verga de Damián, la notaba larga, en un momento comenzó a refregarla por mis labios mientras el otro chico ya estaba chupando dedo por dedo de mis pies. Para colmo tiraba varios comentarios. “Que hermosas patitas tiene esta pendeja, blanquitas y con las uñas pintadas de negro” –decía mientras sentía como el tipo me lamia y chupaba los pies atados, al mismo tiempo que Damián refregaba su verga por mis labios, esperando que yo abra la boca, pero me demoraba en hacerlo hasta que me lo ordenó: “¡Dale nena, empieza a lamer!”. Solo tenía que sacar la lengua y lo hice. Empecé a lamer, me sentía tímida y muy torpe, encima teniendo los ojos vendados. Comencé a pensar en muchas cosas, en mi mejor amigo y como le desagradaba la idea de que venga a visitar a Damián. Por dentro me sentía algo culpable porque yo no fui esperando nada de eso, siempre había sido una chica muy tranquila, nunca estuve en una situación así, por lo que me deje llevar y me sentí sometida. 

Pensaba y pensaba, mi mejor amigo capaz tenía razón al desconfiar, yo estaba atada sometida por el tipo que mi amigo tanto me dijo que tenga cuidado. Estaba lamiendo su verga sin parar sin más opción. Después de un rato, sentí la verga del otro tipo refregándose por mis pies. El tiempo siguió pasando, me sentía cansada, en un pequeño descanso donde deje de lamer, pregunte cuánto tiempo había pasado. “Recién llegamos a la media hora nena” –dijo Damián. Un rato después, sentí que se movían, por las voces me di cuenta que ahora era Damián quien pasaba su verga por mis pies, me daba vergazos en la planta de los pies y me la refregaba por los dedos. Mientras tanto escuchaba al otro tipo delante de mí respirar profundo mientras yo seguía con mi tarea de lamer y solo lamer.

Al final escucho que el amigo de Damián dice: “Bueno, ya es hora Damián, ¿terminamos?”. A lo que Damián le dijo: “Sí, acaban de pasar dos horas, ya terminamos la previa, todavía falta bastante para que salga el sol Aylen, recuerda que es toda la noche” –dijo Damián.

Apenas terminaron esas dos horas de previa dichas por Damián, frenaron. Finalmente sentí que mi boca podía descansar un poco. Ya sentía una molestia en las muñecas y los tobillos por las sogas, no me dejaban mover para nada. “Bueno son las 02:30 de la madrugada, apuremos y aprovechemos que el sol sale muy tarde esta época” –dijo el amigo de Damián que se llamaba Agustín. Apenas termina de decir eso sentí una mano en la cabeza que me saca la venda de los ojos. Finalmente los veo a los dos enfrente  de mí con la verga parada, intenté girar la cabeza para verme a mí misma y me di cuenta que efectivamente, estaba sobre el mismo sillón grande que me dormí, acostada boca abajo. Me atreví a hablar y cuestionar todo: “¿Querías esto? ¿Siempre tuviste estas intenciones conmigo?” –le dije a Damián. “Obvio, si eres una pendeja hermosa, eso sí, nunca sonríes. Me encanta como eres mala onda, te haces la seca con todo el mundo. Es un sueño verte así de sometida, es todo un lujo tener una pendeja como tú así” –me responde. Yo no le dije nada a lo que escuché, pero bajé la mirada, especialmente por vergüenza. Es verdad, con mi actitud y el carácter fuerte que siempre tuve, era humillante para mí estar en esa situación.

Mientras se daba esa conversación empecé a sentir el frío en mis pies, movía ligeramente los dedos de las manos y los pies por la incomodidad y un poco el impulso de moverme, era invierno. Mi piel blanca era más pálida todavía con el frío. Agustín lo noto y me dijo: “Hay que entrar en calor me parece”. Damián se sumó y dijo: “Arranquemos con la noche entonces, ahora si puedes ver lo que te vas a comer nena”. Los dos me pusieron la verga durísima enfrente de la cara, yo no sé cómo me veía, pero mi expresión natural de seria y desinteresada seguramente se había borrado, estoy segura que me veía algo impresionada e intimidada. Después de todo, el efecto del alcohol se me había ido y caía que era la primera vez en mi vida que estaba en una situación así.

Como me quedé totalmente congelada aprovecharon a darme sin parar vergazos en la cara, algunos bastante fuertes, casi como una cachetada. En todo ese rato no me quejé para nada, con suerte hacía algún ruido de molestia, pero entendí que era mi responsabilidad haber caído en esa situación. “Bueno, viste que cumplimos, no te vamos a coger, pudimos armar varias ideas para pasarla bien en la noche, pero cumple tu parte igual, colabora y abre la boquita” –me dijo Damián. Mientras él me agarraba del pelo, me lo acariciaba, me pasaba la mano por la cara y esperaba que yo le haga caso, Agustín fue para atrás mío, se le notaba una respiración como si estuviese demasiado excitado, me di cuenta que con sus manos agarró mis dos pies atados e hizo un espacio metiendo su verga entre mis dos pies, ahí empezó a bombear. Estando atada no sabía que pensar, el tiempo era lentísimo, ahí caí que esa noche fue la primera vez que me crucé a uno de esos que tenían fetiche de pies y para colmo, yo era tan inexperta y poco interesada que no imaginaba ni sabía que era una práctica lo que Agustín hacía con mis pies, claro. Él se estaba pajeando con mis pies, era la primera vez que alguien hacía algo “sexual” con mis pies, y a la vez estaba enterándome que existía la “paja con los pies”. No pude pensar mucho en eso, mientras Agustín estaba bombeando sin parar en mis pies, Damián insistía en que abra la boca, yo tenía una mezcla de vergüenza y el sentirme humillada, dudaba de todo, hasta que me dio un cachetazo que aunque no fue tan fuerte. Sentí que me puso en mi lugar, caí en la apuesta que hice y en la posición que estaba. Lentamente abrí la boca y Damián no demoró en meterme la verga en la boca, era “grande” y “larga” o al menos para mí, que soy de boca chiquita, así que claramente no entró toda. “Chupa. Dale!” –me dice Damián en seco, mientras lo miro para arriba y él me mira fijamente con una mirada como si me despreciara.

Empecé a chupar, de manera torpe, esto era un desafío, no era solo pasar la lengua, tenía que chuparle la verga la verdad es que no tenía para nada experiencia en el asunto. Después de un par de minutos haciendo todo lento, Damián se percata y me la saca de la boca. “¿No sabes chupar? Espera, ¿nunca lo hiciste?” –me pregunta. Lo miro como asintiendo pero sin querer decir nada. Su expresión cambió y se vio sorprendido, pero a los segundos me doy cuenta que me mira con mucho más morbo. “No me imaginé que eras TAN santita, ¿no serás virgen no? Bueno, es el día perfecto para que aprendas bastantes cosas” –dice con morbo en sus ojos. Con su comentario me puse a pensar, no, justamente no soy virgen, al menos un año atrás había probado con un ex novio el sexo, todo vaginal y solo dos veces. Era mi única experiencia sexual hasta ese día, siempre ignoré muchísimo el sexo hasta ese momento, por eso cuando acepté el trato y dije que no me cojan, pensé en el sexo vaginal y anal. No pensé las alternativas. Por fuera me limitaba a decir “Si” o “No” o respuestas muy cortas, pero después del cachetazo me sentí verdaderamente sometida. Ahí empezó una secuencia “humillante” para mí, pero que a pesar de eso no me resistí en ningún momento.

Entre los dos empezaron a darme órdenes y enseñarme a chupar paso por paso. En un momento me tuvieron lamiéndoles los testículos para que me acostumbre, mientras lo lamía a uno, el otro iba atrás a refregar su verga en mis pies. No había tiempo, lo tenía que hacer hasta que los dos me “aprueben” y después seguir con otro paso, que era lamerle el tronco de la verga por todos lados. Yo era totalmente obediente, lamia y lamia, la verdad me estaba acostumbrando, era lo único que estuve haciendo la última hora y media. Atada de pies y manos, en casa ajena, casi que me sentía hipnotizada. “Ahora vas a probar chupar el glande” –dice Damián. Otro rato más “aprendiendo” paso a paso de como chupar una verga, sentía que era irreal lo que estaba viviendo, pero no por el desagrado, simplemente no me imaginé en una situación así jamás.

Una hora más pasó. Finalmente ellos dieron el visto bueno y “aprendí a chupar” pero me di cuenta de algo mirándolos. Estaban durísimos y aguantando demasiado. Por algo los últimos ratos entre cada “lección” que me daban descansaban un poco para “bajar” la excitación. Llegó el momento, me tomó por sorpresa. Agustín me dijo: “Saca la lengua y abrí la boca bien grande”. Yo hice caso, en el momento ni lo pensé, o no lo esperé tan de la nada. Los dos me apoyaron la punta de la verga en la lengua, la refregaron en mi lengua un par de segundos y se empezaron a masturbar, no pasaron ni 10 segundos que sentí de sorpresa como saltaba semen caliente en mi boca y labios, se escurría. No quise cerrar la boca por miedo a tragarlo, finalmente terminaron de acabar, tenía la boca chorreando semen y en la parte de mis labios también, estaba toda manchada. Finalmente cerré un poco la boca y comencé a escupirlo todo, un gusto “inexplicable” sentía en mi boca, definitivamente no podría decir que era algo rico, ni feo, pero sentía impresión. “No te olvides de limpiar, nena” –dijo Agustín mientras me acerca su verga algo manchada con semen en la punta y haciéndome dar algunas lamidas para que quede “limpia”. Damián  estaba en otro sillón tomando una cerveza, viendo mientras se reía de mí en un tono burlón.

Fue la primera vez que me acabaron en mi vida, la primera vez en la boca, y la primera de esa noche. “Creo que la nenita ha estado mucho tiempo amarrada, vamos a dejarla libre” –sugirió Damián. “Sí, ha resistido bien, ahora ya sabe lo que es bueno, así que no se irá hasta que salga el sol” –dijo Agustín mirándome con una sonrisa. Si había algo en que estaba de acuerdo con él era en que había aprendido para bien o para mal lo que era chupar verga y en cierta forma hasta disfrutarlo. Entre los dos me desataron, aliviando la presión de las cuerdas. Me quedé tumbada en el sofá intentando recomponerme y encontrar cierta lógica a lo que estaba viviendo. De pronto, Damián dice: “Esto es una fiesta. Aylen baila para nosotros”. Conecta el móvil al bluetooh del equipo de música y empieza a sonar “Stop” de Sam Brown. Me empecé a mover suavemente al ritmo de la música, ellos me miraban con lujuria jugando con sus vergas. Me empecé a excitar viéndolos, recorría mis senos con mis manos, a pesar del brasier podía sentir que mis pezones estaban duros. “Hagámoslo un poco más interesante” –dijo Agustín, yo seguía moviéndome sensualmente al ritmo de esa canción sin despegarles la vista, sus vergas estaban duras otra vez y ahora que ya había adquirido cierta experiencia quería tenerlas en la boca otra vez. “¿Qué propones?” –le pregunta Damián. “Aylen, ¡desnúdate!” –me ordena Agustín. Me quedé impávida, pero por alguna razón obedecí. Al ritmo de “Careless Whisper” de George Michael me empecé a quitar la ropa jugando con la sensualidad que sentía y el morbo de ellos al mirarme y masturbarse.

Cuando terminó la canción me puse de rodillas y abrí la boca, ellos entendieron la señal y se acercaron como dos lobos acechando a la presa, el primero en darme su verga fue Damián, se la empecé a chupar de la forma en que ellos me enseñaron, ahora no tenía ningún resquemor o vergüenza, si estaba ahí y había aceptado los términos de la apuesta lo usaría a mi favor para tener placer, total ellos habían obtenido bastante de mí y por qué no sacar algo de provecho. “¡Vaya si que aprendió rápido!” –le dice Agustín a Damián. “Ya sabe cómo hacerlo y lo hace de maravilla” –le dice Damián. Luego, Agustín mete su verga en mi boca, no les voy a mentir, me la tragué de una, sentí que me ahogaba queriendo aparentar pero me recuperé y ahora sí sentí que me llegó a la campanilla. Estaba fascinada, embobada y caliente. Más caliente me sentí cuando Damián acercó su verga a mi cara y la pasó desde mí frente a las mejillas, la tomé y lo empecé a masturbar. “Mira, lo sucia que salió la nenita” –dice Agustín con una sonrisa. Aunque en ambos había una cara de placer que los hacia ver como lobos hambrientos. Ellos habían prometido que me iban a coger y hasta el momento a pesar de la calentura estaban cumpliendo su palabra pero yo quería que la rompieran en cualquier momento y me cogieran en la alfombra de la sala. No sé pero me pareció que Damián hubiese leído mis pensamientos y me dijo: “Lastima que hayamos prometido no cogerte”. Sentí el impulso de responderle que lo hicieran, ya habían conseguido lo que querían y creo que cogerme seria para ellos la cereza del pastel, pero quería ver hasta donde serían capaces de cumplir su promesa.

Dejé de chupárselas por un momento y me puse de pie, ellos dieron un par de pasos atrás y seguí bailando sensual para ellos al ritmo de “Crazy” de Aerosmith. Me fui al sillón en donde había estado atada y me recosté sin dejar de mirarlos, abrí las piernas y deslicé mis manos desde mis tetas a mi vagina, estaba endemoniadamente húmeda, ni la primera vez con mi ex novio me mojé tanto como esa madrugada. Por la música que sonaba imaginaba que estaba en un topless y que ellos eran mi público y había que deleitarlos. Def Leppard empezó a sonar, los acordes de “Striptease” me hicieron sentir como Demi Moore en su película de antaño. Sabía que tenía su atención y también sus ganas, aunque yo también sentía esas ganas de ser follada por ellos. Mis dedos pasaban por encima de mi vagina y me estremecía, hace meses que no me tocaba, pero era primera vez que lo hacía con público presente. Comencé a gemir de placer al pasar mis dedos por mi vagina, sin darme cuenta estaba con los labios abiertos y masajeándome el clítoris con intensidad. Se acercaron y Damián se puso entre mis piernas para lamer mi vagina, sentir el roce de su lengua me arrancó un estrepitoso gemido, mientras Agustín me metió su verga en mi boca. Estaba presa del placer y la lujuria, estaba siendo usada de una forma que jamás pensé ocurriría. Como mi experiencia sexual era escasa, todo lo que estaba viviendo en ese momento era nuevo, lujurioso y morboso; me gustaba esa maldita sensación de placer que hacía estremecer todo mi cuerpo.

Fue la primera vez en esa noche en que estaba cerca de un orgasmo, ellos no se detendrían hasta que lograran hacerme acabar, por lo que Damián siguió con su lengua pegada en mi clítoris mientras me penetraba con sus dedos y por su parte Agustín me follaba la boca con su verga. En medio de esa candente escena mi cuerpo empezó a temblar de manera involuntaria, mi respiración se agitaba, un brutal orgasmo se estaba posesionando de mi ser, al límite de hacer que mis fluidos tibios se desbordaran y dejándome al borde del colapso. Sin duda estaba disfrutando ese momento, pero aun a pesar de mis claras señales ellos seguían aferrados a esa estúpida promesa que esperaba rompieran. No sé cuánto tiempo había pasado en mi mente estaba ser usada por ellos.

Tomé a Damián de su cara antes que se pusiera de pie y le pregunté: “¿Cuánto tiempo tengo que esperar para que me cojan? ¿Su idea era solo divertirse teniéndome inmóvil?”. Él sonrió con una perversión que jamás había visto y contestó: “¡Vaya, si qué saliste zorra!”. Miró a Agustín y le dijo: “¿Nos cogemos a la zorra?”. Obviamente su amigo respondió afirmativamente. Damián se tumbó sobre la alfombra y dijo: “¡Móntame Aylen!”.  Obediente me puse en horcajadas sobre él, su verga no tuvo problemas para entrar en mi vagina por lo mojada que estaba. Empecé a moverme suavemente con mis manos apoyadas en su pecho, gimiendo y jadeando de placer. Siento como Agustín desliza sus manos por mis hombros y baja por mi espalda, estoy temblando, mi corazón se acelera y mi respiración se agita mucho más. Sus manos recorren mis nalgas que se meneaban hipnóticas invitándolo a la perversión, me desliza hacia adelante dejándole ver como mi conchita se devora la verga de su amigo; después de unos minutos siento como sus dedos buscan mi agujero. Volví a estremecerme cuando uno de sus dedos buscaba entrar en mi agujero, la sensación era un poco dolorosa pero excitante, creo que mojó sus dedos con saliva, ya que sentí mi ano húmedo y su dedo entró con cierta facilidad, poco experimentada puedo ser pero no soy tonta, está preparando mi culo para meterme su verga. “Si lo vas a hacer, hazlo de una vez” –le grité desafiante. Él acomodó su glande en la entrada de mi culo y de un empujón lo hizo entrar. “¡Ah, Dios mío! ¡Hijo de puta!” –le dije con un grito que salió de lo más profundo de mi ser. Sus fuertes manos se aferraron de mis caderas y me embistió con fuerza, su verga entró por completo causándome un fuerte dolor pero mi calentura era tanta que solo di un grito y Agustín me embestía con brutalidad mientras mi concha se devoraba la verga de Damián.

Mis gemidos eran intensos, olas de placer golpeaban mi cuerpo, era la primera vez que mi vagina y culo eran usados a la vez, ese placer se movía como una corriente eléctrica por cada espacio de mi cuerpo. Notaba como el sudor corría por mi frente y los chicos no hacían más que disfrutar de mis agujeros a destajo. El placer era tanto que temblaba o me convulsionaba, no podría definirlo de alguna forma, pero obviamente mi cuerpo no era indiferente a los estímulos que recibían mis agujeros. Poco me iba encaminando al orgasmo, aunque creo que ya había acabado en varias oportunidades pero esta vez sería mucho más intenso, ya que podía sentir que eran mis últimas fuerzas. Mi mente obnubilada de lujuria me hacía delirar al sentir esa forma siniestra en la que estaba siendo cogida, hasta que mi culo y vagina palpitaban al unísono arrancándome gemidos espasmódicos hasta que un grito de placer salió de mis labios con intensidad. Intentaba no temblar pero mi cuerpo no obedecía a las órdenes de mi cerebro, solo el placer reinaba en ese momento, el que se intensificó más al sentir cuando Damián y Agustín acabaron casi a la vez, descargando su semen mis agujeros, lo que fue magnifico. Rendida caí sobre Damián, quien sonrió con satisfacción dibujada en el rostro.

Simplemente no podía más, mi culo y vagina rebosaban de semen; estaba adolorida y cansada, los chicos me dejaron dormir en la alfombra mientras las horas avanzaban. Cuando los primero rayos sol se colaban por la cortina de la sala Damián me despertó. “Ya amaneció Aylen, te puedes ir si así lo deseas” –me dijo. Aún estaba adolorida, como pude me puse en pie, fui al baño a orinar y a darme una ducha. Me vestí y les dije a los muchachos que lo había pasado de maravilla, les agradecí por enseñarme a chupar verga y por la cogida que me habían entregado. Después de esa noche dejé de ser displicente y me hice un poco más sociable. Ahora, que ya han pasado algunos años me digo a mí misma que valió la pena ir a esa “fiesta” ya que mi perspectiva sexual cambió abismalmente.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

4 comentarios:

  1. Exquisito que te enseñen a chupar verga. Además rendirse al placer y ser cogida por dos hombres es excitante.
    Excelente relato 😏🔥

    ResponderBorrar
  2. Increíble ser cogida así por dos hombres que rico y estar disfrutando de ese placer intenso delicioso
    Como siempre Caballero exquisito relato

    ResponderBorrar
  3. Exelente Señor una lectura digna de una imaginación plasentera

    ResponderBorrar
  4. Que rica sensación de tener dos vergas a disposición y quedar agotada de esa manera tan lujuriosa. Gracias por compartir JOL

    ResponderBorrar