Entradas populares

viernes, 22 de diciembre de 2023

82. La supervisora de obras


Me llamo Paola, tengo 36 años, 1.68 de estatura, chilena. Soy soltera, de piel morena clara y mi cuerpo, como digo: Apetecible. Estudié la carrera de Arquitectura en la Universidad Católica. Actualmente trabajo en una empresa de construcción dónde me desempeño como supervisora de las obras dentro de Santiago. Me gusta mucho trabajo.

Esto me pasó hace un par de meses, por cuestiones de trabajo rompí con mi novio, ya que casi no tenía tiempo para mantener la relación y se volvió insostenible. Pero vamos a lo que vinieron: Leer lo que alimente su morbo.

Hace un par de meses mis jefes me mandaron a una obra para hacer mi trabajo. Ya que el supervisor titular se tomaría unos días de vacaciones y debía reemplazarlo. Esta obra estaba ubicada en Viña del Mar, una ciudad costera y turística. A pesar de estar relativamente cerca de Santiago, m3 debía presentar lo más rápido posible. Así que al otro día me levanté temprano, tomé una ducha, comí algo rápido y preparé mi maleta con lo necesario; subí a mi camioneta y me fui. Cuando iba manejando comencé a sentir un poco de calor y conforme me acercaba más a mi destino, el calor se me hacía insoportable, tanto que sudaba mucho, me sentía incomoda. Salí de la carretera, me adentré en un pequeño camino y al avanzar unos metros me pasé a parte de atrás de la camioneta. Saqué de mi maleta algo más cómodo y ligero para intentar calmar el calor. A pesar de ser zona costera el lugar al que iba, el calor era intenso, por primera vez los del clima habían acertado en su pronóstico de intensas olas de calor y para mi mala suerte me tuvo que tocar a mí. Me quité las botas, las medias y los pantalones; me puse una falda de jeans que me quedaba un poco más arriba de la rodilla, unas sandalias cómodas y una blusa ligera y escotada. Cuando terminé de cambiarme, tomé el volante y seguí manejando. A unos 10 KM había una estación de servicio, me bajé a comprar una botella de agua mineral para acompañar el viaje y así pelear contra el calor, pero era demasiado, tanto que subí el aire acondicionado, aunque no ayudaba mucho. Empezaba a sudar de mis pies, piernas e incluso en mi entrepierna, también mis pechos y el sudor corría por mi frente. Incliné un poco las salidas del aire hacia abajo, sentía como corría el aire por mis piernas, no pensé más y abrí mis piernas para que el aire refrescara igualmente mi vagina. ¡Se sentía refrescante!

Cuando llegué al sitio de la obra, rápidamente me fui a un conteiner en el que tenía todas las comodidades, aire acondicionado, baño y ducha. Obviamente, lo primero que hice fue quitarme la ropa sudada y meterme a la ducha, sentir el agua fría fue todo un alivio. Me iba a poner la misma ropa con la que salí pero mi brasier y mi tanga estaban húmedos por el sudor, así que me puse una blusa sin brasier y tanga. Tomé mi casco y salí a dar un recorrido para ver cómo iban los trabajos.

Me dirigí a la caseta de seguridad, donde estaba don Pablo, un caballero un tanto mayor, es guardia y le pedí de favor que me acompañara a dar el recorrido por el edificio. Amablemente me contestó: ¡Cómo no señorita! A usted la conozco de hace tiempo, en otra obra. No puedo decirle que no, ya que siempre ha sido una niña muy educada”. Respondí: “Pensé que ya no se acordaba de mí don Pablo”. “¿Cómo piensa eso? Las personas educadas son difíciles de olvidar” –me dice con una sonrisa. Comenzamos a caminar por el lugar, mientras avanzábamos empecé a sudar otra vez, don Pablo lo notó y me dijo: “¡Ese sudor se le quitará a medida que pasen los días y se acostumbre señorita!”. “Espero que sea pronto don Pablo, la verdad es como estar en un sauna” –le respondí. En cada paso que daba sentía como la costura del pantalón rosaba mis labios vaginales y los abría, yo estaba segura que sí seguía con ese recorrido me mojaría y se notaría en mi pantalón. Le dije a don Pablo: “Creo que hasta aquí dejamos el recorrido. ¿Más tarde me puede acompañar para terminarlo?”. “¡Claro que sí, usted me avisa! De todas formas en encontrará en la caseta” –me responde con cordialidad. “Muchas gracias, es usted muy amable” –le dije con una sonrisa.

Me dirigí al conteiner para llenar unos formularios y esperar a que se fueran a comer los obreros. Me quité la ropa sudada y mi vagina estaba húmeda por los fluidos que habían salido, tomé un poco con los dedos y lo olí, parecía ser fluido de excitación, como cuando estoy caliente y quiero tener sexo. Me metí a la ducha otra vez para refrescarme un poco y así calmar mis hormonas. Seguí llenando los formularios y antes de que las labores terminaran fui donde don Pablo para termináramos el recorrido. La jornada laboral terminó y me fui al hotel que la compañía tenía convenios, ya que volver manejando a Santiago todos los días resultaría agotador y caro por la gasolina.

Los días pasaban y la humedad en mi vagina ya se había convertido en un puto problema, ya que me pasaba cada vez que dada mis recorridos a mediodía. La sensación era recurrente, estuve así como dos semanas, tanto que llegó el día que me excitaba por la sensación que tenia del calor, mi fluido vaginal cada vez se hacía notar, hasta que un día esperando la hora del almuerzo de los obreros me encerré en el conteiner, me quité la ropa pero no para ir a la ducha, sino para masturbarme, me acariciaba los pechos, las nalgas, mis muslos impregnados por mis fluidos. Me recorté en el sillón que tenía, abrí las piernas y empecé a frotar mi vagina mojada. Con la otra mano frotaba mi culo. Mis manos estaban impregnadas por mis olores, las olí con perversión, me sentía en la gloria, hacerlo me calentó mucho más, abrí mis labios vaginales y me penetré con mis dedos de manera salvaje. Era un momento delicioso y lujurioso, pero me cortó la inspiración el maldito tiempo, ya que pronto terminaría la hora de comer y los obreros volverían a sus funciones. Me vestí rápidamente para que nadie sospechara nada, solo quería esperar que la puta hora pasara y volver al hotel para terminar lo que había empezado.

Al fin el tiempo había pasado, esperé a que se fueran todos, solo quedaba don Pablo, pero él no iba a mi conteiner, ya que se dedicaba a ver televisión mientras terminaba su turno. Cuando todos se fueron me desvestí, ya que las ganas eran demasiadas. Seguí masturbándome, tomé una estaca de plástico que usamos para clavar como referencia de una medida, le coloqué un condón, ya saben por alguna infección. Me la metí lentamente, me hizo gemir de inmediato, me penetré frenética pero no agunté demasiado, tuve un exquisito orgasmo pero la sensación de calentura no se me quitaba. Seguí metiéndomela hasta que llegó un orgasmo más intenso que el primero que me hizo orinar de placer. Solamente asi se calmó un poco mi calentura, me di un baño y me vestí. Al estar en el sofá me ganó el cansancio y me quedé dormida. Cuando desperté ya era de noche, se había hecho el cambio de guardia, por lo que rápidamente me fui a mi camioneta para regresar al hotel.

Ya había pasado una semana y a diario me masturbaba, sentía que ya no era algo normal. Las últimas veces que me masturbaba buscaba videos porno en la computadora, creo que ya era demasiado. Cuando llegó un fin de semana salí a recorrer la cuidad, aunque ya había estado antes de vacaciones, siempre Viña del Mar sorprende con algo nuevo. Entré a un pub y pedí una cerveza. Escuchaba la música, pedí otra cerveza. Cuando salí del pub seguí recorriendo las calles del centro, vi que había un sexshop, me paré en la vitrina, me daba vergüenza entrar, estaba en la disyuntiva de entrar o no cuando, las dos cervezas que había bebido me dieron la valentía de abrir la puerta y entrar. Era algo nuevo de ver y conocer para mí, por suerte atendía una mujer madura, al verme me dice: “¡Hola Muchacha! Si necesitas ver algo en especial me avisas”. “Muchas gracias” –le respondí. Mientras dada vueltas por los pasillos podía ver una infinidad de películas porno, de todas las categorías, en otro pasillo había muchos juguetes sexuales y en otro, todo tipo de lencería. Con un poco de vergüenza miraba la lencería y me vino a la mente que en uno de los videos que había visto, la chica usaba unos ligueros y tangas que eran iguales a los que estaban exhibidos. Tomé un liguero rojo y uno negro, las tangas eran demasiado pequeñas y abiertas, de igual forma tomé dos de los mismos colores que los ligueros. La señora vio que los había tomado, se acercó y me dijo: “Se te verán muy bien. ¡Tienes un bonito cuerpo!”. Solo atiné a darle las gracias. “En el pasillo de juguetes están los dildos y los consoladores” –me dijo. “Ok, gracias, iré a ver” –le respondí. Me dirigí a ver los consoladores y para mi sorpresa, había de todos los tamaños y formas. Tomé uno anal y otro con vibrador y otro un poco más grande, como de 30 centímetros también con vibrador.  Me dirigí a pagar y la señora me dijo: “Creo que a tu pareja le gustará lo que has comprado y mucho más al vértelo puesto y usándolo”.  Solo respondí: “Tiene mucha razón”. Salí de la tienda con las bolsas negras y sin logos. Pensaba: “Ahora solo me faltan los tacones para usar los ligueros”. Me fui al mall y vi los modelos de zapatos en las tiendas, no tardé mucho y entré a una, compré dos pares de tacones de correa, los mismos colores que las prendas que llevaba en la bolsa.

En vez de irme a mi hotel, me fui a la obra. Al verme don Pablo me preguntó: “¿Qué hace aquí señorita? En vez de estar en la playa”. “Pues, ya ve, siempre hay algo pendiente y no quiero pasar todo el lunes metida en el conteiner, por eso aproveché de venir. Le prometo que no tardaré mucho” –le dije. “Ese no es problema señorita” –dice don Pablo de forma cordial. Abrió el portón y entré con mi camioneta. Rápidamente me fui a mi conteiner, casi de manera automática me empecé a desnudar y me puse la lencería que había comprado, era algo excitante ver en el espejo como me quedaba el liguero rojo. Creo que la señora del sexshop tiene razón, tengo un bonito cuerpo. Me puse la tanga, era diminuta, tanto que partía mi vagina en dos; la sensación era excitante. Poco a poco me empecé a mojar, saqué los juguetes de la bolsa, prendí el computador, acerqué la silla y me puse a buscar unos videos porno. Me senté para ver los videos y me calenté demasiado. El juguete anal fue el primero en entrar en acción, abrí un poco las piernas y lo froté en mi culito que poco a poco se dilataba, saqué el vibrador y lo empecé a frotar en vagina más que húmeda. No aguanté más y me metí el consolador en mi culito hambriento y deseoso. Era tan deliciosa la sensación, tomé el otro con la vibración al máximo y me lo metí en mi conchita. Movía mis caderas para sentir la presión del que estaba en mi culo, mientras metía y sacaba el otro en mi vagina, sentía como mi culo disfrutaba y mis tetas se mecían al ritmo de mis movimientos. “¡Ah, soy una puta!” –decía entre gemidos. Mi cuerpo empezó a sentir como venía un exquisito orgasmo. Gemía y me penetraba, que a los pocos minutos ya estaba siendo presa de un intenso orgasmo, tanto que al sacar el vibrador de mi conchita, mis fluidos salieron expulsados dejando empapado el piso del conteiner.  Después de ese extenuante orgasmo busqué otros videos, de repente vi uno de un perro que se estaba cogiendo a una mujer. Al principio era algo extraño, pero me entró la curiosidad y lo vi completo. Podía ver como el perro con su enorme verga se la cogía de forma salvaje y a la mujer parecía gustarle, ya que los alaridos de placer de la mujer eran estridentes. Nuevamente me calenté de al ver esa escena y como tenia aun el consolador en mi ano empecé a mover mi cadera mientras con la otra mano estimulaba mi clítoris. Esa sensación de placer recorrió mi cuerpo, jadeaba y gemía descontrolada, menos mal que la caseta de don Pablo no estaba cerca, porque me hubiera escuchado como una puta. Veía como el perro estaba quieto con su verga metida por completo en la vagina de esa esa mujer, la escena me parecía tan excitante que no paraba de moverme y estimular mi clítoris, aguantando las ganas de acabar. Justamente cuando vi que la verga del perro salía de la hinchada concha de la mujer y el semen le resbalaba, tuve un intenso orgasmo que me hizo perderme, mis fluidos otra vez salieron expulsados, fue tan intenso que mis piernas temblaban. Ya había pasado un par de horas y debía volver a hotel, fui a la caseta y le dije que me retiraba, muy amablemente abrió el portón para sacar mi camioneta. Antes de salir le dije que probablemente mañana volvería ya que debía ver unos informes sobre el material que se había ocupado y si era necesario pedir más. Él dijo que no había problemas, a la hora que decidiera ir él estaría para ayudarme en lo que fuera necesario.

Domingo por la mañana llegué a la obra, al verme don Pablo abrió el portón, fui a dejar mis cosas al conteiner y después fui a buscar a don Pablo para que me diera un informe de los materiales de la obra. Me dijo: “señorita tengo todo listo en mi caseta, pero quería pedirle permiso para salir, mi esposa que necesita que le ayude a buscar una documentación que mañana va a llevar para firmar en la notaria y no se recuerda donde la dejó”. “¿Va a demorar mucho?” –le pregunté. “No creo que sea más de un par de horas, si quiere puede pedir que me las descuenten” –me responde. “Claro, vaya con cuidado. No se preocupe, no irán a descuento, usted ha sido buena persona conmigo. Solo después de recibir el camión de materiales que está en la puerta se puede ir” –le dije. “Claro que sí señorita. Muchas gracias señorita” –dijo él.

Don Pablo salió a recibir el material y yo me quedé en la bodega. De pronto, escuché un ruido; me asusté un poco pero fui a ver lo que sucedía, ya que no había nadie conmigo. Para mi sorpresa, había un perro encadenado, parecía ser agresivo, ya que era grande y con cara de no muy buen amigo. Me acerqué para ver unas notas y el perro comenzó a juguetear, me acerqué un poco más y parecía reconocer los aromas de una hembra en celo, ya que su verga empezó a asomarse poco a poco. En ese momento me acordé del video que había visto el día anterior e imaginé ser esa mujer cogida por ese perro salvajemente, tanto que me excité y me mojé. El perro parecía oler mi excitación y empezó a inquietarse más. En ese momento entró don Pablo y me dijo: “¡Creo que usted le agrada a pancho, ni siquiera le ladró, solo le chilla porque quiere que lo acaricie”. “Pensé que era bravo, por eso no me había acercado más, pero se ve que es un buen muchacho” –le dije. “No se crea, es bien bravo, por eso lo mantenemos encadenado, solo lo suelto cuando ya no hay nadie para que me acompañé a hacer las rondas” –me dice él. “¡Ya veo! Pero parece estar contento” –le digo. “Así parece señorita. Disculpe, vine a avisarle que ya recibí el material y voy saliendo” –me dice con una sonrisa.

Me acerqué al perro para acariciarlo, pero él se pegó a mi entrepierna para olfatearme. Eso me excitó demasiado y empecé a imaginar muchas cosas. Antes de salir don Pablo me dijo: “Si quiere suelto a pancho para que la acompañe y así se siente segura. No creo que pase nada en la obra pero así también salgo tranquilo ya que usted estará bien”. Ni siquiera pensé, solo respondí: Creo que sí don Pablo, sería mejor así”. Don Pablo lo soltó y se fue a su asunto. “¡Ay panchito, me tienes tan caliente!” –le dije como si pudiera entenderme. Después que terminé de ver los informes, salí a dar una vuelta por la silenciosa construcción, pancho salió detrás de mí y de vez en cuando pegaba su hocico en mi culo. No podía contener mi calentura, mi vagina escurría. Me llevé a pancho al conteiner, le di agua y un poco de comida que había llevado para mí. Después que comió y bebió le dije: “¡Ahora panchito te vas a comer el postre!”. Me desvestí sin pensar nada, mi vagina estaba muy mojada, mi culo se dilataba; estaba muy excitada, pancho parecía saber que íbamos a hacer. Se inquietó más, yo estaba excitada por la situación, era la primera vez que cogería con un perro y eso le daba más morbo a la experiencia. Me senté en mi silla y abrí un poco las piernas, como un tornado el perro se abalanzó a mi vagina para olfatearla, la empezó a lamer, era algo nuevo pero demasiado excitante. Apretaba mis tetas con lujuria al sentir como esa larga lengua recorría mi concha mi culo por completo. “¡Oh, sí! ¡Es demasiado rico!” –decía gimiendo. Mis pezones estaban tan duros que los pellizcaba y retorcía aumentando mi calentura. Me sentía en las nubes a causa de tan intenso placer que esa lengua me estaba dando.

Mi excitación era tanta que ya quería que me la metiera, quería sentirlo dentro de mi concha, me puse de pie y el perro se paró en dos patas y me quiso sujetar por la cintura. Pude sentir en mi pierna como algo mojado chocó, incliné la cabeza y era su verga que intentaba buscar algunos de mis calientes orificios para cogerme, así que le correspondí. Me puse en cuatro y paré mi culito, pancho enseguida se subió tomándome de la cintura, empezó con sus movimientos para meter su verga y cogerme pero no le atinaba.  Mojé mis dedos con saliva y mojé más mi vagina, el perro me montó otra vez y le dije: “Parece que necesitas ayuda”. Tomé su verga que había crecido considerablemente y la acomodé en la entrada de mi vagina. Quería que me la metiera ya, estaba tan mojada, deseosa por sentirlo, su verga se resbalaba y sentí como de golpe se metió en mi culo. “¡Ah, hijo de puta! ¡Cógeme hermoso! ¡Dame esa verga y rompe mi culito!” –le decía mientras él me la metía descontrolado. “¡Eso panchito, disfruta de mi culo! ¡Ah, dame con más fuerza!” –le decía. Realmente estaba descontrolada disfrutando de cómo me cogía el perro.  Estaba a su merced, el perro me estaba cogiendo ferozmente como en el video y yo estaba borracha de placer. De pronto, sentí como que algo más se metía en un culo, como si fuera una pelota de tenis o similar, mi culo se dilató al máximo para permitirle la entrada y yo solté un alarido de placer. Intentaba girarse, sentir esa verga completa moviéndose a la posición que él quería me tenía en éxtasis, hasta que lo consiguió y quedamos pegados culo con culo. Era tan exquisito sentirme así, como una perra satisfaciendo a su macho. No sé cuánto tiempo llevábamos así, solo sabía que había tenido varios orgasmos. Sentí como su semen se empezó a descargar en mi culo, eran enormes chorros de semen, hasta que su verga salió por completo de mi culo y caí al piso exhausta. “¡Ay panchito, me cogiste rico!” –le dije casi sin poder respirar. Él se lamió para asearse, luego lamió mi culo y mi vagina.

Pancho otra vez se puso detrás de mí pero como estaba desplomada en el suelo, empujaba con el hocico como si quisiera que me pusiera en cuatro otra vez, así que obedecí, me puse en cuatro y paré mi culito. Me sujetó otra vez por la cintura y empezó a moverse, esta vez de un solo golpe metió su verga en mi vagina. ¡Qué rico se sintió! Empecé a gemir y a pedirle que me cogiera como a una perra, estaba disfrutando mucho su verga que me hacía estremecer por completo. Estaba tan caliente que no di cuenta que la puerta del conteiner se abrió, solo escuché la voz de don Pablo que dijo: “¡Se nota que lo está pasando bien!”. Me quedé petrificada, había sido descubierta cogiendo con un perro. Por un momento quise soltarme pero pancho ya estaba enganchado a mi concha. Don Pablo se quedó mirándome de frente a mí. Bajó el cierre de su pantalón y empezó a masturbarse. “Jamás pensé que la tendría así señorita” –me dice. Lejos de cohibirme, me calentó verlo como deslizaba su mano por la verga que estaba poniendo dura. Se acercó, levanté mi cabeza, sabía lo que él quería y sin pensarlo me la metí en la boca. Se la empecé a chupar como toda una puta deseosa, don Pablo gimió de placer. “Sí que sabe hacerlo bien, señorita” –me dice. Nunca me hubiera imaginado estar chupando la verga de don Pablo, pero la verdad es que me encantaba estar así, complaciendo a dos machos. El perro acabó dentro de mi conchita, cuando su verga salió sentí escurrir su semen una vez más por mis piernas. Me había cogido como nunca nadie lo había hecho. Casi sin fuerzas me puse en cuclillas para seguir devorándole la verga a don Pablo. “Lo hace tan rico como mi esposa” –me dice. Yo seguí con mi boca soldada a esa verga que palpitaba. “Le pedí permiso para ir a mi casa para coger con mi mujer, siempre al buey viejo le sienta bien el pasto tierno” –me dice.

Me coloca de pie y me dice: “Ahora es mi turno”. “¡Sí cójame por favor!” –le dije. Hace que me suba a mi escritorio y separa mis piernas, de una certera embestida me la mete en mi conchita que estaba llena del semen de pancho. Eran tan brutal como lo era pancho, me cogía con fuerza, me la metía hasta que sentía que sus testículos chocaban con mis nalgas. Nunca esperé que el fin de semana fuera tan intenso y perverso. Su verga se sentía exquisita en mi concha que chapoteaba entre la mezcla se semen de pancho y mis fluidos. No sabía cuanto más iba a resistir, mi vagina palpitaba al ritmo frenético de las embestidas de don Pablo. “¡Siga, no pare!” –le decía mientras me pellizcaba los pezones. Cerré los ojos y me dejé llevar por un intenso orgasmo. Al verme acabar don pablo me dice: “¡Tiene una hermosa cara de puta!”. Cuando sintió que estaba a punto de eyacular me lleva al piso y mete su verga en mi boca, llenándola de su tibio semen que degusté con placer.

Mi culo, mi vagina y mi boca estaban llenos de semen. Me sentía como una puta, pero no tenia remordimientos por lo vivido. Al contrario fue una puerta que se abrió a un mundo lleno de placer. Me puse de pie con las piernas temblorosas y escurriendo el semen de pancho. Me vestí como pude y me tendí en el sillón. Don Pablo se llevó a pancho de vuelta a la bodega. Salí del conteiner y le dije a don Pablo: “Espero podamos repetirlo pronto”. Él sonrió y dijo: “Siempre que usted quiera”.

Desde ese día pasábamos los fines de semana en la obra cogiendo con esos dos machos que me satisfacían de la manera más perversa que puedan imaginar, me iba siempre al hotel con el culo y la vagina con el semen de esos dos perversos amantes. Lo mejor de todo es que mi estadía se extendió por más tiempo, ya que a la empresa le gustaba la forma en que había podido manejar los asuntos de la construcción, así que me quedé hasta el final de la obra y no había fin de semana que no tuviera un trio exquisitamente lujurioso con don Pablo y pancho.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

3 comentarios:

  1. Waoo cuanta exitacion, en su relato hace que la imaginación vuele me encantó mucho mirar cada línea escrita.
    Como siempre Caballero exquisito relato

    ResponderBorrar
  2. Que loco el morbo lleva a encontrar el placer a costa de lo que sea.

    ResponderBorrar
  3. Excelente relato, gracias por compartir JOL

    ResponderBorrar