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sábado, 16 de diciembre de 2023

80. Paseando por la ciudad

 

Era nuevo en la ciudad y quedé con unos amigos después de la universidad para conocer el centro, yo había llegado a la hora pero me cancelaron, ahí estaba solo y aburrido. Como dije al ser nuevo iba visitando de tienda en tienda y caminando sin idea de dónde podía llegar, era joven pero no tanto como para perderme, así con el calor de la tarde entre a una tienda por algo de tomar, compré y salí, me senté en una banca que estaba cerca y mientras bebía me fijaba en todos los que paseaban por ahí, era gente común y corriente nada que destacar, mis pensamientos se vieron interrumpidos por una voz que se dirigía a mí.  “Hola, ¿está ocupado?” –me dijo la sensual voz. Me descoloqué un poco, pero mi mejor respuesta fue: “¿Eh?”. “Preguntaba si me podía sentar” –habló otra vez. Esta vez ya más seguro, me voltee para ver quién era la dueña de esa excitante voz, entonces respondí: “Ah, claro, claro. No hay problema”. “Gracias, es que estoy algo cansada y el calor no ayuda” –dijo con una sonrisa amable. “No te preocupes, no vengo con nadie” –le respondí. “¿Estás solo? ¿Qué haces aquí?” –me preguntó. “Nada en particular, quedé con unos amigos pero no pudieron venir” –respondí con más confianza. “¡Qué lástima! ¿Entonces has de estar aburrido?” –indagó. “Pues, ahora que lo mencionas sí, estoy algo aburrido, verás no soy de aquí y no sé a dónde ir para divertirme” –contesté. “Así que buscas diversión. Te puedo hacer compañía por un rato, ahora no estoy ocupada y nos podemos ir a un lugar que conozco” –dijo con amabilidad. “¿En serio?” –pregunté. “¡Claro! Además, te aprovecho de mostrar la ciudad” –respondió ella. “A propósito, ¿cómo te llamas?” –le pregunté. “Jenny, ¿Y tú?” –dijo con una sonrisa. “Daniel. Mucho gusto” –respondí. “Igualmente, Daniel” –dijo ella.

Aquella chica de nombre Jenny me había sorprendido, si no me fallaban los cálculos tendría unos años más que yo y la verdad me había gustado, llevaba unos pantalones de mezclilla ajustados, era muy delgada, pero se le marcaba un buen trasero, pequeño y parado, además llevaba una blusa corta, se veía su ombligo perforado y tenía una linda cara, su sonrisa era grande, además tenía el cabello largo y lacio. Caminamos por un rato, no hablamos mucho, tan solo me llevaba de la mano, atravesamos calles y una avenida, hasta que se detuvo un instante, estaba enfrente de un edificio color blanco, con un cartel de letras rojas, “Motel”. Me le quedé viendo con una cara de intriga y ella me sonrió. “¿No querías un poco de diversión?” –me preguntó. “Sí, eso creo, pero nunca pensé que te referías a este tipo de diversión” –le respondí. “¿En serio? Sé que eres nuevo en la ciudad pero veo que eres bastante despistado” –dijo con una sonrisa. “Bueno, la verdad, sí, un poco” –le dije. “Mira no te preocupes, no te culpo por no darte cuenta de que estabas en el barrio rojo, casi todo el centro lo es” –me dijo con una sonrisa. “Espera ¿Qué?” –le dije sorprendido. “Vaya si eres despistado” –dijo con una sonrisa algo siniestra. “Sí, no lo niego, pero bueno ya estamos aquí” –le dije.  “Mira te digo los precios y ya decides. Como eres nuevo quiero que tengas una rica experiencia, 50.000 la hora, las relaciones que aguantes, besitos y caricias, si quieres algo extra. Bueno, mira te regalo el oral, pero ya por el culito te cobraría 45.000 más ¿Qué dices?” –dijo ella. “Bueno, pues ya estamos aquí y así no pierdo la salida” –le dije. “¡Qué bien! Vamos. Debes pagar la habitación” –dijo contenta. “Está bien, no hay problemas con eso” –le dije.

Entramos al motel, pagué y me dieron la llave, no sabía que pensar pues era mi primera vez con una prostituta, además estaba nervioso por todo, pues era nuevo haciendo ese tipo de cosas, pero ya estaba subiendo la escalera, ella se adelantó un poco y pude ver su trasero más de cerca, de hecho presté más atención y pude ver cómo asomaba por arriba su ropa interior, era roja. “Vamos, entra, no muerdo, bueno si quieres un poquito” –sonrió traviesa.  “¡Ay! ¿Estás nervioso? ¿Qué pasa?” –me preguntó. “Bueno, es que nunca me esperé terminar así, y nunca había estado antes con una…” –dije y me detuve. “¡Prostituta!” –dijo ella terminando lo que iba a decir. “Sí, pero no quería decirlo así para no ofenderte” –le dije. “Ah, claro, relájate. No me ofendes, es lo que soy. Además, te traje aquí para divertirnos. Por cierto ahora que me doy cuenta ¿Cuántos años tienes?”. “18” –respondí. “¿En serio? ¡Tenemos la misma edad!” –dijo sonriendo. “¿Qué?” –dije sorprendido. “Estas muy sorprendido. ¿No parezco de 18?” –preguntó. “Ah sí, sí, no lo decía por nada es solo que te ves mayor” –le respondí. Sonrió y dijo: “No te preocupes, siempre me he visto mayor, solo juego contigo, ahora mira siéntate y observa.

Me senté a la orilla de la cama, ella tomo el control de la tele, y la encendió, enseguida busco un canal porno, en el que apareció una chica en cuatro, mientras un tipo se la empezaba a meter por el culo. “¡Uy! Mira que bien, se ve que se la están pasando increíble, dime ¿si vas a pagar el extra? No quisiera quedarme sin sentir tu verga en mi culito” –dijo. “¡Ah, sí quiero” –le dije ya con la calentura empezando a hacer estragos en mí. “¡Perfecto!” –dijo. Enseguida se puso frente a mí y comenzó a quitarse la blusa, unos senos más bien pequeños salieron, no llevaba sostén, sus pezones eran pequeñitos y morenos, tan solo con ver eso se me empezó a parar y ella notó mi intranquilidad.

“¡Que rico! ¡Ya se te empezó a parar! Y eso que no me has visto toda” –dijo con lujuria. Se bajó los pantalones y pude ver su tanguita, era roja como ya sabía, pero tenía detalles en blanco. Ella dio una vuelta sensual, para dejarme observar sus piernas y su trasero que estaba bien paradito, a continuación se comenzó a bajar la tanga, para dejar su cuerpo totalmente desnudo a mi vista, sería por mi cara de sorpresa y excitación que ella no paraba de sonreír, estaba alegre y emocionada pues pasó una mano entre sus piernas para notar su humedad. “¿Quieres tocar?” –me preguntó. “¡Claro!” –le dije intentando articular palabras. “No seas tímido, ven” –me invitó. Me aproximé a ella y comencé a sobar sus tetas, mis manos los tapaban completamente y eso me encantaba, la besé en la boca, también en la mejilla y fui bajando a su cuello, ella pasaba sus manos por mi pelo y cuando bajé hasta su vientre dio un pequeño gemido. “¡Ay! ¡Oh Dios! No! ¡No me la chupes” –me dijo. “Ah, ok, ok lo siento, es que quise hacerlo desde que te empezaste a desnudar” –le dije con algo de decepción. “Lo siento, pero no tienes tanta suerte, pero no te desanimes que ahora me toca a mí” –dijo. Me apartó un poco, me quitó la camisa y seguimos besándonos, desabrochó mi cinturón y también mis pantalones, los bajó y puso sus manos sobre mi bóxer, que ya estaban abultados, los bajó y mi verga saltó, no perdió el tiempo pues se lo sostuvo entre sus manos y comenzaba a sobar mientras no apartaba su mirada de mí. “Estás bien caliente. ¡Qué rico bebé, voy a probarlo!” –dijo y lo metió en su boca. Me estaba dando una mamada increíble, su boca envolvía por completo mi pene, y sentía un poco de su garganta, su lengua repasaba todo el ancho y largo de mi miembro mientras sus manos jugaban con mis testículos, y yo me deleitaba con la vista de esa linda chica chupándola. Era una experta abría la boca más grande para que entrara más profundo, llegué a empujar su cabeza para tenerla totalmente adentro, y su trabajo seguía, cuando la sacaba me masturbaba de adelante hacia atrás, y su saliva caía en gotas al suelo, con sus labios daba besos por toda mi zona, desde la pelvis hasta lo bajo de los testículos. La excitación era demasiada apenas habían pasado un par de minutos y la sensación de eyacular estaba llegando, mientras lo tenía muy adentro le dije que iba a acabar. “¡Sí bebé, dame tu semen!” –me dijo. Tan solo dijo esto y comencé a eyacular con fuerza, ella la había sacado y la apuntaba a sus tetas quienes recibieron mi semen, en sus pezones se separaban los chorros y escurrían al resto de su cuerpo. “Sí que tenías ganas amor, mira me llenaste toda, me tengo que limpiar ¿Quieres ver?” –dijo. “¡Sí quiero!” –le respondí embobado.

Se levantó y fue a buscar su bolsa, de ella saco un par de toallitas húmedas y empezó a frotarlas entre sus senos, después de limpiarse toda, fue al baño y yo la seguí, ahí se enjuagó un poco la boca, y me pidió que me acercara. “Tienes que limpiarte tu también amor, es por higiene” –dijo. “Claro, entiendo” –le dije. “¿Quieres que yo lo haga?” –me preguntó. “¡Sí, por favor!” –le dije. Me sentía un imbécil, estaba con una hermosa chica y no sabía cómo reaccionar. “Está bien, ven” –me dijo. Tomó mi verga y me acercó al lavabo, ahí abrió la llave y comenzó a enjuagar mi verga, después la secó con una toallita. “¡Listo! Ahora sí vamos a la cama, bebé” –dijo. -Llegamos a la cama y me disponía a acomodarme pero me detuvo en seco. “Antes que nada, ya se me estaba olvidando, mi pago amor” –dijo. “¡Perdón! Lo olvidé también” –le dije. Me acerqué a mi cartera y saqué el dinero, todavía me quedaba bastante y al entregárselo, recuperó su sonrisa que ya se le había ido por unos segundos. “Mira que bien, ahora sí, ¿Cómo quieres que me ponga?” –preguntó.

“Veamos, algo clásico” –le dije. “¿De perrito?” –preguntó. “No, mejor de piernas al hombro” –le respondí. “Uy, esa me gusta, vamos” –dijo. Se recostó en la cama ofreciéndome sus piernas, jugaba como si fuera una gatita en celo, con sus pies me sobaba el pecho, yo los tomé y en un impulso comencé a besarlos y lamerlos, esto despertó las cosquillas en la zorrita, quien comenzó a reírse. “Para, para qué me haces cosquillas” –me dice riendo. “Perdón, me dejé llevar” –le dije. “Veamos hazlo un poco más lento si quieres. ¡Así, despacio, con tu lengua! ¡Bien, abre la boca, vamos abre! ¡Ah, eso es! ¡Veo que ya estás recuperando tu forma! ¿Estás listo?” –me dijo. “Sí, ¡Oh, espera el condón!” –le dije. “Cierto, pásame mi bolsa, ahí tengo unos, creo que te quedarán” –dijo. Lo puso en sus manos y buscó mi verga, lo tomó con cuidado, levantó su vista y pude observar sus ojos candentes mientras me ponía el preservativo, cuando lo desenrolló, se dio media vuelta, tomó sus piernas y las abrió, se sostenía mientras esperaba que entrara en ella. “Ahora sí bebé, ven conmigo” –dijo invitándome a metérsela. Tomé sus piernas y las coloqué encima de mí, puse mi verga en su vagina, que estaba bastante húmeda y con cuidado se la metí, sentía su calor y un apretujón en mi miembro pues no perdía el tiempo, estaba haciendo contracciones con sus piernas, quería succionarme con todas sus fuerzas y una vez adentro me tomó entre brazos puso sus uñas en mi espalda y arañó con bastante fuerza mientras se acercaba a mí y oía sus gemidos, su voz era muy aguda y excitante mientras se la metía. “¡Ay, sí que rico, bebé dale verga a esta putita! ¡Sí sigue, sí así bebé cógeme bien duro! ¿Te gusta cómo aprieto?” –decía gimiendo de forma exquisita.

“¡Sí, me encanta! ¡Ah, vamos rasgúñame más! ¡Aprieta con más fuerza!” –le decía de manera morbosa y con gemidos saliendo de mi boca. “¡Sí! ¿Te gusta que mami te arañe? ¡Dame más fuerte! ¡Cógeme más rápido!” –me decía con esa voz sensual que salía de su boca. “¡Ah, sí, me gusta. Jenny es tan rico cogerte, quiero que te me montes encima” –le dije con tremenda excitación. “Sí amor lo que tú quieras, con tal de comerme tu verga” –me responde. Me recosté en la cama, mi verga estaba muy mojado por los fluidos de Jenny, entonces ella estaba acomodándose, veía sus senos, suaves y pequeños, con sus pezones respingones y su sonrisa de diablita, se acercó a mí nos besamos y al fin guió mi verga hasta su vagina, y comenzó a moverse de arriba a abajo, de un lado a otro, yo me retorcía de placer, me contraía por sus movimientos y mis gemidos se mezclaban con los de ella, tomé sus manos y las guíe hasta mi cuello, ella entendió perfectamente y comenzó a apretar, al principio muy suave y lento, parecía como una simple caricia, pero esto iba aumentando hasta que tenía su mano izquierda bien firme en mí, y con la mano derecha libre comenzó a darme bofetadas, esto fue suficiente para hacerme acabar, con un grito exploté dentro de ella, sentía el semen resbalando por el condón y sentía el peso de su cuerpo posándose en mí, ella había caído completamente hacia mí, sus senos se encontraban un poco más debajo de mi pecho. “Tienes mucha energía bebé, me gusta eso. Recupera el aliento amor que todavía te falta probar mi otro agujerito” –me dijo con una voz que me encendió más y una mirada que me hizo estremecer por completo. “Sí, quiero metértela por el culo” –le decía. “Ves, déjame ayudarte” –me dijo.

Quitó el condón lleno de semen, lo miró con curiosidad, lo enredó y lo tiró en el baño y fue hasta su bolsa nuevamente, sacó los paños húmedos y se limpió su vagina, también le dio una repasada a mi pene y lo que hizo después me sorprendió. Bajó hasta mi trasero, y sin preguntar comenzó a comerme, metía un poco su lengua y yo estaba paralizado con tanto placer. “¡Que rico, esto te ayudará a recuperarte!” –me dijo; yo no podía decir nada, me encontraba en silencio disfrutando de esa manera perversa en la que me calentaba, sin duda sabía hacer perfectamente bien su trabajo. Con sus manos estimulaba mi verga hasta que esta respondió y conseguí una nueva erección. “¡Esto siempre funciona bebé! Es el mejor truco pero no todas quieren hacerlo” –dijo sonriendo. “Sí que funciona, ve, estoy listo otra vez” –le dije. “Fue más rápido de lo que pensaba, ahora vamos a ver” –me dijo con ojos de diabla. De su bolsa sacó una botella de lubricante. “Cómo quiero disfrutar yo también, tenemos que usar esto, así que dime lo hago yo o lo haces tú” –dijo en tono serio. Extendí mi mano y me dio la botella, saque un buen tanto de lubricante, y ella se puso en cuatro frente a mí, me ofrecía su culo bien abierto ayudado por sus manos, hacía unos pequeños guiños, con el lubricante en la mano comencé a restregarle por todos lados, lo sobaba e intentaba meter algún dedo en su apretado agujero, así la iba dilatando por un rato, sin perder la erección, al contrario se hacía más fuerte. “¿Lista?” –le pregunté. “Sí bebé, estoy bien abierta para tu verga” –me contestó.

Esta vez yo me puse el condón y al tenerlo listo me fui adentrando en su culo, este era mucho mejor que su vagina pues sentía un gran apretón pero ahora era yo quien marcaba el ritmo, solo veía cómo iba de adelante hacia atrás y oía sus gemidos y el chocar de sus nalgas apretadas, era un momento único, el tener a una chica bien ensartada por el culo, así que no desaproveché la oportunidad e hice mis embestidas más fuertes, tomaba sus caderas con fuerza y las empujaba contra mí, veía como sus nalgas se iban poniendo un tanto rojas y cómo iba deslizando su cuerpo hacia adelante, hasta que de tenerla en cuatro ahora estaba recostada sobre su vientre, y yo la cogía como un salvaje, tomó una almohada y la puso contra su cara ahogando un poco los gritos que estaba dando, la tomé del cabello y tire un poco hacia atrás, hasta que sentí como sus piernas se contorsionaban y entre sus pocas palabras logre escuchar algo: “¡Ah, voy a acabar! ¡No te detengas, fóllame duro!” –decía entre ahogados gemidos.

Aquella putita estalló de placer en un fuerte orgasmo anal, su cara lo decía todo y su cuerpo también pues apenas si podía moverse, rodó en la cama y me vio con una mirada exhausta, pero yo no había acabado, por lo que me acerqué a ella, me saqué el condón, y puse mi pene a escasos centímetros de su cara, ahí con mucha fuerza comencé a masturbarme y al final los chorros de leche comenzaron a salir, se veía tan excitante con mi leche resbalando por sus rostro, la comisura de sus labios rojos con manchas blancas, y su delineador corrido, su pelo con algunas gotas también, y ahora ambos estábamos recostados mirando hacia arriba. Pero como una profesional, sabía que era hora de partir, por lo que se levantó de la cama y fue a arreglarse al baño, eso no me impidió echarle un ojo a ese cuerpo tan seductor, no tardó mucho en estar impecable como la había encontrado, se acercó a mí, y se despidió con un beso. “Nos vemos amor, no te olvides de salir a tiempo si no esos cabrones te van a cobrar demás, te dejé un regalito en el baño” –me dijo. Cuando recobré el sentido, me vestí rápidamente y fui al baño para ver el regalo, era su tanga que estaba en el grifo de agua, la llevé a mi cara para olerla, la guardé muy bien aunque sabía que volvería a verla muy pronto y ese cuerpo sería mío por lo menos por otra hora más.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

3 comentarios:

  1. Que existentes líneas cada detalle encendido por la.lujuria y llevarlo a lo máximo rico y delicioso.
    Como siempre Caballero un buen relato

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  2. Que buen relato, lleno de lujuria y siempre perverso. Gracias por compartir JOL

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  3. UUUUFFF exquisito relato Mr.P. Terminé mojada como en cada uno de sus relatos. Besos... donde más le gusten 😘

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