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sábado, 9 de diciembre de 2023

78. Me mojé como nunca

 

Era un día normal de escuela, iba en mi último año de preparatoria y estaba en la clase de la profesora que me había hecho la vida imposible los últimos 3 años. Bueno, tiene sus razones ya que en varias ocasiones me ha pillado en situaciones un poco calientes por las cuales ya me han suspendido varias veces. Me siento en la parte de atrás junto a mi grupo de amigas, la profesora indica que nos levantemos todos, que hará revisión de uniformes, cuando llega mi turno. “Vanessa, falda corta, camisa donde se marca el escote, medias cortas. Si mal no recuerdo ya le había llamado la atención por esto” –me dijo. “Pero, si hice las correcciones del uniforme” –le respondí. “Pues no parece. Al contrario, siempre está más corto de lo indicado. Pase adelante a buscar su reporte para que el director la firme” –me dijo con tono molesto.

Caminé molesta hacia el escritorio, mientras todos mis compañeros me silbaban ya que mi corta falda dejaba ver mis nalgas de buen tamaño y redondas, yo sonreía como una perra porque me encantaba esa atención.  La profesora estaba ahí, extendiendo su mano con el reporte y lo tomé, saliendo de inmediato del salón de clases, dirigiéndome a la oficina del director. Al llegar, su secretaria me anunció, al entrar noté como me miró el director, que por cierto es bastante guapo, de unos 30 años, cuerpo deportivo, bonita sonrisa, ojos café preciosos y una buena estatura. “Buenas tardes señor Director” –le dije con una sonrisa. “Pasa, toma asiento. ¿Qué sucede? ¿Por qué estás aquí” –me preguntó sin siquiera responder a mi saludo.  “Necesito que me firme este reporte, ya que parece ser que la profesora de literatura dice que tengo el uniforme de manera incorrecta” –le dije poniendo ojitos de ternura. “¿Otro reporte? ¡Ya son tres en esta semana, señorita Rodríguez” –dijo él mirándome a los ojos. “Me temo que por reglas de la escuela tendré que suspenderla lo que queda de la semana. Ya se le ha advertido en reiteradas oportunidades que el uso correcto es una norma que debe cumplirse y parece que usted disfruta pasarlas por alto” –añadió.

Al escuchar eso, me dije a mi misma que no podía permitirlo, mamá me mataría y me enviaría a un internado y de verás no quería eso. Así que abrí mis piernas dejándole ver mi tanga roja y puse una de mis manos sobre mi muslo para subir un poco más mi falda.  “Señor Director, por favor no haga eso” –le dije con un tono sensual. Al terminar de decir esa frase, empecé a pasar mis dedos sobre la tanga y tocar mi sexo con suavidad, me empecé a mojar como una puta, se sentía suave y el director estaba concentrado mirando como yo me masturbaba para él. En un momento reaccionó, y con una voz enojada dijo: “Señorita Rodríguez, póngase de pie, ¿qué cree que hace?”. Me puse de pie al instante, el director se levantó de su silla, vi como su miembro se marcaba en su pantalón, se veía grande, apetitoso; lo quería dentro mío para disfrutarlo, estaba tan caliente y expectante a lo que podría pasar. Rodeó el escritorio, caminando hacia mí quedando justo detrás, puso su mano a un costado de mí, rozando mis nalgas descubiertas por la tanga que llevaba. “¡Qué buena eres con esas manos! pero aun no sabes lo que las mías son capaces de hacer” –me dijo.  

Sonreí y me di la vuelta, dándole vista total a mi escote, me senté sobre el escritorio, abrí las piernas un poco, el sonrió y me agarró por los muslos abriéndolas más. Subió mi falda hacia mi abdomen y bajó su mano, golpeando suavemente mi vagina mojada, yo gemía, porque lo hacía demasiado rico. “¡Así, otra vez, golpéeme más fuerte! Soy una chica mala que merece ser castigada” –le decía con tanta calentura en mi voz que me desconocía por completo. Metió su mano entre mi tanga tocando mi húmeda vagina, sacó sus dedos y los puso en mi boca para darme a probar mis propios fluidos; obviamente, los lamí como una buena perrita. Al ver lo caliente que estaba arremetió otra vez con sus dedos para hacerme delirar con la manera lujuriosa de estimular mi clítoris. “¡oh, que rico! ¡Me tiene toda mojada!” –le decía sin parar de gemir, aunque intentaba controlarme un poco para no llamar la atención de la secretaria.

“Vamos a hacerlo como yo quiera, harás lo que yo diga, ¿nos vamos entendiendo?” –dijo. Yo asentí, no podía ni hablar por el placer que estaba sintiendo, me pidió que alzará mi cuerpo y bajó mi tanga, la puso sobre el escritorio, me dijo que se la quedaría de recuerdo. Empezó a masturbarme nuevamente, me metió uno de sus dedos, eso me hizo estremecer por completo; era tan perverso y excitante que tenía mis pensamientos en las nubes, solo me dedicaba a disfrutar de sus juegos perversos. Luego se agachó quedando frente de mi vagina. Sin pedir permiso la empezó a lamer, mi cuerpo tembló al sentir como esa lengua se deslizaba por mi vagina, metió otro dedo y luego otro, me penetraba con fuerza con tres de sus dedos, yo solo gemía pidiéndole más, que lo hiciera con más fuerza. Él seguía lamiendo y tragándose mis fluidos, parecía disfrutarlo ya que su boca estaba soldada a mi vagina, no la despegaba, sentía su tibia respiración y su lengua causando estragos en mi vagina.  

Luego de ello se detuvo, me dijo que no me moviera, vi que abría un cajón del escritorio y saca un vibrador, yo estaba en silencio temblando pero no de miedo, de excitación, sabía lo que vendría y mi cuerpo reaccionaba al mirarlo a los ojos, ya que se percibía la lujuria, me encantaba que fuera un demonio pervertido. Acomodó el vibrador en mi vagina y poco a poco le dio intensidad; estaba enloquecida gimiendo, él sabía que tenía el control sobre mi cuerpo y solo se dedicó a verme con lujuria al ver que me desabroché la blusa, pero él no dejó que sacara mis tetas, quería apretarlas y retorcer mis pezones, demostrarlo lo puta que era y que lo disfrutara. “¡Fólleme por favor! ¡Quiero sentir su verga en mi conchita! No sea malo y dele verga esta puta” –le decía sin detener mis gemidos. Me agarra por el cabello bruscamente, diciéndome: “Lo haré cuando quiera y como yo diga, punto”. Me torturaba con cada segundo que pasaba y no me la metía, estaba mojada como nunca, quería que me cogiera y me hiciera gritar de placer, pero él parecía divertirse con mi desesperación. Se detuvo y se sentó, me pidió que me desnudara lentamente. Lo hice quitando mi falda, dejando a la vista mi culo y vagina, me detuvo un instante para darme unas nalgadas, sentir su mano dejando marcas en mi culo me calentó demasiado. Mi conchita palpita y mis nalgas ardían. No entendía porque estaba así ante él, completamente rendida a sus demonios que jugaban conmigo de forma despiadada. Me quité la blusa y el brasier, dejando al aire mis tetas, que no dudó ni un segundo en chuparlas y morderlas.

“¡Arrodíllate, ya! ¡Quiero ver mi verga en tu boca y que me chupes como la buena puta que eres!” –me dijo. “¡Si papi con gusto!” –le dije obediente. “Eres una perra, mi perra. Jadea perrita” –me dijo. Entonces empecé a jadear como me lo había ordenado, estaba fascinada sometida a los deseos del director.  Le bajé el cierre del pantalón y metí mi mano para sacarla entre el bóxer, su verga era grande y gruesa, sentí miedo de no poder aguantarla. “No, no puedo, es demasiado grande” –le dije. “Ya no hay vuelta a atrás, perra” –me dijo. Me tomó del cabello y la metió en mi boca, hice de todo para sacarla pero él no me lo permitía, me soltaba cuando escuchaba las arcadas, así estuvo durante buen rato hasta que acabó en mi boca dejándome toda la boca llena de semen.  “Ponte de pie y apoya tus manos en el escritorio” –me ordenó. “¿Para qué? Nunca me han metido una verga tan grande por el culo. ¡No por favor! –le supliqué. Sin escuchar lo que dije, volvió a repetir su orden, esta vez acompañada de una nalgada que me dejó el culo adolorido. Accedí, cumpliendo su petición. Se levantó y se puso detrás, inclinándome hacia delante, dejando mi culo levantado justo a la altura de su verga, y sin compasión alguna me la metió. El dolor fue tan grande que mordí mi labio para contener el grito. empezó a follarme, duro, muy duro. Mi culo se abría ante las endemoniadas embestidas que me daba, ya lo estaba disfrutando aunque dolía y mucho, me abrió más y me empezó a dar más duro, nalgueaba mi culo hasta dejarlo marcado con sus manos, en ese momento ya no me importó si la secretaria me escuchaba, al contrario me calentaba la idea de saber que ella estaba ahí escuchando mis gritos de placer. Me tenia al borde del orgasmo, sentía que en cualquier momento me azotarían esas escabrosas olas de placer, le dije que estaba a punto de acabar, pero a él pareció no importarle, ya que siguió con su endemoniada tarea de dejar mi culo abierto. Mis piernas temblaban y mi cuerpo caía en ese éxtasis maravilloso del orgasmo. “¡Eres una perra caliente!” –me dijo sin detener sus embestidas. Me sentía exhausta pero quería que él eyaculara y me dejara impregnada de su semen. Cuando estaba listo para acabar, me dio vuelta, descargando su semen sobre mi abdomen y este resbalaba hacia mi vagina, se sentía caliente y tan espeso que no dude en recoger un poco con mis dedos para saborearlo otra vez. “Todo esto lo estás provocando tú, todo es por ti; por ser una puta desvergonzada que le gusta jugar con fuego” –me dijo.

Se pajeaba y con la otra mano apretaba una de mis tetas. Se agachó por última vez a lamer mi vagina, yo me retorcía de placer. Seguía tan caliente como al principio y quería que me la metiera otra vez. Esta vez sin pedírselo me la ensartó en la concha y me embistió con fuerza, como nunca antes nadie me la metió, me besaba la boca de manera delirante hasta que eyaculó dejando dentro su semen caliente y espeso. Luego me dejó, y subió su pantalón, me nalgueó, diciendo que era una buena chica. Se dirigió a sentarse en su escritorio, tomó el reporte, lo arrugó y lanzó a la basura. “Srta. Rodríguez dígale a la profesora de literatura que no veo ningún defecto” –me dijo. Yo sonreí, complacida, me vestí y me disponía a salir y dijo: “Trate srta. Rodríguez que la envíen mas seguido con reportes”. “Eso haré” –le respondí guiñándole el ojo.

Cuando salí de la oficina, la secretaria me miró como diciendo que sabía lo que había pasado adentro. La miré y con una sonrisa le dije: “Fue delicioso”. Me fui al salón, cuando llegué ahí estaba sentada la profesora. “¿Por qué se ha demorado tanto?” –me preguntó. Sin saber que responderle y pensando en la mentira, le dije que el director se había tomado el tiempo de escucharme y que no había firmado el informe y que tampoco encontraba ningún defecto en mi uniforme. Me miró y dijo: “Bueno, veremos después de clases. Vamos a ir juntas a la oficina para hablar con él”. “Está bien, tiene todo el derecho de hacerlo, pero él dijo que mi uniforme estaba bien” –le respondí. “Vuelva a su asiento” –me dijo. Me dolía el culo estar sentada y trataba de acomodarme para que no me doliera tanto.

Al fin la puta clase terminó, estaba tomando mi mochila para irme y la profesora me detiene. “Recuerde que tenemos una conversación pendiente con el director, srta.” –me dice. “¿Usted disfruta haciendo esto? ¿Por qué es así conmigo?” –le pregunté. Sin dudar respondió: “Esta es una institución educacional decente y usted atenta contra esa decencia al venir a exhibirse como lo hace”. “Tal vez cuando usted estudiaba se usaba la falda más larga, pero los tiempos han cambiado. Además, no estoy aquí gratis, mi madre paga para que estudie aquí” –le dije con rabia. “Salió altanera srta., veremos si sigue igual cuando vayamos a la oficina del director” –me dice. “Bueno, de una vez” –le contesté. Nos fuimos a la oficina del director, al verme la secretaria de vuelta quedó asombrada, anunció: “Está aquí la profesora Denisse Ullman y la srta. Rodríguez, necesitan hablar con usted”. Hubo unos segundos en silencio y dijo: “Está bien, hasta mañana”. Añadió: “Dice el director que las atenderá, por favor pasen”. Cuando entramos, él estaba sentado al borde el escritorio con las manos apoyadas a los lados, se veía tan sensual que no pude evitar mojarme. “A ver Denisse, ¿qué pasó?” –preguntó. “Primero, la srta. aquí presente insiste venir vestida así a clases. La mandé acá para que usted le firmara un informe y dice que no lo firmó” –respondió ella. “Es correcto. Segundo punto” –dijo él. “Además, indirectamente me faltó el respeto diciendo que cuando yo estudiaba las faldas se usaban más largas. También dijo que su madre pagaba para que ella estudie acá, como si eso le diera derecho a hacer lo que se le antoje” –dijo ofuscada.

El director me miró en silencio y frunció el ceño. “¿Qué esperas entonces?” –le pregunta. “Qué tome cartas en el asunto y la suspenda por un tiempo indeterminado” –respondió ella. “¿Usted que dice srta. Rodríguez?” –me preguntó serio. “No niego que dije todo lo que la profesora dice, pero creo que ella tiene algo personal conmigo, ya que siempre busca una excusa para hacerme sentir mal” –le respondí. “Entiendo. ¿Eso le da derecho a tratar a una docente de esa forma?” –me pregunta. “No señor, por supuesto que no” –le respondí. “Bueno, esto si amerita un castigo ejemplar” –dijo. Al escuchar sus palabras sentí miedo, ya que me pasó por la mente que me iban a expulsar. “Srta. Rodríguez, póngase contra la pared y levante los brazos” –ordenó él. La profesora replica: “Espere, ¿qué demonios cree que hace? Con dejarla mirando a la pared no conseguirá nada”. “¡Cállate la boca de una puta vez Denisse!” –le dice. “No me hable de esa manera, puede ser el director pero no le voy a permitir que me trate así” –dice ella. “¿Quieres que la castigue si o no?” –le pregunta, “Claro pero ella no es una alumna de kínder” –le responde. “¡Por favor! ¿Puedes guardar silencio” –le dice. “Haga lo que a usted le parezca, yo me largo” –dice la profesora. “No te vas a ninguna parte, no te he dicho que puedes retirarte” –dice él molesto, tomándola del brazo. “No tengo para que esperar a que me autorice a irme y suélteme de una vez” –le dice ella. “Usted srta. Rodríguez, obedezca” –me dice. Obediente me puse contra la pared con los brazos extendidos en alto. “Denisse, súbele la falda” –le dice. “¿Está usted loco? ¿Cómo se le ocurre que haré eso?” –dice ella. “No te estoy preguntando, hazlo” –dice el director. No le quedó más remedio que hacer lo que se le había indicado, se dio cuenta que no tenía bragas y que mi culo estaba abierto. “¡Es usted un cerdo! Ahora entiendo porque no firmó el informe” –le dice con repulsión.

El director se quitó el cinturón ante la cara de espanto de la profesora Denisse. “Súbela lo más arriba que puedas” –le dice. Sentía la falda casi en mi cintura. Aunque no podía ver, intuía lo que se traía entre manos, por lo que paré lo más firme que pude. Dejó caer un golpe certero entre mis dos nalguitas, las piernas me temblaron, intenté retomar la posición cuando otro correazo repasó mi nalga izquierda. “¿Todavía te parece un castigo para una alumna de kínder?” –le pregunta. Ella no dice nada y observa como mis nalgas eran marcadas por el cinturón del director. Ya no sabía cuántos azotes me había dado, pero mis fluidos me corrían por las piernas. Estaba tan mojada que incluso mis medias lo estaban. “¡Así se castigan a las putas!” –le dice el director a la profesora que no salía de su asombro. “¿Ahora no dices nada?” –le pregunta a la profesora. “¿Tendría algo que decir? Usted sabe cómo imponer la disciplina” –le responde cambiando totalmente su argumento. “¡Date vuelta zorra!” –me dice el director. Obediente me volteé y quedé esperando sus palabras. “¡Quítate la falda!” –me ordena. Le obedecí pero mis ojos se clavaron en la profesora Ullman. Ella me miró fijamente mientras bajaba mi falda y bajó su mirada hasta mi vagina. “¿Te das lo mojada que está?” –le preguntó el director. “¡Si, es una caliente! Por eso le gusta andar mostrándose” –le responde. “¡Tienes razón! Por eso anda sin bragas y con el culo abierto” –dijo él. Escucharlos hablar así de mí me ponía más caliente, sentía fuertes punzadas en mi conchita que estaba hambrienta.

El director se bajó el cierre y dejó asomar su apetitosa verga, mis ganas porque me cogiera se hicieron más intensas, permanecía en silencio viendo como su miembro me llamaba a hacer cosas sucias, pero no quería hacer nada para no despertar su enfado, ya que sabía que si hacia algo sin su permiso no duraría en azotarme una vez más. El director miró a la profesora y le dijo: “¿Ves la cara de esta putita? Tiene ganas de comer verga”. Ella solo asintió, no sé si estaba en silencio por lo que estaba presenciando o estaba caliente como yo y con ganas de probar esa deliciosa verga. “¡Rodríguez, ven y chúpamela!” –me ordenó el director. Era lo que estaba esperando, saborear una vez más su verga. En medio de mi calentura le estaba devorando la verga, miraba con ojos de puta a la profesora Denisse, que con asombro observaba lo puta que estaba siendo y la manera perversa en que el miembro del director era tragado por mi famélica boca. “Ya no aguanto” –dijo ella poniéndose de rodillas a mi lado y empezó a pasar su lengua por los testículos de ese pervertido ser que teníamos en frente. Me hice a un lado para que también se la pudiera chupar al director y mostrar que solo era una hipócrita caliente que se escondía detrás de la imagen de una mujer recatada.

Verla asi era un deleite para mis ojos, ya que sabía comerse la verga perfectamente bien. Tan caliente estábamos que le empecé a tocar las tetas por encima de la blusa. El director me autorizó a desabrochar su blusa y sacarle las tetas por encima del sujetador. Sus pezones estaban tan duros que mi boca no se resistió a la invitación y los mordí; ella gimió de forma intensa, ella siguió chupando esa verga que me enloquecía. El director la tomó del cabello y la puso de pie, la desnudó y la sucia puta estaba tan mojada como yo. “Ahora aprenderán a llevarse bien las putas, ya no quiero problemas entre ustedes y cualquier cosa que suceda lo resolverán como las perras que son” –dijo él a ambas. Me quitó la blusa y el brasier, otra vez estaba desnuda ante él pero compartiendo con la mujer que más odiaba sobre la tierra. Él se sentó al borde del escritorio y mirándonos nos dijo: “Es tiempo de que las perras sociabilicen”. Al terminar él de hablar, me lancé sobre la profesora puta y la besé en los labios, ella correspondió mi beso con lujuria, nuestras lenguas luchaban frenéticas. La empujé, ella apoyó sus manos sobre el piso y abrió sus piernas. “Estás mojada zorra” –le dije. Con cara de perversa asintió y me indicó su vagina, entendiendo su gesto, hundí mi cabeza en esa sucia y húmeda concha, la empecé a lamer con locura. La profesora Denisse gemía como loca cuando mi lengua se deslizó por sus labios hasta abrirlos y encontrarme con su clítoris. “¡Oh, que puta eres! ¡Hace tiempo que fantaseaba con tenerte así!” –me dice. Me detuve por un momento y le pregunto: ¿En serio lo dices zorrita?”. ¨Si, ¿por qué crees que solo a ti te digo algo por el uniforme? Me calienta verte y varias noches me masturbé pensando en las cosas perversas que haríamos juntas” –me responde. Mi cabeza daba vueltas, la mujer más odiada por mi fantaseaba conmigo y nos estábamos cogiendo como enfermas en la oficina del director; era tan morboso, tan sucio lo que estaba pasando que me calentaba más todavía. Le empecé a meter uno por uno mis dedos, ella estaba endemoniadamente caliente, se retorcía de placer. Tenía ganas de que su lengua me causara un perverso orgasmo, así que le dije hiciéramos el 69, sin pensarlo accedió ya que también tenía ganas de probar mis fluidos. El director al vernos en esa pose se empezó a masturbar lentamente disfrutando del espectáculo.

Nuestras lujuriosas lenguas se deslizaban por cada espacio de nuestras palpitantes vaginas en un frenesí casi hipnótico y morboso. Sus fluidos me embriagaban, me volvía loca la manera en que su lengua me hacía sentir una perrita sucia, el director observaba con cara de complacido viendo como las dos perras socializaban y se daban placer, dejando los rencores atrás y perdiéndose en el placer. Fueron cosas de minutos en que ambas estábamos poseídas por un lujurioso orgasmo que casi nos hace perder la razón. El directo me metió la verga en la boca y se la chupé hasta que eyaculó en ella. Al instante compartí el tibio semen del director con la profesora Denisse, mezclado con mi saliva, entre las dos lo tragamos y lo disfrutamos. Se nos ordenó vestirnos y como recuerdo el director se quedó con las bragas de la profesora. La escena remató con nosotras arrodilladas y él con su verga en la mano orinándonos y dejándonos mojadas, nos dijo: “Desde ahora no quiero más problemas entre ustedes, y si tienen algún problema lo resolverán como buenas perras”. Asentimos y salimos de su oficina. Estábamos sudadas, con la concha húmeda y meadas por un macho salvaje. La profesora Denisse me llevó hasta mi casa y cuando nos despedimos con un lujurioso beso, me dijo: “Mañana será todo normal, pero siempre que queramos podemos ser esas perras calientes y dar rienda a lo perverso que hay en nosotras”. “De eso no tengas cuidado puta, ya que no perderé oportunidad de que cojamos hasta quedar exhaustas” –le dije.

Al otro día las dos actuamos bien nuestro papel de alumna rebelde y profesora autoritaria pero cuando me subía a su auto para ir a su casa, éramos las putas que habíamos descubierto y nos saciábamos como enfermas. Fue el mejor termino de colegio que podría haber imaginado, ahora en la universidad ya no podía esconder mis ganas de estar con ella y créanme que cada momento juntas me hace mojar como nunca.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

6 comentarios:

  1. Mmmmmm q exquisito dejarse llevar x las riendas sueltas al placer y ser una buena niña complaciente me encanta cada línea,cada fragmento.
    Como siempre Caballero un excelente relato

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  2. Que caliente relato; deja volar la imaginación; gracias

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  3. Uffs que excitante relato caballero, tal y como dice el título me moje como nunca aunque eso pasa con todos sus relatos con mis favoritos más obviamente, siga así de bueno con las letras caballero tiene un talento enorme.

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  4. El maestro de la escritura erotica lo vuelve a hacer.

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  5. Las personas "correctas o recatadas" son de todo menos lo que dicen ser o usan esa máscara para ocultar su verdadero ser.
    Un trío con un director y una profesora excitante.
    Excelente relato.

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  6. Excelente relato,que descripción tan lujuriosa de la rebeldía y la forma tan exquisita de ser calmada. Gracias por compartir JOL

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