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sábado, 18 de noviembre de 2023

71. Chateando con mi madre 2


Abrí los ojos, mi cama estaba vacía, sabía que no había sido un sueño, me había follado a mi madre, sentí una mezcla de deseo perverso y vergüenza, lo había disfrutado y mucho, pero ¿Y ella? Me preocupaba como se podía sentir, me levanté y fui al baño a refrescarme un poco, después fui hacia la cocina, allí la encontré, sentada en pijama, resolviendo una taza con café, me miró con cara seria, lo cual hizo que me sintiera aun peor. Después de una tormenta habitualmente llega la calma, el problema suelen ser los destrozos que deja, tenía la sensación de que se había quebrado algo más que la confianza de mi madre, aun después de haberla conocido más a fondo que nunca. “¿Has dormido bien?” –me preguntó sin mirarme y sin parar de revolver el café. “Sí mamá, he descansado, ¿Y tú?” –respondí. “Sí, yo también he descansado hoy. Dime una cosa y se sinceró cariño. ¿Te arrepientes de lo de anoche?” –preguntó. “No mamá, en absoluto, si volviera atrás tengo muy claro que repetiría todo lo que hice y dije, quizá no es lo que querías escuchar, pero es lo que siento. ¿Y tú? ¿Remordimientos?” –le dije. Paró el movimiento del café, le  dio un sorbo y levantó la cabeza, me respondió: “Anoche cuando entré en tu habitación, pensé que hoy tendríamos una conversación muy complicada, que me costaría mirarte a los ojos, que me sentiría avergonzada, y sin embargo, lo único que siento ahora mismo son ganas de volver a besarte –dijo seria.

Me acerqué hasta ella para besarla, pero para mi sorpresa mi madre apartó su cara. “¿No querías besarme?” –pregunté confundido al tiempo que me alejaba de ella. ¿Tienes prisa? A pesar de todo, creo que tenemos que hablar y dejar las cosas claras” –dijo. Me senté a su lado y la escuché. “Anoche todo sucedió demasiado rápido, creo que ni tú ni yo pensábamos realmente lo que estábamos haciendo, a pesar de que supiéramos que era una locura” –dijo ella. “Tienes razón, fuimos al grano y sin pensar en las consecuencias, pero mamá, lo hecho, hecho está, por mucho que queramos ya no hay vuelta atrás” –le dije. “No me malinterpretes cariño, yo también lo volvería hacer, porque el resultado mereció la pena, solo quiero que me digas, que no lo hiciste solo por follarme, que me quieres, que lo de anoche no fue simplemente un espejismo” –dijo. “Te prometo que todo cuanto te he dicho es lo que siento, por supuesto que no lo hice solo por echar un polvo, ¿cómo no te voy a querer si eres la mujer de mi vida?” –respondí. Me dio un abrazo, y esta vez sí que nos besamos, aunque fue ella quien me buscó porque yo aún no me atrevía. “Anoche me quede con ganas de probar una cosa” –dijo levantándose de la mesa para quitar su taza de café y dejarlo en el fregadero. “¿Quieres probar por el culo mamá? Genial, sabía que confiarías en mí”-le dije. Se acercó hasta mí y me dio un coscorrón suave, y susurró: “Deja mi culo en paz, de momento”. Se puso delante de mí y agarrándome las piernas las separó y tiró de mi pantalón del pijama para dejar mi verga a la vista, que aún estaba tomando fuerza, aunque en cuanto notó el roce de su mano, empezó a dar signos de vida. “Me quedé con ganas de chupar esta rica verga que se portó tan bien anoche” –dijo poniéndose de rodillas con una sonrisa maliciosa en los labios.

Sin darme tiempo apenas a reaccionar, bajó su cabeza y le dio un lametón a mi glande para dejar que sus labios rodaran por mi tronco suavemente. Sintió como mi verga ganaba tamaño en su propia boca, al tiempo que se ayudaba con una mano para acariciarme los testículos, parecía una niña golosa con un caramelo en su boca. Se acomodó en el suelo para continuar la felación, mi madre la chupaba de miedo, eso unido al morbo de la situación, y la postura de cierta sumisión, el caso es que no tardó en dar con la clave para hacer que llegara muy rápido al borde del orgasmo. “¡Mamá para, para voy a acabar en tu boca!” –le decía con éxtasis. Pero mi madre no paraba, más bien todo lo contrario, chupó, lamió, me dio lengüetazos en el glande, sin dejar de acariciar mis testículos, no fui capaz de aguantar más y eyaculé en su boca. Un generoso chorro de semen quedó en su boca, cuando tras el segundo disparo, esta dejó de salir, me miró desde allí abajo, me enseñó lo que le había soltado en su lengua y sin decir más se lo trago todo. No me lo esperaba, ni tampoco se lo había pedido, pero reconozco que me pareció bastante excitante ver como mi madre se tragaba mi semen. “¡No está mal! Quiero que sepas que es la primera vez que hago esto, tragármelo digo, ninguno de los hombres con los que he estado ha acabado en mi boca, pero tú no eres cualquiera, ya lo sabes” –me dijo con tono sensual. “¡Gracias mamá!” –le dije embobado por esa confesión, Después de aquello, se levantó y se fue directamente a su habitación, de donde minutos más tarde regresó ya vestida y arreglada mientras yo terminaba de desayunar. “Me voy a hacer la compras, en un rato te veo, pórtate bien” –me dijo y guiñó un ojo.

El fin de semana pintaba bien y eso que no había hecho más que empezar. Aproveché la parte de la mañana en que estuve solo para hacer algunas de esas cosas de casa que nunca se hacen porque no se encuentra tiempo, como apretar cosas sueltas y similares, me sentía motivado, tan motivado que me metí en la cocina para hacer la comida y sorprender a mi madre, no es que yo sea un gran cocinero, pero me defiendo lo suficiente como para hacer una comida decente. Estaba preparando el plato cuando mi madre volvió de la compra, me dejo las bolsas en la cocina y me pidió que las colocara mientras ella se cambiaba de ropa. Unos minutos después apareció por la puerta de la cocina, vistiendo un traje playero que siempre usa para estar cómoda en casa y que hasta entonces nunca me había parecido tan sensual como en ese momento. Dejé lo que tenía entre las manos y me acerqué a ella, levanté el vestido hasta su ombligo y sobando su culo le susurre: “Nunca me había dado cuenta de lo excitante que estas con este vestido”. Me dejó meterle mano sin protestar, ni siquiera cuando le bajé las bragas hasta mitad del muslo y acaricié su sexo con mis dedos, su respiración fue agitándose al ritmo que mis dedos jugaban con ella. Saqué uno de sus pechos y empecé a besarlo, a lamer y mordisquear su pezón, mientras mi mano se iba hasta su trasero. Ambos estábamos disfrutando de lo lindo de mis caricias en su cuerpo cuando de pronto un olor a quemado nos sacó del juego, la “deliciosa” comida que había estado preparando quedó ligeramente carbonizada e incomible por completo. Mamá le restó importancia y propuso pedir algo de comida China, hicimos un pedido y mientras llegaba la comida, me animó a seguir jugando un ratito más con sus pechos sacándoselos del vestido. “Comete las tetas de mami cariño, chúpale los pezones a mama, lo haces muy bien hijo mío” –me dijo. Solo pare cuando sonó el timbre de la puerta y un joven repartidor chino nos trajo el pedido. Mientras dábamos cuenta de la comida, le hice a mi madre la única pregunta que tenía ya de todo lo que estaba pasando: “Mamá ¿Cómo supiste que era yo el del chat?”. “¿Importa eso?” –me dijo. “A mí sí, me gustaría saberlo” –le contesté. “Lo intuí el primer día en que me animaste a tocarme pensando en ti, pero solo era una intuición. Saberlo lo supe días después” –respondió. “¿Lo intuías y no me dijiste nada?” –pregunté. “¿Y si me estaba equivocando? Si eras tú no habrías confesado así como así, y si no lo eras, me habría vendido yo sola, si llego y sin más te pregunto si eres tú el que me está pidiendo que me masturbe pensando en ti” –respondió. “Tienes toda la razón” –le dije. “Fue durante una de las conversaciones, ya estaba con la mosca detrás de la oreja y tú mismo te delataste” –me dijo con una sonrisa. “¿Cómo?” –le pregunté. “En ninguna de esas charlas te dije el nombre de tu padre, hace años que no lo nombro, y nunca te escribí su nombre, en cambio en un momento dado, tu sí que lo pusiste ¿Quién si n o iba a saber su nombre?” –respondió sin dejar de sonreír. “Y si ya lo sabias, porque no me dijiste nada, porque no me paraste” –le dije. “Si pude hacerlo, pero, ya te habías metido en mi mente, sabía que era una mala idea y que si no paraba era probable que pasara lo que pasó, mi cabeza me pedía que parase, mi corazón me decía que no siguiera, pero mi vagina me gritaba que me atreviera. Por una vez en la vida le di preferencia a mi calentura en vez de a mi cabeza o mi corazón, y si te digo la verdad me alegro de haberlo hecho” –confesó. “Mamá, te quiero” –le dije.

Recogí la mesa y mi madre me propuso echarnos una siesta. “No suelo dormir la siesta” –le dije. “Nadie ha hablado de dormir” –dijo con voz sensual. “Ah, vamos” –respondí. De camino a la habitación se quitó el vestido y me lo lanzó. Cuando entré en su habitación ya estaba subida a la cama en cuatro y con su culazo tetándome para ser perverso. Me acerqué a ella y se lo acaricié, después lo besé sin quitarle las bragas aun, simplemente las deslicé a un lado y acaricié su vagina con los dedos, “¡Fóllame cariño!” –dijo con su voz cargada en lujuria. Yo obediente hice lo que me pedía, introduje mi verga en su vagina lentamente, disfrutando cada centímetro que entraba en la húmeda vagina de mamá, durante unos cuantos minutos entraba y salía de ella con suavidad y sin prisas, agarrándome a sus caderas, poco a poco fui acelerando el ritmo, hasta que mis embestidas hacían que sus tetas bambolearan violentamente, mi madre gemía cada vez más alto, y no paraba de pedirme más y más, hasta que de pronto se quedó en silencio y se acabó de manera bestial, su vagina chorreaba, excepto en las películas porno, jamás había visto a una mujer acabar así. Después se colocó a horcajadas sobre mí, y se sentó sobre mi verga para cabalgarla como una auténtica amazona, sus tetas botaban y rebotaban en un maravilloso espectáculo, parecía desbocada, y no tardó en tener un segundo orgasmo casi tan bestial como el primero, estaba agotada y se dejó caer boca abajo, me miraba, sabía que yo aún tenía cuerda, pero ella estaba vacía, me miró como pidiéndome perdón, la besé y le dije que no se preocupara, me tendí a su lado abrazándola y no tardó en quedarse dormida. Me levanté, me vestí y salí a dar una vuelta, necesitaba un poco de aire después de tantas emociones juntas en tan poco tiempo, había conocido a mi madre más allá de la relación normal de madre e hijo, había descubierto que no era tan mojigata como creía, ni tan santa como pensaba, no me planteaba una vida con ella como mi único amor, pero al menos de momento no quería renunciar a lo que acababa de descubrir.

Cuando regresé estaba sentada en el sofá, parecía estar esperándome porque nada más llegar me abrazó y me besó con pasión. “Lo siento cariño, estaba cansada y no pude seguir tu ritmo, pero te voy a compensar” –me dijo. “No te preocupes mama, no pasa nada, tan solo necesitaba dar un paseo” –le dije y acaricié su rostro. Te fuiste sin decir nada, ni te has llevado el móvil, y has tardado un buen rato. ¿No te estarás echando atrás?” –me dijo con algo de preocupación. “Por supuesto que no mamá” –le respondí. “Bien, es que ahora que me he decidido a concederte lo que tanto deseas” –dijo dándome una mirada perversa.  “¿Vas a dejar que te la meta por el culo?” –pregunté sin demasiada convicción y casi en tono de broma. Mi madre asintió con su cabeza y susurro un sí casi inaudible, al tiempo que me abrazaba de nuevo. Me agarró la mano y tiró de mí hasta mi habitación, allí se desnudó y se sentó al borde de la cama. “Ahí tienes lubricante, ponte un poco en la verga y a mí un poco en el ano con tus dedos, si vamos a hacerlo, hagámoslo bien cariño, no quiero pedirte que pares hasta que te des el gustito de encularme”  -dijo. Tomé el tubo y lo miré, mientras mi madre se estaba colocando con su culo en la punta de la cama y separando todo lo que podía sus piernas mostrándome su vagina y su ano con claridad. Mi corazón se aceleraba, estaba a punto de hacer algo que ningún hombre había hecho antes con ella. Acaricié sus nalgas y las separé, no sabría decir quien estaba más nervioso de los dos.

Me desnudé con torpeza, y extendí un buen chorrito de lubricante por mi verga, que estaba dura solo por pensar en lo que estábamos a punto de hacer, con el sobrante metí un dedo en el agujero de mamá, al entrar noté como se estremecía, pero ni se quejó, ni protestó cuando mi dedo avanzo y se removió en su interior. “¿Te duele mamá?” –le pregunté. “Es incomodo, pero doloroso, no lo llamaría así” –respondió con un exquisito gemido. Jugué un poco con mi dedo en su ano, dilatando, o al menos intentando dilatárselo. “Ya está hijo, hazlo, dale verga por culo a mama, sé que lo estás deseando” –me dijo con una voz tan sensual que me estremeció por completo. “No te puedes imaginar cuánto” –le dije. Coloqué el glande en la entrada de su culo y lo hundí suavemente, aquel primer intento fue infructuoso, quizá por el exceso de lubricante, o tal vez porque no me ayudé con la mano, el caso es que mi verga se deslizó por encima de su vagina. El segundo intento sí que obtuvo el ansiado éxito de poder entrar en mi madre por la puerta por la que ningún hombre había entrado antes, tan solo metí el glande en esa primera incursión, pero el roce y la presión de virginal culo eran perversamente deliciosos.

Poco a poco, empujón a empujón su ano fue cediendo y mi verga se metía más y más adentro hasta que mis testículos  prácticamente chocaron contra sus nalgas. Mi madre aguantaba en silencio, su cara era la de una madre que aguanta todo por amor a su hijo, no parecía estar disfrutando tanto como yo, al menos no físicamente, pero tampoco se quejaba ni me pedía que saliera, aunque tampoco me pedía más como había hecho tan solo unos minutos antes.  “Mamá, ¿me dejas hacértelo en cuatro? Intentaré acabar  pronto” –le dije con algo de decepción. Sin decir nada se colocó en posición, agachó la cabeza cuando me sintió entrar de nuevo, esta vez me resultó bastante más sencillo acceder, ella giró la cabeza para mirarme y me dijo: “No te lo vas a creer pero me acaba de dar un gustazo sentirte dentro, creo que esta postura me gusta más que la otra” –dijo ella. “¿En serio mami?” –le pregunté. “Fóllate el culo de mamá, dame bien por el culo hijo mío y acaba dentro de mi” –me dijo con encendida lujuria. Jamás me habría imaginado que un día escucharía a mi madre decirme algo así, pero acababa de suceder, me vine arriba y aunque no al ritmo del sexo vaginal, comencé a bombear con más ganas en el culo de mamá. “¡Mierda mami, que culo mas rico! Me gusta, como me gusta follarte el culo mamá... que ganitas le tenía a este culo tan maravilloso. ¡Voy a acabar en tu culo!” –le decía con el placer corriendo por mis venas. “¡Acaba hijo mío, llénale el culo de semen la puta de tu mamá! ¡Yo también voy a acabar cariño!” –me decía moviéndose siguiendo el ritmo de mis embestidas. Tras unas cuantas embestidas, los dos tuvimos un intenso orgasmo, mi verga explotó en su culo, dejándolo lleno de semen, lo mejor es que a mí madre le había gustado que se la metiera, casi tanto como a mí. Esa noche cogimos varias veces, se la metí por todos sus agujeros, hasta que la mañana nos encontró trenzados en el placer, la lujuria y el morbo de saber que lo prohibido se vuelve una adicción tan exquisita que ya no puedes detenerte. “Ha sido maravilloso hijo, me has hecho sentir cosas que jamás creí experimentar” –me dijo mientras estaba recostada en mi pecho. “Quiero disfrutar del placer de tenerte conmigo y cogerte como nunca antes ni el estúpido de mi padre lo hizo” –le dije y nos besamos apasionadamente.

Desde entonces tenemos una relación que solo existe de puertas adentro de casa, sabemos que es algo que en algún momento terminará, pero hasta que llegue el momento seguiremos disfrutando. Ella era mi hembra y yo su macho, aunque para muchos la relación entre ella y yo pueda ser prohibida pero déjenme decirles que no importa lo que ustedes puedan pensar, ya que si leyeron es porque el morbo y la curiosidad podía más que el decoro que ante la sociedad dicen tener.

 

 

 Pasiones Prohibidas ® 

 


3 comentarios:

  1. Que delicia hacer todas esas perversiones cuando se hablan por el chat y volverlas realidad y saciar esas ganas de hacerlo hasta el amanecer. Excelente relato caballero JOL

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  2. Excelente relato caballero 👏👏

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  3. Excitante relato... ser consciente de que hay ganas de por medio, aunque tienen un vínculo familiar, y dejar de lado o siendo consciente pero satisfaciendo ese deseo que existe, exquisito 😌

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