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lunes, 30 de octubre de 2023

66. La fiesta de disfraces


 Mi nombre es Luciano, soy hijo único y de padres separados. Mi madre se llama Verónica, es profesora de historia y Directora de un colegio privado (Nido de Águilas, en el sector Oriente). Es rubia, delgada, de cara bonita, no muy alta y tiene 41 años. No es una súper modelo, pero es una mujer atractiva, yo curso el último año del secundario,  tengo 18 años vivimos en un lugar bien acomodado.

Por motivos del aniversario del colegio hubo una semana cultural, fue un evento por día y para finalizar se organiza una fiesta de disfraces exclusivamente para todos los integrantes del colegio alumnos, centro de padres, docentes y personal administrativo, y de limpieza. Habría un premio para el mejor disfraz pero no se podía revelar la identidad. Tuve la mala fortuna de luxarme el tobillo del pie derecho jugando al básquetbol y lo tenía muy hinchado, ya tenía el disfraz de “El Zorro” pero no podía calzarme las botas, había desistido de ir, pero mí madre no dejaba de insistir, “Luciano no puedes faltar de todas manera yo te llevo y te quedas sentado” –me dijo. “No mamá. Todos sabrán quien soy y pierde la gracia” –le digo con decepción. Me insiste y me hace puchero. “¡Vamos Luciano! No me dejes sola, nunca pude disfrutar una fiesta así y parezco una adolescente tonta con ganas de ganar un concurso” –me dijo con un toque de tristeza en la voz. Me dio pena por ella y le dije: “Anda sola yo te acompaño y quedó en el coche o en la dirección hasta que termine”. “Te pido por favor Luciano, acompáñame pero no solo en la dirección, también en la fiesta” –me dice. Me gustó la carita haciendo puchero y vi lo linda que era mamá cuando no era la directora, bien mamá, voy porque eres tan linda y buena que seguro ganarás” –le dije. “¡Ay gracias querido!” –dijo contenta y  me dio un sonoro beso en la mejilla. Se le veía feliz y aliviada sin el rol de directora, la observé y me imaginé lo linda que habrá sido de joven, su carita seguro derretía a más de uno. “¿En qué piensas? Te quedaste pegado” –me dijo.  Sin pensar mi respuesta le dije: “Pensaba en lo linda que te ves y lo que habrás sido más joven”. Se sonrojó y luego rio y dijo: “Luciano. ¡Estás enamorado de tu mamá! Eso es el complejo de Edipo”. ¡“Basta de historia mamá! Por un día deja de ser profe o directora, comportarte como una mujer normal y si estás hermosa. Me enamoré como Edipo. A propósito, ¿quién es ese?” –le dijo.

Nos reímos y me contó la historia pero lo mejor o peor depende como se lo mire, me contó que ella se iba a disfrazar de reina de la antigua Grecia y con joyas y algo de maquillaje cambiaría su apariencia. De pronto, se le ilumina la cara con una sonrisa y dice: “¡Tengo una idea brutal! Yo seré Yocasta y tú te disfrazas de Edipo, ya que estás enamorado de mami y tienes un pie hinchado. Edipo significa pie hinchado. Ya vuelvo”. Salió en su camioneta. Yo me tiré a hacerme una paja imaginando a la chica que me gusta pero la imagen del rostro de mamá y la historia de Edipo me inspira en una paja por mamá, es la primera vez que lo hacía y el morbo era un placer único. Al rato llegó mamá con un disfraz para mí, era una túnica, un cinturón, sandalias y una corona; también barba falsa.

Llegó el momento de prepararnos para la fiesta y deberíamos ir en un taxi para no delatar la identidad mamá, se encarga de todo y se la veía radiante; dice: “¡Luciano gracias! Me baño y me cambio, tú también prepárate”. Salió del baño cubierta por una toalla que tapaban sus tetas y apenas sus muslos. “Tu turno” –dice y yo en la ducha me masturbé otra vez en su nombre y con su tanguita que quedó en la ropa sucia. No sé si la historia de Edipo me dejó obsesionado con mí madre.  Después de salir del baño mí verga no bajaba y lo peor fue a mamá producida de reina griega, un vestido blanco muy corto, un escote muy pronunciado, la corona de reina, las joyas, un brazalete, las sandalias con cordones hasta las rodillas. “¡Estás irreconocible! Mamá pareces una diosa. ¡Estás hermosa!” –le dije. “¡Gracias Luciano! Lo dices solo porque soy tu madre. Ahora cámbiate que el tiempo corre” –dice muy feliz.

Estaba embobado con esa mujer, era una Diosa del Olimpo, me puse la túnica sin nada abajo y una toga cruzada, las sandalias, la falsa barba, la corona, el cinturón y la espada que la utilice como bastón nos paramos para una selfie,  lo que vi me detuvo el corazón y mí verga se paró de manera descomunal y al no tener nada debajo de la túnica eso parecía una carpa. Vi que mí madre no tenía brasier y se notaban los pezones, mí mente estaba en modo sexo, mi verga parecía un mástil y yo no parecía un rey, parecía una carpa, la verga me palpitaba y mí respiración se cortaba. “Luciano. ¿Qué te pasa? ¿Qué es todo esto?” –dice intentando poner seriedad pero la sonrisa le ganaba. Otra vez dije lo que pensaba: “Mamá, ¡perdón, me tienes loco! No puedo creer lo linda que estás y esa historia de Edipo no hizo otra cosa que desearte, me gustas mucho, no puedo evitarlo”.  “Luciano,  por Dios. ¿Qué pasa? No me digas eso que me pones mal” –me dijo. “Yo estoy mal mami, perdón” –le dije con algo de culpa. “Tranquilo hijo, solo somos carne y la carne es débil, yo también estoy pensando mal al ver el tamaño de tu verga. Perdón por lo que voy a hacer pero así no puedes ir a la fiesta, serías un meme viral, ya lo arreglo” –dijo mami.

Juro que lo que pasó fue lo mejor de mí vida hasta hoy, mí madre se arrodilla y levanta la túnica me empezó a chupar la verga y decía: “perdón, perdón hijo. Esto queda aquí, yo lo provoqué, yo lo soluciono”.  Seguía chupando mí verga. Creo que me bajó la presión porque me sentía en las nubes pero mí verga era cada vez más dura y ver esa diosa chupándomela no hacía más que excitarme cada vez más, “Vamos hijo, ayuda, acaba rápido que nos debemos ir. Mira lo que hago por esa fiesta, nada será igual. ¡Please hijo colabora!” –me decía mientras me masturbaba. Yo seguía en las nubes y solo atine a decir: Mamá quiero que la historia sea real, quiero poseer a Yocasta”. “¡Ay Luciano! Bueno, está bien, pero rápido porque quiero llegar temprano” –dijo. Sin decir más, se acomodó en un sillón se levantó la túnica, se bajó la tanguita y dijo: “Dale pónmela despacio y no acabes adentro por favor”. Me acerqué, le sobé un poco el culo y le metí la verga de una sola estocada. Creo que el grito se escuchaba hasta en el colegio, le di duro, ella gemía y no articulaba palabra, solo gemía con la boca abierta y cerraba los ojos. De pronto su voz agónica salió para encender más el ambiente. “¡Más, más hijo, dame más por favor!” –decía mientras la penetraba perdido en la lujuria. No lo pude evitar y acabé dentro de su tibia conchita. Se quedó quieta y como no bajaba mí verga y tampoco se la sacaba empezó a empujar. “¡Mamá me duele el pie!” –le dije ya que la posición era incomoda. “Perdón Luciano. Ven, siéntate” –me dijo. No hice más que acomodarme y ella se montó en mi verga para cabalgarla con lujuria. Besé sus labios y pasé mi lengua por su cuello, eso la estremeció. “¡Oh, hijo, qué rico!” –decía mientras se movía con perversión, ese ritmo endemoniado de sus caderas me calentaba demasiado.

Le saqué la túnica por arriba, ahora la tenía solo de sandalias y sobré mí verga, nos comíamos a beso,  no podía parar de metérsela, entre más rápido lo hacía, más dura se me ponía. Me incorporé como pude sin sacarle la verga,  la tiré sobre la cama y le seguí dando duro, sus piernas me rodeaban la espalda mientras yo la agarraba de la cintura dándole verga como si el mundo se acabara esa noche, mamá gemía como loca y me pedía que no me detuviera, tampoco pensaba hacerlo, quería que acabara, por lo que me empeñé en darle con fuerza, hasta que ya no pudo aguantar más y terminó en un apoteósico orgasmo, su cara de caliente era un deleite para mis ojos enardecidos en lujuria. Me besó con pasión, era sin duda algo alucinante y perverso a la vez lo que estábamos viviendo. Volví a acabar dentro, llenando su conchita de semen, mí verga palpitaba en su vagina vaciándose por completo pero seguía dura. “Mami no se baja, sigue igual” –le dije mientras se la metía hasta el fondo. Mamá estaba totalmente fuera de sí, sus gemidos eran un detonante a mi morbo y a mi excitación, ayudaba mucho a que se me mantuviera dura y me la cogiera con más ímpetu. “Hazme lo que quieras, soy toda tuya” –me decía totalmente poseída por la calentura. Le saqué la verga, le puse un almohadón en la espalda, levanté su culito y lo empapé con saliva. Me miraba con cara de niña perversa y mordía su labio sintiendo como mis dedos recorrían su agujero. Empecé a jugar con su culito, le metí un dedo y ella solo gimió de placer, luego le metí otro y su lujuria creció. “¡Métemela! ¡Quiero tu verga en tu culo!” –me decía. Acerqué la verga y empujé fuerte, su carita de dolor y placer era lo más perfecto que podía ver; la seguí cogiendo por el culo con el mismo frenesí de antes. El escucharla gemir y ver en ellas muestras de dolor y placer me calentaba mucho más. “¡Me duele, pero no pares! ¡Sigue rompiéndole el culo a mami!” –me decía con lujuria. Estaba embobado, mi verga se adaptaba perfecto a ese culo incestuoso y lo disfrutaba de manera perversa. El sudor corría por nuestros cuerpos y le daba ese plus lleno de erotismo al ambiente. Con un ritmo desenfrenado mi verga entraba y salía de su culo, mamá pedía que no detuviera, en verdad lo estaba gozando tanto como yo, al punto de retorcernos de placer. Ya no podia soportar más, acabé en su delicioso culo y por fin mí verga empezaba a bajar, la saqué, estaba cubierta de un poco sangre y algo de caca.  Mamá tenía una cara de felicidad y relajo total, era como si lo hubiese estado esperando desde hace tiempo y esa noche era excusa perfecta. Me limpio con la túnica y me doy cuenta que arruiné el disfraz. “¡Ups! ¿Ahora qué mami?” –le pregunté con algo de contradicción. “Ahora nada, vamos a seguir cogiendo. Ya me siento una diosa, pero quiero ser la reina del disfraz” –me dijo mientras secaba el sudor de su rostro y retocaba el maquillaje. “Me diste la mejor noche de mi vida Luciano. No siento culpas ni remordimientos” –me dijo. “Yo tampoco siento culpas, al contrario, eres una diosa en la cama. Quiero pedirte que vayas sin bragas para que se vea tu exquisito cuerpo y ser la envidia de todos” –le dije. Ella gustosa aceptó mi propuesta y pidió un Uber para irnos a la fiesta.

Cuando entramos al gimnasio del colegio todos se quedaron viéndola, claro, estaba hermosa. Todos se preguntaban quién era esa exuberante mujer sin caer en cuenta que era la Directora del colegio. Tampoco sabían quiera era yo, el disfraz cumplía su cometido. Creo que fui la envidia de muchos al llegar con la bella mujer enfundada en ese vestido blanca, tan bellamente ataviada de joyas y maquillaje. La música empezó a sonar, yo tenía ganas de bailar pero mi maldito tobillo no me daba la oportunidad si quiera de pensarlo. Mi madre se veía feliz, le gustaba ser el centro de atención, Escuchaba a los presentes hablar de ella y las cosas morbosas que decían me ponían caliente, ya que si era hermosa, una verdadera Diosa del sexo.

La noche avanzaba y poco a poco iban eliminando a los participantes con sus disfraces, quedaban pocos en competencia, incluso mi madre. A mí me eliminaron casi al principio por estar sentado y no participar de las dinámicas, pero no me importaba, lo importante era que ella fuera feliz, ya que sentía como una adolescente. Ella era la más bella de todas las otras mujeres que quedaban en competencia, su cuerpo se veía perfecto en esa túnica corta y casi transparente que mostraba con descaro que no llevaba nada más que su túnica puesta. Podía escuchar lo que decían, desde cómo se la cogerían y tratando de adivinar quién era. Poco a poco la competencia llegaba a su fin y quedaba mi madre, la sensual Yocasta y una chica que estaba vestida de látex como la Gatubela de Batman en los 90´s. Mamá disfrutaba de la música, era la dueña de la pista, aunque nadie se le acercaba a decirle nada, solo eran miradas encendidas en lujuria y gestos obscenos, parecían lobos hambrientos acechando la presa, pero esa mujer deseada no les prestaba atención, ya que sus sensuales bailes iban dirigidos a mí y sin ningún pudor de lo que se pudiera comentar. Yo estaba con la verga tiesa viéndola, deseaba que viniera donde mí y sintiera lo que había provocado con su sensualidad. Las leyes de lo correcto o incorrecto parecían no importar porque cuando nuestras miradas se cruzaban era fuego lo que había en ellas. Ya no podía aguantar mis ganas de tenerla otra vez en la cama y darle verga hasta el cansancio; como pude me levanté aguantando el dolor de mi tobillo; me acerqué para sentir los movimientos sensuales de sus caderas pegadas a mi miembro. “¡Mira como me tienes!” –le susurré al oído. “¡No sabes las ganas que tengo de que me cojas aquí delante de todos!” –me dijo con sensualidad. En medio de ese baile sensual la música se detiene y quien animaba la fiesta dice: “Ya tenemos una ganadora y será la Reina del disfraz esta noche”. Todos estaban expectantes, creo que fue primera vez que todos tenían la curiosidad de saber quién estaba detrás de esa mascara. “La ganadora de este año es, la mujer griega” –dice con algarabía. Mamá aplaude como una adolescente. En verdad disfrutaba como una niña su triunfo. Pasó a recibir el cetro de reina y la corona que la distinguía como la soberana de la noche. No dijo nada, ni se quitó la máscara lo que aumentó más expectación, solo yo sabía quién era y el premio mayor lo tendría cuando llegásemos a casa.

Entre aplausos bajó del escenario, había ganado la admiración de todos los hombres presentes, creo que muchos alumnos le dedicarían su mejor paja esa noche y los padres de familia cogerían con sus esposas pensando que es ella. Salimos tal como llegamos, en silencio y siendo objeto de las miradas de todos en el gimnasio. Cuando llegamos a casa la pasión no se hizo esperar y antes de cerrar la puerta ya estábamos besando con la perversión que recorría nuestras venas. A la mierda el dolor del tobillo, le quité la túnica aun con la puerta abierta, empecé a recorrer su cuerpo con mis manos, sintiendo la humedad en su vagina, podía sentir un pequeño temblor en su cuerpo por la excitación. “¡No sabes cuánto quiero que me cojas!” –me decía mientras abría sus piernas y dejaba que mis dedos recorrieran su sexo. Mis dedos indecentes se metían en su interior, haciendo que gimiera y me pidiera más. Cerré la puerta y en el piso de la sala se puso en cuatro. “¡Dale verga a mami!” –me dijo. Me quité la toga y sin dudarlo le clavé la verga en su culo. Ella dio un grito de dolor, me aferré a sus caderas y se la metí con lujuria y perversión. Con su cara pegada a la alfombra, gimiendo y jadeando mi madre disfrutaba de mi verga con toda la indecencia que había en ella, no importaba si alguien oía, ya que sus gemidos eran tan fuertes que creo que se escuchaban hasta la calle. “¨¡Dame verga Luciano! ¡Cógete a esta puta!” –decía mientras hundía completa mi verga en su culo. Me calentaban tanto sus palabras, me enloquecía lo puta que se había vuelto de un momento a otro, saber que estaba a mi disposición para hacer cuanto se me antojara sin duda me llenaba de perversión.

Saqué mi verga de su culo y le dije: “¡Chúpamela!”. Sin dudarlo se la metió a la boca y me la empezó a  chupar con esa perversa sensualidad que me había dejado loco momentos antes. Su lengua envolvía sutilmente mi verga, para luego deslizarla lentamente desde el glande a la base y tragársela completa. “¡Me gusta cómo te la comes mami!” –le decía mientras ella seguía con su lujuriosa faena.  Estaba en la gloria disfrutando de esa deliciosa mamada, sintiendo como su saliva se mezclaba con mis fluidos. Solo me dediqué a gemir y cerrar mis ojos. Mientras la chupaba me masturbaba. “¡Eso mami, sigue así!” –le decía mientras exhalaba con excitación. Me tumbé en el piso y le dije que se subiera encima de mí, ella obediente a mis deseos se subió en horcajadas y se deslizó hasta que mi verga le entró completa. Sus movimientos eróticos empezaron de manera suave, sin prisa, pero a medida que el placer iba aumentando también lo hacían sus movimientos, haciendo que cada vez fuesen más frenéticos. El placer recorría mis venas, ver sus tetas bamboleándose al ritmo de su lujuria era un exquisito panorama para mis ojos que no paraban de mirarlas en ese baile lleno de morbo. “¡Ay, hijo, voy a acabar!” –me decía sin detener sus frenéticos movimientos. Me agarré de sus tetas y las apreté, haciendo que gimiera enloquecida. Podía sentir como su vagina se contraía con cada movimiento aprisionando mi verga en su interior, estaba al borde del orgasmo y no me daría tregua hasta conseguirlo. Al fin en medio del éxtasis cayó presa de ese orgasmo que azotó su cuerpo con fuerza, cayendo rendida sobre mi pecho; ahora quien no le daría respiro sería yo, ya que me movía ensartando más rápido la verga en su húmeda y palpitante vagina. “¡Luciano, me vas a matar!” –me decía sin parar de gemir.

Con el aroma a sexo invadiendo el ambiente y la lujuria que se desbordaba en nuestros más recónditos deseos, le dije: “¡Me gustó que todos te miraran en la fiesta!”. Ella intentaba sonreír pero sus gemidos no le dejaban esbozar sonrisa. “¡Todos te deseaban pero solo yo puedo cogerte!” –le susurraba al oído. “¡Ay hijo, soy tu Yocasta; puedes usarme cuando quieras!” –musitaba entre gemidos. “¡A la mierda el puto Edipo, eres Verónica, mi madre y mi hembra!” –le dije. Ya no podía resistir más y le dije: “¡Voy a acabar!”. Se bajó rápidamente y se fue directo a mi verga con su boca abierta para recibir mi semen, los copiosos chorros se regaron por su cara y boca, dándome la visión más bizarra, sucia y perversa de mi madre, quien pasaba la lengua por sus labios para tragarse lo que había caído fuera de su boca. “Te ves hermosa con la cara llena de semen” –le dije mientras acariciaba su cabello. Fue una noche excitante, nos olvidamos del vínculo y formamos uno de amantes pervertidos.

Ahora, ya se cumple un año y espero con ansias saber de qué nos disfrazaremos y dejar que nuestros bajos instintos despierten como el año pasado en que la historia de Edipo se transformó en ese ingrediente para despertar el deseo del uno por el otro.

  

Pasiones Prohibidas ®

6 comentarios:

  1. Mmm que delirantes letras cada ingrediente lujurioso ponen la piel a mil por segundo.
    Como siempre estupendo relato Caballero

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    1. Poder estar así con una mujer que permita que la.posean al límite y ella solo ponga cara de excitación, lo mejor.

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  2. Muy buena historia
    Pasión y lujuria de una milf con sus hijo. Enciende leer cada palabra del relato e imaginar esas escenas llenas de morbo

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  3. Poder dejar de lado los vínculos que uno tiene y disfrutar de la excitacion, morbosidad y perversión que se lleva a cabo es exquisito.

    Excelente relato Mr. P.

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  4. Relato muy morboso; dejando a la imaginación muchas cosas; gracias por compartir

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  5. Exquisito como siempre, me gusta cada detalle que narraste, me puso a mil😈

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