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sábado, 2 de septiembre de 2023

55. La terapia la llevó a conocer el dolor y el placer

 

Sé que hay personas que tienen un magnetismo natural no hay dudas, ahora cómo lo usan, ese es el misterio. Algunos lo usan para buenos propósitos, otros simplemente para desahogarse en todo el sentido de la palabra. La necesidad de la aprobación de la sociedad a veces nos hace callar, pero hay quienes deciden contar lo que les pasa, otros deciden usar ese magnetismo para dejar que el morbo sea una constante en su vida, deciden vivir sin culpas, ya que la culpa es un sentimiento impuesto por aquellos que dictan las normas de “conducta”.

Mónica es una Psicóloga de buena trayectoria, siempre amó su profesión y ésta le dio una buena vida. Lo que ella traía a la casa más lo de su marido Alberto, era más que suficiente para llevar una muy buena vida y mandar a sus hijos Mariela de 17 años y Matías de 14 a buenos colegios privados. Con sus 43 años estaba lo que se dice apetitosa para cualquier hombre. Su pelo rubio que le llegaba a los hombros, su cuerpo cuidado con esfuerzo porque era tentador para ella luego de una jornada laboral, llegar y preparar la comida de sus hijos, comer bien.

Esa fue su lucha de años, esos 6 kilos de mas que no bajaban y que ante cualquier descuido tendían a subir. Era como le decía su marido: “No te quejes, los tienes todos los kilos en el culo. ¿Si no quien te va a mirar? Algo que a ella la hacía enojar y mirarlo con sus ojos color miel, pero era verdad en cierta manera lo que le decía Alberto, lo de que la miraban mucho por ese culo, la tenía hermosa, bien formado y duro, estaba justo para el crimen como se dice. Ella, en sus 19 años de casada nunca una infidelidad, no lo pensó nunca porque, amaba a Alberto y aparte nunca fue tentada, o si lo fue no le prestó atención. Su vida fue y eran su marido y sus hijos.

Hacía un mes que había salido sorteada para ser parte de un juzgado y le daban peritajes, la favorecía en lo económico y en el tiempo tal vez le sacaba de otras cosas que hacía, pero los chicos estaban grandes y ella podía atender esa nueva oportunidad. Tenía su consultorio en su casa, pero ahora que los chicos eran grandes, decidió alquilar un departamento de 2 ambientes en el centro de la ciudad y atender allí, había que separar las aguas para evitar cualquier conflicto con su familia.

Una mañana la llamaron del juzgado y allí el secretario le dijo mientras bebían un café: “Mónica, tenemos un caso que te necesitamos, es un tipo que sus abogados armaron un lío tan bien hecho que estamos dudando hasta de las pruebas. Este tipo está acusado de depravación, si lees el expediente es un degenerado total, si lo ves no dudas en sentenciarlo, pero no estamos para eso, tú sabes, estamos para ser justos, y la defensa embarró la cancha. Ahora necesitamos por pedido tanto de la defensa como de la otra parte que lo analices, tomate tu tiempo, el tipo está detenido en una unidad especial hasta la sentencia, necesitamos el perfil de él por alguien como tú, nadie te va a presionar, cualquier cosa avísame y liquido todo pero no son tontos, nadie te molestará. Al principio te lo mandamos dos veces por semana, después decime con la frecuencia que lo quieres”. Ella escuchó, combinó los días y el horario, y el secretario le comentó que el tipo quedaba libre hasta la sentencia, pero entre otras cosas que debía cumplir era ir al consultorio de ella y que ella debía informar de la asistencia.

Volvió a su casa pensando que era un caso más, cuando en realidad no lo sería. Llegó el día del “depravado”, como lo bautizó Mónica, miro la agenda para ver si había más gente y salió a su consultorio. Llegó al departamento luego de luchar para dejar el auto estacionado, calentó café y esperó leyendo un libro que fuera el tipo. Había leído la causa el día anterior, estaba acusado de depravación seguida de violación contra una madre y dos hijas menores, aunque las que lo acusaban no daban un testimonio tan condenatorio, como que estaban atemorizadas o confundidas, pero pensó que eso era tarea de los abogados, ella debía sacarle un perfil sin hacerse ninguna idea antes, debía ser objetiva. Sonó el timbre, fue a abrir y cuando lo hizo, casi se espanta al verlo. Allí estaba el tipo parado, con una mano apoyada en el marco de la puerta, con el pelo largo y despeinado, unos ojos negros que daban miedo, con la barba de una semana mas o menos, con una camisa casi toda abierta y un saco gris arriba gastado por todos lados, unos pantalones negros que brillaban de tanto uso y mocasines marrones. Tenía razón el secretario, si era por la apariencia, ya lo estaba juzgando como culpable, pero ella no era así y no había estudiado para ser así. Le estiró la mano, a lo que el tipo mirándola a los ojos respondió y le dijo que pasara.

El tipo miraba el departamento, y la volvió a mirar a ella, ahora de arriba a abajo. Ella estaba con una camisa blanca de seda y pantalones verdes oscuros que como todos le marcaban ese terrible y hermoso culo,  y a él ese detalle no se le escaparía. Le indicó que se siente en un amplio sofá que tenía en la pieza donde atendía y ella se sentó en otro de un cuerpo, anotó los datos y le empezó a preguntar cosas que ella usaba para los comienzos. La primera sesión duró casi una hora y ella no se metió en la vida de él, solo preguntaba cosas sueltas. Lo raro que sentía algo raro por ese individuo tan repulsivo, era como una curiosidad. El tipo toda la sesión tuvo los ojos clavados en ella, haciéndola desviar la vista varias veces. Lo despidió y se fue. Se sirvió café y quedo pensando en ese tipo tan extraño. Su vida siguió normal hasta que llegó el viernes, día de atención de nuevo al “depravado”.

Cumplió la rutina, llegó al departamento y calentó el café, se puso a leer el libro y sonó el timbre. Estaba vestido igual que la vez anterior, ella tenía una camisa negra y un pantalón color crema. Esta vez le preguntó sobre su vida sexual en su adolescencia, agreguemos que el tipo tenía ahora 36 años, y él le contó con lujos de detalles como fue su primera vez y las siguientes, la miraba a los ojos y ella se quería esconder por el relato de él. Lo escuchaba, pero algo rarísimo sentía y quedó absorta escuchando sin anotar cuando el tipo con voz de susurro le dijo: “Y desde allí, querida, quedé enviciado con el trasero de las mujeres, solo las penetro por ahí, es algo que me vuelve loco, lo reconozco, nada más que el culo, o para decirlo rápido, me encanta romperles el culo, penetrarlas bien, metérselo todo adentro, aunque les duela muchísimo, yo no tengo culpa si lo tengo muy grande, largo y muy grueso, no me tienen que discriminar por eso, ¿no le parece? ¿Eso no me hace culpable?”. La miraba sonriendo como burlonamente. Ella contesto haciendo que anotaba: “No, seguro que no, bueno, ya terminamos por hoy, el martes lo espero”. Lo despidió como siempre en la puerta del consultorio y después que se fue, se sintió rarísima, no quería suponer que ese deplorable ser la había excitado, no era posible, sería otra cosa, ya se pasaría.

El lunes fue al juzgado a informar y a la pregunta de cómo andaba todo, ella dijo que recién empezaba y no podía adelantar nada todavía. Llegó el martes y cumplió la rutina menos la de agarrar el libro, lo esperó con música muy tenue, con una lámpara de pie encendida y mirando la puerta. Estaba con una camisa verde claro y un pantalón negro. Sonó el timbre, fue a atender y lo vio con distinta camisa, una azul oscura tan gastada como la otra, el resto igual. El tipo notó el cambio de escenario, pero no dijo nada, solo sonrió. Le hizo resolver unos test, que el tipo tardó poco en completar y luego unos dibujos que también hizo enseguida. Como faltaban 15 minutos para terminar, le preguntó cosas sin aparente importancia pero que le servía para evaluarlo, hasta que el tipo de improviso le dijo: “¿Sabe que me gusta venir acá?, no sé por qué será. Bueno, si lo sé, pero no creo que le guste escuchar porque o tal vez si, vaya a saber, soy muy curioso e imaginativo. Por ejemplo, y no se ofenda, me encantaría saber de que color es la ropa interior que usa ahora, pero como no me va a decir, la imagino”. Ella no dijo nada, él se levantó y sin esperar que ella diga si había terminado, se despidió estrechándole la mano y se fue. En otro caso eso que le dijo le servía para determinar que era una persona alterada sexualmente, pero con él no reaccionaba.

Fue a su casa, preparó la comida de sus hijos, se fueron acostar, habló con su marido, y cuando se fueron a acostar lo buscó para tener sexo, pero él se quedó dormido, con un poco de disgusto, fue al baño y se levantó el camisón y se miró el culo, se estremeció con las palabras del “depravado”, cuando dijo que tenía un pene largo y muy grueso y que solo lo hacía por atrás, no recordaba casi cuando se lo metieron por el culo, era soltera pues a su marido no le gustaba penetrarla por ahí, creyó recordar que fue cuando tenía unos 20 años con un noviecito de esa época, o sea, su culo estaba virgen de nuevo, trató de pensar que era una locura todo eso y se fue a dormir.

Llegó el viernes, se puso por primera vez un vestido que le llegaba a las rodillas azul, con una camisa blanca abajo, zapatos de tacos altos y fue al consultorio. El “depravado” estaba vestido igual que la última vez, pero miró satisfecho cuando la vio así vestida. Le miró las piernas cuando ella se sentó y en un movimiento le vio un poco la braga que cubría su intimidad, ella se dio cuenta y se bajó enseguida el vestido y él le dijo: “¿Por qué se tapa? Es digno de mostrar lo que vi, son reflejos esos de taparse, usted sabe más que yo, pero seguro que son reflejos, tal vez usted me quiera mostrar algo y no se anima, no se reprima”. Ella le dijo: “Yo analizo acá, le pido por favor que se remita a contestar mis preguntas y guarde sus opiniones”. Él le respondió: “No se enoje, está bien, pero no me puede juzgar porque le diga por ejemplo, que ahora tengo una gran erección y que si me paro se va a notar, pero lo tengo que hacer porque tengo muchas ganas de ir al baño”. Se paró y ella instintivamente miró al bulto del tipo que parecía explotar, él se rió y fue al baño, no cerró totalmente la puerta, entrecerró y se puso a orinar, se asomó y la vio a ella mirando, se rió e hizo ruido al seguir orinando, se volvió a asomar y ella seguía mirando. En realidad, Mónica, no entendía como no lo había echado después de lo que estaba viendo, estaba magnetizada, sin reflejos, y ahora el tipo desnudo de la cintura para abajo, abrió la puerta y con ella mirándolo, muy lentamente se levantó los pantalones. Pero ella pudo ver una cosa enorme, de un largo no imaginado y de un grosor que pensaba que no existía, rematando eso un glande enorme, hinchado, muy rojo, quedó perpleja. El tipo se volvió a reír, se abrochó los pantalones, se dio vuelta, tiro la cadena y se volvió a sentar en el sofá mirándola. Mónica ni reaccionaba, estaba como noqueada, confundida y él le dijo en voz baja inclinándose hacia ella: “¿Te gustó? ¿Viste que lindo que es?”. Ella, sin reaccionar le dijo “¡Terminamos por hoy! ¡Hasta el martes!”. El tipo se levantó y antes de irse le dijo: “Hasta el martes. Quiero que venga de nuevo con falda, pero más cortita”. Se fue. Mónica paso un fin de semana totalmente confundida, estaba distante y cuando su marido le preguntó si le pasaba algo le dijo que no, que solo era el trabajo pero que ya estaba.

El lunes, pensó todo el día en el “depravado”. No podía sacárselo de la cabeza, estaba teniendo conflictos, se sentía poco profesional, pero también se sentía excitada, ya que ese hombre la estaba llevando a un lugar que ella jamás había experimentado. Cuando en la noche estaba con su esposo en la cama, sus pensamientos la llevaban a la verga del tipo, sus pensamientos se hicieron morbosos, perversos; sin decirle nada a su esposo, le bajó el bóxer y empezó a lamerle la verga. Él quedó paralizado ante tal arranque de pasión. “¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así?”. “¿Acaso una mujer no puede disfrutar de la verga de su marido? ¡Cierra los ojos y disfruta!” –le respondió. Ella continuó chupando como poseída, él esposo solo acariciaba su cabeza al sentir como Mónica se engullía hasta el fondo su miembro. “Compórtate como un pervertido, háblame sucio; quiero que me hagas sentir puta mientras te la chupo” –le decía. “¿Qué mierda estás diciendo? ¿Por qué tendría que tratarte así?” –le preguntó. “Eres un imbécil. Termina con tu mano” –le dijo ella, dejando y se dio vuelta para dormir. 

Cuando llegó el martes, sin casi darse cuenta se puso un vestido negro, que le quedaba un poco chico por eso era casi pegado al cuerpo marcándole de manera terrible su culo, se puso una chaqueta que le tapaba las nalgas para ocultarlo, aprovechando que hacia un poco de frío. El tipo entró, la siguió a la pieza y dijo despacio pero sabiendo que lo oía: “No imaginé que tenías semejante culo, necesito toda una noche para romperlo bien”. Se sentó como si nada. Ella callada, se sentó en su sillón, tomó su libreta y su lapicera, le preguntaba cosas que ni ella sabía para qué. Había pasado media hora y el tipo le dijo que iba al baño. Esta vez dejo toda la puerta abierta y se sentó en el inodoro,  mirándola a ella fijo y muy serio, ella tenía la vista clavada en él. Mientras estaba sentado, se agarró la verga que estaba a punto de estallar y empezó a hacer movimientos de masturbación, muy lentos. Ella miraba, él al rato se levantó siempre con su verga en la mano y tiró la cadena y le dijo: “Anda mal esto, no tira bien, ¿puede venir a ver por favor?”. Ella se levantó y fue. El tipo se movió a un costado y amagó que se levantaba los pantalones, pero cuando ella miró el inodoro vio que no había hecho nada, ya que estaba con doble tapa, volvió a apretar el botón y sintió la verga que la apoyaba en el culo y la voz de él diciéndole: “¡Quédate así un segundo que acabo y me voy! No te haré nada, no tenemos tiempo, el viernes ven preparada que nos quedamos hasta el sábado, arregla en tu casa, espérame con un babydoll  y sin nada debajo que me calienta imaginarte así”. Siguió masturbándose pero esta vez más rápido, levantó su vestido hasta que su hermoso culo quedó al descubierto, él gimió y descargó su verga; ella sintió como el semen se derramaba en sus nalgas y corrió por ellas. “¡Tienes un culo hermoso, ya tendré tiempo para divertirme con él” –le dijo. Ella no dio nada. Lo despidió y quedó pensando en lo que iba a decir para el viernes a su familia.

Llegó el viernes y ella dijo que se quedaba en la casa de una colega porque tenía que hacer un trabajo en conjunto que les daba buen dinero y no quería perdérselo. Nadie dijo nada, ella nunca hacia cosas raras y no levantaba sospechas. Llevó escondido un camisón rosa trasparente que nunca usaba y se fue. Llegó al departamento y todavía no entendía que pasaba, como podía ser que estuviera así excitada a su edad, con su vida tan bien encaminada, era inexplicable, pero quería ver a ese tipo, a ese repulsivo tipo, por eso se bañó, puso la música, y se puso el babydoll sin nada más cubriendo su cuerpo. Sonó el timbre y sintió un escalofrío, tenía miedo en el fondo, miedo a muchas cosas, al tipo, a su verga, al dolor, a la depravación, a muchas cosas, pero el deseo es muy fuerte a veces y fue a abrir.

El tipo cuando la vio así vestida, le clavó la mirada, cerró la puerta, la tomó de la cintura y mientras le pasaba la lengua por el cuello le dijo al oído: “Te aseguro que de esta noche no te olvidas más”. Le lamía todo el cuello, mientras ella con los ojos cerrados le tomaba la mano que él tenía en su cintura, cuando lo miró a los ojos, lo vio como transformado, parecía un loco y la cara de depravado estaba como nunca, los ojos estaban casi inyectados en sangre, le dio miedo, le hizo acordar a los vampiros que había visto por la televisión, pero esto tal vez sería peor. El tipo le puso la mano en el culo por arriba del babydoll y se lo apretaba, mientras la besaba metiéndole su lengua larga hasta la garganta casi, ella lo tomaba del cuello y sintió la verga del hombre que se apoyaba en su zona vaginal. El tipo le dijo que lo desnude. Ella le desabrocho la camisa, se la sacó, le desabrochó el cinturón, y le sacó el pantalón, luego, después de tocarle la verga por arriba del slip se lo sacó, el tipo le sacó el babydoll, se arrodilló y estuvo mas de 15 minutos lamiéndole el culo. Estuvieron media hora besándose y él pasándole el dedo por el agujero del culo diciéndole asquerosidades como: “¡Te vas a ir con el culo roto a tu casa mañana! ¡Te va a doler cagar todo el día! ¡Te voy a destrozar el culo, no te podrás sentar!”. Ella le dijo que iba al baño, entró y cuando quiso cerrar la puerta, él puso el pie y le dijo: “Nada de secretos, lo que vayas a hacer lo haces delante mío”. Ella no dijo nada, se sentó a orinar y mientras lo hacía el tipo se paró frente a ella y le tomó la cabeza poniéndole la verga en la boca. Mónica abrió mucho la boca para que le entre, hasta le dolió del esfuerzo y el tipo empezó a empujar tan fuerte que le daba arcadas, la ahogaba queriéndolo para con las manos. El tipo le agarró las manos y le dijo: “¡Cómela bien puta, no empecemos con niñerías, trágala perra!”. Ya empezó a mostrar ese lado por el que estaba en un juicio, estaba como vuelto loco empujando la verga adentro de la boca de Mónica que parecía que no tenía aire y que le corría la saliva con eso adentro. La tuvo un buen rato sentada en el inodoro chupándosela y le acabo, tapándole la nariz para que se trague todo el semen que estaba saliendo de su verga que casi se ahoga, cuando la sacó ella escupió y devolvió gran cantidad de semen, quedando agarrándose la garganta.

La ayudó a salir del baño, y la llevó al sofá grande que se hace cama. La acostó y él, de rodillas en el suelo le empezó a mamar las tetas, chupándole los pezones como queriendo sacar leche. Estaba prendido de manera tal que ella quería sacarle la cabeza de ahí, sentía que se le irritaban los pezones de la manera que los chupaba. Le dejó las tetas tranquilas después de casi 45 minutos y la miró a los ojos, daba miedo la mirada de él ahora, estaba como transformado, y le dijo: “El placer es dolor putita, es la mejor manera de satisfacción, que duela, vas a sentir mi verga en tu culo por un buen tiempo, vas a sufrir pero me vas a ir a buscar para que siempre siga metiéndotela, te va a doler mucho, pero te va a gustar”. Se asustó mas escucharlo decir eso, pero estaba entregada y ansiosa, tantos años de monotonía la tenían ansiosa ahora con ese peligroso sujeto, portador de miedo y dolor, ser fantasmal y dañino. Después de un rato de acariciarle el pelo y mirarla, la acomodó cruzada en la cama, de rodillas y la hizo apoyar en el respaldo del sofá, o sea, le quedó el culo parado para afuera y él se paró en el piso, se escupió poco la mano, se paso la saliva por el glande y le escupió el agujero del culo a Mónica y empezando a decir cosas irracionales, ella empezó a balbucear. “¡Vamos cerdo! ¡Métemela de una vez!” –le dijo. No estaba lubricada casi, sumado a la estrechez de su culo y el gran tamaño del glande, le provocaron a Mónica un dolor tal que gritó tirando una mano atrás para frenar esa carnicería., pero el tipo le agarró la mano y le pegó un cachetazo en una nalga diciéndole: “Nada de manotazos, no te pongas histérica y para de gritar que van a venir los vecinos”. Empujó más fuerte. No quería entrar y a él también le dolía, solo metió una parte del glande y quedó trabado. Entonces, la sacó y se escupió más,  volvió a intentar y allí si entró. Para Mónica fue casi el acabose, sintió como si se le estuviera metiendo un tronco allí atrás, era brutal el dolor y gritó para descargar porque sabía que recién empezaba y que el resto iba a ser mucho más doloroso.

Presionó más y la verga con mucha dificultad empezó a deslizarse, y ella se retorcía del dolor, mientras él le decía: “Siéntela dentro de tu hermoso culo, siente como lo rompe, te voy a dejar el culo a la miseria, vas a llevar mi sello ahí”. Siguió empujando y se volvió a trabar, la sacó de nuevo y la clavó sin piedad hasta el fondo. Mónica sintió que se derrumbaba, que se le partía toda la parte de atrás, que de golpe le habían puesto un fierro caliente por allí hasta el fondo, creyó que perdía el conocimiento. Abrió los ojos que parecían que se le saldrían de las órbitas y lanzó el grito de dolor. El tipo la dejó ahí quieta, toda enterrada, y le acariciaba la espalda a ella diciendo cosas totalmente incoherentes y amenazándola siempre con la rotura total del culo. Estuvo casi 10 minutos con la pija toda clavada en el culo de ella inmóvil, mirándola, y aguantando los espasmos de dolor de ella que estaba paralizada, empalada en esa posición. Después empezó a sacarla casi toda y empujar con todo para adentro, golpeaba los testículos contra las nalgas de Mónica y gritando que no estaba bien vacía y que no podía trabajar así, después de 15 minutos que la martirizó a empujones, la sacó y le dijo que tenía que ponerse una enema, porque así era peor.

Vio el aparato allí que Mónica tenía y empezó a prepararlo. La llevó al baño y la hizo arrodillar, quedó apoyada contra la bañadera, cuando el agua estaba tibia llenó el recipiente y le puso la goma en el culo de ella viendo como el agua empezaba a bajar. Se excitó viendo como ella se llenaba de agua y cuando le había entrado un poco mas de un litro, le sacó la goma, se arrodilló atrás de ella y se la quiso clavar así. Mónica, que estaba agotada con el agua en los intestinos, sintió el glande meterse así y largó un grito pidiéndole que parara, que no podía mas. Le puso la mitad de la verga adentro y se la dejó un rato diciéndole que sentía el agua caliente en el glande y eso lo volvía loco de placer. Al rato se la sacó y ella no aguantó más, sus intestinos se vaciaron por completo, manchándolo a él y el piso. El tipo la sentó en el inodoro para que terminara de hacer, pasó un trapo húmedo por su cuerpo y prendió la ducha. Después que ella terminó, se metió con ella bajo la ducha, para al rato clavarle el culo de parados abajo del agua. Era un suplicio para la pobre Mónica, que estaba apoyada el los azulejos de la pared y el tipo la bombeaba a todo lo que da, gritando que había abierto ese hermoso culo y que ya le pertenecía. La tuvo casi una hora embistiéndola por atrás hasta que se la enterró toda, y al rato acabó adentro.

Ella estaba desarmada, no reaccionaba, sentía que el culo ardía de dolor, y a duras penas llegó a la cama y quedó tendida sin fuerzas. El tipo se acostó al lado de ella y le susurraba estupideces mientras le metía un dedo en la vagina. Mónica se quedó dormida, no sabe cuanto porque se despertó cuando sintió el timbre. Media dormida vio con terror que el tipo fue a abrir y apareció otro tipo. Lo reconoció porque era alguien que mendigaba por el barrio y que dormía en la plaza. Alto, barbudo, desaliñado, sucio. No intentó decir nada, solo llorar porque tenía miedo a la reacción del “depravado”, y él, viéndola llorar le dijo: “No te pongas así, le dije que viniera porque yo solo no puedo, tienes mucho cuerpo para mi solo. Y hay que dejarte bien abierto el culo. Ahora quiero que se conozcan y se amen un ratito, a ver hermanito, ven a comerte esta putita”. El otro estaba parado mirando como hipnotizado el culo de Mónica, hizo una sonrisa mostrando su boca sin dientes y fue hacia donde estaba ella, se arrodilló a su lado y con una mano le tocó el culo desnudo de ella y fue con su boca a buscar la de ella. La repulsión pasó a la calentura. La besó mientras le acariciaba el culo y al ratito estaba como temblando de los nervios y se empezó a desnudar ante la mirada del depravado que estaba sentado en el sofá individual. Él disfrutando la escena se masturbaba con una perversa sonrisa dibujada en los labios. Se sacó la verga, un poco mas fina que el depravado pero de un largo terrible, como dijo el depravado sentado fumando y con un gesto burlón: “Una linda serpiente para picar el culito”. La serpiente picó, empezó a meterla, Mónica ya se desorbitaba. El vagabundo la empujaba adentro con fuerza, Mónica ahora gritó y quiso manotearlo, entonces el depravado la agarró de las manos desaprobando la actitud de ella. El vagabundo seguía metiendo hasta que no pudo más y enseguida gritando ante cada bombeo la empezó a coger con fuerza por el pobre culo de ella que ya estaba desarmado e indefenso. Gritaban los dos, él por las embestidas y ella de dolor, más el depravado que se burlaba gritando como ella.

Pasó media hora y el vagabundo se la enterró en la vagina, también Mónica gritó al principio, pero después sintió cierto placer y se movía con las pocas fuerzas que le quedaban. Después de más de una hora de sesión el vagabundo acabó adentro, la sacó y se la puso en la boca de ella, pero enseguida se acomodó el depravado y la clavo por el culo de nuevo. El vagabundo puso su verga maloliente en la boca de Mónica para que se la chupara. El “pervertido” se la metió otra hora y aunque el culo ya estaba roto, Mónica lloraba, no sé si del dolor o del cansancio. Se turnaron para cogerla toda la noche, hasta las 10 de la mañana que se fueron dejándola en cama. Como pudo sin medir el tiempo se levantó, se vistió y se fue a su casa. Ocultó lo mejor que pudo su estado, le costaba caminar y una colitis tremenda la hacía ir seguido al baño, excusa que usó para justificarse ante su familia.

Al otro día fue al juzgado con el informe, cuando el secretario lo leyó, la miró y le dijo: “Pero, con esto le tenemos que pedir perdón, no quiero discutir con vos, pero esto es inaceptable. Ella le dijo que fue objetiva a lo que el secretario no le preguntó nada más. El dia del juicio llegó, tuvo que declarar en base a su experiencia y las evaluaciones que había hecho. Mirarlo frente a frente en una sala llena la puso a pensar en esa noche de tortura, pero no de la manera inquisidora que se esperaba, sino que comentó las conversaciones, lo “caballero” que había sido con ella, pero si hizo énfasis en las cosas vividas en su niñez, por lo que sugería que la sentencia la cumpliera en libertad y que ella entregaría reportes del avance en las sesiones que pudieran tener si el juez así lo permitía. El secretario del tribunal leyó la sentencia: “Se declara al imputado inocente y se instruye a la defensa comenzar un periodo de terapia para así sanar las heridas que sufrió por los traumas en su niñez”. Quedó absuelto, pero entre Mónica y él sabían lo intensas que serían esas sesiones posteriores.

  

 

Pasiones Prohibidas ®

3 comentarios:

  1. Ufff intenso ...
    Me encanta
    esa perversión que cautiva ed deliciosa
    Muy interesante la trama
    Finamente detallado
    Tus letras como siempre muy excitantes amor.

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  2. Ufff que rico cada línea cada detalle lo morboso que del relato hace transportarse a ese momento exacto en donde una también le despierta la.lujuria
    Como siempre Caballero muy buen relato

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  3. Wow un relato completamente distintos a los demás, que podría decirse medio policial y excitante a la vez.
    Hay una pelea interna entre lo correcto e incorrecto, pero la verdad excelente relato. Me encantó

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