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sábado, 19 de agosto de 2023

49. Juego de profesoras

 

Belén se encontraba en una reunión en la universidad donde ella trabajaba, pero el tema que se estaba discutiendo no le interesaba en absoluto. Aburrida, solo esperaba que la reunión terminara lo antes posible. Después de una larga espera de casi una hora, finalmente terminó salió del auditorio. Dado que durante la reunión había sentido la necesidad de ir al baño, se dirigió a los baños sin más demora.

Después de finalizar sus necesidades, Belén se encaminó hacia el lavabo para lavarse las manos. Mientras dejaba correr el agua, el sonido de las puertas del baño abriéndose llegó a sus oídos. Supuso que era una de sus compañeras de trabajo que también había abandonado la reunión. Sin embargo, no le prestó mayor atención y continuó en su tarea sin detenerse a mirar quién era.

Repentinamente, su visión se sumió en la oscuridad total. Algo había cubierto sus ojos y no pudo reaccionar a tiempo. Sintió cómo alguien le sujetaba los brazos con firmeza, seguido por un sonido metálico producido por unas esposas.  Belén se encontraba desconcertada y de repente, una figura desconocida la empujó bruscamente hacia adelante, guiándola hacia un destino incierto. Belén fue empujada repetidamente, hasta que finalmente se detuvieron. Escuchó el chirrido de una puerta abriéndose y luego otro golpe seco al cerrarse. Se dio cuenta de que estaba atrapada en un lugar desconocido. Desesperada, intentó abrir la puerta, pero las esposas en sus muñecas la mantenían inmovilizada.

Trató de arrancarse la tela que cubría sus ojos, pero sus esfuerzos resultaron inútiles. Desesperada, intentó derribar la puerta, pero sus golpes fueron en vano. Gritó desesperadamente pidiendo ayuda. “¡Por favor necesito ayuda! ¿Hay alguien ahí? ¡Por favor, sáquenme de aquí! ¡Estoy encerrada!” –suplicó en busca de cualquier signo de ayuda. Belén gritó pidiendo ayuda, pero nadie acudió. Después de un rato de esperar, decidió dejar de gritar y sentarse en el suelo para descansar y pensar en cómo escapar de esa situación. A pesar de que no quería ensuciar su falda ni sentarse en el piso sucio del baño. Sin nada de opciones, finalmente se sentó en el suelo, tratando de encontrar una posición cómoda apoyándose contra la pared. A pesar de sus esfuerzos, no podía evitar sentirse incómoda con sus brazos atrás.  Mientras esperaba a ser rescatada, su mente comenzó a divagar y se preguntaba si alguien estaba buscándola y si alguien más estaba en la misma situación que ella.

Sus pensamientos la llevaron a preguntarse quién la había capturado y por qué. Estaban en una universidad, lo que significaba que no podía ser un extraño. Tal vez alguien que trabajaba allí la había secuestrado, pero ¿por qué la retendrían en el baño? Sus dudas aumentaban mientras esperaba en silencio, pero finalmente algo sucedió, y su deseo de ser liberada se hizo realidad. Escuchó la puerta abrirse y se sintió emocionada pero también avergonzada porque alguien pudiera verla esposada y con los ojos vendados. Sin embargo, en ese momento, su único deseo era ser libre. Mientras intentaba ponerse de pie, escuchó una voz familiar. ‘’Levántate puta’’ –le ordenaron. Las palabras que se pronunciaron la sorprendieron en cuestión de segundos. Entonces, sintió que alguien agarraba su chaqueta y tiraba de ella hacia adelante, indicándole que se pusiera de pie. Con un poco de esfuerzo, logró ponerse de pie por completo. Ahora estaba fuera del baño o al menos eso creía, ya que todavía tenía los ojos vendados. Sin embargo, lo que le importaba era lo que le acababan de decir.

Cuando le quitaron la venda de los ojos, le tomó un tiempo adaptarse a la luz que entraba en sus ojos. Una vez que pudo ver todo con claridad, reconoció quién estaba frente a ella. Ella ya la había reconocido por su voz, pero ahora que estaba cara a cara con ella, confirmó que era Karen, quien estaba de pie frente a ella con una sonrisa rostro. Belén todavía estaba confundida acerca de lo dicho por Karen. Hubo un momento de silencio entre ellas hasta que una decidió romperlo. “¿Acaso se te olvidó cómo hablar?” –preguntó Karen. Belén, nerviosa y con voz apagada, respondió: “¿Qué haces aquí?”.  Karen sonrió con malicia y dijo: “Es obvio, vine a recoger a mi nueva esclava, que eres tú. Si no te has dado cuenta aún”. Quedó totalmente sorprendida y preguntó: “¿Qué? ¿De qué estás  hablando?” Karen comienza a explicarle. “Hace tiempo que quiero tener una esclava. Es un deseo que anhelo mucho. Y como sabía que esos videos donde aparece Ama y esclava son falsos, comencé a buscar una manera de hacerlo realidad. No encontré nada legal, así que pensé en secuestrar a alguien y obligarla a volverse en mi esclava y tú fuiste mi primera opción” –le dijo.

Belén quedó atónita al escuchar que su compañera de trabajo, la había secuestrado con la intención de convertirla en una esclava sexual. Era difícil de creer que alguien que había trabajado junto a ella podría tener tales intenciones. Observó a Karen alejarse hacia el lavabo donde se encontraba un bolso negro. Rápidamente, se dio cuenta de que ese era su bolso que había olvidado en la reunión. Incierta sobre porque Karen tenía su bolso. Con una mezcla de curiosidad y temor, vio Karen revisando el contenido del bolso y metiendo su mano dentro. Después de un rato, Karen encontró lo que estaba buscando y cerró el bolso antes de tirarlo en el tacho de basura. Karen entonces le aseguró a que sus pertenencias estaban en su carro y que ya no necesitaría su estúpido bolso. Se sentía completamente impotente al no poder hacer nada en esa situación. A pesar de su curiosidad por saber qué había buscado Karen en su bolso, sabía que no podía moverse o hacer ruido, ya que los tacones que llevaba podrían alertar a Karen. Sin embargo, sin darse cuenta, Karen había sacado una funda negra de su bolso. De repente, Karen se acercó a Belén por detrás y le dijo que levantara la cabeza si no quería recibir su primer castigo. Ahora, le pertenecía a Karen.

A pesar del miedo que la invadía, alzó  su cabeza, sabiendo que no tenía otra opción. Karen se acercaría a ella y sacaría de la funda negra de la que saco un collar, que colocaría en el cuello de Belén. Ella no sabía porque le había puesto ese collar, pero no se sentía cómoda con él puesto. Karen se dirigiría hacia la puerta del baño y la abriría, antes de indicarle que la siguiera. "Apúrate y camina" –le dijo Karen. A pesar de sus dudas, obedeció y siguió a su captora. Luego de salir del baño, Belén se preguntaba si había alguien esperándola afuera. Sin embargo, Karen se adelantó y le pidió que caminara más rápido, asegurándole que no había nadie alrededor porque todos se habían ido. En su mente, se preguntaba si había alguna manera de escapar de esa situación, pero considerando que, si la universidad estaba cerrada, cualquier intento de huida podría ser arriesgado. Así que, por el momento, decidió someterse a las órdenes de Karen. Mientras caminaban, vio cómo Karen detenía su marcha y ella hizo lo mismo. Entonces notó que se encontraban en las gradas del campo de fútbol. Karen le ordenó a Belén que caminara hasta la línea blanca en el campo y la esperara allí. Obedeció las órdenes de Karen y bajó las gradas del estadio hasta llegar a la línea blanca que le indicó. Karen la siguió de cerca, sosteniendo una bolsa negra en su mano.

Cuando llegaron a la línea blanca, Karen se colocó detrás de Belén y le ordenó que abriera la boca. “Escúchame bien", quiero que abras la boca lo más que puedas y espero que no tenga que decirlo dos veces” –dijo Karen. Obedeció sin decir nada ni poner resistencia y abrió su boca. Karen, tras comprobar que había abierto su boca, sacó de la bolsa negra una mordaza de bola roja que tenía preparado. Una vez que lo tuvo en su mano, desechó la bolsa dejándola en el suelo. Belén, sin poder ver lo que estaba haciendo Karen a sus espaldas, fue sorprendida cuando esta de manera rápida le introdujo la mordaza en la boca. Ahora estaba esposada, con un extraño collar en su cuello y una mordaza que le impedía hablar. Estaba sumida en la confusión y tratando de descubrir cuáles eran las intenciones de Karen mientras permanecía de pie. Karen, por su parte, se dirigió a las gradas y se sentó antes de comenzar a hablar nuevamente con ella. Karen le dijo: “Es el momento de comenzar tu primera prueba. Quiero que corras de un extremo al otro de la cancha de futbol. Belén se encontraría confundida y preocupada por el hecho de que no estaba en buenas condiciones para correr, sobre todo con tacones puestos. Además, la cancha medía100 metros de largo y 75 metros de ancho. Sin embargo, su pensamiento sería interrumpido por un dolor intenso al recibir una descarga eléctrica que la hizo gritar a través de la mordaza en su boca. Karen le dijo que el collar que llevaba puesto le permitía enviar descargas eléctricas si no seguía sus órdenes, lo que hizo que Belén se sintiera aún más asustada y dispuesta a hacer todo lo que Karen le pidiera para evitar otra descarga. Le ordenó correr a una velocidad constante, dando 10 vueltas a la cancha y amenazándola con una descarga si no lo hacía. Belén comenzó a correr según lo dicho por Karen. Belen corrió tan rápido como pudo, tratando de mantener una velocidad constante para evitar recibir otra descarga eléctrica. Durante la primera vuelta, intentó mantener el ritmo, pero sus pies empezaron a doler por los tacones y su respiración se volvió agitada. En la segunda vuelta, Karen le dio una descarga para asegurarse de que  corriera más rápido. Sintió como si su cuerpo estuviera siendo electrocutado y tuvo que morder con fuerza la mordaza para no gritar. En la tercera vuelta, Karen ordenó que aumentara la velocidad aún más, pero sus tacones comenzaron a lastimarla demasiado. En un momento de desesperación, Belén decidió sacarse los tacones y continuar corriendo descalza. A pesar de sentirse más cómoda, la superficie áspera de la cancha comenzó a lastimar sus pies. Karen la observaba con una sonrisa maliciosa en su rostro, disfrutando de la agonía de Belén. De repente, Karen se levantó de las gradas y comenzó a caminar hacia ella, para comenzar a decirle:  “¿Qué te pasa? ¿Te sientes mejor sin tus tacones? Bueno, eso es una lástima porque ahora te voy a hacer correr descalza”. Trató de protestar, pero la mordaza en su boca no le permitía hablar. Karen la empujó hacia adelante y la obligó a continuar corriendo, esta vez descalza.

En la cuarta vuelta, sintió que sus piernas estaban a punto de fallar y que ya no podía respirar. En la quinta vuelta, intentó detenerse, pero las descargas eléctricas la hicieron continuar. En la sexta vuelta, cayó al suelo, exhausta y sin fuerzas para continuar. Karen la obligó a mediante una descarga eléctrica a levantarse y seguir corriendo. En la séptima vuelta, sintió que su cuerpo se estaba dando por vencido y que no podía seguir. En la octava vuelta, Karen le dio una fuerte descarga eléctrica que la hizo gritar de dolor, ya que vio cómo se quedaba parada en una esquina de la cancha. En la novena vuelta, intentó desesperadamente continuar corriendo. Finalmente, en la décima vuelta, cayó al suelo, agotada y sin fuerzas para seguir corriendo. Karen se acercó a ella y le quitó la mordaza de la boca. “Bien hecho, Belen. Veo que eres más obediente de lo que pensaba” –dijo la captora. Belén apenas podía hablar debido a la falta de aire, pero logró preguntar: “¿Por qué me haces esto?”.  “Porque quiero demostrarte que debes aprender a respetarme. Ahora levántate y no te olvides de tus tacones –le respondió. Luchó para levantarse del suelo mientras sus manos seguían esposadas detrás de su espalda. Una vez que finalmente logró ponerse de pie, Karen le ordenó que recogiera sus tacones del suelo. Belen intentó agacharse, pero las esposas en sus manos se lo impidieron. Karen se burló de ella. “¿Tienes problemas para agacharte? Parece que tus manos te están causando algunos inconvenientes, ¿no es así?”. Finalmente, logró recoger sus tacones con sus manos esposadas, pero en lugar de permitirle usarlos, Karen le dijo que los botara a la basura.

Se sorprendió, pero decidió hacerle caso a Karen, ya vio lo cruel que era y junto a ese collar que llevaba no podía hacer nada. Botó los tacones en la basura y Karen quien la estaba observando le ordenó que la siguiera a la cafetería del campus. Le quitó la mordaza. Una vez allí, estaba  sudorosa y exhausta después de dar 10 vueltas. Karen sentada en una mesa, disfrutando de una deliciosa comida mientras observaba a Belén con una sonrisa maligna en su rostro. “Te ves un poco desaliñada. ¿Te divertiste corriendo?” –preguntó Karen con un tono burlón. No dijo nada, solo asintió. Algo dentro de ella le decía que no digiera nada. “Bueno, no es la respuesta que esperaba, pero prefiero ese silencia a escuchar la voz de una perra como tú” –le dijo Karen mientras comía una hamburguesa. Empezó a mirar Belen de arriba a abajo y notó el sudor que empapaba su ropa. “Por lo que vi no estás muy en forma, y una esclava que no esté en forma no es de mi agrado, pero no te preocupes, cuando llegues a casa te ayudaré a ponerte en forma” –le dijo con una sonrisa. Se sintió humillada y frustrada, pero no podía hacer nada para defenderse. Karen continuó disfrutando de su comida y mientras lo hacía, se dio cuenta como Belén  se encontraba exhausta y sedienta.  Karen, con una sonrisa burlona en su rostro, sacó una botella de agua que tenía y le dijo: “Te noto con algo de sed, no sé si quisieras algo de agua”. Belén respondió levantando y bajando su cabeza. A lo que Karen dijo: “Bueno, aquí tienes un poco de agua puta”.

Vio como sacó la tapa a una botella con agua.  Karen se acerca a ella como si fuera a darle un trago, por lo que abrió la boca, pero en lugar de eso, Karen toma la botella y la vierte sobre el pecho de Belén, empapando su camisa. Se inclina y susurra. “Te ves tan caliente cuando estás mojada, pero no te preocupes, vas a aprender a complacerme, mi pequeña mascota”. Belén, no dijo nada por lo que hizo Karen, aunque se sentía aliviada por el agua que por lo menos pudo refrescarla. Karen se levantó de la mesa y empujó a Belen hacia adelante, obligándola a levantarse y seguir caminando. Le ordena caminar hasta el fondo del pasillo donde se encontraba una bodega. Mientras caminaban, ella se preguntaba qué podría estar planeando Karen. En su mente ya no sabía que imaginarse, para ella, Karen podía hacer cualquier cosa con tal de solamente humillarla y demostrarle quien tenía el control en esos momentos. Cuando llegaron, Karen la detuvo y abrió la puerta del almacén. Juntas entraron y se dirigieron a una zona más alejada, donde había otra puerta cerrada. Al abrir esa puerta Karen hizo que pasara primero, se quedó sorprendida por lo que vio. En esa habitación se encontraba un mueble con forma de ‘’X’’ con esposas en cada extremo. Belén se acercó al mueble y Karen le quitó las esposas de las manos. La llevó hasta el mueble  y la sujetó en cada extremo con las esposas, listas para comenzar a jugar Volvió a ponerle la incómoda mordaza en la boca.

Karen se dirigió a una mesa en la esquina del cuarto, tomó una pequeña caja que abrió con delicadeza, al ver su contenido sonrió. Belén siente sofocada y vulnerable de nuevo. Karen se inclina y le murmuró en su oído: “Ahora que estás completamente bajo mi control, puedo hacerte lo que quiera. Voy a hacerte sentir cosas que nunca has sentido. Eres mi esclava ahora”. Belén no puede responder, pero su cuerpo temblaba de miedo por escuchar esas palabras. Karen volvía a la mesa y tomó unas tijeras. Se puso nerviosa al verlas, pero no pudo hacer nada mientras Karen se acercaba, cuando estaba cerca le dio miedo que es lo que iba a hacer con esas tijeras. Abrió las tijeras y empezaba a cortarle la ropa. Se sintió un poco aliviada, aunque algo de impotencia al ver como se destruía su traje que le costó mucho. Sintió cómo la tela se desgarraba y quedaba expuesta. Cuando Karen terminó de cortar la tela, la miró de arriba a abajo con una sonrisa sádica en el rostro. “¡Mmmmm, así es mejor!” –murmura Karen, mientras desliza las manos por el cuerpo desnudo de Belén.  “Así puedo aprovecharme completamente de ti, sin nada que me impida ver lo que es mío” –añade.

Karen se dirigió de nuevo a la mesa y de la caja sacó unas pinzas metálicas. Se acerca a Belen sosteniendo las pinzas metálicas en su mano. Le coloca las pinzas en los pezones, apretándolas fuertemente y provocando una oleada de dolor y placer en su cuerpo. Luego, comienza a jugar con las pinzas, tirando de ellas y moviéndolas de un lado a otro, observando cómo Belén se estremece y gime de dolor y placer. “Así es como te hago mía” –dice Karen con una sonrisa satisfecha en el rostro. Con una mirada llena de malicia, acaricia suavemente su rostro, deslizando sus dedos por sus mejillas y acariciando sus labios. Luego, sin previo aviso, le agarra el cabello y lo jala hacia atrás con fuerza, provocando que Belen gima de dolor. Karen sigue jugando con su víctima, explorando cada rincón de su  cuerpo con sus manos y su boca. Dejando marcas rojas y rasguños mientras sus uñas se clavan en su piel, pero también le da besos suaves y dulces en los lugares menos esperados, provocando oleadas de placer en ella. Se separa por unos instantes de Belen y la mira con satisfacción en sus ojos. “Has sido una buena esclava, pero todavía tengo cosas que hacer contigo” –le susurra con voz seductora. Karen va a la otra caja y saca un vibrador. Sonríe con malicia mientras se acerca a Belén. “Esto será divertido” –dice mientras enciende el vibrador y comienza a jugar con él en el cuerpo de Belén. Lo frota contra su clítoris, provocando que el placer invada a su víctima, haciéndola respirar agitado y retorcerse mientras cierra los ojos. Observa sus reacciones con interés. Luego, empieza a meter el vibrador en su vagina, moviéndolo de un lado a otro, provocando gemidos de placer en Belen. Karen se ríe mientras la observa y le da nalgadas en el trasero para estimularla aún más. Haciendo que la chica solo disfrute de esa tortura.  

Karen tomó una cuerda del piso y amarra el vibrador a la ingle de Belén dejándolo adosado al clítoris. Se aseguró de que esté lo suficientemente firme para que no se suelte. Luego, enciende el vibrador y lo ajusta a una velocidad baja, sintiendo cómo Belén se estremece de placer. “¿Te gusta eso, mi esclava?” –le pregunta con una sonrisa malvada mientras comienza a jugar con el vibrador, moviéndolo, provocando en la profesora un intenso orgasmo que la hace derramar sus fluidos que corren por sus piernas. Toma la caja y la sostiene en su mano con una sonrisa pícara. Mira fijamente a Belen y saca un flogger. “¿Te gusta mi flogger?” –le pregunta con tono juguetón, mientras lo acerca a las tetas de Belen. Comienza a darle pequeños golpes a esas exquisitas tetas que tenían los pezones a punto de explotar por la excitación, aumenta gradualmente la intensidad de los azotes. Belén responde con gemidos, mezclando dolor y placer, gracias al látigo y al vibrador.

Continuó azotando a Belén, no solo en las tetas, sino por todo su cuerpo hasta que observa como se abrazó a otro orgasmo intenso. Dejó el látigo en el piso, apaga el vibrador y se lo retira de las piernas. Karen se acerca al oído de Belen y le dice: “Vaya sí que duraste más de lo esperado, pero lo hiciste bien. Mientras tanto quédate ahí sí, voy a limpiar unas cosas,  ya nos debemos ir. Hoy me demostraste que serás una muy buena esclava”. Belén se sentía exhausta, cansada y humillada. No entendía cómo había llegado a este punto. Deseaba que todo terminara allí, pero Karen le había prometido llevarla a casa y la idea de estar cerca de ella la aterraba. Había caído en un juego del que parecía imposible escapar. Se había convertido en la marioneta de Karen. Lo único que podía ver era ver a Karen limpiando y ordenando el lugar, mientras ella permanecía inmovilizada, incapaz de hacer nada más que observar impotente. Karen parecía haber terminado de limpiar, recogiendo los trozos de ropa y llevándolos en una bolsa hacia afuera. Se marchó sin decir una palabra. Una vez más, Belén se encontraba sola. Una parte de ella ansiaba escapar, pero sus extremidades seguían sujetas a ese mueble, dejándola sin opciones. Solo podía pensar en su futuro, si algún día sería libre nuevamente, si alguien notaría su ausencia o si Karen se encargaría de que nadie sepa más de ella. Inmersa en sus pensamientos, no notó que Karen regresó con un carrito de equipaje, preparada para dirigirse una vez más a Belen y decirle algo importante. “Bueno, hemos terminado aquí y debo decir que lo he disfrutado mucho. Sin embargo, como te mencioné, hago todo esto porque quiero tener una esclava y deseo que esté siempre a mi lado. Para estar más cerca de mi esclava, debo llevarte en mi carro a mi casa. Agradezco que hayas decidido venir en autobús en lugar de traer tu propio auto, porque sinceramente no sabía qué hacer con tu vehículo. Esa habría sido la única cosa que habría obstaculizado mi plan. Afortunadamente, parece que hoy estabas dispuesta a ser mi esclava”.

Belén lamentaba no haber llevado su auto en ese momento, pero no quería gastar dinero en gasolina. Karen notó claramente la desesperación de Belén y el hecho de que algo tan simple podría haber cambiado todo molestaba le molestaba en gran medida. Con una sonrisa, Karen se acercó a Belén y dijo: “Bueno, como ves, tal vez las cosas podrían haber sido diferentes, pero ahora nada puede cambiar. Solo nos queda aceptar el futuro. Permíteme sacar ese collar que ya no necesitarás, déjame liberarte de las esposas y si intentas hacer algo no podrás ir a ningún lado. Ahora quiero que te  subas en este carrito”. Karen sacó una llave y quitó las dos esposas que la mantenían cautiva, mientras sacaba las otras esposas de su bolsillo y se las mostraba a Belen. “Es muy obvio, simplemente pon tus manos al frente y déjame encargarme del resto” –dijo Karen. Belen puso sus manos al frente y permitió que Karen le esposara nuevamente. “Ahora súbete en el carrito y nos vamos de aquí" –dijo Karen. Belén se subió en el carrito y Karen lo empujó mientras se alejaban. Durante ese breve trayecto, observó todos los lugares por los que habían pasado anteriormente: el pasillo, la cafetería, el estadio y, por último, aquel maldito baño donde todo comenzó. Finalmente, llegaron al estacionamiento de la universidad, donde el único automóvil que había era el de Karen.

 

Dejó de empujar el carrito y le indicó a Belen que bajara. Luego, abrió la puerta trasera del vehículo, permitiendo que Belen subiera con cierta dificultad debido a sus ataduras y se sentara. Karen cerró la puerta y se dirigió al asiento del conductor, encendiendo el automóvil. Antes de comenzar a conducir, se dirigió a Belen y le dijo: “Si quieres, acuéstate y descansa. Necesitarás energías una vez que lleguemos a mi casa”. Con esas palabras, Karen puso en marcha el automóvil y se alejaron de la universidad, dejando atrás los recuerdos de la loca aventura que habían vivido juntas, aunque más aventura había sido para Karen, ya que para Belén era despedirse de su vida, ya que no sabía lo que sucedería ni cuánto tiempo estaría cautiva. Belén, decidió hacer caso a Karen y se acostó. Después de todo, por lo que pudo conocer de Karen, era verdad que necesitaría mucha energía para enfrentar el futuro incierto que le esperaba. Desde el retrovisor, Karen observó a Belen recostarse. Todo había salido según lo planeado. Ahora se dirigía a casa junto a su nueva esclava, con la certeza de que juntas se divertirían mucho.

 

No se trataba de un secuestro real, sino de un juego entre Ama y esclava, que disfrutaban llevarlo a cabo para mantener viva esa llama de Dominación y sumisión. Antes de llegar Karen detiene el auto y la libera de sus amarras, va hasta la maletera del auto y saca un abrigo largo y un par de zapatos con tacones, se los coloca y la besa en los labios con lujuria. “Ha sido precioso mi pequeña puta –le dice después de besarla. “Me alegra que le haya gustado mi Señora y que disfrute de mi cuerpo que siente está a su disposición” –dice Belén y se sienta en el asiento del copiloto”.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®


2 comentarios:

  1. Como siempre excitante,
    Me encantan los detalles rudos y morbosos.
    Excelente relato Mi amor 😘
    Tu forma de escribir es maravillosa
    Siempre te lo he dicho.

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  2. Que rico relato cada detalle cada cosa me encanto esa manera de tratarla de ser tan puta y a la vez tan obediente ufff como siempre exquisito

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