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lunes, 14 de agosto de 2023

46. Mi primer trabajo

 

Durante meses Claudia le pidió a Pedro, el amigo de su padre que la dejara trabajar en su tienda de ropa. Aunque él no la dejaba, era menor de edad, lo más importante y lo que más le preocupaba era que cada que la tenía cerca algo le pasaba. Su cuerpo se desarrolló, no era más la niña con la convivió todos estos años. Ahora era una joven muy guapa. El bulto en su pantalón cada vez que la tenía cerca era preocupante para él, por la amistad que tenía con su padre. Sin embargo Claudia cumplió 18 y luego de que su padre se lo pidiera le dio permiso.

 

La tienda era pequeña, un solo piso con una bodega, tenía dos ayudantes Manuel y Daniela unos hermanos que desde un par de años eran parte de la tienda. En cuanto llegó Claudia a la tienda a Manuel se le caía la mandíbula, no dejaba de mirarla, sus piernas largas en ese pantalón ajustado eran impresionantes, su cintura pequeña como sus tetas y su cara que destellaba un brillo especial cada que sonreía lo tenían embobado.

Fue hasta que Pedro llegó, obviamente el jefe había llegado, así que Manuel dejó de verla y siguió acomodando las prendas. “¡Bu!” –dijo Claudia mientras por la espalda le picaba las costillas a Pedro. “Hola pequeña Claudia, ¿ya te dijeron precios y como acomodar?” –preguntó el hombre. “No, nada más me dijeron que abriéramos y ya. ¿Qué hago?” –le dijo pegada a él, con su rostro pegado a su barba de candado. Mientras ella recorría la tienda acomodando accesorios, Pedro notó que esa erección en su pantalón no cedía, llevaba más de dos horas así y comenzaba a sentir calambres. Aun así, al igual que Manuel él estaba embobado mirándola moverse por los pasillos.

“Los sábados es en short, ¿ya te dijeron?” –le comentó Daniela. “No, no sé si tenga. Bueno, sí, pero no sé si me queden” –dijo Claudia con una sonrisa. “Bueno, ven vamos a doblar todo lo de allá. Si entra gente que ellos atiendan” –dijo Daniela. Ambas fueron a la bodega mientras en la tienda Manuel veía a Pedro sonriendo. “¿De dónde la sacó? Está bien buena la muchacha” –dijo. “Es hija de un amigo, si está bien sabrosa la verdad. Bueno a trabajar” –dijo Pedro.

Así llegó el sábado y Claudia se puso el único short que tenía, ese que le servía de pijama. Era muy pequeño y dejaba salir un poco sus nalgas. Ahora hasta Daniela la miraba fijamente. “Te dije de short, pero te trajiste el que usabas en la primaria” –le dijo Daniela con una sonrisa. “Es que no tengo otro, no me había fijado que me quedaban parte de las nalgas afuera” –dijo Claudia riendo. “En la bodega están las poleras con el logo de la tienda, ponte una mientras voy abro” –dijo la chica. Todas eran enormes, solo una le quedaba más o menos bien, mientras se cambiaba Pedro entró, sin hacer ruido en el marco de la puerta se detuvo, admirando sus pequeñas tetas contenidas por el sostén. “¡Ay! No te vi” –dijo Claudia dando un brinco al verlo. “Voy llegando, ¿todo bien?” –dijo el hombre. “Si, ya nadas guardo esto y salgo” –dando vuelta para recoger su suéter, dejándole ver sus nalgas en ese pequeño short. Pedro ya tenía otra vez la verga durísima, así que salió para tomar aire. “¿Y tú vas de safari?” –le dijo a Manuel que traía una bermuda con muchas bolsillos a los lados. “Está cómodo. ¡Dios mío bendito! –dijo al ver salir a Claudia, que le sonrió y siguió de largo.

Durante el día ambos estuvieron atentos a ella, cada vez que se agachaba podan ver sus nalgas y la orilla de sus calzones que se asomaban como un bonito decorado de ese par de nalgas. Muchos clientes se acercaban a ella para comprar, pero más por estar cerca de ella. Al final del día mientras preparaban para cerrar, Pedro la vio platicando con un tipo mayor. Ella le daba su teléfono mientras se la comía con la mirada. “¿Quién era ese?” –le preguntó. “Nadie, me dijo que si quería ser modelo él me ayudaba” –respondió “¿Cómo crees esas tonterías?” –preguntó otra vez. “¿Ósea que estoy fea? ¿No puedo ser modelo?” –dijo ella con enfado. “No dije eso, es solo qué anda tanto charlatán por ahí” –dijo Pedro tratando de excusarse. “Esta bien, estoy fea según tu” –dijo ella. “No dije eso, perdón” –dijo Pedro insistiendo. Lo dejó hablando solo y no le habló por días.

Una tarde revisando las cámaras de seguridad, Pedro ve a Claudia con Manuel en la bodega. Se besan y a los pocos segundos la chica estaba de rodillas chupándole la verga al chico. Pedro queda atónito mirando lo que había sucedido pero también estaba caliente. Sentado frente al monitor se empieza a masturbar viendo cómo la hija de su amigo se tragaba la verga del trabajador. “La puta se hace la tonta” –decía Pedro viendo el morboso material ante sus ojos. “La suerte de este estúpido, consiguió lo que he estado esperando desde que la zorra llegó a trabajar aquí” –decía mientras aumentaba el ritmo de su mano con furia. Acabó perversamente viendo la escena, la vio cuando se puso de pie y limpió su boca, señal que se hacía tragado el semen de Manuel.

Claudia sabía muy bien que ella tenía las cualidades para ser modelo o lo que ella se propusiera. Además, sentía que el comentario de Pedro había sido inadecuado, por lo que decidió llamar a este hombre que le dejó su tarjeta e intentar probar suerte en el mundo de las pasarelas o de los comerciales por televisión. “No sé si se recuerda de mi, soy la chica dea tienda de ropa a quien le dejó su tarjeta, le llamo para saber si su oferta aún sigue en pie” –dijo ella. “Claro que te recuerdo, una chica como tú es difícil de olvidar. Mira, puedes venir hoy después de tu trabajo para hacer un casting y vemos” –dijo el hombre. “¡Me parece genial! Me escribe más tarde para mandarme la dirección” –le dice ella feliz. “¡Perfecto! Más tarde te mando la dirección. Por lo que vas a usar no te preocupes, aquí en la oficina tenemos lo necesario” –respondió el desconocido. “Espero su mensaje entonces” –le dijo y cortó la llamada. Faltando poco para salir, el hombre le mandó la dirección, Claudia estaba feliz y le dice a Pedro: “Ves, hoy iré a hacer un casting para modelo”. Él la mira con algo de desconfianza y le dice: “Supongo que hablaste con el tipo del otro día”. “Sí, ¿con quién más?” –dice ella. “Ten cuidado, no sabes lo que puedes encontrar” –dice Pedro. “Ya vas a empezar con esas tonterías, en vez de ponerte contento, te pones peor que mi papá” –dice Claudia. “Bueno, haz lo que quieras, total eres solo una trabajadora de la tienda, no saco nada con preocuparme” –le dice Pedro. “Perfecto jefe, así será” –responde la chica.

Al salir de la tienda Claudia toma un Uber que la llevaría a destino. A Pedro le hervía la sangre, aun así no podía dejar que se aprovecharan de ella. “Me marcas cualquier cosa” –le escribió por WhatsApp y a distancia la siguió hasta un edificio del centro. Casi le ganaba el sueño cuando sonó su celular. Era Claudia con voz llorosa pidiéndole que la recogiera enfrente a un centro comercial. La vio salir y caminar a la plaza, dejó pasar unos minutos para acercarse, le tocó le tocó la bocina y ella corrió a su auto. “¿Qué pasó?” –le preguntó.  “Nada” –respondió ella. “¿Te hicieron algo? ¿Estás bien?” –insistió Pedro. “Todo empezó bien, me pasaron un vestido para que modelara, me tomaron fotos e hicieron un video. La cosa cambió cuando me pidieron que me desnudara y ellos sacaron sus vergas para filmar un casting porno conmigo, tuve mucho miedo y salí corriendo” –le dice. “¡Qué te dije!” –le dice Pedro. “No me regañes, suficiente susto pasé ahí” –dice Claudia. Pedro le miraba sus piernas, ya que el vestido apenas cubría sus muslos. “¿Qué esperabas de un tipo que te aborda en una tienda? Dime, ¿qué pasa con Manuel?” –le pregunta. “Nada, solo fue un beso” –le respondió. “Sabes que no fue más que un beso. En la bodega hay cámaras y vi como se la chupabas, así que no me vengas con mentiras” –dice él. “Bueno, sí, se la chupé y bien rico. ¿Cuál es el problema?” –le dice ella. “Creo que ya no puedes trabajar en la tienda. Imagínate si te pasa algo, ¿Qué le digo yo a tu papá?” –dice Pedro.  “No le digas, por favor”. “¿Cómo le explicó que ya no trabajas más en la tienda? ¿Le digo que te despedí por estar chupando verga en la bodega?” –le preguntó a la chica. “¿Pero por qué?” –dijo haciendo un gran puchero. “Entonces despido a Manuel, pero tampoco sería justo” –le dice Pedro. “¿Qué puedo hacer para que me dejes seguir trabajando?” –le preguntó la chica y se inclinó hasta estar cerca de su boca, tanto que el tuvo que estacionarse para no chocar pues no veía más que su rostro. “¿Qué vas a hacer, dime?” –le preguntó. Claudia ya tenía su mano sobre su bragueta sobando despacio sin quitarle la vista de encima. “¿Qué haces?” –volvió a preguntarle sin la menor intención de detenerla. “Conservando mi trabajo y el de Manuel que no tiene nada que ver en esto. Además, sé qué a ustedes les gusta mucho esto, a mi novio se la chupo a cada rato” –le dice ella. “¡Niña estás jugando con fuego!” –le dice Pedro. “¡Qué tiene! Además mira, ya está bien duro tu amigo” –le dijo apretándole la verga sobre el pantalón. “Espera, vamos a otro lado” –dijo Pedro y se fue en dirección a la tienda.

Todo el camino lo fue estimulando, en cuanto llegaron y abrieron para después cerrar e ir a la bodega, él se abalanzó a tocar sus nalgas prohibidas hasta ahora. “Me gusta tu culito niña” –le dice. “Pues agárrame más fuere, me gustan tus manos en mis nalguitas” –le dice Claudia. Mientras ella le soltaba el pantalón, él besaba sus pechos que desde el primer pasillo quedaron al aire y metía su mano entre sus piernas. Para cuando llegaron a la bodega él tenía los pantalones en los tobillos. Claudia se puso de rodillas, le jalaba la verga con ambas manos y besaba de manera tierna el glande. “Para que me dejes de decir niña” –le dijo ella, abriendo la boca se metió esa palpitante verga que tanto deseaba sentir aquellos labios de la hija de su amigo.  “¡Uuuf que rico!” –le decía él la contacto de esos calientes labios. “Me gusta el sabor. Aunque la tuya es más grande que la de mi novio y está más dura” –le decía entre mamada. “Chupa nena, métela a tu boca de una vez” –dijo Pedro presa de la calentura. Él le marcaba el ritmo, ella movía de manera frenética su boca, recibiendo las embestidas calientes de Pedro que le llegaban hasta la garganta. “No me los avientes en la cara, no me gusta” – le dijo ella. Él pensaba más en penetrarla, empinarla, montarla pero ahora que ella lo mencionaba, se vería fabulosa con la cara llena de semen. “Entonces, ¿te lo tragas?”. “¡No! No me gusta –le respondió dejando de chupársela. Pedro quiso voltearla para penetrarla pero ella se resistió. “Así no” –le dijo ella en tono de protesta. “¿Entonces cómo?” –le preguntó. Solo te la chupo y ya, te dije que me va a doler porque la tienes más grande que lo novio” –le respondió. “Lo hago con cuidado” –le dijo él, la lujuria le corría por la sangre. “No, mejor ya me voy” –dijo Claudia. “Bueno, solo chúpala” –dijo Pedro para evitar que se fuera. La chica volvió a ponerse de rodillas y comenzó a chupársela nuevamente. “¡Me gusta chupar vergas!” –le decía y volvía a tragársela completa. “Sí que sabes chuparla” –dijo Pedro casi jadeante.

Unos minutos más tarde él estaba por acabar, como buena experta lo notó y se separó un poco,  siguió masturbándolo hasta que el semen salió disparado sobre sus tetas y escurrió por su abdomen, otros chorros con menos fuerza cayeron en sus piernas. Su cometido estaba cumplido, le había regalado a Pedro la mejor mamada que había recibido. “¿Te gustó?” –le pregunta Claudia. Él aun jadeando le responde: “¡Tienes una boca exquisita!”. Se quedaron un rato más jugando cuando sonó el celular de Claudia, habían mensajes de su mamá y papá. “Vámonos, que ya están preguntándome que donde estoy” –dijo la chica con algo de preocupación. “Escríbeles que tuvimos que quedarnos a hacer inventario y que yo te llevo a casa” –le dijo él. Escribió lo que Pedro le había dicho y como si nada se limpió, arregló su ropa y subió al auto. Al llegar, se bajó y se despidió como si no hubiera pasado nada. “Te veo en el trabajo” –le dijo Claudia. “Adiós niña” –respondió él. Su amigo salió y lo invitó a tomar unas cervezas, hace tiempo que no lo hacían. Pedro acepó y se quedaron hasta tarde charlando. Pedro solo tenía en su mente a Claudia y pensaba la manera para cogérsela. La hora avanzó y Pedro le dice al papá de la chica que estaba cansado y quería volver a casa para darse una ducha y dormir como tronco.

No pasó ni una semana y al revisar las cámaras de seguridad, descubrió que Claudia había vuelto a chuparle la verga a Manuel, aunque se enojó, luego se excitó, entonces su cabeza ideó el maquiavélico plan para follársela, total podía usar las imágenes en su favor. Salió de la oficina, buscó a Claudia y le dijo que quería conversar con ella. Al cabo de unos minutos entró Claudia a la oficina y le dice: “¿Querías hablar conmigo?”. “Claro, pasa y siéntate. Te quería mostrar un video. En la pantalla se le veía besando a Manuel, luego se arrodillaba mientras él se bajaba el pantalón. Ahí lo detuvo. “¿Creo que ya sabes qué pasa después?” –dijo muy serio. “Pero Pedro, también te la chupé” –le dijo. “Bueno, pues a él se queda sin trabajo y este video se lo mando a tu padre para que vea la clase de puta que tiene por hija” –le dijo él. “No,  no soy puta” –le dice ella. “El video dice lo contrario. Entonces, ¿vas por ahí chupando vergas?” –dice Pedro mirándola a los ojos. “No, ¿por qué dices eso?” –dijo Claudia. “Las imágenes hablan por sí solas. ¿Qué hacemos?” –preguntó Pedro poniéndose de pie. “No nos dejes sin trabajo y no le digas a papá” –dijo ella. “¿Yo que gano?” –le preguntó. “Lo que quieras” –respondió ella. “¿Lo que sea?” –le volvió a preguntar. “Sí, lo que quieras” –le dijo con resignación. “Vuelve a trabajar, nos vemos por la tarde. Ya veremos si Manuel tiene trabajo mañana o no” –sentenció.

Por la tarde cerraron la tienda y Pedro espero paciente a que Claudia entrara. Con cara seria se sentó frente a él. “¿Entonces?” –preguntó ella. “Nada. Vamos a ver qué es lo que sea” –le dijo mientras se acercaba y le quitaba el cabello del rostro para acariciarla. El ritmo cardíaco de ambos era acelerado, pero a diferencia de ella que no sabía qué esperar. Pedro estaba preparado. “Ven, recárgate aquí” –le indicó y ella se apoyó en el escritorio mientras él subía su falda. “¡Ay!” –dijo ella cuando él le dio un golpe en las nalgas. Le quitó la tanga y le dijo: “”Con tus manos ábrete el culo”. “¿Así? –preguntó con la cata en el escritorio y ambas manos sujetando sus nalgas. “Sí, así” –le dijo él. Pedro ensalivó sus dedos y comenzó a manosear su vagina hasta que empezaron los primeros gemidos de Claudia. “Mira que está húmeda tu conchita—dijo hundiendo sus dedos para penetrarla. “¡Ay despacio!” –le dijo ella. Sin embargo, él los metió más y movió como loco. “¡Ay,  me duele!” –decía ella retorciéndose. Luego los sacó, evidentemente húmedos y lamió aquella vagina que brillaba por los fluidos que destilaba. Los ojos de Claudia estaban en blanco, evidentemente Pedro sabía lo que hacía y su legua seguía su trabajo en su concha mojada e inflamada. “Se siente muy rico como lames” –le dijo ella entre gemidos. “Te la voy a meter hasta que me canse pequeña chupa verga” –le dijo Pedro en tono de sentencia. “No te detengas Pedro, sigue lamiéndome la concha así de rico” –le decía Claudia con sus gemidos desbordados. “Sé que te gusta, mira cómo estás mojada” –le dijo mientras llenaba su mano con los fluidos de Claudia y los embarró en su cara, ella abrió la boca y los lamió con lujuria. “Ven aquí y chúpamela, ¿es lo que te gusta?” –le dijo con la perversión reflejada en sus ojos. “¡Sí me gusta” –dijo Claudia. Tomó su verga con ambas manos y se puso de rodillas, la empezó a chupar Suavemente. Sin embargo, él metió toda su verga bruscamente en la boca de ella. “¡Hasta el fondo pequeña puta!” –le dijo él.

Claudia trataba de pararlo, ya que se ahogaba, pero él le tomó las manos y usando su cinturón las sujeto y amarró. Levantándolas para no darle oportunidad de resistencia. “Me duelen mis muñecas” –le dijo a manera de súplica. A él pareció no importarle, ya que siguió follándole la boca como un enfermo. “¡Eso, abre esa sucia boca!” –le decía. Claudia seguía apretando con sus labios la verga de Pedro que entraba y salía con vehemencia, tenía sus brazos en alto; aunque sus brazos se cansaban y le dolía la quijada por el esfuerzo, en sus ojos se notaba como disfrutaba de aquella verga que se me clavaba indolente hasta su garganta. ¡Si supiera mi compadre que su nena es una puta! No dudo que se sentiría orgulloso. ¡Sostenla dentro!” –le ordenó. Claudia penas podía llenar sus pulmones de aire, pero eso no le impedía cumplir el mandato de Pedro. Después de tenerla sometida a su antojo, la coloca de pie, luego la giró. Recargada en el escritorio sintió como Pedro le arrancaba la ropa y abría sus piernas, separó sus nalgas y de pronto sintió un dolor horrible. “¡Ay me duele!” –gritó ella. “¡Cállate ya y abre ese culo!” –le dijo dándole una nalgada que la hizo estremecer por completo. La verga de Pedro entraba en su culito y el dolor era indescriptible para ella que no dejaba de gritar. “¡Me duele! ¡Me duele mucho! ¡Ay, para por favor!” –gritaba, pero a él no le importó y la tomó del cuello para jalarla contra él y que su verga entrara de una buena vez. “¡Que apretado culito tienes Claudia!” –le dijo. “¡Pedro, me duele mucho!” –suplicaba Claudia. Los sollozos le ponían más dura la verga, que sentía como se acercaba el final. “Voy a rociar tus nalgas con mi semen” –le dijo. Sacó su miembro y eyaculó sobre  las nalgas de Claudia que se enconchaba aún adolorida sobándose su agujero. “¡Maldito cerdo! ¡Me duele el culo!” –le dijo ella. “Dijiste que lo que sea y mira tu culo estaba ahí, dispuesto para que mi verga se le clavara. ¡Quita esa cara o te vuelvo a coger por el culo!” –dijo Pedro con una sonrisa de satisfacción. “Llévame a mi casa” –dijo ella mientras se limpiaba las nalgas y se vestía. “Vamos que mañana tienes que trabajar, ya veré que hacer con Manuel” –dijo Pedro en tono amenazante. Viajaron en silencio, aunque él seguía tocándole la entrepierna y sobando sus tetas sobre la polera. Ella bajó molesta y azotó la puerta. “Hasta mañana niña” –le dijo. “¡Cállate baboso!” –dijo Claudia mientras se alejaba.

Llegó a su casa y se dio una ducha, comió algo y se tiró en la cama. Pasó la noche pensando que hacer con Manuel hasta quedarse dormido. Al despertar con una gran erección tenía la respuesta. Lo llamó en la mañana a su oficina, le mostró los videos y sentenció: “Cada que te chupe la verga, te bese o te la cojas te voy a descontar un día de sueldo. ¿Estamos?”. El joven intentó defenderse pero le fue imposible, Pedro dio un manotazo al escritorio y le dijo: “¿Estamos?”. “Si don Pedro, estamos” –respondió él y salió resignado. Ese día Daniela se fue antes, tenía cita en el dentista y Pedro lo vio como una oportunidad que no dejaría pasar. “En cuanto cierren vienen los dos a la oficina” –les dijo a Claudia y Manuel que solo asintieron y se miraron un tanto preocupados. Cuando bajaron las cortinas ambos caminaron hasta la oficina. “Bueno Manuel, la cláusula de tu descuento salarial no aplica si la compartimos” –dijo Pedro. “¿Qué cosa?” –preguntó Claudia sin entender nada. “¿Compartir?” –preguntó Manuel. “Creo que sabes a lo que me refiero Manuel” –dijo Pedro. Abrazó a Claudia tomándola por el culo y levantando su falda, dijo: “¡Compartir!”.  La besó y le dijo a Manuel que le sacara los calzones. “¿Me van a coger los dos?” –preguntó Claudia con temor.  “Sí, pero primero nos vas a chupar la verga” –le dijo Pedro. La acomodó entre ellos y la inclinó hasta que quedó en cuclillas. Luego se sacó la verga para restregársela en la cara. “¿Yo también puedo?” –preguntó Manuel mientras bajaba su pantalón. “Obvio que sí” –le respondió Pedro. Cuando ambas vergas chocaban sobre sus labios, Claudia comenzó suavemente a chupar un poco a uno y a otro. “No me vayas a ahogar, no me gusta” –le dijo a Pedro. “Deja de hablar y chúpanos la verga” –ordenó Pedro.

Le tomaban el pelo para ver su cara mientras ella intentaba meterse las dos vergas a la boca, las devoraba con placer, aunque no cabían completas en su boca; así que una a la vez las disfrutaba, el hombre y el muchacho estaban tan calientes viendo como Claudia se iba transformando en la puta chupa vergas que le gusta ser. Pedro se sentó en la silla y la levantó para que empinada le chupara la verga. Tomó un preservativo y se lo dio a Manuel. “¡Métesela en el culo!” –dijo. “¡No, por ahí duele mucho, no!” –gritó ella pero Pedro ya le sujetaba ambas manos para evitar que se moviera. Manuel acomodó su verga en el ano de Claudia pero no podía metérsela. “No entra” –dice. “Empuja fuerte” –le dijo Pedro. El muchacho hizo caso y empujó con fuerza y su verga se abrió paso en ese apretado agujero. “¡Ay me duele!” –gritó Claudia. Pedro miraba atento los gestos de dolor de Claudia, lo disfrutaba, su verga se ponía más dura. “¡Deja de gritar y chúpamela puta!” –le ordenó Pedro. Sin dejar de quejarse, ella agachó la cabeza y lamió mientras Manuel entraba por completo en su culo. “¿Dije que lamieras? ¡Dije que me la chupes!” –dijo Pedro después de darle una cachetada. Ella se la chupó y se la metió toda en la boca, por alguna razón ya no le causaba nauseas, incluso le gustaba tenerla por completo llenando su boca. “¡Está bien apretada del culo!” –dijo Manuel. “¡Me duele! ¡Ay, sácamela Manuel por favor!” –decía suplicando. “¡A Chupar te dije!” –ordenó Pedro, quien la tomó de la nuca y la llevó hasta su verga, la hizo que la tragara de esa manera brusca que tanto le gustaba y ahora solo se escuchaban los gemidos ahogados de Claudia.

El chico se la metía tan rápido que se escuchaba el ruido de sus cuerpos chocando violentamente, Manuel estaba aferrado a sus nalgas metía su verga sin piedad en el culo y Claudia ya solo dejaba que con sus manos Pedro dirigiera su cabeza, ambas vergas entraban a placer sin ninguna resistencia. “Ven y siéntate aquí” –dijo  a Manuel que obedeció. Le colocó a Claudia sobre él, ahora si se metió la verga en su vagina, sintió un poco de alivio, incluso lo besó. Después Pedro se acomodó detrás y colocó su verga en el orificio sin ocupar. Claudia adivinó sus intenciones y le dijo: “¡No entiendes que me duele!”. De un golpe le entró la verga  en su culo y poco a poco la de Manuel resbaló para entrar completa, ambos se movían mientras ella gemía de dolor y de placer indescriptible. Solo había visto eso en las películas porno y ahora tenía dos vergas dentro. “¡Se siente rico!” –decía. “Te dije que acabaría por gustarte, este culo apretado está hecho para recibir verga” –dijo Pedro. “¡Oh, me siento como las putas de los videos porno!” –decía Claudia disfrutando. El dolor había desparecido, ahora solo era placer el que recorría sus venas. Manuel estaba entretenido lamiendo sus pechos y casi ni se movía, Claudia se meneaba con ritmo para sentir ambas vergas dentro. No entendía como ese dolor se había transformado en placer, pero en sus ojos podía verse lo mucho que estaba disfrutando. Siguió moviéndose, las dos vergas la tenían completamente invadida y ahora que había descubierto ese placer no dejaría pasar la oportunidad de tener un orgasmo. “¡Oh, me tienen loca!” –decía cuando ese orgasmo la azotó con fuerza, sus gemidos eran feroces y sus movimientos intensos. Su novio no había podido lograr enloquecerla con tanto placer como el que estaba sintiendo en la oficina. “¡Voy a acabar!” –dijo Manuel. Pedro se salió del culo de Claudia y le dijo: “¡Ven acá y comete su semen!”. Esta vez sin reclamos se puso de rodillas mientras Manuel se masturbaba, abrió la  boca con deseo esperando que el muchacho explotara. Manuel metió su verga en la boca de Claudia y acabó con desenfreno, el semen salió expulsado con fuerza, ella lo tragó hasta la última gota. Luego Pedro la acomodó para seguir metiéndosela por el culo. Claudia sentía un placer exquisito al ser penetrada con fuerza, no paraba de gemir y retorcerse; hasta que otra ola de placer la invadió, sus piernas temblaban, su respiración se agitaba y solo podía gemir a causa del orgasmo que la estaba azotando.  “¡Todavía te queda más semen que tragar, putita!” –dijo Pedro. Nuevamente de rodillas, pero esta vez frente a la verga del amigo de su padre, esperó hasta que el semen entró en su boca, lo tragó y suspiró. Con una sonrisa en los labios dijo: “¡Me dejaron loca de placer!”. “Acostúmbrate, vas a ser la puta de la tienda” –le dice Pedro.

Las horas habían pasado sin que ellos se dieran cuenta. Los tres se vistieron y Pedro los llevó a casa, primero a Claudia, que siguió siendo manoseada en el auto por ambos, tanto que en el camino tuvo otro orgasmo. Después fue a dejar a Manuel que en silencio sonreía. “Llegamos muchacho” –le dijo. “Gracias por todo patrón”. Pedro se alejó satisfecho.

Claudia en su casa no daba crédito a lo que había experimentado, se sentía en cierta forma complacida, ya que uno de sus traumas en cuanto al sexo había sido resuelto con la mejor terapia de sexual que jamás pensó recibir. Se dio una ducha, aunque el culo de dolía lo había disfrutado, aun sentía el sabor del semen en sus labios. Se miró en el espejo y sonrió, pensó en algo que Pedro le dijo la primera vez que se la cogió: “¿Qué pensaría su padre si se enterara de que su hija es una puta?”. Su vagina se había mojado y se fue a la cama para masturbarse pensando en esa pregunta. Tal vez él nunca lo sepa, pero ella lo había descubierto. Tuvo un intenso orgasmo y se durmió fantaseando en que Pedro y Manuel  se la cogían todos los días. 

 

Pasiones Prohibidas ®


3 comentarios:

  1. Wao que rico relato sentir se así de puta y demostrar hasta donde llegar y tener ese toque de seducción y sentirse como una verdadera perra increíble como siempre Cablleeo felicitaciones

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  2. Delicioso...Nada mas que decir
    Ese tipo de experiencias son inolvidables y únicas
    Excitante relato Mí Amo.

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  3. Que descripción tan excitante y perversa al mismo tiempo. JOL

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