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miércoles, 9 de agosto de 2023

43. Recuerdos de una noche intensa

 

Estoy acostada en mi cama recordando lo que sucedió. Mi esposo duerme tranquilamente, mientras yo contengo las lágrimas de impotencia y horror. El cigarro se acaba lentamente en mis dedos; siento el semen seguir saliendo de mi vagina y ano.

Cierro los ojos y vuelvo a sentir esas cosas que quisiera olvidar, pero el recuerdo es reciente, mi mente no deja que pueda encontrar paz y pensar que se trata de un mal sueño, que cuando mis ojos se abran por la mañana pueda respirar con alivio, pero esa maldita sensación sigue presente.

La noche inició como siempre. Llegué a casa de trabajar, mi marido me esperaba con comida china y una botella de vino. Al terminar, me comenzó a besar y acariciar. Un día pesado como ese merecía terminar con un buen orgasmo. Me acariciaba por encima de la ropa; mis nalgas, mis pechos; me besaba el cuello y yo podía sentir su miembro creciendo, tratando de salir del pantalón.

Me llevó a la habitación y me desnudó lentamente; disfrutando y besando cada parte de mi cuerpo; su lengua se paseaba por mi piel mientras mi ropa iba desapareciendo. Sus labios y sus dientes jugueteaban con mis pezones provocándome escalofríos de placer. Cuando estuve desnuda, me acostó sobre la cama y continuó el escarceo; en un momento, unas esposas aparecieron en sus manos; me inmovilizó a la cabecera de la cama y siguió disfrutando de mi cuerpo a su antojo. “Me encanta tu cuerpo. Me fascina tu piel, adoro hacerte mía. Tu cuerpo me pertenece” –me decía mientras me chupaba lentamente la vagina y el clítoris. Somos una pareja casada normal, sin cuerpos exuberantes o envidiables; pero, me excitaba escucharlo hablar así.

Se tomó un momento para desnudarse mientras su mirada denotaba el deseo que sentía. Cuando estuvo desnudo, tomó un trozo de tela negro y me cubrió los ojos. “Tengo una fantasía y hoy la voy a cumplir” –me decía al oído mientras ajustaba la tela para que no pudiera ver.

Un escalofrío recorrió mi espalda en la zozobra de lo que vendría. Me puso sobre mis rodillas y mis manos de sostenían de la cabecera con las esposas. Mientras estaba yo en esa posición, él se metió entre mis piernas acostado y siguió chupándome mis labios vaginales; yo escurría de ansiedad y deseo, necesitaba sentirlo dentro de mí. Estaba deseosa de que me poseyera como siempre lo hace, con esa mezcla de brutalidad y ternura que he disfrutado desde que somos novios. La manera apasionada con la que hace que mi cuerpo sucumba a sus deseos, la intensidad con la que me penetra y mi cuerpo reacciona hace de ese momento algo infinitamente placentero y excitante. En un momento, lo sentí acostarse junto a mí, me tomó de la cintura y me hizo montarme sobre él. Algo me hizo dudar; pero, me guío para enterrarme su miembro. A pesar de que estaba muy mojada, le era difícil entrar a su verga; la sentía yo enorme, gruesa, desconocida. Un suspiro de satisfacción salió de su boca cuando logró enterrarla por completo. Se quedó quieto; pero, yo sentía la necesidad de sentir el bombeo; empecé a moverme arriba y abajo, disfrutando esa rica verga que me penetraba. Él bufaba y gemía, haciéndome gozar más.

De repente, sentí una mano acariciar la entrada de mi culo, untando algo frío y resbaladizo; un dedo se enterró en mi haciéndome jadear y gemir de placer y sorpresa. “Así te quería tener, ver cómo te cogían, romper tu culo y cogerte con otro a la vez” –me decía al oído mientras seguía preparando mi culo con sus dedos. ¿Qué mierda estaba pasando? ¿Quién era el desconocido que me estaba cogiendo y llevando al placer? –me preguntaba, pero estaba disfrutando tanto que seguí con mis movimientos y gemidos armónicos. “Tu hermano fue el elegido para cogerte y tanto tú cómo él parecen estarlo disfrutando” –me dijo lentamente. En ese momento, sentí una boca chuparme mi pezón, mientras otras manos agarraban mis nalgas, guiando mis movimientos. “¡Estás muy rica, hermanita! No sabes cuantas ganas tenia de cogerte y las veces que me masturbé pensando en ti” –escuché decir a la voz que estaba debajo de mí.

 Mi cerebro se desconectó ¡Me estaba cogiendo a mi hermano y me estaba gustando! Nunca creí que algo así me pasaría y mucho menos que mi esposo seria el artífice de tal plan. No puedo negarlo pero encantaba como me estaba follando, aunque mi cabeza intentaba razonar, mi cuerpo no ayudaba, ya que cada sensación que experimentaba era más placentera que la anterior. ¿Qué pensara mi marido al ver que estoy disfrutando de cómo me coge mi hermano? ¿Estoy haciendo mal al seguir y no poner un alto a la situación? –pensaba, pero el placer era más grande que cualquier pensamiento que pudiera tener. Aunque en medio del éxtasis tuve un momento de cordura: “¡Salte! No tienes puesto condón. ¡Me vas a dejar tu semen adentro! Solo mi marido me ha cogido sin condón” –le decía en forma suplicante, aunque no quería ni por un segundo que se detuviera ya que estaba disfrutando su verga dentro de mí. Tan sumida en el placer estaba que ya no podía decir nada, solo gemir y jadear, el orgasmo estaba acariciando mis sentidos, cuando noté algo grueso tratando de entrar en mi culo, la posición en la que estaba y las manos de mi hermano lo abrían más para facilitar la entrada.

Un gemido de satisfacción y placer salió de la boca de mi marido al invadir mi culo virgen con su verga. Mi cabeza daba vueltas; empecé a sentir que estaba por acabar;  no quería hacerlo, yo sabía que era incorrecto; pero, mi cuerpo gozaba intensamente. Me dejé ir; el primer orgasmo llegó, sentía que mi cuerpo trataba de sacar mis fluidos, pero, la verga de mi hermano cerraba toda mi entrada. Después del primero, perdí la cuenta de las veces que llegué al clímax; me perdí en las sensaciones. “¡Mierda, siento que me muero!” –decía entre gemidos, mi vagina palpitaba, el sudor cubría mi cuerpo y gotas corrían de mi cabeza por mi rostro. Aunque no podía ver por la tela que cubría mis ojos, podía imaginar sus caras de satisfacción. “¡Qué rico culo tienes mi cielo!” –decía mi marido. Oí a mi marido bufar, listo para eyacular. Mi hermano empezó a metérmela más rápido buscando su placer. Las dos vergas se hincharon casi al mismo tiempo, listos para llenar mis orificios con su semen. Se enterraron hasta el fondo y se quedaron quietos. Mi marido mordía mi hombro mientras eyaculaba; mi hermano chupaba mis pezones con furia al momento que escupía su semen dentro de mí.

Estaba tan exhausta, satisfecha pero a la vez contrariada, ya que había disfrutado el hecho de tener sexo con mi hermano, esa línea entre lo correcto y lo incorrecto me mortificaba. Mi marido le dijo a mi hermano que se fuera, ya que habían consumado su plan, luego me soltó de las esposas. Al sentirme libre no sabía que sentir, me sentía culpable, pero a la vez caliente porque nunca había alcanzado ese nivel de placer. Mi esposo me dio un beso en los labios y me dijo: “Te has comportado bien”. No sabía si sentirme halagada o ultrajada. Por eso, buscando un escape decidí escribir esto, ya que así me puedo desahogar. Él se dio vuelta y se durmió; ahora soy yo la que tiene millones de preguntas sin responder.

Mis lágrimas brotan; no sé si es por el hecho de la sorpresa inesperada que tuve o por la culpa de querer volver a intentarlo. Ahora, él se levantó como si nada, no puedo mirarlo a los ojos, lo desprecio por haber traicionado mi confianza de esa manera, estoy sentada en el sofá esperando a que baje las escaleras; siento sus pasos y su voz diciendo: “Mi amor, ¿Está listo el desayuno? Más encima el maldito quiere que me esmere en atenderlo. Cuando lo tuve de frente le digo: “Vas a tener que preparártelo tú, no tengo tiempo para hacerlo. Pero tengo tiempo para hacerte saber que desde ahora, ya no vuelvas a casa, no quiero seguir esta relación contigo”. “¿Por qué? –me pregunta de forma descarada. “¿Eres lo suficientemente hipócrita para preguntar? Bueno, soy lo suficiente mujer para responderte. Porqué te odio a ti maldito cerdo y al hijo de puta de mi hermano” –le digo. “No me vengas con esas cosas, igual lo pasaste bien y te comportaste como una puta” –me dice. “Puede ser, pero es la última vez que me tocas. Cuando vuelva del trabajo no quiero encontrar ni siquiera un calcetín tuyo en casa. ¿Te queda claro?” –digo con enojo. “¡Mi amor, solo fue un juego!” –me dice con voz de estúpido. “¿Un juego? ¿Fue un juego para ti incluir a mi hermano en nuestra cama? No me vegas con estupideces. Ya dije, te vas hoy mismo” –le digo y salgo de la casa.

Estoy en mi oficina, sentada mirando el horizonte, perdida en mis pensamientos. Debo entregar un reporte y no sé cómo empezarlo; son horas de estar como una estatua, sonrío de vez en cuando para mantener las apariencias pero sé que no está bien. Quisiera gritar, pero me muerdo los labios para no hacerlo. ¿Hasta cuándo estaré así? ¡Mierda, que horrible sensación! Al fin la jornada terminó, me voy a mi casa pero queda algo más por hacer, conduciendo veo a la gente que camina, veo que la ciudad parece gris, veo que el colorido de las luces no alumbra como antes. Llamo a mi hermano y le digo: “Quiero que vengas a casa”. Él sorprendido por mi llamada empieza a balbucear. “Compórtate como un hombre y habla” –le digo con tono ofuscado. “¿A qué hora quieres que vaya?” –me pregunta. “Llego en media hora, ve tú a qué hora llegas” –le respondí. “Bueno, en una hora más estoy por allá” –me dice. Llegué a casa, fui a la habitación, los cajones con la ropa de mi marido no estaba, el lado suyo del closet está vacío. Respiro con alivio ya que había hecho caso a lo que le dije en la mañana. Me voy a dar una ducha pero es inevitable que los recuerdos de anoche me invadan.

Al sentir el agua tibia recorriendo mi cuerpo y mis manos frotándolo, es inevitable que sienta placer, mis pezones se endurecen, los aprieto y gimo al sentir esa exquisita sensación de dolor y placer que se mezclan, haciendo que mi cuerpo que reaccione al estímulo. Me recorro con calma, reconociendo mi cuerpo como la primera vez y empiezo a masajear mi clítoris, está hinchado, palpitante; mis piernas se separan y le doy libertad a mis dedos para que exploren. “¡Oh Dios mío!” –digo mientras tiemblo. Mi cuerpo no ha dejado de reaccionar, casi de manera automática mis dedos se meten en mi vagina, estoy deseosa por penetrarme y lo hago rápido. Quiero sentir esa exquisita sensación de placer, acabar como una puta en la ducha presa de un intenso orgasmo, ya las imágenes de la noche anterior se han ido, ahora estamos de frente el placer y yo en una lucha endemoniada, aunque el placer siempre sale victorioso, esta vez seria por mí misma y por alejar esos demonios que me contrarían. El orgasmo se acerca a pasos agigantados, me asecha como animal hambriento, no me siento indefensa, sino que lo espero con ansias. “¡Aquí estoy para ti y que me dejes exhausta!” –le digo desafiante entre gemidos. Se acerca, viene caminando con furia, me acaricia; me hace sentir como se apodera de mi cuerpo y me dejo envolver. Estoy gimiendo descontrolada, su presencia causa estragos en mí, me tiemblan las piernas y gimo, sí, gimo de satisfacción. Es como un renacer, es como si algo se hubiese liberado y dejado atrás las amargas sensaciones, dándome la posibilidad de jugar y reencantarme con mi cuerpo.

Como pude salí de la ducha y me vestí para esperar al hijo de puta de mi hermano. Abrí una botella de vino, me serví una copa y me senté en el sofá. Me llama y me dice que está por llegar, le digo que solo entre, la puerta está abierta. Pasan unos minutos y entra como si nada, me quiere saludar y le digo: “¿Crees que después de lo de anoche tengo ganas de que me saludes? ¡No seas idiota por favor!”. Le dije que se sentara en uno de los sillones que estaban frente a mí. Empezamos la charla: “¿Por qué querías que viniera con tanta urgencia?” –me pregunta. “Simplemente porque quería que vinieras y aquí estás como un perro obediente”-respondí. Me mira extrañado y me dice: “¿Eso crees? Vine porque quizá querías repetir lo de anoche”. Bebí un sorbo de mi copa y le pregunto: “¿Qué pasó anoche?”. Me miraba con cara de no entender lo que le estaba diciendo, intenta él buscar algún argumento pero permanece en silencio. “Se nota lo poco hombre que eres, te aprovechaste de la situación porque estaba esposada y vendada para ser machito y ahora eres solo un niño que no sabe que decir” –le dije. “Soy lo suficiente hombre y te lo puedo demostrar si quieres, no necesito valerme de esposas y vendas para dejártelo claro” –dice molesto. Dibujo una sonrisa en mis labios y bebo otro sorbo de mi copa, le digo: “Salió el macho con el orgullo herido”. Se frunce de ceño y me mira enojado, me excita que se ponga así pero no quiero dárselo a entender. “¿Para eso me hiciste venir?” –me pregunta. “Sí, para ver al machito apocado por una mujer que sabe defenderse” –le dije con una sonrisa.

Ofuscado se pone de pie para irse, le digo: “¿Por qué te vas? ¿Acaso no tienes ganas de cogerte a tu hermanita?”. Me mira aun con el ceño fruncido, mi vagina está chorreando pero su enojo no lo deja darse cuenta de lo caliente que estoy. “Si es un jueguito tuyo, quiero decirte que no me presto para eso” –dice él. “¿Ahora no te prestas para juegos? Pero anoche si estabas bien animado para jugar” –le digo. Me mira sin decir nada. “Ven, no seas tonto” –le digo. Se acerca y mis manos van directo al cierre de su pantalón, lo bajo y busco su verga. La tengo en mis manos y mi boca empieza a salivar deseosa por tragársela. “¿Quieres que te la chupe?” –le pregunto, aunque sé su respuesta. No espero a que me conteste y me la meto en la boca, se la empiezo a chupar sintiendo como se pone dura en mi boca, no siento remordimiento alguno y disfruto de su miembro que se hunde completo hasta llegar a mi garganta. Él solo gime de placer, yo me pierdo en el placer de estar chupándosela. La saco de mi boca y le digo: “Te advierto, esta será la última vez. Después no quiero volver a verte hijo de puta”. Él no dice nada, cierra los ojos y asiente. Me desnudo por completo y le digo: “Métemela de una vez y terminemos con esto”. Me puse en cuatro en el sofá y él sin siquiera sacarse la ropa me la mete con fuerza, mi vagina le dio acceso a su verga, se toma de mis caderas y me embiste con fuerza. Yo gimo al sentir como mi sexo es invadido y empieza con movimientos fuertes que me hacen deslizar mis tetas en la tela del sofá. Cada vez sus embestidas son más agresivas, quizá está descargando su furia por todas las cosas que le dije, sea por el motivo que sea me hace gemir descontrolada. “Métemela por culo” –le digo y separo mis nalgas. De una certera estocada se metió en mi culo. “¡Oh, mierda, que rico!” –digo. Me siento puta pero no de él, una puta deseosa de sexo. El bufa como animal, yo gimo como puta, una perversa combinación.

Le digo que se detenga y lo empujo contra el sofá, me subo en horcajadas sobre él y empiezo a moverme violentamente sobre su verga. Él lame mis tetas que se bambolean con furia, eso me hace delirar, entro en un hipnótico trance de placer, siento que el orgasmo está asechando y quiere envolverme, poco a poco me entrego y me pierdo por ese escabroso placer de lo prohibido. Gemidos y temblores son el signo inequívoco del orgasmo que invade mi ser por completo. “¡Voy a acabar!” –dice él. Me bajo y me pongo entre sus piernas para recibir su sucio semen en mi boca, su verga dispara chorros de abundante semen, el que cae en mi cara y en mis labios. Lo disfruto y lo saboreo. Cuando ya no salió más le digo: “Ahora sal de mi vista sucio animal, no quiero volver a verte”. Sube el cierre de su pantalón y se va.

 

Ya han pasado varias semanas y sigo siendo puta, pero no soy la puta de nadie, soy la puta que tiene los recuerdos de aquella noche intensa, que si bien me había dejado un sabor amargo, ahora disfruto del sexo sin el remordimiento de estar haciendo algo mal, ya que entendí que el sexo no es para sentir culpa sino para disfrutarlo de la forma más perversa que se quiera disfrutar.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®


6 comentarios:

  1. Contradictorias emociones las de la chica.
    Ese dilema entre la conciencia y el gusto.
    Interesante relato,
    Con destellos excitantes
    Entre lo moral y el placer de aprovechar las situaciones
    Me gustó... Ya que da apertura a continuación
    Excelente como siempre amor
    Muy buen relato.

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  2. Mm buen relato Caballero me gusto muchísimo

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  3. Que relato más excitante, lleno de detalles y de venganza.JOL

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  4. Q rico relato cojida por el cornudo de su marido y de sorpresa el hermano q lo rompió el rico culo apretadito

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  5. Maravillozo relato , muy excitante

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