Entradas populares

jueves, 3 de agosto de 2023

40. Expiando los pecados

 

Jessica era la típica niña nacida en el seno de una familia evangélica, sus padres eran muy estrictos con ella y desde muy pequeña la llevaban a la iglesia a la que pertenecían. Fue educada por el fanatismo religioso de sus padres, cuando ya era una adolescente estos le prohibían salir con chicos, le prohibían mirar programas con contenido sexual y le hablaban del sexo como si fuera un pecado mortal si se hacia fuera del matrimonio.

Era miembro activo de la iglesia desde pequeña, esa era casi toda su vida social, sus padres le habían enseñado que tenía que escuchar atentamente todo lo que le predicaba el pastor de su iglesia ya que este era el “emisario de Dios” y tenía que obedecerlo en todo lo que dijera, así que ella lo veía como un especie de figura divina de autoridad.

En dicha iglesia cuando uno de sus feligreses más jóvenes alcanzaba la mayoría de edad obtenía una credencial que lo proclamaba miembro oficial de la comunidad, pero antes tenía que someterse a un ritual en el que el pastor juzgaba a los nuevos aspirantes y decidía si eran dignos de hacer parte de la comunidad o tenían que seguir “estudiando” bajo su tutela.

Jessica ya había cumplido los 18 años así que el pastor de su iglesia les comunicó a sus padres que era hora de que se sometiera al “ritual” para convertirse en miembro oficial de la comunidad. Para los feligreses varones y algunas mujeres el ritual consistía en varias semanas de ayuno y oración, además de trabajos de caridad y otras actividades ordenadas por el pastor, pero las feligreses favoritas del pastor recibían un ritual especial que consistía en pasar un fin de semana a solas con el pastor en su casa de campo, supuestamente este ritual era todo un honor y solo se concedía a las feligreses más devotas. Para los padres de Jessica que tenían su cerebro completamente lavado después de años de pertenecer a esa secta les parecía todo un orgullo que su hija haya sido seleccionada por el pastor para el ritual especial. El día del ritual llego y ella estaba muy nerviosa. Le habían dicho que era muy afortunada de ser una de las seleccionadas y que debía obedecer al pastor en todo momento o no sería aceptaba. Ella sabía que no podía decepcionar a sus padres así que iba a obedecer a todo lo que dijera su pastor.

Su madre la condujo hasta la casa del pastor a las afueras de la ciudad, era una casa de campo grande y lujosa, tenía una edificación de tres pisos, piscina y un bonito lago. Allí pasaría el fin de semana, mientras se llevaba a cabo el ritual. Cuando llegaron las recibió en la puerta la esposa del pastor, Jessica ya la conocía: se llamaba Martha, era una mujer en sus cuarenta, era un poco más alta que ella, esbelta, bastante agraciada y tan devota como su esposo. Martha la saludó y la llevó hasta dentro de la edificación. El lugar era grande y espacioso pero estaba extrañamente solo, Martha condujo la hasta una sala grande donde había una enorme pintura que evocaba la creación y le pidió que orara con ella. Cuando terminaron la esposa del pastor empezó a decirle: “Eres muy afortunada Jessica, el pastor te ha elegido para que seas una de sus acolitas personales. Es un gran honor, pero primero tienes que purificarte para ser digna, el pastor purificara tu cuerpo y tu alma durante estos tres días, es importante que sigas nuestras instrucciones en todo momento ¿entendido?” –le dijo. “Sí señora” –respondió ella. “¡Bendita seas! Hay otra cosa muy importante, este ritual es un secreto sagrado, no debes contarle a nadie lo que va a pasar aquí durante estos días, debes jurarlo ante Dios, si rompes el juramento y le cuentas a alguien quedarás maldita y arderá en el infierno, ¿entiendes?” –dijo Martha. Jessica abrió los ojos como platos y respondió aterrada ante la idea de arder en el infierno: Sí señora, no contare nada a nadie, lo juro por Dios”. “Muy bien, levántate es hora de que veas al pastor” –le dijo la mujer.

Martha condujo a la joven por unas escaleras que bajaban hasta un nivel subterráneo, llegaron a una habitación con una vieja puerta de madera, ella tocó y la puerta se abrió y apareció el pastor, estaba vestido solo con una túnica blanca y unas sandalias, el pastor era un hombre alto y corpulento, Jessica siempre se sentía pequeña cuando estaba al lado suyo. El pastor la saludó y la invitó a pasar. La habitación olía a sótano y una vez se cerraba la puerta no se escuchaba ningún ruido de afuera, ella notó que había una cama grande en el fondo de la habitación, se le hizo extraño que alguien durmiera en aquel sótano. El pastor comenzó a hablar: “¡Bendita seas hija! Ahora vas a recibir mi bendición y tu cuerpo quedará libre de pecado, cuando el ritual termine serás una acólita oficial de la comunidad, pero debes obedecer todo lo que te ordene y jamás deberás contar a nadie sobre lo que pase aquí, si lo haces iras al infierno, ¿entiendes Jessica?”. “Sí pastor, juro que obedeceré y no contaré nada” –respondió la joven. “Muy bien hija, podemos comenzar. Primero debo hacerte una pregunta, tienes que responder con la verdad, ¿Eres virgen Jessica?” –le preguntó. “Sí pastor, soy virgen” –respondió sin dudar. “Muy bien hija, para recibir la bendición tienes que dar una ofrenda, debes entregar tu virginidad al Señor, yo soy su enviado en la tierra, así que Dios me dio la misión de recibir esa ofrenda y dársela a Él, solo así podrás ser purificada” –le dijo el hombre mirándola a los ojos. Jessica miró confusa al pastor, sin entender exactamente que significaban esas palabras, solo se limitó a responder: “Si pastor”. “Quítate la ropa hija” –le ordenó. “¿La ropa pastor? ¿Toda?” –preguntó confusa. “Debes obedecer hija, quítate toda la ropa, quédate como Dios te trajo al mundo” –le dijo con seriedad. “Si señor” –dijo ella.

Jessica comenzó a quitarse la ropa que llevaba puesta ante la mirada atenta del pastor, primero se quitó la blusa sencilla, luego se desabrocho la falda larga y la dejó caer, se sentía confundida pero le habían dicho que debía obedecer y eso hizo. Cuando quedó en ropa interior se detuvo insegura y dudó un instante, el pastor le dijo: “Toda la ropa hija, tu cuerpo es un regalo del Señor no te debes avergonzar de mostrármelo, yo soy su emisario en la tierra, ¡quítate todo vamos!”. Obedeció, se quitó su sostén y dejó sus pequeños pechos al aire, luego se bajó sus calzones y quedó completamente desnuda ante la vista del pastor. Se tapó su sexo con las manos, se sentía muy incómoda en aquella situación. El pastor se quitó la túnica que llevaba puesta, debajo estaba completamente desnudo, Alejandra se quedó admirada mirando el miembro erecto del pastor, nunca había visto a un hombre adulto desnudo. Él se puso frente a ella y la besó en los labios. “Ahora vas recibir mi bendición, arrodíllate hija” –le indicó. Ella obedeció, el pastor tomó su miembro y se lo acercó a la boca. “Bésalo” –le ordenó. Jessica se inclinó y le dio un tímido beso en la punta de su miembro. “Muy bien, ahora chúpalo” –le dijo. “¿Chuparlo? ¿Cómo? No sé hacerlo” –respondió. “Métetelo en la boca y chúpalo como si fuera una golosina” –le dijo el hombre. Jessica tomó el miembro del pastor y se lo llevó a la boca, pero no sabía cómo hacerlo así que solo lo tuvo en la boca sin hacer nada. “No querida, así no. Debes chuparlo, como una paleta” –le dijo el pastor. Ella lo intentó, pero lo hizo de una manera torpe, rozó con sus dientes el miembro de su pastor lo que le produjo un gruñido de molestia. “Debes hacerlo bien o no podrás recibir la bendición, la hermana Martha te va a enseñar cómo se hace, espera un momento, quédate de rodillas y no te muevas” –ordenó.

El pastor se puso la túnica y salió de la habitación, volvió con su esposa unos momentos después. Jessica tenía la cara roja por la vergüenza y se sentía muy confundida, el pastor volvió a desnudarse ante ella, Martha se arrodilló a su lado, besó a la chica en los labios, y le dijo: “Tranquila hija, te voy a ensañar como hacerlo, mírame como lo hago y luego haz lo mismo. Terminarás siendo una experta y un instrumento para bendecir la virilidad del pastor”. Martha se introdujo la verga del pastor en la boca y empezó a chuparla, Jessica observaba con atención, verla a ella haciendo eso le producía una sensación intensa, una sensación que a veces sentía por las noches pero que su madre le enseñó a alejar a punta a oraciones. Luego de un momento Martha se detuvo y le indicó que lo intentara. Jessica imitó lo que había visto y se llevó el miembro del pastor a la boca, imitó los movimientos que hacia Martha y pronto aprendió como se hacía. “Muy bien hija, así se hace, muy bien. Aprendiste rápido. Se nota que ya descubriste el don que Dios te entregó para bendecir la vida de los hombres” –le dijo Martha. “¡Bendita seas Jessica! No te detengas!” –le decía el pastor en medio de gemidos que salían de interior. Jessica siguió chupando el miembro del pastor, sentía que la boca se le llenada de algo viscoso con un sabor salado. El pastor emitía pequeños gruñidos de placer, mientras la sostenía por el cabello y le ordenaba que no parase. El hombre estaba eyaculando como un pervertido en la boca de la chica y decía: “¡Eres una exquisita discípula!”. La joven no sabía que hacer con ese viscoso líquido que había recibido, solo lo tragó sin decir nada. Jessica tenía los ojos cerrados mientras le practicaba sexo oral al pastor cuando sintió que una mano húmeda le empezó a frotar su sexo. Era Martha, abrió los ojos y vio cómo se escupió en los dedos y los llevó hasta su vagina mientras comenzaba a frotarla. “Ya está lista, está bastante húmeda” –dijo Martha. “Muy bien, podemos seguir con el ritual” –dijo el pastor.

El pastor le sacó la verga de la boca y la ayudó a ponerse de pie, la besó en la boca y luego le chupó los pezones, la inocente chica sentía su corazón latiendo aceleradamente, sentía su sexo húmedo y caliente. La manera en que el pastor le chupaba los pezones que le daba su pastor le hacían sentir una sensación extraña, casi placentera. El hombre la llevó hasta la cama y le ordenó que se acostara y abriera las piernas. Jessica obedeció. “Ahora voy a tomar tu virginidad Jessica en el nombre del Señor y quedarás bendita, no te muevas ¿entendido?” –le dijo él. La muchacha estaba expectante pero a la vez con algo de miedo, ya que no sabía lo que sucedería hasta que el pastor acomodó su miembro en la entrada de su húmeda vagina. Por alguna razón su respiración se agitó mucho más, no entendía porque le sucedía eso, pero entendía que era parte de las sensaciones que su cuerpo experimentaba por primera vez. El hombre empezó a empujar su verga en la vagina de la chica, un dolor tremendo la invadió, había algo que detenía el avance del miembro del pastor, por más que ella deseaba que se detuviera a causa del dolor, él empujaba con más fuerza. “¡Me duele!” –decía casi sollozando. “¡Silencio! Debes soportar el dolor, es parte de la penitencia si es que quieres ser limpia de tus pecados” –le dijo el pastor. La virgen vagina de la chica intentaba soportar el dolor pero era insoportable. Jessica cerró los ojos y se agarró con fuerza de las sabanas mientras el pastor presionaba su miembro dentro de su vagina. Martha miraba la escena sentada desde una silla. La chica sintió como esa barrera que había entre la verga del pastor y su vagina se rompió. “¡Por Dios, me duele!” –decía ella. Poco a poco la verga de ese hombre entró por completo, el pastor había tomado la virginidad de Jessica, ella sentía dolor, ya que su himen se había desgarrado. Él saco su verga y le dijo a su esposa: “Martha, dame una toalla”. Jessica sintió como un líquido tibio salió de su sexo, era como un hilo de sangre que salía. Martha se levantó y le alcanzó una toalla grande a su esposo. Este la tomó y la puso debajo de Alejandra, quien se dio cuenta que estaba sangrando por su vagina. Suspiró asustada, Martha se recostó a su lado y le susurró que esa sangre era la sangre que Dios había pedido en sacrificio y que desde ahora era bendecida y que sus pecados eran perdonados, que no se preocupara.

El pastor volvió a separar las piernas de Jessica y se la metió otra vez. Ahora fue más fácil y no le dolió tanto. Empezó a meterlo y sacarlo mientras gruñía de placer. Cada vez lo hacía más rápido y con más fuerza, la cama empezó a rechinar debajo de ellos. La chica que hasta ahora se había sentido muy apenada y confundida empezó a gustarle aquello. Su pastor la embestía y emitía gruñidos de placer, Jessica pronto empezó a gemir ella también. La verga de su pastor que la penetraba le hacía sentir una sensación nueva para ella, una sensación que le daba mucho placer. El pastor se detuvo y le ordenó a su esposa que se desnudara. Ella lo obedeció de inmediato. “Date la vuelta hija, boca abajo, levanta la cola, eso muy bien. Martha, ponte enfrente de ella” –ordenó el pastor. Jessica estaba en cuatro mientras Martha desnuda se recostó frente a ella apoyada contra el espaldar de la cama. Abrió las piernas y su vagina quedó frente al rostro de la chica. “Jessica debes darle placer a la hermana Martha, usa tu lengua” –le ordenó el pastor. Martha dirigió con su mano el rostro de Jessica hasta su vagina y le explicó cómo debía hacerlo. Ella comenzó a pasar torpemente su lengua por la vagina de Martha. Sentía el sabor extraño en su boca, un sabor fuerte y agrio pero siguió usando su lengua. El pastor empezó a penetrar de nuevo la vagina de la chica, mientras esta le lamia el sexo su esposa. Jessica gemía mientras trataba de seguir las instrucciones de Martha, las embestidas del pastor le dificultaban la tarea. Pronto entendió como hacerlo correctamente. Su pastor la penetraba con fuerza, lo que le provocaba una mezcla de placer y dolor que la hacía gemir. Martha tomó la mano de Jessica y le chupó el dedo pulgar para explicarle como debía chupar su clítoris, ella obedeció y comenzó a chupar el clítoris de Martha. Apenas había comenzado a hacerlo cuando Martha comenzó a gemir. “¡Oh por Dios, qué rico lo haces! ¡Sigue Jessica, no pares!” –decía Martha entre gemidos. El pastor penetró con más fuerza a la chica ante semejante escena, él también gemía de placer. A Jessica la recorría un temblor por todo su cuerpo, sentía que su vagina palpitaba, eso le causa placer, le gustaba esa sensación desconocida. Empezó a gemir descontrolada, su corazón latía con una fuerza que no había experimentado antes. Fue su primer orgasmo, algo que la acercó más a las puertas del cielo. Se sentía bendecida por ofrecer su virginidad a Dios, ya que la sensación para ella fue un premio por su entrega desinteresada. Martha se unió con sus gemidos a esa sinfonía angelical de Jessica, ya que la chica le había regalado un intenso orgasmo que la hacía retorcerse de placer. El pastor seguía metiéndole la verga como enajenado, por primera vez Jessica le dijo que por amor no se detuviera, ya que su cuerpo estaba experimentado una nueva experiencia que la tenía casi al borde del colapso.

El pastor siguió lo más que pudo, Jessica sintió como su miembro se tensaba dentro de ella y le llenaba su vagina con un líquido caliente. Él la penetraba ahora con fuerza pero de una sola vez, tomando unos segundos de descanso; la verga palpitante del pastor llenaba por completo la profanada vagina de la chica y ella correspondía con gemidos placenteros. El semen del pastor se había desparramado en su interior y ella estaba agradecida por ese honor. “Ahora estás bendita hija mía, pero aun tienes que pasar por más penitencias el día de mañana y el día siguiente” –le recordó el pastor Jessica sintió como ese líquido caliente se derramaba por la entrepierna, aumentando así el placer de su primer orgasmo. La esposa del pastor y Jessica se levantaron de la cama, Le ayudó a vestirse a la chica y ella se puso una túnica, el pastor se quedó tendido en la cama. Martha la llevó hasta la habitación en donde se quedaría esa noche. Antes de entrar, la esposa del pastor la besó en los labios y le dijo: “Sin duda eres una elegida de parte de Dios, si pasas las pruebas que quedan serás una mujer aprobada para ser parte de estos de estos retiros”. Martha le indicó que hicieran una oración de agradecimiento por lo que había vivido. Jessica aceptó y ambas de arrodillaron a los pies de la cama para expresar gratitud a Dios por todo lo que había sucedido.

Jessica se quitó la ropa y fue al baño para tomar una ducha, aun podía sentir su cuerpo temblar, cerraba los ojos mientras el agua caía por su cuerpo que había perdido la inocencia y venía a su mente cada escena de lo que experimentó. Sintió como si mariposas volaran en su estómago y su vagina se mojaba pero no el agua de la ducha, sino por el estímulo de las imágenes que su mente le presentaba. Se puso su pijama y en cuanto su cabeza tocó la almohada sus ojos se encerraron y se entregó a un sueño profundo. La mañana llegó y Martha le llevó una túnica con la que debía cubrir su cuerpo. Antes de comenzar con su penitencia Martha le había indicado que fuera al baño a evacuar sus intestinos. La prueba fue más dura, esta vez el pastor la penetró en su ano, Jessica sintió mucho más dolor que la vez pasada, además mientras el introducía su miembro untado de aceite dentro de su ano, Jessica sentía unas desagradables ganas de ir al baño. No sentía placer, solo dolor y ganas de ir al baño; esta vez gemía pero no de placer. “Duele mucho por favor. ¡Ya no más!” –suplicaba. “Debes aguantar hija, estas expiando tus pecados, este es tu flagelo aguanta y después quedaras bendita, si paras harás enojar a Dios” –dijo el pastor. Jessica soportó el dolor en medio de sollozos mientras el pastor se la follaba por el culo, por suerte esta vez no duró tanto como la vez pasada, después de que el pastor derramo su “liquido bendito” dentro de su culo. Después, el pastor  “purificó” su recto con agua bendita a través de una manguera. Jessica solo quería correr al baño más cercano para cagar. Casi no llegó pero cuando sus nalgas se posaron en el sanitario fue como si hubieran quitado un tapón, ya que la mierda salpicó por todos lados. Pasó tiempo con tres chicas más que habían sido seleccionadas para “el ritual”, estudiaron juntas Las Escrituras pero ninguna habló de lo que había tenido que soportar en estos días. Durante ese día les recordaron mil veces que no debían contar nada que lo había pasado, de lo contrario irían al infierno. Ella estaba aliviada de que solo quedar a un día, no pensó que el segundo sería tan doloroso.

Esa noche el pastor la obligó a mirar mientras follaba con su esposa, según él debía aprender a complacer a un hombre para cuando tuviera marido. Jessicalos miró con atención mientras los dos tenían sexo en varias posiciones. Verlos hacer el acto la hacía sentir excitada. No podía hacer nada, solo mirar, aunque sus dedos querían irse a su vagina, ya que recordaba la forma en que Martha la había tocado pero no tenía el permiso del representante de Dios para hacerlo.

Al día siguiente, el pastor la volvió a poseer en aquella habitación, Jessica imitó las posiciones que vio la noche anterior. Se puso encima de él y cabalgó la verga de su pastor mientras este la nalgueaba y gruñía de placer. Después, se recostó de lado mientras este la abrazaba y la penetraba en su vagina con vehemencia. Luego de eso le pidió que se pusiera en cuatro y se la volvió a follar por el culo. El dolor fue espantoso igual que la vez pasada, Jessica solo cerraba los ojos y mordía la almohada con fuerza mientras su pastor la embestía  en medio de nalgadas y gruñidos. Esta vez no derramó su semen dentro de ella sino que antes de terminar la puso de frente y le pidió que abriera la boca, ella obedeció y sintió como un chorrito de líquido blanquecino caliente le llenó la boca, fueron varios chorros de semen los que salieron expulsados de esa verga, un poco le cayó también en cara y el cabello. El pastor le ordenó que se lo tragara, así que ella obedeció. Después le dijo que se la chupara para que no quedara ni un rastro de semen, ella obediente se metió la verga a la boca, ya sabía cómo hacerlo, así que con su lengua recorrió el glande hasta dejarlo limpio. Había pasado las pruebas con honores, ya sería promovida a ser una acolita a los servicios lujuriosos del pastor. Más tarde ese día la llevaron a lago y le dieron su “segundo bautismo”, esto significaba que Jessica había completado el ritual. Al anochecer sus padres orgullosos la recogieron en el auto y la llevaron a casa. Jessica obedeció y no conto ni una palabra de lo que había pasado allí. Luego de volverse una acolita el pastor la invitaba a ella junto a otras feligreses a su casa de campo cada cierto tiempo porque según el debían ser purificadas. El pastor las encerraba a todas en el sótano de su casa y se las follaba por turnos, a veces Martha también participaba de las orgias.

Ahí aprendió Jessica que el dolor era parte del placer y a pesar del dolor al ser follada por el pastor era una forma de placer que recibía al poner su cuerpo al servicio del siervo de Dios. En uno de esos retiros espirituales en la casa de campo fue llevada a una habitación distinta, ahí había una cruz de San Andrés y distintos enseres dispuestos a ser usados. “Este es un lugar especial y eres bendecida de estar aquí. Aprenderás que en medio del dolor puedes sentir placer, tan intenso como el que sientes al participar en los retiros espirituales” –le dijo el pastor. “Mi cuerpo le pertenece a Dios y estoy dispuesta a entregárselo de las formas que Él quiera” –le dijo Jessica. “Antes de proceder contigo, verás lo que la hermana Martha siente cuando entrega su cuerpo de esta forma” –le dijo. La esposa del pastor se desnudó y agradeció ser puesta como ejemplo para que Jessica se acercara más a Dios por medio del dolor. El pastor encadenó los brazos de su esposa y le puso grilletes en los tobillos. Jessica miraba con detenimiento y excitación lo que sucedía. Sin decir nada el hombre empezó a nalguear a Martha, ella gemía y se retorcía de placer. De sus labios salió: “Soy una puta al servicio de Dios y al suyo. Sírvase de mi cuerpo para flagelarlo en nombre del Señor”. Para la chica fue algo perturbador oír a Martha decir que era una puta, pero si ella lo decía es porque así lo sentía y no la juzgaría por eso, ya que eso mismo sentía cuando participaba de los retiros espirituales y entregaba su placer al pastor.

Después el pastor toma una especie de látigo y la comienza a azotar, Martha gemía al sentir como era abrazada por el cuero del látigo que la envolvía. Él flagelaba su cuerpo con habilidad. Martha se intentaba mantener porque sus piernas temblaban en cada azote. Jessica estaba excitaba pero no perdía detalle de lo que pasaba. La espalda de Martha empezó a sangrar como si fueran hilos de color carmesí, la escena era tan excitante como perversa, la entrepierna de la chica estaba tan húmeda que sus fluidos se escabullían por sus muslos, el pastor le ordena quitarse la túnica, ella obedeció al instante. Estaba tan caliente que sus pezones estaban duros. El pastor le dice: “Ahora Jessica, lame la espalda de Martha”. La orden era un tanto extraña. ¿Por qué se le había ocurrido eso? –pensaba la chica. Solo fueron unos segundos de reflexión pero su calentura la hizo obedecer. Lamió lentamente la espalda de la mujer del pastor, probando el sabor de la sangre que brotaba de cada corte hecho por el látigo. Se calentó tanto, que no se detuvo por nada del mundo. El fuego que consumía su sexo era el combustible para encender el motor de su perversión. Restregó sus senos por los hilos de sangre que brotaban, quedando manchados por el líquido vital, ella disfrutaba como una niña que había hecho una travesura. Entonces el pastor, también lleno de excitación y morbo lame las tetas de Jessica para limpiarlas. Sin que nadie le dijera nada, se apoyó en la mesa que había ahí y le dice al pastor: “¡Por favor nalguéeme con fuerza! ¡Quiero sentir ese exquisito dolor!”. Él se acercó a ella y la comenzó a nalguear con fuerza, haciendo que su cuerpo se estremeciera por completo. Sus gemidos eran música a los oídos del pastor, quien la nalgueaba con más fuerza. “¡Soy una puta que está al servicio de Dios y del suyo! Quiero que se sienta orgulloso de esta acolita que le sirve para complacer sus deseos” –le dice Jessica.

El pastor estaba tan caliente que no pudo contenerse ante la tentación de cogerle el culo, ya estaba habituada a la verga del pastor, ya el dolor no existía, había solo placer que la consumía en cada embestida. Cada segundo que pasaba la encaminaba a un exquisito orgasmo, su cuerpo temblaba y sus gemidos se volvían más intensos. El pastor no tardó en acabar y llenar su agujero de semen. Jessica quedó tendida sobre la mesa, mientras el hombre le dio una fuerte estocada que sintió ella que su culo se partía. Después liberó a Martha quien con regocijo observaba en lo que Jessica se había convertido. “En el próximo retiro que tengamos vas a ser tú quien esté inmóvil” –le dijo el pastor.

Todo terminó cuando una de las chicas que había asistido a uno de los retiros quedó embarazada y decidió contar todo lo que sucedía. Entonces los padres de ella denunciaron al pastor y a su esposa. Jessica sentía miedo de ir al infierno, cuando sus padres le preguntaron qué había pasado esa vez y las posteriores se guardó el secreto y no dijo nada. El pastor y su esposa huyeron de la cuidad, ya que las autoridades los buscaban; entonces Jessica se fue con ellos, porque entendía que su vocación era servir a Dios por medio de los designios lujuriosos de su pastor. Se fueron a otra cuidad, cambiaron sus nombres y empezaron una nueva congregación en donde fueron ganando la confianza de la gente y así seguir “haciendo la voluntad de Dios” tal como lo habían hecho antes.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®


5 comentarios:

  1. Infierno L©Fiorella de Mr. P3 de agosto de 2023, 7:53 a.m.

    Mmmmm Me encanta...
    Es tan obsceno, tan sucio y tan morboso, fascinante y muy muy excitante
    Que delicia de relato Mi Amo ufff
    Muy candente, recordé varias cositas Mi Perverso,
    que rico...
    Simplemente excelente😈 Maravillosa situación los detalles son muy placenteros.

    ResponderBorrar
  2. Excelente relato Caballero muy morboso en realidad

    ResponderBorrar
  3. 👏👏🔥🔥🔥Buen relato caballero

    ResponderBorrar
  4. El relato es bueno. Pero me hubiera gustado otro final.

    ResponderBorrar