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miércoles, 26 de julio de 2023

37. Don Franco, mi padrino

 

Hola soy Michelle y quiero compartir una de mis aventuritas. Esto pasó hace un par de años y al día de hoy me caliento de solo recordarla. A mis 25 años soy una mujer chilena muy deseada, mido 1.70, de tez blanca, creo que mis piernas torneadas, con el culo redondo y bien levantado hace ver mi esbelto cuerpo como el sueño de cualquier hombre, mis senos tienen talla 95 que están en donde deben estar y hacen que ojos masculinos los observen con lujuria, el sexo me encanta, soy una ninfomanía que solo está pensando en sexo, sexo, sexo, pornografía y fantasías súper calientes.

Tenía ya aproximadamente 10 años de no ver a mi padrino conocido como “Don Franco” quien había sido culpado de un delito de fraude y encerrado en la cárcel pero por su buen comportamiento había salido libre, él es un hombre maduro y guapo de unos 65 años ahora y aparte de ser un hombre de negocios es un hombre muy rico, por ese motivo detestaba a su familia, ya que cuando lo encerraron ellos solo buscaron su dinero, su esposa, mi madrina, falleció recién lo encerraron y su par de hijos solo se dedicaron a gastar su fortuna.

Yo actualmente vivo sola en un departamento en la zona oriente de Santiago y un domingo mientras dormía me despertó el ring del teléfono, contesté y era mi padrino del que no sabía nada muchos años atrás, solo mi familia me había comentado que ya estaba libre de su proceso penal y que quería vernos a todos, platicamos durante unos 30 minutos de todos sus problemas pero lo más interesante fue que me dijo algo que me puso muy caliente, mencionó que no había tenido sexo durante muchos años y que solo deseaba sentir un cuerpo femenino nuevamente, eso me levantó inmediatamente de mi cama, mientras mi padrino me invitaba a pasar la tarde con él me puse muy caliente pensando en hacer una buena obra y darle lo que necesitaba, le dije que me arreglaría y que iba por la tarde a verlo.

Inmediatamente me comienzo a arreglar y me doy un buen baño en mi tina con pétalos de rosa para aromatizar mi piel y me refresco todo el cuerpo con un exquisito perfume francés, escojo una lencería fina para la ocasión y mi atuendo es de un color negro con encajes rosas, una fina tanga que se mete en mi culito muy rico y un brasier que realza mis redondos senos y deja ver ligeramente mis erguidos pezones, envuelvo mis piernas en una medias de seda negra y las sostengo con un liguero del mismo color, zapatos de tacón alto, una falda muy ceñida que dibuja mis curvas y una blusa escotada y delgada que remata mi cuerpo en una silueta sugestiva y sensual con los hombros descubiertos. Me miro en espejo y digo: “¡Guau!¡Qué sexy cuando me veo así!

Cuando salí a la calle más de uno volteaba a verme y no faltó el que me gritó un piropo obsceno, tomé un taxi para ir a la casa de mi padrino lo cual no fue muy difícil de conseguir ya que el primer taxi que me vio inmediatamente frenó frente de mí, subí y le di la dirección para que me llevara a mi destino, el conductor era un jovencito de unos 20 años, moreno y no mal parecido el cual se ruborizó de timidez al ver mi escote, lo que a mí me excitó. Comenzó a llover mucho y eso demoró mucho nuestro avance por el gran número de vehículos parados y estorbando, el tráfico era insoportable y mejor me calmé pidiéndole al joven que encendiera el aire ya que los vidrios se empañaban del calor, al sentir el frío aire acondicionado inmediatamente mis enormes pezones reaccionaron y saltaron a la vista sobre mi blusa y mi joven conductor, quien solo los observaba por el espejo, no disimuló el asombro al verlos.

Entonces fue cuando decidí comenzar mi aventura ahí y le pedí a mi joven conductor que parara el vehículo en el próximo centro comercial para comprar unos fármacos. El joven tímido obedeció e inmediatamente entró a un parking donde por la lluvia no había mucha afluencia de gente, le dije que me esperara unos minutos que no tardaba mucho y lo sorprendí al bajar y subirme rápidamente adelante del taxi con él, quedó congelado al verme cerca, le pregunté si quería besar esos senos que no dejaba de ver desde que subí a su coche, él solo asintió con la cabeza tocando mis tetas que ya estaban muy sensibles por mi excitación, me coloqué sobre él subiendo mi falda y mi conchita reposó encima de una verga que estaba ya dura, mientras bajaba un poco mi blusa para que mi chofer probara mis sensibles senos, con sus torpes manos bajó las copas de mi brasier y como un loco comenzó a chupar deliciosamente mis erguidos pezones.

Yo estaba completamente húmeda y quería ser cogida ya, mientras mi chofer se amamantaba me manoseaba todo por debajo de mi falda mientras yo lograba bajar el cierre de su pantalón y sacar una verga que parecía de un tamaño regular pero ya bien dura, por el espacio tan reducido y el volante estorbando, tuvimos que pasarnos al asiento del copiloto, ahí brincamos sin que mi caliente desconocido sacara de su boca mi pezón izquierdo que mordisqueaba como loco, logré hacer a un lado mi tanga para que su miembro pudiera rozar mi vulva la cual estaba escurriendo. Los vidrios estaban totalmente empañados por el calor dentro del coche y la lluvia no cesaba, yo me dejé llevar por el momento y sin más aviso me senté suavemente sobre aquella verga tiesa y caliente, comencé el sube y baja gimiendo mientras mi conductor me besaba como si no hubiera mañana, él me decía frases que me ponen a mil como: “Eres una putita muy caliente”. “¿Te gusta mi verga?”. Mientras yo me escurría entre un orgasmo que me desvaneció y por un instante no supe de mí. Cuando tomé fuerzas seguí cabalgando esa verga que palpitaba dentro de mi vagina y sentí como mi amante se aferró con fuerza a mi cintura diciendo: “¡Así apriétamela más zorra! ¡Voy a acabar!”. Sentí dentro de mí un par de chorros de semen caliente que me hizo estallar en un segundo orgasmo exquisito, nos quedamos unidos unos minutos besándonos mientras su miembro perdía fuerza y se salía de mi interior escurriendo semen tibio. Me levanté y me pasé al asiento de la parte trasera, donde comencé a arreglarme para mi cita con mi padrino, mis pezones estaban adoloridos y muy sensibles y con una toallita húmeda limpié mi conchita que seguía escurriendo de fluidos míos y de mi conductor, retoqué mi maquillaje y arreglé mis ropas mientras el taxi seguía camino a mi destino.

Llegamos a la residencia de mi padrino quien me esperaba ansioso, le extendí un billete al taxista por su servicio quien no lo aceptó con la condición de vernos otro día, nos dimos un beso apasionado y me dio una tarjeta con sus datos, me bajé no sin antes decirle que su servicio era de primera.

Toqué el timbre y me abrió la puerta el mismo mayordomo que hacía más de 10 años yo recuerdo siempre fiel a la familia de mis padrinos, era un hombre alto, ya al día muy viejito y decrépito, de pronto apareció mi padrino “Don Franco” quien me impresionó verlo más acabado, calvo, delgado y ya cansado por los años, me abrazó y me halagó con piropos diciéndole a Bruno su mayordomo: “Mira Bruno que guapa está Michelle, es un verdadero monumento de mujer”. Bruno solo veía mis tetas y con su voz lenta y grave respondió en doble sentido riendo: “Sí, patrón está muy crecidita la mujercita”. Yo estaba muy excitada de ver ese par de viejos que no separaban la vista de mis curvas y solo me adulaban con sus comentarios en doble sentido. Mi padrino me invitó a una terraza a tomar un licor español donde platicamos de todo lo acontecido en su ausencia, pasaba la tarde y me platicaba que sus hijos se habían desentendido de él y lo habían abandonado y de la muerte de mi madrina, por ese motivo vivía solo y  Bruno atendía la enorme casa por lealtad, pasaba la tarde y el licor comenzaba a ponerme un poco mareada, la plática se tornó sobre el sexo y experiencias de ambos, Comenzaba a llover otra vez y el frío se dejaba sentir ya, entramos y nos sentamos frente a una chimenea en un enorme sillón, Mi padrino me abrazó mientras que yo sabía las intenciones obvias de él, pero lo que inició el descaro entre ambos fue cuando crucé las piernas dejando ver las ligas de mis medias, mi padrino acarició mis piernas diciéndome: “Michelle, me encanta la textura de unas lindas piernas como las tuyas con medias así, eres muy sensual y tu cuerpo me hace sentirme como un jovencito tímido”. Me ruborizó un poco y me excitó que ese hombre ya maduro que podría ser hasta mi abuelo me acariciara, yo le correspondí atrevidamente dándole un tierno beso en sus labios los cuales correspondieron con nerviosismo, eso me excitó aún más ver que el viejo se ponía nervioso con mis acciones, él me pidió que le mostrara mi cuerpo y yo sin pensar mucho los deseos de mi padrino me puse de pie, fui a la consola y puse música suave y cerré la puerta para que Bruno no nos interrumpiera.

Comencé a bailar sensualmente bajo los efectos del licor, lentamente bajé mi falda dejando ver la sexy lencería y me despojé de mi blusa para que mi padrino viera mis redondas tetas mientras que él abrió su cremallera y comenzó a masturbarse de una forma excitante, tenía una verga muy rara, Era muy delgado pero largo, con un glande enorme que lo hacían ver muy extraño, como un champiñón de otro mundo, yo estaba escurriendo al ver la verga que me iba a comer y me monté encima de mi padrino para besarlo, él rápidamente me tomó por mi culo y frotaba su miembro sobre mi vagina que ya estaba completamente mojada, nuestras lenguas se encontraron y saboreamos nuestros labios, los besos fueron muy apasionados y mientras mezclábamos nuestras salivas hábilmente desabrochó mi brasier y como un bebe hambriento se prendió de un pezón para succionarlo duro, yo quería sentir esa enorme verga dentro de mí pero mi amante solo la ponía en la entrada vaginal sobre mi tanga. Ese hombre a pesar de su edad tenía el don de saber tratar a una mujer. Con la experiencia y la fuerza de un buen semental cargándome me recostó en el sillón despojándome de mi tanguita para comenzar a hacérmelo con su lengua. ¡Wow! Sí que sabía hacerlo a la perfección, sentía como sin pudor su lengua recorría mi vagina, me hacía gemir perversamente, era un viejo que con el paso de los años se había puesto como el vino a la hora del sexo. No tenía excusas para disfrutar de ese riquísimo momento, solo me dejé llevar de la manera más lujuriosa por el camino del placer. Me colapsé en un orgasmo cuando me dijo que mis fluidos escurrían y que tenían un sabor exquisito. El viejo no solo probaba mis fluidos, también el semen del taxista que me había cogido antes de llegar. Cuando acabé en sus bigotes le dije que yo también tenía que probar la verga que me iba a coger, de inmediato se puso de pie y me hinqué frente a mi viejo amante para chuparle su deforme verga, la agarraba a dos manos y sobresalía una enorme cabeza que brillaba, no cabía su glande en mi boquita y estaba dura como la de un toro, la chupé unos minutos por que mi padrino ya me quería coger y me levantó desesperado diciéndome que quería hacerme suya.

No cabe duda que durante un largo tiempo mi padrino no había ni siquiera tocado a una mujer, me recostó con mis piernas en sus hombros y con dificultad de que la cabezota de su pene entrara por su tamaño solo escupió sobre el y me penetro suavemente hasta el fondo, me beso unos minutos en lo que mi conchita se acostumbraba al tamaño y comenzó el vaivén sobre mi cuerpo. ¡Wow! Me llenaba todos los rincones del interior mientras me decía tiernamente a mi oído: “Eres una hembra divina, haces que se me ponga dura la verga con tus zapatos, medias y liguero de puta fina, que culo tan rico tienes y tus tetas son las mejores que he visto en mi vida, pero hoy eres mía, solo mía puta”.  Esas palabras me las decía en voz baja mientras besaba mis pezones y mi cuello, tuve en ese momento otro orgasmo fabuloso, gimiendo como nunca, ese hombre a pesar de sus 65 años me estaba dando una cogida increíble, no pude más y me desfallecí unos minutos, cada vez que se contraía mi vagina podía sentir como me lastimaba su glande, era único ese dolor combinado con placer. Cambiamos de posición ya que mi amante no era ningún jovencito y perdía su fuerza por el cansancio, tomó asiento con su verga hacia arriba y yo me puse de frente sobre él para cabalgarlo, ese sillón era grande y cómodo para coger, su verga estaba rígida de la excitación, lo tomé suavemente metiéndomela en mi conchita bien lubricada y empecé el sube y baja con sus manos en mis tetas, para ese momento mis pezones estaban súper erguidos y enormes, mi padrino los saboreaba de uno al otro como un niño a sus dulces, ahí experimenté algo que nunca había hecho, me senté totalmente sobre aquella verga deforme pero grande, mientras amamantaba al viejito solo movía mi cadera de atrás a delante con todo adentro, estaba ida gimiendo y temblando de esa extraña pero deliciosa sensación, con un mano abrí mis labios vaginales para que mi clítoris rozara sus vellos púbicos, sentí como tenía un squirt y empape a mi amante mientras él succionaba mis pezones, así nos quedamos quietos descansando por varios minutos sin decir una palabra, solo tomó mi rostro y me besó con una combinación de pasión y locura.

Cuando sacó su verga hizo un sonido de vacío impresionante, había crecido dentro de mi más de lo que yo sentía, era increíble, me pidió que me pusiera en cuatro para que me la metiera como a una perra, me coloqué parando bien mis nalgas y sentí que mi hoyo dilatado recibía ese pedazo de carne caliente, me lo metió todo y me cogía más fuerte que antes, se aferró a mi cintura como para que yo no escapara y me pegaban sus testículos con fuerza en mi conchita, yo estaba súper excitada pero me calenté más cuando di la vuelta para poder ver a mi amante y observé que en la ventana estaba Bruno observando la acción, no me importó en lo absoluto y le pedí a mi padrino que no parara porque estaba a punto de acabar por tercera vez, él me daba de nalgadas y continuaba diciéndome obscenidades. “Eso es perra, comete mi verga así. Te gusta que te lo meta así putita, dime que eres mi puta” –decía moviéndose frenéticamente y mi culo era embestido de forma brutal. Podía sentir que su enorme verga ya estaba al máximo a punto de estallar en mi interior, entonces me vino a la cabeza que teníamos que hacerlo juntos, comencé a hablarle igual para que se prendiera más y le gritaba: “¡Así papito, cógeme más! ¡Soy tu puta, méteme la verga así de rico! ¡Dame tu semen dentro, lléname de tu semen calientito el culo papi!”. Después de mis palabras se lo apreté con mi culo, mientras el viejo me agarró de la cintura con fuerza y me clavó su verga hasta el fondo, al mismo tiempo vino el primer chorro que chocaba con fuerza en mi interior, yo exploté en un gemido para contraer mi culito en un espasmo lujurioso, mi padrino dejó salir otros chorros de esperma acompañados de un grito de placer, increíblemente los dos nos dejamos caer y su verga aun dentro de mi seguía escupiendo semen, ahí nos quedamos unos minutos mientras esa verga perdía fuerza en mi interior y con un susurro acompañado de un tierno beso en mi cuello me dijo que era la mujer indicada para satisfacer todas las fantasías de un viejo como él.

Cuando nos separamos mi viejo me sacó su verga saliendo una enorme cantidad de su semen, nos vestimos y pude ver que Bruno ya no estaba espiándonos. Bebimos mas de ese licor español, mientras el fuego de la chimenea arde, al igual que mi vagina después de haber cogido con mi padrino. Pasaron unos minutos y mi padrino llamó a Bruno, con una sonrisa pícara y maliciosa le pidió irme a dejar a mi departamento ya que él estaba muerto de cansancio, yo dándole un beso le di las gracias por una tarde “a cogedora”, me pidió que lo volviera a ver pronto para algunas propuestas interesantes que cambiarían mi vida, eso me intrigó y me gusto más. Me despedí de mi padrino “Don Franco” quien caballerosamente me abrió la puerta del vehículo ayudándome a subir, no sin antes propinarme una manoseada pícara en mi trasero diciéndome: “¡Nos vemos luego mi zorrita hermosa!”.

Ya arriba del auto Bruno, el mayordomo aceleró la marcha y comenzó inmediatamente a platicar sin recato ni pena, me platicó todos los problemas que había enfrentado mi padrino legales y con su familia, después me comentó que yo le recordaba como una chiquilla de 10 años traviesa y que ahora no parecía para nada esa chiquilla que ahora era una mujer preciosa y atractiva. Bruno me adulaba todo el camino y la verdad eso me gustaba mucho. Entonces, con un tono serio le pregunté que por qué estaba espiándonos por la ventana, respondió con tono frío que es algo que le gusta hacer desde niño y que yo le parecía una mujer inalcanzable y se conformaba con solo verme así, para ese momento sentí un calorcito que recorrió desde mi vientre hasta mis senos de la excitación de pensar en un tercer encuentro sexual esa tarde con Bruno, así que lo tomé de sus hombros por detrás y suavemente le susurré a su oído “¿Quieres tocar mi cuerpo Bruno? ¿Quieres que te la chupe rico? ¡Me enseñas tu verga y me la dejas tocar!”. Me miró con ojos de lujuria, Bruno me suplicaba: “Sí, señorita, si por favor, si quiero” –decía con deseo en su voz. Llegamos a mi departamento y sin más plática ni rodeos lo invité a pasar a tomar un cafecito obviamente solo como pretexto.

Bruno era un hombre ya de la tercera edad de unos 75 años, era medio regordete pero alto 1.85 m. aproximadamente, su cabello rizado y gris, con arrugas en su cara por el tiempo, pero eso si muy fuerte para sus años como gente de campo que era él, entramos tranquilamente y en cuanto cerré la puerta se abalanzó sobre de mi por detrás besándome y tocándome de una forma salvaje, voló mi blusa y mi falda por un lado y mi brasier y tanga por otro, quedé solo con mis medias, ligas y tacones de pie frente a Bruno quien me cargó y me llevó al dormitorio donde me aventó en la cama, se despojó de su vestimenta y ¡que sorpresa! Una verga descomunal, aunque flácida, era gorda y grande; se la agarraba con ambas manos y la sacudía mirándome presumidamente diciendo: “¡Mira lo que te voy a dar preciosa!”. Se me volvió abalanzar besando mis senos, me dolían mis pezones que ese día ya habían sido mordidos innumerables veces, me abrió las piernas y sin más caricias agarró su enorme verga y me la comenzó a meter con dificultad por su tamaño y flacidez, yo sentí como esa enorme verga, que aunque no estaba dura, era enorme y me invadía por completo, lo abracé y besé en los labios dejándolo saborear mi lengua mientras me cogía salvajemente, con las embestidas de un animal. Comencé a gemir y a gritar de placer al sentir que salía de mi interior los fluidos de mis cogidas anteriores de ese día, Bruno comenzó a gritarme: “¡Así chiquita!¡Apriétamela fuerte!”. Hubiera querido hacerlo de otras formas pero sabía que por la flacidez de su verga y su tamaño, Bruno quería acabar así, ¡pero me equivoqué! Subió mis piernas a sus hombros sin sacarme su verga  y metiéndomela toda hasta el fondo, solo se limitó a mover su pelvis de arriba a abajo. ¡Me lo hacía muy bien para su edad! Comencé a acariciarme los senos por las sensaciones que me provocaba ese hombre y lo mejor fue en ese momento que me dijo: “¡Quiero que te comas mi semen Michelle! ¡Quiero verte con mi verga escurriendo de semen en tu boquita! Voy a acabar y quiero que te lo tragues todo linda”. Yo estaba caliente y le dije: “¡Dámelo, quiero saborearlo!”. Fue entonces que dio dos embestidas hasta la base y acompañadas de un grito me la sacó para llevarlo rápidamente a mi boca, ahí la chupé hasta que sentí como explotó en mi boca, soltando chorros espesos de semen que tragué todo sin sacarme de la boca su verga. El viejo estaba feliz sintiendo como una chica caliente se bebía hasta la última gota de su semen. Bruno se vistió casi al instante de habar eyaculado y sin decir nada más que: “Bye preciosa”, despareció. Me estiré en la cama desnuda, cogida y caliente, lista para dormir. Ahí quedé tirada en mi cama con una carga de esperma en mi estómago, una en mi concha y otra en culo, esa fue una tarde de domingo muy sabrosa y caliente.

Ya el lunes asomaba y seguía con la calentura quemando mi vagina, solo por el placer de sentirme puta me masturbé con perversión, pensando en lo rico que me habían cogido, como mis agujeros fueron usados y el semen que había recibido. Masajeaba mi clítoris con perversión y gemía como una puta caliente; mis demonios estaban sueltos como nunca y quería sentirme “sucia” al masturbarme. Me fui a la cocina y en el refrigerador busqué la zanahoria más grande y gruesa que había; no esperé volver a la habitación, sino que ahí mismo comencé a jugar con ella, la chupaba con las deliciosas vergas que me había comido ayer y le pasaba la lengua con la más absoluta lujuria, la recorría completo con mi lengua y la volvía a meter en boca. Hace tiempo que no estaba tan caliente como ese lunes por la mañana. Me mojé los dedos con saliva y unté mi culo, como pude me metí la zanahoria. ¡Oh qué placer! La metía y sacaba rápido, me dediqué a gemir y a gritar de placer; estaba enloquecida, la sensación de sentir mi culo invadido siempre me ha gustado y lo estaba disfrutando como buena putita. La metía casi toda, haciendo que mi culo se adaptara con facilidad a su forma y grosor.

Mi culo rebosaba de placer, mis gemidos se habían transformado en gritos agónicos de placer. Solo bastaron unos minutos para caer rendida en un delicioso orgasmo que hizo temblar hasta la última fibra de mí ser. Seguí con mi perverso juego pero esta vez en la sala, caminé con la zanahoria en el culo y me tiré en el sofá y seguí con mi frenético mete y saca, no me importaba si dolía, me importaba saciar mi perversa lujuria. “¡Oh mierda, qué rico!” –decía en cada embestida, el placer se había convertido en un perverso aliado que calmaba a mi hambriento culo. Otra vez estaba temblando y retorciéndome, hasta que una ola de placer golpeó mi cuerpo con violencia y sucumbí en otro intenso orgasmo. ¡Vaya exquisita forma de empezar el día! Satisfecha, saqué la zanahoria de mi culo y le di una mordida, la mastiqué con placer y la tragué; me la comí toda con el sabor de mi culo impregnado en ella, teniendo el más delicioso desayuno.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

2 comentarios:

  1. Me encanta.... Que buena forma de sacarle provecho a una tarde jajjaja
    Delicioso, sin duda seguir ese deseo sexual y el instinto del momento es muy excitante.
    Encantador relato Amor
    Escribes excelente Mí Amo.

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  2. Un delicioso juego de placer y lujuria en el cual le cogen como lo q es una puta que le encanta el sexo y se calienta por todo interesante relato muchas gracias Caballero

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