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sábado, 22 de julio de 2023

35. Mi primera vez como sumisa



Mi nombre es Carmen y creo que soy sumisa. Digo “creo” porque nunca lo he sido. Muchos astronautas tampoco han salido de la tierra y se llaman “astronautas” a sí mismos, esperando su oportunidad. Yo también espero mi oportunidad, el momento en que ese Amo que se cuela en mis sueños se cuele en mi vida. Es algo difícil de explicar pero siempre sentí el llamado de la sumisión, alucinaba con la idea de estar con un hombre, atenderlo en todo, ser usada por él cuando sienta ganas, esperar sus órdenes para servirlo de la mejor manera. En estos tiempos que vivimos muchas feministas dirían que soy una adora del Patriarcado Machista y Falocéntrico. Aunque la respuesta no le guste a esas mujeres poco tolerantes que no aceptan que sus puntos sean puestos en duda y que buscan la igual de género a costa de manipulación y extorsión, puedo decir a ciencia cierta que sí, lo soy, es mi opinión y al igual que la poca tolerancia que muestran, tampoco voy a permitir que pongan en duda mis convicciones.

Puedo esperar, soy una mujer paciente. El problema es que llevo más de 20 años esperando, desde que tengo uso de razón, y eso me hace plantearme si el Amo ideal existe o es tan solo una fantasía que he construido para conformarme o que nos venden esas novelas románticas que nos hace pensar que el Amo ideal viste de traje, tiene empresas y sabe pilotear helicópteros. Las cosas han de cambiar, ahora lo sé. Quizás deba tropezar en una piedra para encontrar el camino correcto. Soy una mujer paciente, pero quiero descubrir si mi paciencia es, en realidad, miedo. Estoy dispuesta a encontrar esa piedra que me haga tropezar. Y si no hay piedra o no tropiezo, mejor aún.

He estado cerca de seis meses charlando virtualmente con "Amos" que he encontrado en internet. No tengo suficiente experiencia para saber quién dice la verdad o no. Quien tiene experiencia o no. De los que huyo siempre son esos que apenas les saludas dicen: "¡Arrodíllate ante mí perra, soy tu Amo!". Me causa cierta extrañeza ese tipo de comportamiento, no es que sea mojigata pero siento que no está bien que se dirijan así a alguien que recién están conociendo. Así que me dejaré llevar por la intuición, como quien entra en un casino por vez primera y apuesta todo en la primera mano. El Amo que he escogido se llama "Mr. Arthur", tiene ciertas cualidades que me atraen: Parece divertido, parece sincero y parece saber de lo que habla. Además, desde el primer minuto me ha tratado con respeto. Si he de equivocarme será con él, esa es mi decisión.

Quedamos de encontrarnos en un bar cercano a su casa, me sugirió que vaya vestida lo más sensual que se me pudiera ocurrir Me puse una falda corta, con una blusa blanca de seda y sin ropa interior. A mi juicio me veía sensual pero me daba vergüenza que me viera así, me escondí bajo un grueso abrigo. Me veo reflejada en el espejo y me gusta lo que veo, tengo más de cuarenta años y he tenido tres hijos, mi cuerpo no es el de antes, tampoco es el de una mujer que se cuida, pero he tenido suerte, sigo estando delgada, soy alta y mi cuerpo parece atractivo, al menos me lo parece a mí. Soy morena, de pelo largo, facciones definkdas, mis pechos son grandes y aún se resisten a la cruel formula de edad + gravedad. Mi cintura no es la de antes pero apenas tengo barriga, mis piernas son delgadas y mi culo aún despierta miradas furtivas cuando me coloco jeans ajustados. Antes de salir de casa abro el abrigo y me miro en el espejo, mis pezones casi se transparentan bajo la blusa y como les dije antes, siento vergüenza de salir así a la calle por eso el abrigo se volvió mi amigo esa noche, aunque espero que la vergüenza sea algo que debo superar y no solo sentirla con cada cosa que haga. 

Salí en dirección del bar Mr. Arthur está sentado en una mesa en el fondo del bar, vestía un traje negro, camisa blanca y una corbata roja. Tenía una barba de unos tres días pero arreglada, bebía un vaso de whisky y fumaba un habano. Se veía elegante, sofisticado. Se veía que era un hombre de mundo, culto, al me la es lo que su porte demostraba. En todo caso solo quiero un buen Amo, me da igual como sea o en lo que se gane la vida, sino que sea capaz de llenar ese vacío que tengo desde hace varios años. Se levanta al verme y me tiende la mano que estrecho, siento una oleada de calor al hacer eso. ¿Debería quitarme el abrigo? –pienso. El bar está lleno de gente, no me atrevo, así que simplemente tomo asiento. Mr. Arthur no me dice que me quite el abrigo, menos mal, me moriría de vergüenza.

Hablamos durante casi una hora, de lo divino y lo humano, de lo que podemos hacer o no, pactamos límites y nos preguntamos por nuestras vidas. Estoy cómoda, me quito el abrigo. Él sonríe al ver como voy vestida. Siento un calor intenso en mi entrepierna. Los pezones están tan erectos que se perciben perfectamente bajo la tela. Bajó su mirada a mi pecho y vuelve a sonreír. Después de nuestra charla y de los acuerdos previos, me dice que redactará el contrato que indicará todo lo que hemos hablado. Él tomaría posesión de mí pero primero debería aprender cada cosa, lo que significa BDSM, lo que es ser sumisa y la obediencia hacía él. También me habló de las prácticas que entrarían en las sesiones y los riesgos que conllevan, a fin de que me sienta segura de hacer algo y no negarme después por desconocimiento, también me dijo que su mano siempre estaría extendida para guiarme y que no solo se trataría de acostones con sexo duro. Escucharlo hablar era algo excitante, su conocimiento y preocupación me dejaban sin palabras y húmeda, muchos de los que había hablado previamente solo buscaban una chica para “jugar y coger” pero al parecer el no. 

Pagó la cuenta, caminamos al estacionamiento, él llevaba mi abrigo en sus manos, llegamos al estacionamiento y me dice como si supiera lo que estaba pensando: “No vamos a entrar en mi auto”. Se apoyó sobre la puerta del copiloto y encendió un cigarrillo, me miró de pies a cabeza y me pregunta: “¿Qué harías para complacerme?”. No esperaba esa pregunta, me puse nerviosa y no podía hilar palabras. “¿No sabes?” –volvió a preguntar. Me quedé pasmada, pensando en una respuesta pero no sabía que decir, es un mundo nuevo para mí. Me miró fijamente a los ojos y me dijo: “Te preguntaré por última vez, si no tengo una respuesta, no perderé mi tiempo contigo. ¿Qué harías para complacerme?”. Dejó caer la colilla de su cigarro y su brillante zapato la aplastó para apagarla. “¡Todo lo que usted requiera!” –le respondí. “¿Absolutamente todo? Piensa bien la respuesta porque todo es amplio y después puede ser usado en tu contra” –dijo con una sonrisa torcida. “¡Sí Señor, estoy segura de lo que digo, todo lo que usted requiera de mí para complacerlo haré!” –le dije.

Se acercó hasta mí, mido 1.75, pero él superaba el 1.80. me tomó por los hombros y me llevó contra una pared en la esquina de dónde está su auto. Estamos en penumbras, yo temblaba, había una mezcla de miedo y excitación. Me dice que no me mueva mientras deja mi abrigo en el asiento del copiloto. Estaba quieta, expectante, mi vagina no podía esconder la excitación del momento, mis fluidos se hacían cada vez más abundantes. Vuelve dónde estaba y una de sus manos se pierde bajo mi falda. Noto sus dedos mojándose en mi descontrolada húmedad. Cierro los ojos y me dejo llevar por esas exquisitas caricias que mi sexo anhelaba, esa perversa forma de masajear mi clítoris me hacía gemir en señal de agradecimiento por hacerme sentir que ya no estaba dentro de una fantasía sino en algo real. 

Si otra mano se cuela por debajo de mi camisa. Comienza a pellizcarme los pezones, cada vez con más fuerza. Es dolor, auténtico dolor, es el placer de sus dedos masturbándome. Dolor y placer. No sé si es la piedra donde tropezaré por vez primera, pero de momento es lo que esperaba. Me. Arthur se retira, abre el maletero de su auto y saca unas cuerdas, me ata las manos a la espalda. Luego vuelve a empujarme contra la pared. El olor a humedad es casi insoportable. Noto como me levanta la falda, escucho como se quita la ropa. De repente, noto como su verga está empujando para entrar en mi culo. Una de las cosas que le he pedido es que quiero ser sodomizada, no quiero que me penetre vaginalmente. Mi marido nunca me ha sodomizado. Quiero que mi Amo use lo que mi marido nunca ha usado y quiero que nunca use lo que mi marido siempre usa. Eso me ayudará, creo. Además llevo años deseando probar el sexo anal y nunca me he atrevido a pedírselo al aburrido de mi marido.
Mr. Arthur me la mete de una certera estocada en el culo y me masturba con su otra mano. La sensación es tan dolorosa como placentera. Quería que el momento durase eternamente. Poco me importa si, de repente, aparece alguien en el estacionamiento, ojalá aparezca y se quede mirando como follan por ser puta. No sé cuántas veces alcanzo el orgasmo, son demasiadas incluso para mí. Mis gemidos se escuchan con eco, retumbaban en todo el estacionamiento. “¡Eso, use mi culo, déjelo abierto!” –le decía con placer y dolor. Al parecer le excitaba demasiado lo que le decía, ya que sus embestidas se hacían más brutales. “¡Ay mi culo! No tenga compasión de esta sucia puta” –le decía con la voz entre gemidos. Sentía que mis piernas temblaban y casi podía mantenerme en pie, si no es porque estoy apoyada en el auto, estaría en el piso en su verga ensartada y aullando por la lujuria. 

Él pasa su brazo por mi cuello, ahogándome, mientras acaba en mi culo. Apenas puedo respirar cuando un último orgasmo hace que pierda el sentido. Cuando despierto estoy sentada en el asiento del copiloto del auto, me quitó las cuerdas y me había vestido. Lo miro con una sonrisa dibujado en los labios. “Sí, la asfixia hace que sea brutal ¿verdad?” –me dijo. "Demasiado excitante mi Señor" –le digo. "Has sido una buena puta" –me dice mientras acaricia mi rostro. Yo estaba embobada, no cabía en mi la gratitud de que me haya mostrado este lado perverso que estaba en mi y sabía que bajo su guía podría aprender a superar los límites que mi vida monótona y malas decisiones habían impuesto. “¿Cuánto rato he estado inconsciente?” –le pregunté con curiosidad. “El suficiente como para vestirte y subirte al auto” –me dijo.

Me llevó hasta mi casa, en el camino me ordenó que me masturbara para él, cosa que hice con toda obediencia. Con mi falda hasta la cintura y mis tetas aire cumplía su orden de la mejor manera, él iba fascinado escuchando mis gemidos. Cuando algún semáforo en rojo detenía nuestra marcha, él bajaba el vidrio para que los otros conductores me vieran tocándome y me operan gemir de placer. Me calentaba tanto que me vieran, que lo hacía con más ganas, ya que él estaba exhibiendo a su puta y no quería defraudarlo. El orgasmo que tuve fue tan intenso que mis fluidos corrían por mis piernas, lo que hacía más excitante el momento. Al llegar, me despido de él con un beso apasionado y le doy las gracias por aquel delicioso instante. Antes de irse me dijo: "Cuando te presentes ante en mí lo harás desnuda, mostrándome tu culo abierto". "¡Sí mi Señor!" –le respondí. "No importa que estés haciendo, pero si yo requiero de ti dejarás todo y te pondrás a mi disposición" –dijo. "¡Así lo haré mi Amo!” –le respondí. Emprendió la marcha.

Todas las mañanas después de irse mi esposo, me maquillaba y me presentaba ante él desnuda en una foto mostrándole mi culo abierto y deseoso por tenerlo dentro mío. Había momentos en los que estaba en casa y él me hacía una videollamada y yo corría a desnudarme y estar a su disposición. Varias de esas veces en que me llamaba nos juntabamos en un motel, en dónde él usaba mi cuerpo a su antojo, volvía a casa y satisfecha por haber encontrado a un Amo que no solo me quería para cogerme sino para educarme en este mundo lleno de lujuria y perversión.




Pasiones Prohibidas ®

5 comentarios:

  1. Tan deliciosa que es la mezcla del dolor y el placer.
    Una interesante escena entre la curiosidad , el desconocimiento
    Y el morbo.
    Excelente relato Mí Amo

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  2. Saludos Caballero, Muy de acuerdo con su señorita
    Tener quien despierte esas sensaciones y guíe, es lo máximo siempre le comparto los relatos a mi Señor
    Un gusto leerles.
    Mis respetos para ud y su señorita.

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  3. Excelente relato, lleno de lujuria, mucha excitación y como el AMO guía a su sumisa pars complacerse JOL

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  4. Un delirante relato en donde un Amo guía a su propiedad en todo sentido y la exhibe como su puta y la hace desvariar hasta el.eztasis mmm exquisito.

    Como siempre Caballero muy buen relato

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  5. Yo tuve un maestro que me enseñó a coger bien a sentir y desear es lo más exitante!

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