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jueves, 20 de julio de 2023

33. La directora me dio un castigo

 

Melisa es estudiante de medicina forense, pero en los últimos meses ha tenido unos problemas con una chica que es estudiante de enfermería y ese es el motivo por el cual fue llamada al despacho de la directora. La directora se llama Margarita y es una mujer de facciones endurecidas, siempre anda con su rostro serio y sereno, tiene ojos oscuros y el pelo canoso ondulado hasta la altura de los hombros.

 “Hola Melisa. Por favor tome asiento, así podremos hablar mejor” –comienza diciendo la directora. “Hola señora Margarita” le responde y se sienta. “Me enteré que en este último tiempo tuvo unos problemas con una estudiante de enfermería” –dijo la directora. “Eso es cierto, señora” –contestó afirmativamente la estudiante. “¿Y a qué se debe semejante caos? Usted sabe que dentro de la facultad no me gustan los problemas, ya que entiendo que son mayores de edad y tienen la capacidad de resolver los problemas dialogando” –dijo Margarita. “Tiene usted razón, pero perdone mi franqueza. Esa chica me ha molestado desde hace tiempo y nadie hace nada” –dijo Melisa titubeando. “A ella la llamé aquí hace poco y la suspendí de la facultad durante dos semanas. Cómo le dije, no me gustan los problemas y ante los problemas hay que tomar acciones. Aparte de la suspensión, le van a costar puntos de su calificación para graduarse, por lo que deberá hacer más esfuerzo que sus compañeras para lograrlo” –dijo la directora con un tono serio. Melisa sintió un escalofrío por todo el cuerpo, sabía que Margarita era una mujer severa en cuanto a los castigos, ya lo había demostrado con la otra chica. Entonces con voz casi inaudible preguntó: “¿A mi también me va a suspender?”. Margarita hizo una pausa, la miró a los ojos y le dijo: “No. Querida Melisa usted es una alumna ejemplar, es muy inteligente y estoy segura de que serás la mejor en su campo” . “Entonces, ¿por qué estoy aquí?” –preguntó la alumna con preocupación. “Tranquila, no se apresure. Le dije que los problemas ameritan una resolución y es lo que quiero hacer, por eso está aquí. Además, es una mujer hermosa, por eso le he preparado un castigo mejor” –respondió la mujer.

El asombro de Melisa al escuchar esas palabras era evidente, ya que no entendía lo que Margarita le había querido decir. Entre más trataba de procesar no entendía, entonces pregunto: “¿Qué clase de castigo es ese que puede ser bueno según usted?”. “Ahora lo entenderá todo, pero primero quiero que se levante de la silla” –dijo la señora directora. La chica se levantó y la miro confundida. “¿Por qué esa mirada?” –preguntó Margarita. “Es que no entiendo que quiere” –respondió ella. “No entiende que quiero que obedezca lo que estoy diciendo” –dijo Margarita con tono autoritario. “Está bien” –dijo Melisa. “Ahora quiero que te gires lentamente” –ordenó la directora. Sin entender aún el porqué, la chica se giró tal como se le había indicado. “¿Ahora qué desea que haga señora?” –preguntó. “Quiero que te desnudes” –dijo Margarita con total tranquilidad. “¿Qué? Prefiero que me suspenda. ¿Por qué me pide tal cosa?” –dijo la alumna. Melisa estaba confundida ante tal petición, por lo que estuvo esperando la respuesta de la directora. Margarita se acercó a ella y le dijo al oído: “Lo que escuchaste. Quiero ver tu bonito cuerpo desnudo”.  A Melisa no le importaba mucho desnudarse ante una mujer, en realidad, este asunto la estaba excitando. Su vagina empezaba a evidenciar los signos de su excitación, incluso sintió como sus pezones se ponían duros debajo de su ropa interior. Margarita notó como la expresión de asombro en el rostro de la joven cambió y mostraba con sus ojos algo distinto.

Melisa se quitó toda su ropa y su mirada permaneció en los ojos de Margarita que mordía su labio al contemplar el cuerpo de la joven totalmente desnuda, sus senos firmes, los pezones que se empezaban a enfurecer, su vagina depilada y sus labios vaginales que invitaban a la perversión. “¿Desea algo más señora Margarita?” –preguntó Melisa. La mujer la miró tal como lo hace un animal salvaje que observa a su presa con sigilo y le dice: “Ahora quiero que te sientes en mi escritorio pero con las piernas bien abiertas, así dejas tu vagina a la vista” –dijo la directora. Melisa cumplió esa orden a la perfección, Margarita la observaba en silencio, deleitando su vista con el paisaje del sexo de la alumna, notó como la humedad se había hecho presente y lo disfrutó. Luego, Margarita tomo su bolso y sacó un consolador largo y muy grueso. Melisa abrió sus ojos con asombro, pero su excitación era más intensa, preguntó aún sabiendo la respuesta: “¿Desea algo más señora?”. “Quiero que te lo claves hasta el fondo de tu sucia concha, zorrita” –respondió la mujer sin titubeos y con perversión en su voz. Esa palabra calentó más a alumna. Extendió su mano hacia el consolador y apenas lo tuvo en su poder se lo metió entero en la vagina  produciéndole un exquisito gemido. Escucharla gemir era para la directora una sinfonía y ver cómo se penetraba ya con velocidad producía no solo humedad en su vagina, también el deseo de poseerla.

Margarita se situó detrás de Melisa y empezó a besarle apasionadamente el cuello y a lambérselo mientras le tocaba las tetas y la chica se penetraba con el consolador. “¿Te gusta tu castigo putita?” – preguntó la directora. “¡Ay, me encanta!” – respondió Melisa gimiendo. Se nota que eres una puta golosa” –dijo Margarita. “Si, soy una puta golosa, Señora” –respondió la chica. “Ahora di que eres mi puta” –ordena Margarita. “Soy su puta, Señora Margarita, soy toda tuya, haga lo que quieras conmigo” –respondió Melisa presa de la excitación que la invadía cada vez más. Luego de un rato Margarita le mordisqueaba muy rico las tetas a Melisa, entonces ella empezó a meterse el consolador más profundo y más rápido; hasta que sus jugos vaginales rociaron el juguete sexual que tanto placer le dio. Había sucumbido ante el orgasmo, sus piernas temblaban y no podía dejar de gemir, ya que fue tan intenso el orgasmo que el placer no terminaba. Margarita tomó el húmedo consolador y dijo: “Eres una putita muy buena”. Después se lo metió entero en la boca y empezó a mover frenéticamente sus labios alrededor del juguete. Melisa veía fascinada como esa mujer chupaba tan rico el consolador. “No hay nada más rico que chupar una buena verga con los fluidos de una rica concha” –comentó la mujer cuando terminó de chuparlo.

Margarita se desnudó completamente dejando ver su cuerpo a Melisa, pues, era lo justo ya que la chica obedeció y le mostro el de ella. “Es una mujer madura pero es muy sensual” –pensó Melisa mientras observaba a Margarita. La mujer buscó en el interior de su bolso y sacó un arnés con una verga mucho más grande y gruesa que la anterior. Al verlo, la respiración de Melissa se agitó mucho más, la excitación creció al ver como Margarita se lo acomodaba y se subía al escritorio. “Ven aquí putita” –le dijo, invitándola a la lujuria. Obediente Melisa se monta en horcajadas sobre ella y la verga se plástico busca la entrada a su vagina, haciéndola gemir con placer y deseo. Empezó el movimiento frenético de su cuerpo, que la hacía vibrar, poco a poco el placer la abrazaba, sentía que su respiración estaba tan agitada que apenas podía inflar con aire sus pulmones. En ese preciso momento se sentía presa de sensaciones que en pocas oportunidades había experimentado, estaba enloquecida moviéndose, sujetándose de las tetas de Margarita y con la cara llena de morbo le dice: “Siempre fue alguien que llamó mi atención y ahora solo puedo disfrutar de ese placer que me regala”. Margarita la miró a los ojos mientras disfrutaba de los sensuales movimientos de Melisa, se agarró de sus juveniles senos y retorció sus pezones con fuerza, lo que arrancó un exquisito grito de placer. “¡Oh, sí, hágalo más fuerte Señora!” –le dijo. La mujer los retorció con más fuerza, arrancando otro grito placentero de los labios de la chica. Ambas se encontraban fundidas en el placer, el de deseo y en gemidos que para las dos eran dulces melodías de pasión.  Después Melisa se puso en cuatro, Margarita no tardó ni un segundo para penetrarla y empezar a moverse con fuerza,  con una mano agarro las tetas de la chica y con la otra le daba fuertes nalgadas sin dejar de moverse de la forma sensual en que lo hacía. “¡Que rico culo que tiene mi puta!” –le decía Margarita mientras la penetraba más fuerte. Para Melisa era una dulce tortura ser invadida por esa verga de plástico pero le gustaba mucho más la forma perversa en que la directora se movía, ya que sus movimientos eran tan exquisitos que la hacían babear de placer.

Melisa sintió como era verga intentaba meterse en su culo, la presión la hacía retorcerse y jadear. Su culo estaba cediendo y dejaba que entrara lentamente. Cuando ya lo sintió completo en su culo, Margarita empezó con movimientos violentos, penetrándola como a una puta. El placer era tanto en Melisa que no pudo resistirse a masturbarse mientras su culo era embestido. “¡Sí que eres puta” –le decia la directora, haciendo que sus embestidas fueran más violentas, hasta que la alumna acabó otra vez, cayendo rendida en el escritorio.

La mujer se quitó el arnés y le dijo a Melisa: “Ahora es tu turno zorra”. Se puso en el escritorio con las piernas abiertas, la chica sabía perfectamente lo que debía hacer, no necesitó mayores instrucciones. Como una buena perrita se inclinó para lamer la vagina de Margarita. Al solo roce de los labios de Melisa, ella empezó a gemir, lo había estado esperando desde que la tuvo a solas en la oficina; la espera valió la pena, ya que el placer la recorría por completo, era como si una corriente eléctrica se moviera por cada fibra de su ser. La lengua de la chica le quemaba  la vagina, el placer se hacía cada vez más palpables, la humedad en su sexo la delataba, lo estaba disfrutando y se retorcía de placer sobre el escritorio gimiendo y jadeando. Solo bastaron unos minutos más para que acabara y le diera a beber sus tibios fluidos a Melisa, quien los saboreó con vehemencia. Después del orgasmo se quedaron tendidas sobre la alfombra de la oficina, hasta que Margarita le ordenara vestirse y salir de la oficina.

“Quiero más castigos como este” –le dijo a su directora y la beso. Cuando salió de la oficina de la directora aun  no podía creer lo sucedido, se había puesto tan caliente que se dejó llevar hasta perder la razón. Ahora sabía que Margarita la tendría solo con tronar sus dedos, eso no le molestaba si con ello conseguía “beneficios” en sus estudios. Además, le gustó la forma en que la mujer la sometió para que terminara cediendo su cuerpo a los placeres que vivió. Habían pasado ya tres semanas de ese encuentro, por alguna razón, cada vez que pensaba en lo sucedido se excitaba y terminaba masturbándose pensando en Margarita y en el deseo de volver a estar rendida a sus deseos. Caminando por los pasillos de la facultad se encontró con su némesis, se miraron pero no se dirigieron la palabra; la directora había sido clara: No quería más problemas. Aunque era imposible no encontrarse, más difícil era mantener la fiesta en paz, ya que cuando se miraban de sus ojos salían llamas de fuego. Entonces, la estudiante de enfermería le dice: “¿Qué tanto me miras? ¿A caso te gusto?”. “Ni en tus peores sueños podría pasar algo así, perra estúpida” –le respondió Melisa. “¿A quién llamas así? Pedazo de mierda” –le responde la chica. “¡A ti¡ ¿Ves a alguien más?” –dijo Melisa. “Si no fuera porque la señora Margarita dijo que no quería problemas, ya te hubiera partido el hocico, puta” –insistió la chica. “No te tengo miedo. ¿Vas a ir corriendo donde la directora para que te defienda perra faldera? –dijo Melisa. El odio era más que evidente pero ninguna de las dos sabia el por qué, solo sabían que eran enemigas por la casualidad de serlo.

Después del altercado ambas se fueron a sus salas para tomar la clase faltante, no habían pasado cinco minutos cuando la secretaria de la universidad va a buscar a Melisa para llevarla a la oficina de la directora, su vagina se humedeció al instante. Su sorpresa fue tan grande como su excitación cuando pasaron a la sala donde estaba la otra chica y fueron a la oficina. Al entrar la secretaria cerró la puerta. En pie frente al escritorio estaba Margarita con las manos atrás, se veía intimidante, vestía unos pantalones de cuero brillante y una blusa blanca con un generoso escote, sumado unos zapatos con tacón alto. Ambas estaban temerosas. “¿Qué dije yo? ¿No fui lo suficientemente clara?” –preguntó. “Si lo fue Señora” –respondieron ambas. “Entonces, ¿por qué siguen con esas niñerías?” –volvió a preguntar. Ninguna supo que decir ante la pregunta que les fue hecha. “¡Quiero una puta respuesta!” –dijo en tono enérgico pero su rostro era impasible. “No sé qué responderle Señora” –dijo Melisa. “Ahora, no saben que decir el par de putas” –dijo Margarita. Entonces con un gesto indicando el piso, ambas se pusieron de rodillas. Melisa se sorprendió al ver a la otra chica hacerlo. “Quiero que mis putas se lleven bien” –les dijo. “Señora, por favor perdone mi desobediencia” –le dice la otra chica. “Seré clara, no quiero que tengan problemas entre ustedes, son mis putas y tendrán que aprender a llevarse bien por las buenas o por las malas” –dijo la directora. Melisa no salía de su asombro, ni siquiera sabía cómo se llamaba la otra chica y tendría que socializar con ella, lo mismo pensaba la otra chica. Recién ahí supo que la otra chica se llamaba Aldana, porque Margarita las presentó y dijo: “Ahora ya se conocen, también saben que las dos son mis putas; pero lo que sucedió hoy no puede quedar sin un castigo”.

Les ordenó bajar sus pantalones y bragas, que se apoyaran sobre el escritorio. Mientras las alumnas lo hacían, Margarita abrió uno de los cajones y sacó una regla de madera y se paseó alrededor de ellas, las miraba como si esperara algo. Cuando ya pensó que era el momento preciso procedió a azotar el culo de Aldana, fueron veinticinco azotes en cada nalga, haciéndola contar en voz alta mientras la regla iba dejando su marca. Aldana se retorcía cada vez que la madera hacia contacto con la piel de sus nalgas y contaba de manera sensual. La situación humedecía la vagina de Melisa quien aguardaba en silencio su turno. Las nalgas de la otra chica quedaron enrojecidas por el fragor del castigo, ella gemía después de ser azotada, estaba caliente, el castigo fue solo el instrumento usado para encender su lujuria. Ahora, era el turno de Melisa. Se paró firme, dejando su culo en pompa, al igual que Aldana fueron cincuenta azotes los que recibió y también tuvo que contarlos uno a uno. Los minutos se hacían interminables, pero el placer se incrementaba en ella; sus fluidos corrían por sus piernas y disfrutaba cada furibundo golpe.

Margarita les ordenó que se desnudaran, ellas obedientes lo hicieron. Les indicó que como buenas putas debían aprender a socializar entre ellas. Como a unas perras las hizo olfatearse el culo. Las muchachas obedientes lo hicieron tal como les había sido indicado. En cuatro en el piso se olfateaban y al parecer lo disfrutaban porque la humedad en ellas era más que después de los azotes. Melisa solo pensaba en hundir su boca en la concha de Aldana, pero Margarita había dicho que solo debían olfatearse, ella fantaseaba con el sabor de los fluidos de la otra puta, mientras la directora las miraba con atención, en medio de ese caos que le provocaba la calentura, Margarita les indicó que se acercaran donde ella. Les dijo: “Tienen permiso de lamer mis zapatos sucias perras”. Sin dudarlo las chicas empezaron a lamer los zapatos de la directora, estaban tan excitadas haciéndolo que sus lenguas se rozaban en más de una ocasión, el tratamiento de socialización estaba resultando y los rencores estaban quedando atrás, ahora solo existía el deseo de hacer travesuras entre ellas. Al ver el comportamiento de sus “dos perras”, Margarita accedió a darles libertad de acción; total, ya habían sido domesticadas.

Se quedó apoyada sobre el escritorio viendo como sus perras jugaban. Melisa besó a Aldana, quien correspondió el beso y se empezaron a tocar con delicadeza, conociendo sus cuerpos en detalle. La directora las miraba con detenimiento. Tocaban sus senos y se deslizaban con lentitud por sus muslos, era una escena demasiado erótica. Entonces, Aldana toma la iniciativa y mete sus manos la vagina de Melisa y la empieza a masturbar, para Melisa el placer fue automático, comenzó a gemir y a decir lo mucho que le gustaba como la estaba tocando. Se recuesta en el piso y separa las piernas. Aldana de manera instintiva cuela su boca en el sexo húmedo de Melisa y desliza su lengua con lujuria. El cuerpo de Melisa tiembla y ella gime con desesperación, no podía creer que la que hace solo minutos era su enemiga mortal ahora estaba recorriéndole la vagina y dándole placer. Ya casi sin poder contener el placer, Melisa estalla en un voraz orgasmo que la hace mojarse deliciosamente. Aldana seguía con su lengua hasta probar la última gota de los fluidos de Melisa.

Con la calentura al máximo, Melisa se dispone a hacer lo mismo con Aldana. Margarita observaba con detenimiento la escena, estaba excitada viendo como sus putas jugaban a ser lujuriosas, con la blusa desabrochada y las tetas sobre las copas de su brasier, las tocaba y retorcía sus pezones. Aldana se abrió de piernas y Melisa metió su cabeza entre ellas; deslizó su lengua con un hambre voraz, haciendo que de inmediato la otra chica gimiera descontrolada. La lengua de Melisa recorría con propiedad la húmeda vagina de Aldana que no podía dejar de gemir y estremecerse de placer.  Era innegable que ambas lo disfrutaban, de pronto en ellas había nacido una complicidad que por bastante tiempo no tuvieron, esa complicidad las hacia las zorras perfectas para Margarita. Melisa penetraba a la otra chica con su lengua, aumentando el morbo en ambas, las hacia jadear y resoplar de placer. Aldana estaba lista para el orgasmo, no tardó en llegar, se retorció, gimió, tiró de sus pezones y los retorció, se sentía en la gloria y en el infierno a la vez. Sus exquisitos gemidos eran tan excitantes que Margarita no resistió las ganas de masturbarse. Con su pantalón casi hasta las rodillas estimulaba su clítoris, gemía y miraba a sus putas, ellas entendieron que debían acercarse para apagar el fuego de su Señora. Aldana se puso en la vagina y Melissa en el culo de Margarita; entre las dos empezaron a lamer como poseídas esos agujeros calientes y listos para recibir placer. La sensación de placer era insostenible, la directora se movía y seguía como una experta el recorrido de esas lenguas lujuriosas que la invadían. Tan buenas putas se habían vuelto que Margarita les regaló un intenso orgasmo, quedando más que satisfecha por la labor que habían realizado en conjunto. Después de acabar, se acomodó la ropa y les ordenó vestirse. “Ahora, saben de sobra lo que son. Se deben portar como dignas putas y no tener problemas entre ustedes. ¿Les queda claro?” –le dijo. Ellas no dudaron en responder: “Sí, Señora, nunca más volveremos a ser unas putas mal portadas”.  “Cuando las clases terminen me van a esperar en la plaza que esta cercana a la facultad, falta algo que hacer con ustedes putas” –les dijo.

 Ambas salieron de la oficina, los rencores quedaron atrás, ahora debían ser las perras obedientes de la directora, y entre las dos se ayudarían para que Margarita se sintiera orgullosa. Las clases terminaron y obedientes acudieron al lugar donde se les había indicado. A los pocos minutos llegó Margarita en su auto y acudieron a toda prisa donde estaba su Señora, condujo por unos minutos y llegaron a una tienda de tatuajes, ahí le dijo al tatuador lo que quería que hiciera con ellas. La primera en pasar a la silla de tatuajes, le hizo quitarse la ropa colocar en su pecho izquierdo una M. Lo mismo hizo con Aldana. Ahora sus perras estaban marcadas,  le pertenecían. Desde ese día fueron tratadas como perras, los fines de semana estaban en casa de su dueña, jugando en el patio como buenas perras y dándole placer a su dueña, quien les correspondía sacándolas a pasear con correa y collar.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

6 comentarios:

  1. Infierno L©Fiorella de Mr. P20 de julio de 2023, 7:57 a.m.

    Que buen relato amor
    Me gustó... Lujurioso en toda la extensión de la palabra. Escenas muy candentes.
    Sin duda excitante detalle a detalle

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  2. Excelente relato y muy excitante la descripción en cada una de las partes JOL

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  3. Exquisito relato, una trama que te mantiene activa y calentando el cuerpo, esperando el suspenso de cada párrafo, gracias.

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  4. Ufff wao que relato más interesante y que haya podido disfrutar como una buena puta como siempre exquisito relato

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  5. Excelente relato, me encantó

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  6. Excelente me encantó, 👌

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