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martes, 27 de junio de 2023

21. Por jugar a ser puta terminé convertida en una

 

Hola, mi nombre no importa. Desde hace tiempo quiero contar esta historia a todo el mundo pero jamás me he atrevido a ello. Esto me ocurrió un día de verano. Yo solía ir muchas veces a una discoteca en las afueras de mi pueblo de veraneo. Cuando tenía 20 años iba con mis padres a Zapallar, un lugar precioso, distante a unos 169 KM de Santiago. Pasaba ahí unos días. Eran unos días de relax para mí después de la universidad y los problemas de siempre. Soy una chica normal, 1,70 de estatura, morena, con ojos verdes y bastante pecho, lo cual siempre me acomplejo un poco. Tenía que comprarme sujetadores de la talla 100,  pese a tener tan solo 90 de cadera y 65 de cintura.

Me pasaba los días en la playa tomando el sol y descansando. En la playa me encantaba que me vieran los chicos. Me encantaba ver cómo me desnudaban con la mirada y como me sonreían. Cuanto más me miraban más les enseñaba sin ningún pudor. Me gustaba dejarlos bien calientes y después coger rico, nada que durara, sino por el momento.

Una noche decidí ir a una discoteca de la zona. Se llamaba Palladium. En las discotecas era otra persona, me ponía con ropa ceñida para sentir en mi cuerpo las fibras. Esa noche iba con un traje negro que dejaba ver toda mi espalda, zapatos negros de cuero y una gargantilla negra. Bailé toda la noche contoneándome en medio de la pista. Tocaba mis pechos, luego mis caderas y bebía un sorbo de mi bebida favorita, el whisky. Obviamente etiqueta azul. No sé si fue efecto del alcohol o del ambiente en general, que comencé a calentar a los chicos como lo hacía en la playa. Me acercaba a ellos y les ponía mi culo entre sus piernas, comenzaba a moverme contoneándome y notaba como sus vergas se ponían duras dentro del pantalón, cuando veía que ya no podía más, me iba donde otro. Me encantaba hacerles sufrir, me excitaba mucho.

Fui donde uno que estaba apartado del resto, era un hombre de unos treinta y tantos, bien parecido, lo raro es que vestía traje y corbata. Empecé a contonearme y este se puso duro casi al instante, me agarró de la cintura y me llevó hacia él. Acercó sus labios a mi oído y me susurró: “¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí? ¡Una puta atrevida que busca un cliente!”. Como pude me separé de él, me gire y lo miré a los ojos.  Al momento me separé de él, me giré y lo miré de frente y me dijo: “Además de putita, eres de esas que le gusta calentar e irse”. Amorosamente levanté mi dedo medio y le dije: “¡Eres un imbécil”. Me alejé y me fui al otro lado de la disco para seguir jugando con la libido de los hombres. Ya estaba un poco borracha y vi además que me estaba pasando un poco con mi jueguito de calentar a los muchachos, así que decidí irme a casa. Me fui al parking fuera de la discoteca para ver si encontraba mi auto. De repente, cuando pasaba por al lado de unos vehículos, alguien me agarró por detrás. Me tapó la boca con una mano y con la otra me agarró el brazo. “No tan rápido putita, tú y yo tenemos un tema pendiente” –dijo.

Algo metálico se cerró en mi muñeca por detrás, por un momento dejó de taparme la boca, agarro mi otro brazo y me los esposó a mi espalda. Yo grité, pero con el ruido de la discoteca, y estando tan lejos de la misma no creo que nadie me escuchara. Me volvió a tapar la boca y me dijo: “Vaya, sí que eres una putita mala y escandalosa”. Me tiró al suelo de rodillas y sacó algo del bolsillo con lo que me amordazó. Yo luchaba por soltarme pero tenía todo su peso en mis piernas y no podía levantarme ni hacer fuerzas. Una vez hubo terminado de amordazarme me levantó y me sacudió de una bofetada, me dijo: “Si no te portas bien tendré que seguir castigándote”. “¿Qué mierda se cree este tipo?” –pensaba, No sabía qué hacer, estaba esposada por un hombre que no conocía y que me tenía a su merced, así que decidí colaborar. “¿Vas a comportarte bien?” -preguntó. Asentí con la cabeza.  Esta situación en cualquier momento me habría horrorizado, pero notaba como se iba humedeciendo mi tanga con la misma. Estaba excitándome por momentos al sentirme presa de aquel hombre.

Me agarró del brazo y me llevó hasta un coche. Era un Audi 9. Abrió la puerta de atrás y me dijo que entrara y me tumbara boca abajo. Yo le hice caso y me puse bocabajo. “Ahora levanta ese culito” –dijo con perversión en su voz. Levante el culo y lo dejé en pompa, mis muñecas estaban aún esposadas. Mi cara estaba contra el asiento de atrás. Cuando puse la nariz en este asiento noté un fuerte olor a semen. Ese auto había sido usado como nido del amor muchas veces. El hombre levantó mi falda hasta que todo mi culo estuvo al aire, yo me echa hacia un lado para que no lo viera y él reaccionó dándome una nalgada con fuerza que me estremeció entera, ahogué el gemido poniendo la boca en el asiento. “Estás volviendo a ser mala” –dijo.” ¡Como ardía mi culo!” –pensé. Me puse de nuevo con el culo en pompa y él rió. Yo tenía miedo de que se diera cuenta de mi excitación. Pasó la mano por todo mi culo y después lo pasó por mi húmeda vagina que estaba encendida a causa de lo que estaba viviendo. Solo el sentir su mano por encima del tanga pegarse a mis labios solté un pequeño gemido. “Si que eres una verdadera putita” –dijo. Hasta ese momento no lo había pensado, pero él tenía razón, era una puta que le gustaba calentar a los hombres y siempre lo conseguía. Ahora que estaba siendo tratada como lo que soy me di cuenta que me calentaba su forma de tratarme y me hacía sentir más puta aun.

El hombre fue atrás del coche y abrió el maletero. Volvió donde mí y con una cuerda comenzó a atar mis piernas. Ahora sí que no podía hacer nada, con las manos a la espalda y las piernas atadas, estaba completamente a su merced. Entonces aprovechó mi gargantilla para ponerme una correa de paseo, de esas que usan los perros y dejarme enganchada a la puerta del auto. No conforme con eso toma uno de los cinturones de seguridad y lo ajusta a mi cuerpo para que estuviera completamente inmovilizada. Volvió atrás y sacó algo más del maletero. Volvió y se quedó creo mirando  mis nalgas. Hizo mi tanga a un lado y ensalivándose el dedo antes, lo metió en mi vagina. Gemí todo lo que pude para que no lo hiciera y me empecé a excitar mucho más, ya que me metió dos dedos más y empezó a penetrarme haciendo que me retuerza y gima como una zorra. Totalmente inmovilizada, en el auto de un extraño y penetrándome con los dedos, estaba tan caliente que si seguía conseguiría que tuviera un orgasmo. Cuando notaba que yo ya acompañaba con el movimiento se detuvo y me dijo: “No vas a acabar ahora putita, esto recién empieza. ¿No te gustó calentarme? Yo también sé jugar de esa forma”. Dicen que el karma es una perra y lo estaba experimentando en carne propia.

Entonces me metió lo que parecía ser un consolador. Digo parecía ser porque lo único que notaba es la vibración, con la cadena de mi cuello atada a la puerta no podía girar la cabeza. “¡Aquí te quedas puta!” –dijo. Obvio, no podía ir a ninguna parte a causa de las ataduras que me tenían prisionera. El hombre cerró las puertas y abrió las ventanillas. Me dejó con el consolador metido en mi sexo. En cuanto se fue no pasaron ni dos minutos para que acabara presa del placer que el aparato me daba. Entonces empezó la tortura porque no podía controlar que nadie me sacara ese falo vibrante de mi vagina. A los cinco minutos escuché como una persona se acercaba al auto. Era un hombre de unos 40 años que salía de la discoteca totalmente borracho. El hombre se asomó por la ventana al escuchar el ruido de mis ahogados gemidos y me vio ahí, con el consolador metido y atada. “¿Qué es esto? ¡Vaya mujer! –dijo al verme. Yo gemía pidiéndole ayuda, pero el hombre iba muy borracho para entenderme, aunque no para otras cosas. Le excitó tanto la visión que se sacó la polla y empezó a meneársela delante de mí. El tío se estaba poniendo muy caliente y yo con el consolador en la vagina vibrando. Se dio la vuelta y abrió la otra puerta del auto y empezó a masturbarse. Verlo caliente por mi hacia que mis pensamientos se abocaran a esa verga que tenía a escasos centímetros de mi cara. “¡Que ganas de chupársela!” –pensaba. Maldita calentura, hacía que me sofocara por causa del deseo. “¡Mierda, voy a acabar!” –decía. No duró ni un minuto, el borracho acabó. Apuntó hacia mi cara, llenándola de semen, también el cabello y el asiento. Empecé a acabar al recibir la lluvia de semen de este desconocido encima de mí. Fue un momento demasiado excitante. Se fue tambaleando y agradeciendo a la casualidad de encontrarme para “motivarse”.

A los pocos minutos de pasar eso el hombre volvió. Miró por la ventanilla y vio el semen derramado brillando por las luces del estacionamiento en mi cara y en el asiento. “¡Vaya, vaya! Aquí hubo una fiesta sin mi” –dijo riendo. Yo estaba aún con el consolador metido en la vagina. “Ya es suficiente de esta mierda” –dijo. Lo sacó y metió los dedos dentro de mi vagina que chorreaba profusamente. Pasó sus dedos por la nariz y dijo: “¡Veo que has acabado varias veces!”. No podía esconder mi excitación, era demasiado evidente, solo suspiré y asentí. Se colocó frente a mí y sonrió, sacó un pañuelo y lo puso en mis ojos. “No quiero que veas donde te voy a llevar putita” –dijo. Puso el vehículo en marcha, condujo por no sé dónde, ya que no podía ver nada, solo sentía cuando doblaba y la curvas del camino. En lo que creo que fueron veinte minutos de conducción llegamos al destino, detuvo el auto y fue al asiento trasero. “Bueno putita, aquí estamos donde nadie nos pueda molestar, así que no te molestes en gritar porque no hay nadie en 10 KM a la redonda” –dijo. Quitó la venda de mis ojos, la mordaza que me había puesto y me liberó de todas las amarras que había hecho. No sabía dónde estábamos, la verdad que a esas alturas no importaba mucho. Solo dejó la correa de paseo y me obligó a caminar como lo hacen las perras al lado de su amo. Yo empecé a pedirle por favor que me dejara en paz, le dije que había recibido la lección que quería darme pero que se detuviera, a lo que él me respondió con una bofetada y me dijo: “No hables a no ser que yo te lo diga. Ahora por ser una chica mala, vas a limpiar lo que ensuciaste con tú amiguito. Lame el semen del asiento hasta no dejar nada”. Obedecí y empecé a lamer el semen desparramado en el asiento trasero, sin ninguna repulsión lo tragué completo hasta que no quedó rastro de él en el asiento. “¡Así, muy bien! Ves que puedes ser una buena puta” –dijo. Agarró la correa de mi cuello y tiró de ella para sacarme del auto.

 “Vamos, no seas perezosa”-dijo. Empecé a andar como me lo había pedido antes, no fueron muchos metros y llegamos a una casa de campo gigante en medio de la nada. Me hizo entrar a la casa y subir las escaleras; llegamos a la habitación. “Quédate ahí como buena perra” –me dijo. Me puse de rodillas y me senté sobre mis talones. Empezó a desnudarse y se dejó solo los slips. Se le marcaba su erección. Me miró sonriendo, su mirada se tornó lujuriosa y se quitó la ropa interior, se puso delante de mí y dijo: “¡Chúpamela!”. Estaba hambrienta de verga y sin dudarlo le di pequeño lengüetazos, observaba como él cerraba los ojos y abría su boca disfrutando de mi lengua que lamia ese delicioso glande. Sin tocarla, abrí mi boca y la engullí. “¡Oh, qué exquisito! Eres una buena puta” –dijo él al sentir como verga entraba y salía de mi boca lentamente. Agarró la correa y se sentó en la cama. Agarró mi cabello y dijo: “Voy a enseñarte como se le chupa la verga a un hombre”. Me la metió en la boca sin contemplaciones, él ponía el ritmo y la metía hasta donde quería sentir mis labios. Chupaba como podía porque eran tan frenéticos sus movimientos que no podía seguir el ritmo despiadado que imponía. “¡Así putita! ¡Así!” –decía. Yo creía que me iba asfixiar y entonces la sacó, respiré, tosí y dije: “Hijo de puta me vas a matar”. Me jaló del pelo y volvió a metérmela dentro de la garganta, más al fondo si cabe y me dijo: “No me vuelvas a insultar putita”. Con la otra mano me tapó la nariz y yo notaba entonces que me ahogaba, la sacó justo en el momento que me estaba empezando a asfixiar. “Ves como aprendes. Ahora tú sola” –dijo.

 Me dejó de jalar por el pelo. Yo estaba casi ahogada, pero excitada como nunca, empecé a chupársela arriba y abajo con toda la velocidad que podía. Yo misma la metí hasta mi garganta y aguanté todo lo que pude. “Aprendes rápido zorra” –me dijo. “¡Oh, sí que sabes hacerlo puta, no pares” –decía mientras su verga palpitaba en mi boca. Me la metió hasta la garganta. “¡Toma puta, trágatela toda” –decía mientras su semen llenaba mi boca. Aguanté lo que más pude, ya que su esperma era abundante. Algunos restos de semen salieron por la comisura de mis labios. Estaba demasiado caliente y cuando terminó ya expulsar su eyaculación, le empecé a lamer la verga y los testículos, ya que había restos de semen. “¡Eres una puta excelente!” –me dijo. Dibujé una sonrisa en los labios, ya que aún estaba tragando su semen. Me agarró de la correa y me hizo a un lado, yo estaba con el rímel corrido por haber llorado durante toda la felación y por el sudor. Me desnudó y fue al armario y sacó una cadena que puso en el respaldo de la cama, me puso una especie de grilletes y me dejó atada, salió de la habitación. Pensaba en lo sucedido y en lo excitada que estaba, necesitaba masturbarme pero no podía ya que mis manos estaban atadas. La calentura me desesperaba, mi vagina palpitaba deseosa por ser usada. De repente estaba en el pie de la cama mirándome. “¡Mira lo caliente qué estás! Seguro tus padres deben estar orgullosos por lo zorra que eres” –me dijo. “¡Quiero que me la metas!” –le dije. Entonces rió y dijo: “Veré si vale la pena cogerte”. En su mano traía un pepino grande y grueso, su cara de perversión lo decía todo. Se acercó y me lo metió. La maldita sensación fue exquisita. Mi vagina estaba siendo asaltada de forma brutal, no sé si me dolía o simplemente lo disfrutaba, esa mezcla de sensaciones era algo sublime. “¡Mírame zorra!” –decía mientras me metía con más violencia el pepino. Intentaba mirarlo a los pero no podía hacerlo, ya que era casi imposible mantenerlos abiertos. Otro orgasmo estaba por venir, eso era inminente, mi vagina estaba indicios de que sería intenso, porque palpitaba con fuerza y me hacía gemir descontrolada. Con el placer a las puertas grité: “¡Voy a acabar!”. A él le pareció divertido, ya que dibujó una sonrisa en los labios, cuando por fin llegó el orgasmo, me retorcí en la cama, gemí y babee como una poseída, sentí que mi vida se iba en cada respiración y quedé rendida.

Él no había terminado, desató de los grilletes, me agarró de las caderas y me puso con el culo en pompa. El hombre estaba de nuevo en marcha y sin decirme ni media palabra metió su verga en mi vagina, sin condón ni nada. El hombre empezó a bombearme a una velocidad de vértigo. Yo estaba tan mojada que recibí su verga como si fuera mi salvación, ya que desde hace rato quería que me la metiera y fue la respuesta a mis plegarias llenas de lujuria. En menos de un  minuto estaba acabando otra vez. Él siguió bombeándome, ya no podía más, le pedía que por favor se detuviera pero mis palabras parecían no importarle. Al poco rato sacó su verga, no por darme tregua, sino porque tenía pensado hacer más. Me hizo voltearme y su miembro quedó cerca de mi boca y sin que dijera nada estaba chupándosela otra vez. “Ensalívala bien puta, que ahora vas a necesitarlo” –dijo. Fue a  la mesa de noche y sacó un pote de vaselina. Me puse de nuevo con el culo en pompa y comenzó a darme por el culo poco a poco, era una dulce tortura como su verga se abría paso en mi ano. “¡Mierda, qué rico!” –dije.  Empezó a penetrarme de manera suave, aumentó la velocidad y la violencia, estaba metiéndomela de la misma forma en que minutos antes lo hacía con mi vagina, me estaba rompiendo el culo, pero no importaba, estaba tan excitada, que en vez de ser algo doloroso, se transformó en algo placentero. Empecé a gemir como una puta. Él me jaló del pelo echándome la cabeza para atrás y empezó a escupirme en la boca. Escupitajos que yo atrapaba con placer y degustaba de manera perversa. Noté como empezó a metérmela con más fuerza y temblaba como la vez anterior. Entonces, sacó su verga de mi culito y agarró la correa diciéndome: “¡Quiero que te lo tragues todo!”. Me la metió en mi boca después de haberme dado por el culo con ella. Yo estaba excitadísima y eso me excitó aún más. Me jaló del pelo y yo empecé a chupársela toda, lo rápido que pudiera para que acabara. Entonces agarrándome la cabeza empezó a eyacular en mi boca, de nuevo estaba tragándome todo su semen. Al fin pude descansar y dejar que mi cuerpo recobrara fuerzas.

Me dejó ahí tirada, llena aún más de semen, con el vestido totalmente destrozado, sudando, totalmente exhausta. Cerré los ojos y me disponía a dormir cuando él me despertó. “Ni sueñes que dormirás aquí puta” –me dijo. Me agarró de la correa y me llevó de nuevo al coche. Me amordazó y me tapó los ojos de nuevo. Yo no podía más así que caí dormida. Al despertar, estaba en medio de un banco de arena en la playa de Zapallar. Me di cuenta en las condiciones que estaba, no tenía mi bolso, solo mi celular. Volví a casa como pude y me metí en mi cuarto sin decir nada a mis padres. No tenía fuerzas para hacer nada, me tiré en la cama y dormí. Me desperté cerca de las cuatro de la tarde, me di una ducha y me vestí con un short y una polera. No me puse nada más, ya que mi culo apenas podía soportar el roce de la tela del pequeño pantalón. “Pensé que dormirías hasta más tarde” –dijo mi papá con cara de pocos amigos. “Ya sabes, el tiempo vuela cuando te diviertes” –le contesté. “Al menos podrías haber llamado para avisar que no llegarías” –dijo en tono severo. “¡Perdón, pero no pude hacerlo, me quedé sin batería en el teléfono y no me sé los números de memoria” –le dije con cara de disculpas. Mamá me sirvió almuerzo, pero no tenía hambre, se me revolvía el estómago con el olor de la comida. “¿A qué hora llegaste hija?” –preguntó mi madre. “No lo sé, pero fue en la mañana” –respondí. “Bueno, por lo menos lo pasaste bien, aunque parece que te excediste con el alcohol” –dijo. No supe que decir, claro, tenía razón. Me había excedido con el whisky y por eso tuve que pagar con mi cuerpo lo perversa que me había puesto. Pedí permiso para ir a recostarme, me sentía tan cansada, mis papás asintieron y me fui a mi habitación. Estaba en la cama con los audífonos oyendo música cuando las imágenes de lo que había pasado esa noche empezaron a venir a mi mente. No creía lo que estaba sucediendo, me estaba humedeciendo, mi cuerpo comenzó a reaccionar, estaba caliente pensando en el desconocido y en la forma en que me había cogido.

¿Cómo podía ser posible que mi mente me traicionara de esa forma? ¿Por qué me torturaba con esas imágenes? ¿Por qué mierda estaba caliente? La necesidad de tocarme me invadió y no me di cuenta como mi mano hurgaba mi sexo bajo el short, estaba gimiendo de placer sintiendo mis dedos jugando en mi clítoris, la ropa estorbaba, me desnudé y empecé con ese juego exquisito de darme placer. Estaba casi al borde del orgasmo cuando sonó mi celular. Al contestar, reconocí esa voz: “¿Espero que lo hayas disfrutado?” –preguntó. “¡Claro que sí! Por alguna puta razón que desconozco mi vagina te desea. “No seas mal hablada puta, eso te pasó por ser una zorra” –dijo él. “Ya qué, lo soy y lo peor del caso que tuve que aprenderlo de mala forma” –le dije. “Eso te pasó por jugar a ser puta y terminaste convertida en una” –dijo sonriendo. Le regalé un orgasmo por teléfono y dijo: “Nos volveremos a encontrar cuando menos lo esperes”. ¿Me vas a secuestrar y violar?” –le pregunté. “No sé, solo sé que nos volveremos a ver” –dijo. Cortó la llamada no supe de él en bastante tiempo.


Pasiones Prohibidas ®

5 comentarios:

  1. Infierno L© Fiorella de Mr. P27 de junio de 2023, 12:24 a.m.

    Mmmmm sabes bien que me encanta todo 😈😈relataste todo a detalle lo que me fascina
    Las sensaciones ufff
    Deliciosas
    Haces que recuerde perversos momentos
    Excitante y vibrante sabes que me encantan todos tus relatos Mí Amor💋
    Delicioso y Perverso Mí Amo.

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  2. Excelente relato, gracias por compartir

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  3. Excelente relato caballero

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  4. Exquisito relato,vaya descripción que rico ser usada como una puta en celo y que te usen hasta quedar satisfechos que deliciosa sensación.
    Me facino;como siempre Caballero felicitaciones 👏

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