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miércoles, 24 de mayo de 2023

9. Una travesura para apagar el fuego


 Hola, mi nombre es Lucía pero me gusta que me digan Lucy, tengo 20 años, el pelo corto y negro, mido 1,60, mi cuerpo es algo rellenito; sin embargo, tengo bastante culo y tetas. 

Mi experiencia inicia un día en el que me encontraba mirando porno como normalmente hacía, hasta que me topé con un video algo extraño para mí, un perro cogiendo con una mujer, al ver eso mi primera reacción fue asquearme, sin embargo la curiosidad me ganó y me quedé mirando aquel video, pocos minutos después sentí como mi ropa interior se mojada debido a los juguitos de mi vagina y también como mis pezones se endurecían, me había excitado muchísimo al ver a aquel perro empotrando salvajemente a aquella chica, esa noche por supuesto me masturbé y terminé acabando como nunca.

Me acomodé para dormir pero me era casi imposible, ya que con la semilla de la curiosidad por aquel acto implantada en mí, era raro y sabía que estaba mal, pero el deseo y la excitación eran más fuertes, quería experimentar aquel placer tan intenso. 

Así que esperé el día perfecto, me encontraba sola en mi casa y sabía perfectamente que mi familia no llegaría hasta tarde así que decidí aprovechar la situación. Tengo un pastor alemán con porte de semental de nombre manto. Mi mente estaba a full y mi excitación también, fuí al patio y agarré a manto del collar y lo metí a la casa y posteriormente a mi cuarto. 

No tenía claro como lograr que mi perro hiciese lo que yo quería, así que ante mi ignorancia y utilizando la lógica, me dirigí a la cocina y agarré un paquete de mayonesa, volví al cuarto, mi perro se encontraba algo inquieto dando vueltas por todo el cuarto dado que no era costumbre suya estar en lugares cerrados. Sintiendo toda la excitación posible, me desnude de cintura para abajo y me recosté en mi cama invitando a mi perro a subirse también, abrí mis piernas lo más que pude y comencé a acariciar mi sexo lentamente, al poco tiempo sentí mis flujos mojar mi vagina, intenté que manto hundiera su hocico en mi por cuenta propia pero el perro no pariecía darse cuenta de lo que yo quería, así que sin querer esperar más y casi desbordada por la excitación, embadurne mi vagina en mayonesa y levanté mis caderas exponiendo mi sexo a mi perro. "Vas a hacer gozar a esta perrita" –le dije. El can se acercó algo dudoso pero una vez sintió el aroma de aquel aderezo, no lo dudo más y enterró su hocico en mi vagina. "¡Oh, por Dios! ¡Qué rico!" –exclamé. Me daba lamidas por toda la extensión de mi sexo, pasando por mi clítoris, mis labios e inclusive introduciendo su lengua en mi, casi penetrandome con ella, yo me sentía en el cielo mismo, jamás nadie me había hecho sexo oral así que sentir aquella humedad de su lengua recorriendo mi vagina, me estaba volviendo loca y que fuera mi propio perro el que me hiciera tal cosa daba un plus de placer a toda la situación.

Guiada por toda la excitación y sin saber bien que hacía, alejé a mi perro de mi sexo y me giré, me coloque en cuatrl y puse mi culo en pompa, lista para recibir el miembro rojo e hinchado de mi lindo perrito. Él rápidamente se subió arriba mío e hizo un movimiento de embestida intentando entrar en mi pero no lo conseguía incluso con mi ayuda, luego de unos minutos de intentar consumar el acto sin tener éxito alguno me cansé, estaba demasiado excitada y necesitaba acabar. 

Me quité a manto de encima y me giré, nuevamente con mi espalda contra el colchón y las piernas abiertas de par en par, el can no tardo en volver a enterrar su hocico en mi vagina y comenzó a lamerme casi con desesperación, yo apreté con mis manos las sabanas a mis costados totalmente presa de la excitación y gemí con fuerza sin importarme que los vecinos escuchen. "¡Mmmm si perrito me encanta como me chupas la conchita! ¡Dale así más duro mi amor! ¡Hazme tu perra!" –le decía entre gemidos. Él estaba afanado pasando su lengua por toda mi entrepierna. Pronto mis gemidos subieron de intensidad, me encontraba fuera de mí. "¡Ah, sí, sigue mi vida! ¡Chupale la concha a tu sucia perra! ¡Sigue más rápido que estoy por acabar!" –gritaba al borde del orgasmo.

Apenas terminé de pronunciar aquellas palabras acabé en el orgasmo más arrollador de toda mi vida, sintiendo los espasmo atravesar mi cuerpo y los temblores invandiendome. Manto siguió lamiendo mi vagina prolongando un poco más mi orgasmo, pero cuando sentí que casi no podía respirar por la intensidad del placer lo alejé de mí. El perro se acostó a los pies de la cama mientras lamia su miembro; por el contrario yo permanecí acostada, con las piernas abiertas, mis juguitos escurriendose por mis piernas, la respiración acelerada y tratándo recuperarme de aquel orgasmo tan rico. Sabía perfectamente que aún tenía tiempo para seguir jugando con mi perro, me acerqué hasta donde estaba. Deseosa de tener su miembro en la boca, él intuyó lo que deseaba, no protestó cuando tomé su verga y lo empecé a masturbar. Seguía tan caliente que no dudé en meterla en la boca y chupársela, él parece que disfrutaba de lo que estaba haciendo, ya que se puso de espaldas y dejó que me tragara casi por completo esa palpitante verga que soltaba chorros de sus tibios fluidos, haciéndome delirar. Mientras se la chupaba, me masturbaba como una demente, ahogando mis gemidos con ese pedazo de verga que me llegaba a la garganta. No pasó mucho tiempo hasta que sentí que explotó su vergaz regalándome chorros de su rico semen, el que bebí hasta el último sorbo. "Te has portado maravillosamente mi vida" –le dije mientras le acariciaba la panza. No me privaría en volver a experimentar algo tan rico como que mi perrito me comiera entera.

Miré la hora y había pasado bastante tiempo. Me di una ducha y salí desnuda del baño. Ahí estaba mi perro esperándome con su verga roja y palpitante. No hice más que acercarme cuando se paró en dos patas abrazándome de las caderas, la fuerza de manto era tal que me llevó al piso, se acomodó hábilmente detrás mío y me la metió ahora sin problemas por la concha. "¡Que delicia tesoro!" –le dije, mientras él me penetraba con fuerza, hasta que sentí como una bola entrar en mi conchita, me dolió un poco pero después se transformó ese dolor en un placer intenso. Pasó una de sus patas por encima mío y quedamos pegados culo con culo. "¡Qué rico mi vida!" –decía entre gemidos. Yo me movía para tener más placer, mis gemidos eran intensos como el placer que me proporcionaba esa rica verga. Un orgasmo tras otro me invadía como un intenso enjambre de perversión. Llevábamos varios minutos pegados, era su perra, yo lo estaba disfrutando casi al borde la locura, babeaba, jadeaba y le decía a mi perrito: "¡Qué rica verga tienes papito!". Estaba tan perdida en el placer que me quedé quieta presa de cada orgasmo que llegaba con intemsidad.

En eso sentí pasos, mierda alguien había llegado y sería descubierta cogiendo con manto. "¿Lucy estás en casa?". Era la voz de mi padre, no podía responderle porque casi no podía hablar a causa del placer. Tapé mi boca para esconder mis gemidos y así tal vez se diera cuenta que no estaba y pudiera soltarme de la verga de lo querido perro. Al no tener respuesta de mi parte fue a mi habitación, golpeó la puerta y en un poco de calma le dije: "Papá, estoy saliendo de la ducha". "Ah, bueno. Voy a ir al supermercado, vuelvo en media hora" –me respondió. "Está bien papá, cómprame algo rico" –le dije. Sentí que sus pasos se alejaron. No pasaron ni dos minutos ya verga de manto dejó libre mi conchita que chorreaba su semen y mis fluidos. Fue la oportunidad perfecta para llevarlo al patio, lavarme la vagina y vestirme. Me quedé en la sala sentada escuchando música, sentía mi vagina abierta y palpitando de manera deliciosa. Tuve que masturbarme una vez más tratando de apagar el incendio de placer que sentía. Estaba tan caliente todavía que cerraba los ojos al escarbar con mis dedos mi conchita de putita, ya que así me sentía. Siempre me masturbaba en la soledad de mi habitación, ahora me sentía como si un peso hubiese caído de mis hombros y me sentía con la libertad de hacerlo dónde tuviera ganas.

Cada gemido se hacía más desgarrador, era como si mi vida se desvaneciera a causa del placer. Estaba cerca del orgasmo, ya no me podía contener, solo bastaron un par de segundos más para que explotara con una lujuria incendiaria que recorrió mi cuerpo por completo, haciendo que mis fluidos escurrieran por mis piernas dejándome más que mojada y satisfecha. Al poco rato de terminar mi travesura llegó mi papá del supermercado junto con mi madre. Pasamos el resto de la tarde entre la cena y conversamos de las cosas que hicimos en el día. Me fui a la cama pensando en mi amante canino y lo bien que la pasaríamos cuando estuviera sola. 

A la siguiente mañana, me arreglé para ir a la facultad no sin antes ir a despedirme de manto, acaricié su cabeza y le dije: "Te portas bien, mira que tu perrita todavía tiene ganas de jugar contigo". Las clases se hicieron interminables, mi cabeza estaba en esos pensamientos perversos, quería sentir otra vez la lengua de mi perrito recorriendo mi vagina y esa verga clavaba hasta el fondo de mi sexo. Al fin la última maldita clase terminó, como ritual teníamos con unos compañeros ir a beber una cerveza y después irnos a casa, pero yo no estaba para esas cosas, quería ir a casa y ser la perra de manto. 

Apenas entre a casa fui a buscar a mi perrito al patio, se puso tan contento de verme que se lanzó encima mío, lamía mi cara, incluso su lengua se paseó por mis labios. "También te extrañé querido" –le dije y saqué mi lengua para que la pudiera lamer. Me excité tanto que también movía mi lengua como si lo estuviera besando. "¡Qué rico besas mi amor!" –le dije. Lo tomé de la correa y lo metí dentro de la casa. Al instante me desnudé y me tiré al piso con las piernas abiertas para que hiciera magia con su lengua en mi concha que pedía a gritos ser lamida. Ya no necesité el estímulo de la mayonesa, solo se acercó y empezó a recorrer con esa húmeda lengua mi caliente vagina. Al primer contacto con su lengua ya estaba gimiendo de placer, cada recorrido me sacaba gemidos deliciosos que se volvían intensos. "¡Eso cariño, lame mi concha!" –le decía mientras apretaba mis pezones. Manto lamía mi vagina como un endemoniado, me tenía en éxtasis. Estaba siendo presa del placer y ya no podía aguantar. Mis piernas temblaban y mi conchita palpitaba, el orgasmo era inminente; hasta que al fin se apoderó de mi haciendo que mis fluidos fueran degustados por el delicioso macho canino que lo había provocado. "¡Eres fenomenal cariño! Si me atiendes así estaré siempre gustosa de ser tu perrita!" –le decía entre gemidos.

Me quedé un rato tendida en el piso, mis piernas seguían abiertas, mi perrito se daba vueltas alrededor y asomaba la punta de su verga como invitándome a chupársela. Cómo pude fui hasta él, le tomé la verga y lo masturbé hasta que dejó ver por completo su imponente miembro rojo y marcado por venas, mi hambre creció y lo metí en mi boca para chuparlo. Se sentía tan gruesa, tan hinchada que me gustaba. A los pocos minutos estaba degustando de su semen y haciéndolo salir de mi boca para que corría por mi cuello hasta las tetas. Me sentía tan perra, me gustaba esa sensación. Al ver mi perrito que mis tetas estaban impregnadas de su semen y mi saliva me las empezó a lamer de una forma tan exquisita que solo podía gemir y decirle: "¡Eso bonito, comele las tetas a tu perrita!". Mis pezones se sentían tan duros por aquel lujurioso estímulo que tuve otro orgasmo sin siquiera tocarme. "¡Oh, eres un demonio!" –le decía mientras acariciaba su cabeza. Él solo seguía dándole placer a mis tetas con su perversa lengua.

Estaba tan perdida en el placer y la lujuria que me puse en cuatro casi por instinto. "¡Metesela a tu perra y déjale la conchita llena de tu rico semen cariño!" –le dije mientras le indicaba que se montará. La fuerza de sus patas me envolvió y empezó con su frenético movimiento hasta que le atinó a mi conchita húmeda. Me la metió tan rico que solté un grito de placer que se debió escuchar en varios lados, eso no me importaba, al contrario me ponía más caliente imaginar que alguien pudiera escucharme mientras era penetrada por mi perro. Su gigante bola se metió en mi vagina y quedamos deliciosamente pegados. Sentía como mi cuerpo reaccionaba al tener la verga dentro que temblaba y jadeaba, era tan exquisito, tan perverso que los orgasmos llegaban como una jauría de lobos hambrientos que desgarraban mi cuerpo. Cerraba los ojos y babeaba por esa excitante experiencia. Incluso había olvidado que estaba en medio de la sala siendo follada, cuando me di cuenta ya era tarde, porque volví en razón cuando la puerta de la casa se abrió y vi a mi padre entrar. En ese momento mi alma me salió del cuerpo y sentí un frío que me recorrió por completo. "¿Qué mierda estás haciendo Lucy?" –me pregunta enojado. Aunque la respuesta era evidente, no tenía justificación alguna. "No sé que decirte papá" –le respondí intentando ahogar mis gemidos. "¿Cómo no vas a tener nada que decir? ¿Acaso crees que esto es normal?" –volvió a preguntar con más enojo. Ya no podía decir nada, aunque en mi boca había silencio, en mis ojos él percibió placer. "No voy a decirte nada ni tampoco ayudarte para que salgas de esta situación, si quieres ser una sucia perra ese es tu problema" –me dijo y se sentó en el sofá.

Permaneció en silencio mirando como la verga de manto seguía enganchada a mi concha. Por alguna razón, lejos de ponerme incómoda la situación me pareció muy excitante. Lo miraba sentado sin perder detalle, le ponía la mejor cara de zorra que tenía para que se diera cuenta que lo estaba disfrutando. De pronto, bajo el cierre de su pantalón y sacó su verga erecta para masturbarse. No creía lo que mis ojos veían, a mi papi le calentaba tener una perrita en casa. Empecé a moverme para apurar el orgasmo y poder gemir como loca. Saqué mi lengua y la empecé a mover imaginando que era la verga de papi la que estaba lamiendo como una perrita deseosa. Él seguía masturbándose viéndome lo caliente que estaba, en eso otro orgasmo me invadió cuando manto liberó mi vagina, mis gemidos eran tan delirantes y pervertidos que entre ellos le pregunté: "¿Te gusta que tú nenita sea una perrita?". Se puso de pie con la verga en la mano y fue hasta mí, se arrodilló y la puso en mi boca. Se la empecé a chupar de la forma más caliente mientras manto dejaba limpia mi concha con su lengua. 

No podía creer lo que estaba pasando, como estaba comiéndome la verga de mi papi, disfrutando de ese perverso momento. Papi se puso de pie, me dijo: "¡Quédate tal como estás!". Sacó a manto al patio y volvió, se acomodó detrás mío y me ensartó la verga en mi culito. "¡Oh, papito! ¡Me vas a romper el culo!" –le dije en un grito de dolor intenso. A él no le importó y empezó a bombear mi culo con fuerza. "¡Si quieres ser una perra te haré mi perra!" –me dijo. Sus palabras sucias eran tan excitantes. "¡Sí papi, seré tu perra, tu puta!" –le decía mientras él seguía dándome duro por el culo. Era deliciosamente perverso cogiendo, jamás pensé que lo hiciera de esa manera, amaba la forma en que mi culito se rendía ante la verga de papi, que aferrado a mis caderas me hacía gritar de placer. Me sacó la verga y me tomó del pelo, me hizo subir las escaleras como una perra y entramos a su cuarto. Me puso sobre la cama y me ordenó que se la chupara otra vez. Me la comí hasta sentirla en mi garganta, me ahogaba ya que cuando llegaba al fondo, él me tomaba de la cabeza y me dejada algunos segundos así. Cuando la sacaba de mi boca, salía llena de saliva y me la volvía a comer. Me ordenó que me subiera sobre él, era una perrita obediente, me acomodé sintiendo como se deslizaba por mi sexo, pero él me la encajó en mi culito. "El perro te podrá coger la concha pero tu culo es mío" –me dijo mientras me daba de nalgadas. "¡Sí papi, mi culito es tuyo!" –le decía entre el placer que me invadía. Ya no podía aguantar más esa perversa forma de coger y acabé como una sucia perra perversa en manos de un devastador orgasmo. "¡Ay papito, que rico follas!" –le dije. 

Me bajó y se tomó unos minutos. Se acostó detrás mío rozando mis nalgas con su verga. Me acariciaba las tetas, mis pezones estaban durísimos al sentir esas pervertidas caricias de papi. "¡Ay papito sigo caliente!" –le decía. Él seguía en silencio apretándome los pezones y restregando su verga en mis nalguitas. Acomodó su verga y empujó, mis nalgas se separaron y se metió en mi culo. Era un perverso en la cama, él lo sabía y yo disfrutaba de su perversión. Me tomó una pierna y me abrió por completo. Le rogué que me dejara tocarme mientras me cogía pero no me decía nada. "¿Así te coges a mi mami?" –le pregunté. Respondió: "A ella le gusta por el culo como a ti". "¡Oh, qué rico papito!" –le decía. Deseaba que acabara en mi culo y me lo llenara de semen. Le suplicaba que acabara y me dejara sentir la tibieza de su semen en mi agujero. De pronto, me lo empezó a meter con más fuerza, su verga se sentía hinchada, palpitaba en mi agujero; sin decir nada acabó dejando su leche en mi culo. Fue alucinante, al punto que casi al instante tuve otro orgasmo. Estaba exhausta, con el corazón casi saliéndome por la boca de tanto placer. "¡Chupalo perra!" –me dijo. Obedecí feliz y se la chupé como loca, dejándola limpia, sin ningún rastro de semen. Me ordenó ir a darme una ducha ya que mamá estaba por llegar de su trabajo y obvio no queríamos que supiera nuestro secreto.

Los jueguitos perversos continuaron por largo tiempo, tanto con manto como con mi papito. Al punto que me llevó a una tienda de mascotas para comprarme un collar con el que debía esperarlo todos los días junto con manto para ser usada por esos dos machos. Lo que comenzó como una travesura para apagar el fuego, se convirtió en una excitante realidad que disfruté como nunca antes lo había hecho.


Pasiones Prohibidas ®

4 comentarios:

  1. Wao que relato más interesante. Ese giro fue la guinda. Excelente caballero 🔥👏👏👏🔥

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  2. Fascinante relato, maravilloso como todos los demas, con un giro que no esperaba, pero que estuvo bastante excitante. Gracias Mr.P por brindarnos estas maravillas.

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  3. Me gusta seguir sus historias Caballero, pero no soy muy fan de la zoo, sin embargo tiene ud una gran imaginación
    Mis respetos para ud y mis saludos a su srta fiorella
    Agradecer también su invitación a seguir sus morbosas histiroas

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  4. Exquisito relato me encantó ser cogida de esa manera tan alucinante como una sucia perra wao ese escrito muy interesante como siempre sus relatos son buenísimos

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