La chica estaba en lo cierto, era una "Casa del placer". Había mujeres sirviendo a los asistentes, otras bailaban desnudas o semidesnudas, otras se iban con sus clientes. Salí de allí, para ir a la alcoba de ese Amo. Allí estaba él. "He empezado a comer, sírvete, come y bebe lo que desees" –dijo el hombre. A la chica se le permitió sentarse a conmigo. "Ya has conocido a Jana, te habrá contado que es esto" –me dijo de forma tranquila. Asentí. La comida nos llegó a las dos. Empecé a devorar con ansias la comida, y el vino. Él solo sonrió y siguió comiendo. Mientras yo comía, le contaba mi historia a ese hombre. "No es la primera vez que nos llega una chica como tú" –me dice. Le miré, interesada. "Hablemos después que comas" –me dice. Comí carne, verduras y algo de frutas. El hombre era bastante rico, muchas de estas verduras eran de la otra punta del continente. Terminé de comer y Jana me pasó un pañuelo para limpiarme la boca. “Me llamo Aníbal, aunque puedes llamarme Amo” –me dijo con un tono serio pero educado. “Yo me llamo Antonieta. Bueno, esto es una casa de placer, ¿no?” –dije. “Si, eso es lo que es. Hay muchas mujeres de distintos estratos sociales que han llegado aquí buscando refugio, más de las que te piensas que llegan aquí, huyendo de su destino. “Pasé muchos años entrenándome como lo hacen los chicos para estar listos para la batalla en caso de que tengamos que defender nuestras tierras y pelear palmo a palmo con el enemigo, pero pronto nos vemos obligadas a casarnos. Yo no quise eso para mí” –le dije.
“Tu padre te buscará, y tiene el derecho de hacerlo. No puedo protegerte porque vienes de la libertad. Él vendrá, pasará a la fuerza, o como cliente y te buscará. Si no lo hace y sospecha que estás aquí, pedirá ayuda al Rey. Tendremos tropas del rey buscándote, entrarán te llevarán y serás llevada a una cárcel. Por otra parte, si accedes a ser mi esclava, podré protegerte” –me dijo. “Si accedo a tal cosa, y te cedo mi libertad. ¿No tendré consecuencias?” –le pregunté. Me respondió muy serio: “Serás mi propiedad. Me servirás o trabajarás como prostituta, tú decides”. “Ahora mismo mi padre me estará buscando, no tardará en llegar aquí” –le dije con algo de miedo. “Tenemos la fama de acoger a chicas como tú y solo será cuestión de tiempo que sus soldados lleguen, ya que sospechará de este lugar” –dijo de lo más relajado. “Maldita sea, de acuerdo. Seré tu esclava, haz lo que tengas que hacer. ¡Que los dioses me perdonen!” –dije.
No llevaba dinero encima, y sabía de sobra que lo que decía era cierto. Así que acepté su propuesta. A pesar de todos los riesgos que conllevaba aquello, aunque él se comportó de manera amable, no podía olvidar que al ceder mi voluntad aceptaba todo lo que él quisiera hacer conmigo. Jana me trajo un bastón para usarlo como apoyo. Nos levantamos y me llevó a lo que debía ser su oficina; había una mesa y unos candelabros con velas encendidas, con la luz suficiente para vernos. Me puso en la mesa algo que debía ser un contrato. Me dio una pluma y firmé todas las partes del contrato de esclavitud. Se colocó justo detrás de mí y me tomó una mano, me hizo un corte en la palma y selló el contrato con sangre. Jana se aseguró de guardar bien el contrato.
“El collar y el marcado puede esperar. ¿Eres virgen?” –dijo. “No, no lo soy. Tuve sexo una vez por mi vagina, pero casi siempre fue por el culo. Eso sin contar las veces que hice de puta de hoguera, en los festivales de la fertilidad” –le respondí sin tapujos. “¿Entonces ya tienes experiencia?” –preguntó. “Sí y mucha experiencia” –le respondí. Su mano bajó a mi entrepierna, dejé que me desvistiera. Pronto me quedé desnuda con él detrás de mí. Jana se llevó toda mi ropa. “¿Cómo prefieres empezar?” –preguntó. Me senté en la mesa y abrí mis piernas. No sentí pudor al estar desnuda ante él. Su miembro ya erecto penetró mi vagina, gemí como nunca. Me abracé a él y empezó a penetrarme con fuerza. Mientras el Amo Aníbal me tomaba, Jana se estaba masturbando al vernos fornicar como animales. Sentí como me partía en dos con su verga. “Dijiste que hacías de puta de hoguera” –me dijo. “Si Amo” -contesté entre gemidos. “¿Entonces no te importará hacer lo mismo para mí?” –preguntó. Puso su mano en uno de mis pechos, tengo la fama de tener grandes tetas. Esperé a responder cuando hubiéramos terminado. Tras un largo tiempo penetrándome con fuerza y tras darme varios orgasmos, acabó en mi interior. “Ya he aceptado ser tu propiedad, me cogiste de forma asombrosa, haz lo que quieras conmigo” –le digo.
Tengo la sexualidad exacerbada y soy bastante abierta de mente. No tengo pudores ni menos reparos con la finalidad de satisfacer mis deseos. Digamos que me gusta ser una yegua con mis superiores. Por supuesto la idea de ser la esclava de alguien más no me gusta, pero me salvará de las consecuencias de lo que he hecho. Jana se desnudó y se arrodilló ante mi entrepierna. Lamió el semen que se había escapado de mi vagina. Entonces mientras recibía placer de aquella esclava, Aníbal se colocó detrás de ella. Se tocó hasta que volvió a tener una erección. Dejó de lamerme la vagina y se puso en posición, dejando su culo a merced de su Amo. Se apoyó en mis piernas, y el Amo la penetró por el culo haciendo que diera un exquisito grito de placer. Mientras ella era follada, me sonreía y gemía. Aceleró la penetración y le dio más fuerte a su esclava. Jana es una zorra por cuenta propia. Me fijé en sus ojos, eran de color gris. No obstante, parecía más adulta, por lo que debía tener unos cuantos años más que yo. Acercamos nuestros rostros y nos besamos. “Ella era una noble de alta cuna, y una adicta al sexo. Tanto que no podía controlarse. Decidieron repudiarla, y años después llegó a mi” –dijo Aníbal mientras le daba con fuerza. Jana no añadió nada más. Se dedicó a dejarse penetrar, y gemir como una posesa. Hasta que Aníbal cambió de agujero y acabó en la vagina de su esclava. Sacó su miembro y lo sacudió. “En un par de días te pondrás a trabajar, cuando te recuperes” –me dijo. Asentí. “Aunque con el sexo no tienes problemas” dijo Aníbal. “No, ninguno. Al contrario, te dije que me gusta coger y que me den como una puta” –le contesté. Tras comer me sentía mejor, pero prefería asimilar mi nuevo estatus. Anduve con el bastón de nuevo hasta mi habitación, pero Jana me detuvo. “Tienen que ponerte el collar, y marcarte” –me dijo. “¿Eso no puede esperar?” –le pregunté. “No, no puede esperar. Será rápido, vamos” –dijo ella.
Suspiré y acepté ir con ella. Serían unas formalidades, pero unas formalidades necesarias. Así quedaba patentado que era una esclava y que mis crímenes quedaban absueltos. Me dolía la pierna al andar y eso que usaba bastón. En la caída debí lesionarme la pierna. Me llevó hasta la herrería, le acababan de poner un collar a una esclava. La despachó y me dejó la herrería libre. “Ponte en el cepo, Antonieta” –me dijo Jana. Lo hice a regañadientes y me dejé atrapar allí.
“Ahora dime la verdad, Antonieta. ¿Por qué has aceptado la esclavitud
con tanta facilidad? Hay chicas que huyen de su destino, otras que han sido
obligadas a dejar morir a sus bebés o
que no querían vivir en los dominios del Rey. Pero eran chicas que la
mayoría trabajan aquí un par de días y se van. Solo tenemos diez chicas que se
hayan quedado. Así que, ¿qué has hecho para querer aceptar la esclavitud?”
–inquirió. Incluso me hizo sentir incomoda con el tenor de sus preguntas, por
lo que le respondí. “Nada, ya te lo he dicho, no quería un matrimonio obligado”.
“No mentías, pero no es toda la verdad. Y te juro que averiguaré lo que ocultas”
–me dijo con un tono de molestia. “¿Y a ti que te importa?” –le pregunté.
Querían hacerlo allí mismo. Yo me puse contra la mesa, ofreciendo mi
cuerpo ante ellos. No aparté la mirada de Jana en todo momento. Mientras uno de
ellos abría mi culo y metia su espantosa verga gruesa y llena de venas, el otro
se iba con Jana que ya tenía la verga de uno de los clientes en su vagina. Ella
recibía una doble penetración que por su expresión disfrutaba, mientras yo era
enculada por otro de ellos. Bebía la cerveza encima de mí, vertiéndola en mi
espalda y lamiendo el recorrido de esta, no nieo que me excitaba demasiado pero
era algo asqueroso, y no me hizo disfrutar tanto como hubiera querido. Para
fortuna mía, el que le daba por culo a Jana se cambió por el que me daba a mí.
Entonces pude disfrutar de ser enculada por fin. Se sintió como si me partiera
en dos con esa verga. Al ver ese hombre que no me quejaba y me causaba ese
placentero dolor, me cabalgó como un maldito animal. “Sí, sí, dame duro” .–le
decía mientras sonreía de puro placer mientras
tenía la verga de ese hombre en mi culo. Me mordí el labio y exclamé: “Dioses”.
Ya estaba cercana al placer máximo.
Se colocó en cuatro sobre la cama, estaba muy húmeda, me calentaba demasiado su disposición a ser cogida sin importarle nada. Mi primera reacción fue comenzar con mi lengua a hurgar su vagina y su culo, gimió deliciosamente al sentir el recorrido que mi lengua hacía en su sexo. “¡Por todos los dioses!” –exclamaba entre gemidos. Mi calentura se exacerbaba cada vez con cada gemido emanado de sus labios. Metí la verga artificial en su vagina con fuerza haciéndola gritar de placer. “¡Dame duro, fóllame como a una puta! ¡Es lo que soy y disfruto serlo!” –decía mientras mis movimientos se hacían más intensos. Estaba tomada fuertemente tomada de sus caderas, se la metía hasta el fondo con ímpetu y se la sacaba de la misma manera, era sin duda deliciosa, ya que intentaba seguir mis movimientos a fin de tener más placer.
Después de varios minutos, le indiqué que se subiera encima de mí a horcajadas, quería que me montara y que se moviera como la zorra que era. Sin dudarlo se montó encima mío y comenzó a moverse en forma frenética, apretaba sus pezones y lamia sus labios con lujuria y me miraba con perversión. Sus exquisitos movimientos eran mi perdición, ya que lo hacía de una manera tan sensual que no podía sentir placer también con cada movimiento de sus caderas. Me aferré a sus muslos mientras ella continuaba con la danza frenética de placer sobre mí hasta que de pronto, sus gemidos se hicieron más intensos; su respiración estaba demasiado agitada y se desplomó encima mío. “me tienes embriagada de placer” –me dijo. “Tú también a mí hermosa princesa” –le dije. Nos besamos con ternura mientras recobrábamos fueras. “Ahora si que te puedo dar la bienvenida a la Casa del Placer del Amo Aníbal” –me dice con una sonrisa en los labios.
Nos dormimos profundamente hasta el otro día. Antes que cantara el gallo estábamos en pie para atender al Amo Aníbal y ponernos a su disposición. Preparamos su baño con las especias aromáticas de su gusto, pusimos la mesa para agasajarlo con el desayuno y lo esperamos de rodillas a un lado de la mesa para atenderlo. Jana se encargó de enseñarme bien mientras avanzaban las horas. Al correr de los días, la dolencia de mi pierna sanó y ya sabía cómo atender a mi Amo que de a poco se fue ganando mi más completa devoción.
Pasiones Prohibidas ®
Las características de los personajes,
ResponderBorrarEl tiempo y sus detalles,
Entregan un escenario fantástico
Del medio evo, me gusta.
Me imaginé los lugares muy barrocos, eso le da un toque muy romántico entre la lujuria el deseo
Y la libertad de disfrutar de una sexualidad sin tapujos.
Es morboso, excitante
Y el desarrollo de la historia interesante, te conecta
Por tan detallada forma de narrar
Siempre me ha gustado tu forma de escribir y lo sabes...
Sin duda un muy buen relato
Como siempre te lo he dicho, tienes un gran talento con las letras eso es innegable.
Siempre te ha gustado que te comente y te apoye en todo
Y créeme que lo hago con gusto
Porque sé cuanta dedicación
Le pones a cada historia
Gracias por compartirme tu talento 💋
Excelente relato, te hace viajar en el tiempo, e imaginar cada escena y la mente se deleita con el estremecer del cuerpo, gracias por compartirlo, es grato leer.
ResponderBorrarUffff exquisito relato en esos tiempos antiguos en donde hay placer,lujuria y ganas de más al sentirse tan usada y tan puta que delicioso el ser tratada así y que dejen tomar leche caliente y lamerla como los más exquisitos manjares
ResponderBorrarHermoso relato como siempre,hace volar la imaginacion
ResponderBorrarSiempre es un deleite sus escritos Mr.P espero con ansias tu libro besos cariño
ResponderBorrar