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sábado, 13 de mayo de 2023

6. La casa del placer y la depravación 1

Me llamo Antonieta, tengo 20 años y lo que les contaré es parte de la historia de mi vida. Mi familia vive en la opulencia y la aristocracia. Por el solo hecho de ser hija de un Duque, debía aceptar todo lo que él ordenara. Él ya tenía mi futuro resuelto y no estaba dispuesta a tolerar más esas decisiones arbitrarias por lo que decidí huir sin importar nada, solo quería librarme de ese destino que ya tenía resuelto para mí. En medio de la clandestinidad de la noche, salí del castillo y me fui a los establos, preparé y ensillé un caballo. Lamentablemente mi huida no pasó desapercibida por mi padre quien dio la orden de seguirme y traerme al castillo a cualquier precio. Cabalgaba a gran velocidad huyendo de los soldados de mi padre. Me sentía muy débil, estaba herida, y tenía manchada de sangre la entrepierna. Me adentré en un bosque, mi caballo hizo un salto al que no me pude sujetar. Me caí al suelo, y mi caballo siguió corriendo. Perdí el conocimiento. Al despertar estaba en una habitación, una mujer me limpiaba con un paño húmedo. Intenté moverme pero solo conseguí sentirme mal. 

 "¡Ya estás despierta!" –me dijo con una voz agradable. "¿Que hago aquí?" –le pregunto. "Te encontramos tirada en el bosque después de que pasara la tormenta. Estuviste enferma durante una semana. ¿Qué ha pasado?" –dijo. "Soy idiota, eso ha pasado" –le respondí. "He escuchado muchas historias, cuéntame la tuya" –me dijo con curiosidad. "Mi padre quería casarme, con un General del ejército del Rey que yo sabía había asesinado a su anterior esposa. Le dije que no me casaría con él, pero él firmó un acuerdo de matrimonio con ese cabrón. Huí y mi padre mandó a sus soldados a buscarme" –le conté. "Tu descansa, chica" –me dijo ella. "¿Dónde estoy?" –le pregunté. "En la casa del placer de mi Amo" –respondió la chica. "¿Casa del placer?" –pregunté. Ella respondió con sí y me dijo: "Necesitas comer y descansar. Mi Amo te ha preparado una comida. ¿Puedes levantarte?". Intenté levantarme, pero mis piernas flaquearon. Me encontraba muy débil. La chica me ayudó a sostenerme y no caerme en el intento.

La chica estaba en lo cierto, era una "Casa del placer". Había mujeres sirviendo a los asistentes, otras bailaban desnudas o semidesnudas, otras se iban con sus clientes. Salí de allí, para ir a la alcoba de ese Amo. Allí estaba él. "He empezado a comer, sírvete, come y bebe lo que desees" –dijo el hombre. A la chica se le permitió sentarse a conmigo. "Ya has conocido a Jana, te habrá contado que es esto" –me dijo de forma tranquila. Asentí. La comida nos llegó a las dos. Empecé a devorar con ansias la comida, y el vino. Él solo sonrió y siguió comiendo. Mientras yo comía, le contaba mi historia a ese hombre. "No es la primera vez que nos llega una chica como tú" –me dice. Le miré, interesada. "Hablemos después que comas" –me dice. Comí carne, verduras y algo de frutas. El hombre era bastante rico, muchas de estas verduras eran de la otra punta del continente. Terminé de comer y Jana me pasó un pañuelo para limpiarme la boca.  “Me llamo Aníbal, aunque puedes llamarme Amo” –me dijo con un tono serio pero educado. “Yo me llamo Antonieta. Bueno, esto es una casa de placer, ¿no?” –dije. “Si, eso es lo que es. Hay muchas mujeres de distintos estratos sociales que han llegado aquí buscando refugio, más de las que te piensas que llegan aquí, huyendo de su destino.  “Pasé muchos años entrenándome como lo hacen los chicos para estar listos para la batalla en caso de que tengamos que defender nuestras tierras y pelear palmo a palmo con el enemigo, pero pronto nos vemos obligadas a casarnos. Yo no quise eso para mí” –le dije.

“Tu padre te buscará, y tiene el  derecho de hacerlo. No puedo protegerte porque vienes de la libertad. Él vendrá, pasará a la fuerza, o como cliente y te buscará. Si no lo hace y sospecha que estás aquí, pedirá ayuda al Rey. Tendremos tropas del rey buscándote, entrarán te llevarán y serás llevada a una cárcel. Por otra parte, si accedes a ser mi esclava, podré protegerte” –me dijo. “Si accedo a tal cosa, y te cedo mi libertad. ¿No tendré consecuencias?” –le pregunté. Me respondió muy serio: “Serás mi propiedad. Me servirás o trabajarás como prostituta, tú decides”. “Ahora mismo mi padre me estará buscando, no tardará en llegar aquí” –le dije con algo de miedo. “Tenemos la fama de acoger a chicas como tú y solo será cuestión de tiempo que sus soldados lleguen, ya que sospechará de este lugar” –dijo de lo más relajado.  “Maldita sea, de acuerdo. Seré tu esclava, haz lo que tengas que hacer. ¡Que los dioses me perdonen!” –dije.

No llevaba dinero encima, y sabía de sobra que lo que decía era cierto. Así que acepté su propuesta. A pesar de todos los riesgos que conllevaba aquello, aunque él se comportó de manera amable, no podía olvidar que al ceder mi voluntad aceptaba todo lo que él quisiera hacer conmigo. Jana me trajo un bastón para usarlo como apoyo. Nos levantamos y me llevó a lo que debía ser su oficina; había una mesa y unos candelabros con velas encendidas, con la luz suficiente para vernos. Me puso en la mesa algo que debía ser un contrato. Me dio una pluma y firmé todas las partes del contrato de esclavitud. Se colocó justo detrás de mí y me tomó una mano, me hizo un corte en la palma y selló el contrato con sangre. Jana se aseguró de guardar bien el contrato. 

“El collar y el marcado puede esperar. ¿Eres virgen?” –dijo. “No, no lo soy. Tuve sexo una vez por mi vagina, pero casi siempre fue por el culo. Eso sin contar las veces que hice de puta de hoguera, en los festivales de la fertilidad” –le respondí sin tapujos. “¿Entonces ya tienes experiencia?” –preguntó. “Sí y mucha experiencia” –le respondí. Su mano bajó a mi entrepierna, dejé que me desvistiera. Pronto me quedé desnuda con él detrás de mí. Jana se llevó toda mi ropa. “¿Cómo prefieres empezar?” –preguntó. Me senté en la mesa y abrí mis piernas. No sentí pudor al estar desnuda ante él. Su miembro ya erecto penetró mi vagina, gemí como nunca. Me abracé a él y empezó a penetrarme con fuerza. Mientras el Amo Aníbal me tomaba, Jana se estaba masturbando al vernos fornicar como animales. Sentí como me partía en dos con su verga. “Dijiste que hacías de puta de hoguera” –me dijo. “Si Amo” -contesté entre gemidos. “¿Entonces no te importará hacer lo mismo para mí?” –preguntó. Puso su mano en uno de mis pechos, tengo la fama de tener grandes tetas. Esperé a responder cuando hubiéramos terminado. Tras un largo tiempo penetrándome con fuerza  y tras darme varios orgasmos, acabó en mi interior. “Ya he aceptado ser tu propiedad, me cogiste de forma asombrosa, haz lo que quieras conmigo” –le digo. 

Tengo la sexualidad exacerbada y soy bastante abierta de mente. No tengo pudores ni menos reparos con la finalidad de satisfacer mis deseos. Digamos que me gusta ser una yegua con mis superiores. Por supuesto la idea de ser la esclava de alguien más no me gusta, pero me salvará de las consecuencias de lo que he hecho. Jana se desnudó y se arrodilló ante mi entrepierna. Lamió el semen que se había escapado de mi vagina. Entonces mientras recibía placer de aquella esclava, Aníbal se colocó detrás de ella. Se tocó hasta que volvió a tener una erección. Dejó de lamerme la vagina y se puso en posición, dejando su culo a merced de su Amo. Se apoyó en mis piernas, y el Amo la penetró por el culo haciendo que diera un exquisito grito de placer. Mientras ella era follada, me sonreía y gemía. Aceleró la penetración y le dio más fuerte a su esclava. Jana es una zorra por cuenta propia. Me fijé en sus ojos, eran de color gris. No obstante, parecía más adulta, por lo que debía tener unos cuantos años más que yo. Acercamos nuestros rostros y nos besamos. “Ella era una noble de alta cuna, y una adicta al sexo. Tanto que no podía controlarse. Decidieron repudiarla, y años después llegó a mi” –dijo Aníbal mientras le daba con fuerza. Jana no añadió nada más. Se dedicó a dejarse penetrar, y gemir como una posesa. Hasta que Aníbal cambió de agujero y acabó en la vagina de su esclava. Sacó su miembro y lo sacudió. “En un par de días te pondrás a trabajar, cuando te recuperes” –me dijo. Asentí. “Aunque con el sexo no tienes problemas” dijo Aníbal. “No, ninguno. Al contrario, te dije que me gusta coger y que me den como una puta” –le contesté. Tras comer me sentía mejor, pero prefería asimilar mi nuevo estatus. Anduve con el bastón de nuevo hasta mi habitación, pero Jana me detuvo. “Tienen que ponerte el collar, y marcarte” –me dijo. “¿Eso no puede esperar?” –le pregunté. “No, no puede esperar. Será rápido, vamos” –dijo ella.

Suspiré y acepté ir con ella. Serían unas formalidades, pero unas formalidades necesarias. Así quedaba patentado que era una esclava y que mis crímenes quedaban absueltos. Me dolía la pierna al andar y eso que usaba bastón. En la caída debí lesionarme la pierna. Me llevó hasta la herrería, le acababan de poner un collar a una esclava. La despachó y me dejó la herrería libre. “Ponte en el cepo, Antonieta” –me dijo Jana. Lo hice a regañadientes y me dejé atrapar allí. 

“Ahora dime la verdad, Antonieta. ¿Por qué has aceptado la esclavitud con tanta facilidad? Hay chicas que huyen de su destino, otras que han sido obligadas a dejar morir a sus bebés o  que no querían vivir en los dominios del Rey. Pero eran chicas que la mayoría trabajan aquí un par de días y se van. Solo tenemos diez chicas que se hayan quedado. Así que, ¿qué has hecho para querer aceptar la esclavitud?” –inquirió. Incluso me hizo sentir incomoda con el tenor de sus preguntas, por lo que le respondí. “Nada, ya te lo he dicho, no quería un matrimonio obligado”. “No mentías, pero no es toda la verdad. Y te juro que averiguaré lo que ocultas” –me dijo con un tono de molestia. “¿Y a ti que te importa?” –le pregunté.

 “Me importa por qué Aníbal es buen Amo y mejor hombre. No hay muchos como él, no quiero que te aproveches de su benevolencia para huir de tus crímenes. El trozo de hierro estaba en la fragua calentándose, mi corazón palpitaba con fuerza al saber que pronto seria marcada como lo es una cabeza de ganado y que oficialmente sería propiedad de Aníbal. Marca a Antonieta y has que le duela. Grité de dolor cuando el herrero me marcó, se me saltaron las lágrimas. Me ofreció alcohol, bebí todo lo que mi boca permitía. Fueron dos grandes sorbos que aplacaron en parte el dolor. “Has aceptado ser su esclava y te dejaste follar a la primera, eso ya es una pista. La mayoría de chicas trabajan aquí de bailarinas o dan un par de mamadas. Solo las putas de hoguera han decidido quedarse, por lo que tú eres una de ellas” –dijo Jana en tono inquisitivo. El  herrero me soltó del cepo, estaba casi sin fuerzas peor logré recobrarme. “No eres quien dice ser”–le dije mientras me acerqué a ella y me puse a su altura. La miré a los ojos y le dije: “Los ojos grises son el color de ojos más raro entre las hijas del reino. ¿Quién eres? ¿La bastarda de quién? Eres alguna bastarda del primogénito que cayó muerto, o una hija de la primogénita que no te quiso. ¿O eres una hija del Rey? ¿Cuál es tu historia, Jana? ¿Ese es tu nombre? Si quieres que te cuente porque me he refugiado en mi esclavitud, más te vale contarme tu historia. Estábamos rostro con rostro, ni siquiera me había percatado de mi desnudez. “Eres puta por bendición de la diosa. Hablemos en tu habitación” –me dijo. Debería haberme vestido, cuando dejé la habitación del Amo. Habría dado menos pistas. Ya que estaba así, no quise vestirme de nuevo. 

 Las dos entramos en “La casa del placer” otra vez. Unos hombres nos detuvieron, querían unas putas a las que follarse. Jana aceptó por mí. Esos hombres estaban sentados con jarras llenas de cerveza. “Mi chica se ha hecho daño en la pierna, trátenla bien” –le dijo. 

Querían hacerlo allí mismo. Yo me puse contra la mesa, ofreciendo mi cuerpo ante ellos. No aparté la mirada de Jana en todo momento. Mientras uno de ellos abría mi culo y metia su espantosa verga gruesa y llena de venas, el otro se iba con Jana que ya tenía la verga de uno de los clientes en su vagina. Ella recibía una doble penetración que por su expresión disfrutaba, mientras yo era enculada por otro de ellos. Bebía la cerveza encima de mí, vertiéndola en mi espalda y lamiendo el recorrido de esta, no nieo que me excitaba demasiado pero era algo asqueroso, y no me hizo disfrutar tanto como hubiera querido. Para fortuna mía, el que le daba por culo a Jana se cambió por el que me daba a mí. Entonces pude disfrutar de ser enculada por fin. Se sintió como si me partiera en dos con esa verga. Al ver ese hombre que no me quejaba y me causaba ese placentero dolor, me cabalgó como un maldito animal. “Sí, sí, dame duro” .–le decía mientras sonreía de puro placer  mientras tenía la verga de ese hombre en mi culo. Me mordí el labio y exclamé: “Dioses”. Ya estaba cercana al placer máximo.

 Los dos hombres habían acabado dentro de mi compañera, no conforme con eso la hicieron arrodillarse y le orinaron encima, cosa que ella agradeció abriendo su boca y bebiendo cada chorro que llenaba su boca. Le dejaron el pago sobre la mesa y se fueron para pedir otras jarras de cerveza y continuar con su jolgorio. Solo faltaba el hombre que me cogia tan perversamente. Me tenía enculada en una mesa, no sentía ningún tipo de vergüenza para ser nueva aquí. No me opuse, no me sonrojé. Mi confesión fue mi orgasmo al sentir el semen de aquel desconocido en mi culo. Dejó el pago sobre la mesa y se fue también. Jana me tomó de la mano y me sacó de allí. Me llevó a unos baños, que pertenecían al lugar. Solo había chicas, algunas con collar de esclava y otras sin collar. Íbamos a meternos a una tina para quitarnos el sudor y limpiar nuestras partes íntimas. “Antes de meterme en el agua, deja que haga una cosa. Ponte en cuatro” –me dijo. Así lo hice, abrió mis nalgas y lamió mi culo en busca de rastros de semen. Me pareció raro y extraño, pero dejé que lo hiciese si ese era su deseo. Después de aquello, nos metimos en el agua. 

 No soy una bastarda, Antonieta. Tengo sangre real” –confesó con voz triste– Yo era la tercera hija, del padre del actual Rey. Thramgeir se llamaba mi padre. “¡Oh, dioses!” –exclamé. “Sí, pero escúchame antes de decir nada. Yo era una gran general, estaba invicta. Nadie me había ganado en batalla. Mi padre empezó a volverse loco, paranoico, ya lo sabes todo. Masacró a casi todos sus hijos e hijas, excepto a mí y a algún nieto suyo. Le seguí a pesar de haber asesinado a mis hermanos, luché contra el menor de mis hermanos. No había quien me venciera así que idearon un plan retorcido y macabro para deshacerse de mí. Conocí a una bella criada del palacio, una esclava que había sido comprada por el rey para atender asuntos domésticos. Era una chica hermosa. No tienes ni idea de lo bien que cogía y como movía su lengua. Sin querer fui cayendo en sus garras. Empezó a cambiar mi mente, pensar en ella a diario y coger todos los días se había vuelto en algo tan normal como respirar. Las posteriores batallas las fui perdiendo, luchaba cada vez peor. Sin embargo sentía un deseo de follar y comer vergas se fue convirtiendo en  mi perdición, mi pare me expuso y hermano se rió de mi desgracia. Fui repudiada por mi familia y obligada al exilio, por eso estoy aquí ahora” –me contó mientras lágrimas salían de sus ojos. “Ya no soy esa princesa guerrera, ahora soy una puta come vergas, con un hambre voraz de sexo. Esa es mi historia. ¿Y la tuya? No quiero que Aníbal  se meta en problemas por tu culpa” –me dijo.

 “Ya sabes que soy una puta con la bendición de la diosa, lo has visto. Mis superiores me follaban, era la puta de mis generales. Me follaban en las mesa y mientras gemía para mí  general. Una de las princesas, Mylanna, lo descubrió. Me usó para sacarles información a algunos militares. Esa puta hija de un renombrado Barón, me metió en líos en los que no debí meterme. Varios generales querían mi cabeza. Rompí un acuerdo de matrimonio algo prohibido en puto reino de tu hermano, y aquí estoy. Ya tenemos algo en común, dos miembros de la nobleza son esclavas y putas” –le dije.  “Odio al Rey y a sus hijos e hijas. ¿Tu también?” –me preguntó. “Si, mucho” –le respondí. “Enséñame como lo hacías con esos generales” –me dijo. Saqué el torso fuera del agua. Bajó con sus manos posándose en mi cintura y le dije; “Princesa, usted me calienta demasiado”. “Eres mía soldado” –me dijo con tono sensual. Hizo que me pusiera contra su pecho. Sentía sus tetas sobre mi espalda, mientras ella me masturbaba. Besó mi cuello y me dijo: “Seré tu consuelo”. “¿Consuelo? Consuélate conmigo, por lo que te hizo el nuevo rey”. Me di la vuelta, Jana estaba llorando, o eso creí por su rostro triste. La besé con pasión. Nuestros pechos se tocaban. Ella se calmó y me siguió el juego. Me abrazó y me siguió besando. “Ojalá ser hermafrodita para poder tomarte como hacen los amantes” –me dijo con ternura. “Dicen que si rezas a la diosa del eclipse, puede concederte su don” –le dije.

 “De momento no puedo hacerlo como lo hacen los hombres, pero quiero que me hagas disfrutar” –me dijo con lujuria en su voz. Salimos de los baños. Nos secamos y no se demoró en llevarme hasta mi habitación. Ignorando a todos los clientes que querían algo con nosotras. Paró a una mujer y le susurró algo al oído. Nos metimos en la habitación y se lanzó sobre mí para besarme con pasión. La empujé a la cama y fui a gatas hacia ella. “¿Has tenido sexo con mujeres?” –me preguntó Jana. Reí morbosamente y le respondí: “Te he dicho que era la puta de mis generales, también conocí a muchas de las esposas insatisfechas de estos, ya que se dedicaban solo a violar mujeres indefensas en el campo de batalla o se saciaban conmigo en los banquetes que eran ofrecidos por mi padre; por lo que tuve algunas cosillas con más de alguna putita que había olvidado lo que era el placer. Me caracterizaba por ser una buena amante tanto de hombres como de mujeres”.

 Hice un camino de besos desde sus labios, pasando por sus pechos hasta su vagina. La puta princesa estaba húmeda, su vagina secretaba esos exquisitos fluidos que bebía con mi lengua, la hice gemir y le hice temblar. Sus gemidos eran tan delicados y excitantes, los gemidos de quien hace el amor y no esos gemidos que se ocupan por la conveniencia del pago para hacer sentir machos a esos borrachos miserables que había de clientes. Alguien entró a la habitación casi en silencio. Hice el ademán de voltearme y ver quien era, pero Jana me dijo ente gemidos: “¡No pares, sigue así. Eres una buena putita”. Sus palabras eran deseos para mi. Finalmente Jana llegó al orgasmo. Levanté la cabeza y miré a Jana. “No cambies tu posición” –me dijo. 

 Se levantó de la cama, y habló con una mujer. No entendía que decían, hablaban en un idioma desconocido. Se cerró la puerta y algo se acercó a hacía mí. Era Jana, me dio una almohada para apoyar la pierna lesionada. Sentí como una verga se abría paso por mi coño, volteé la cabeza y era ella. “No te asustes, solo estamos tú y yo, es un arnés, lo usamos para hombres con gustos extravagantes o con alguna mujer” –me dijo No me cogió como un animal, me tomó con pasión. Su verga  artificial me penetraba lentamente. “Ahora entiendo por qué les gusta esta posición, es increíble” –me dijo mientras me daba una nalgada. “Mi princesa hazme tuya” –le supliqué. Aceleró la velocidad con la que me penetraba. Puso sus manos en mi cintura. Tuve un orgasmo y acabé en abundancia, pero ella siguió hasta que me dio incluso otro orgasmo. Sacó la verga de mi vagina. La puso en mi boca, y lamí mis jugos. Mientras mamaba ese trozo de plástico firmemente atado con cuerdas, mantuve contacto visual con Jana. La sacó de mi boca y me puso el arnés. “Quiero que me cojas sin ninguna contemplación, quiero que me uses a tu antojo y me des placer de la manera más intensa que jamás lo hayas hecho” –me dijo.

Se colocó en cuatro sobre la cama, estaba muy húmeda, me calentaba demasiado su disposición a ser cogida sin importarle nada. Mi primera reacción fue comenzar con mi lengua a hurgar su vagina y su culo, gimió deliciosamente al sentir el recorrido que mi lengua hacía en su sexo. “¡Por todos los dioses!” –exclamaba entre gemidos. Mi calentura se exacerbaba cada vez con cada gemido emanado de sus labios. Metí la verga artificial en su vagina con fuerza haciéndola gritar de placer. “¡Dame duro, fóllame como a una puta! ¡Es lo que soy y disfruto serlo!” –decía mientras mis movimientos se hacían más intensos. Estaba tomada fuertemente tomada de sus caderas, se la metía hasta el fondo con ímpetu y se la sacaba de la misma manera, era sin duda deliciosa, ya que intentaba seguir mis movimientos a fin de tener más placer.

Después de varios minutos, le indiqué que se subiera encima de mí a horcajadas, quería que me montara y que se moviera como la zorra que era. Sin dudarlo se montó encima mío y comenzó a moverse en forma frenética, apretaba sus pezones y lamia sus labios con lujuria y me miraba con perversión. Sus exquisitos movimientos eran mi perdición, ya que lo hacía de una manera tan sensual que no podía sentir placer también con cada movimiento de sus caderas. Me aferré a sus muslos mientras ella continuaba con la danza frenética de placer sobre mí hasta que de pronto, sus gemidos se hicieron más intensos; su respiración estaba demasiado agitada y se desplomó encima mío. “me tienes embriagada de placer” –me dijo. “Tú también a mí hermosa princesa” –le dije. Nos besamos con ternura mientras recobrábamos fueras.  “Ahora si que te puedo dar la bienvenida a la Casa del Placer del Amo Aníbal” –me dice con una sonrisa en los labios.

Nos dormimos profundamente hasta el otro día. Antes que cantara el gallo estábamos en pie para atender al Amo Aníbal y ponernos a su disposición. Preparamos su baño con las especias aromáticas de su gusto, pusimos la mesa para agasajarlo con el desayuno y lo esperamos de rodillas a un lado de la mesa para atenderlo. Jana se encargó de enseñarme bien mientras avanzaban las horas. Al correr de los días, la dolencia de mi pierna sanó y ya sabía cómo atender a mi Amo que de a poco se fue ganando mi más completa devoción.

  

Pasiones Prohibidas ®

5 comentarios:

  1. Las características de los personajes,
    El tiempo y sus detalles,
    Entregan un escenario fantástico
    Del medio evo, me gusta.
    Me imaginé los lugares muy barrocos, eso le da un toque muy romántico entre la lujuria el deseo
    Y la libertad de disfrutar de una sexualidad sin tapujos.
    Es morboso, excitante
    Y el desarrollo de la historia interesante, te conecta
    Por tan detallada forma de narrar
    Siempre me ha gustado tu forma de escribir y lo sabes...
    Sin duda un muy buen relato
    Como siempre te lo he dicho, tienes un gran talento con las letras eso es innegable.
    Siempre te ha gustado que te comente y te apoye en todo
    Y créeme que lo hago con gusto
    Porque sé cuanta dedicación
    Le pones a cada historia
    Gracias por compartirme tu talento 💋

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  2. Excelente relato, te hace viajar en el tiempo, e imaginar cada escena y la mente se deleita con el estremecer del cuerpo, gracias por compartirlo, es grato leer.

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  3. Uffff exquisito relato en esos tiempos antiguos en donde hay placer,lujuria y ganas de más al sentirse tan usada y tan puta que delicioso el ser tratada así y que dejen tomar leche caliente y lamerla como los más exquisitos manjares

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  4. Hermoso relato como siempre,hace volar la imaginacion

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  5. Siempre es un deleite sus escritos Mr.P espero con ansias tu libro besos cariño

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