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sábado, 29 de abril de 2023

3. Simplemente Pamela 1

 

Todos los sábados entrenamos, también igual entre semana en el cole. A diferencia de entre semana nos permiten que a algunas de nosotras nos acompañen nuestros papás. Asisto a una escuela donde el elitismo es notable desde la entrada por las mañanas, donde desfilan vehículos de las mejores marcas, guardaespaldas o señoras con perros más caros que un teléfono de alta gama. Desde niñas nos han enseñado lo que vale en este mundo es por el peso de su billetera; en fin un mundo superfluo y lleno de cosas tan buenas como malas.

En el equipo vóley están tres de mis mejores amigas, Lucia, Karla y Alexandra. Somos amigas desde que entremos a la escuela; primero nos caíamos mal con Ale que es la que entró un año tarde, pero desde un campamento nos tocó juntas la amamos. Nos ha tocado conocernos en la mayoría de los momentos de aprendizaje de nuestras cortas vidas. 

Llegando al gimnasio 09:15 AM, ya estaban calentando en la cancha techada del colegio, me apuré para quitarme el pants y entrene como de costumbre. El entrenamiento transcurrió de lo mas normal, pesado y con muchas caídas, más allá de las 11:00 hrs. terminamos y decidimos acercarnos a las gradas Ale y yo, mientras Lucia y Karla con otras compañeras fueron al baño. "¿Te has fijado? ¡Ana esta creciendo como una jirafa!" –dije con una sonrisa. "¡Sí! Está demasiado alta" –contestó Ale mientras sacaba una bebida isotónica que tenía en su bolso deportivo. "¿Qué le pasa? ¿Comerá croquetas o que? Su hermano no es tan alto ¿o si?" –le pregunto. "No claro que no, es muy bajito, ¿Qué digo bajito? ¡Le sobró un cromosoma para ser enano!" –me dijo riendo. No me puede contener la risa y solté una estrepitosa carcajada que se oyó en toda cancha. "¡Las cosas que dices! ¡No sé dónde sacas tanta tontería!" –le digo sin parar de reír. Ale me dice: "Ah, pero si es verdad, si no le va bien en los estudios se puede postular para duende de Santa Claus y tiene trabajo seguro". Las carcajadas se hicieron más fuertes, me dolía el vientre de tanto reír. 

Al fin tuve un poco de calma y me senté en la grada para ponerme el pantalón del pants mientras Ale solo acomodaba sus cosas para irnos. "¿Pame vinieron tus papás?" –me preguntó. "Nop. ¿Por? Rafa esta afuera" (el chofer) –le respondo. "Vamos a mi casa amiga, comemos y luego mi papá te lleva ¡anda! ¿Si?" –me dice. "Ale madura, pareces niña de primaria. ¡Ay no se Ale! ¿Les vas a decir a Lucas y a la pelusa?" (Lucia y Karla) –le respondí. "¡Ay Pamela!" –me dijo poniéndose sus dos puños en la cintura de manera dominante, se veía tierna mas que intimidante. "¿Qué? ¡Solo pregunto! ¿Qué tiene de malo?" –le dije. "Nada chiquis (así me dicen) pero no es fiesta, mi papá me va a colgar, bueno dile a Rafa que se vaya" –dice casi suplicando. "Voy a pedir permiso, espera" –le respondo. Mientras hablaba llegaron las demás, venían platicando de todo y nada, reían y se nalgueaban. Obviamente después de implorar el permiso con mi mamá que es la dócil, y ofrecer ordenar mi habitación y hacer mis tareas sin que me estén diciéndome, me dio permiso para ir a casa de Ale.

Tan pronto salimos del gimnasio caminamos por el colegio y encontramos la camioneta de Ale en el estacionamiento, para nuestra sorpresa venía Don Pedro, el papá de Ale y un señor gigante regordete, canoso de unos cincuenta o sesenta años, no tengo idea, pero era imponente. "Hola" papá –saludó Ale poniéndose de puntitas para darle una beso en la mejilla a su padre. "Hola Eugenio" –saludó al amigo de su papá también de un beso en la mejilla. Se acercó Don pedro y tomó nuestros bolsos de manera muy gentil, olía delicioso. "Haber niñas, denme aquí sus cosas" –dijo con una sonrisa. "Hola Don Pedro" –me acerqué y también me puse de puntitas para darle un beso. "Hola chiquis, ¿Cómo esta Raúl?" (mi papá) –dijo de manera gentil. "Muy bien Don Pedro, gracias por preguntar" –le respondí. A don Eugenio solo le estiré mi mano de manera cortés. 

Nos esperaba una comida deliciosa como siempre en la casa de Ale, la pasamos súper bien, tuve mucha suerte con mis amigas. Por la tarde nos convenció Don Pedro que nos metiéramos a la piscina, no fue muy difícil la verdad. "Vente a mi cuarto te presto un traje, el rojo se te ve muy lindo" –me dijo Alexandra. "El rojo ya es mio, no lo uses más" –le dije riendo. Ale se metió a su vestidor mientras yo jugaba con mi celular. "Ven, toma el traje de baño, está aquí" –me gritó Ale. Me levanté dejando mi celular en la cama y sentí que alguien estaba afuera de la habitación, pero no le di importancia, en su casa como en la mía siempre hay muchas personas.

Todo estaba tirado en el piso, ropa, bolsas, tenía un vestidor desastroso. "¡Ay no puede ser Alexandra! ¿Qué onda? ¿Pasó un tornado por aquí?" –le dije con asombro. "¡Cálmate! Tu cuarto está igual" –dice con una sonrisa. "Bueno, sí pero igual lo tuyo es peor" –respondí. "¡A ver, ponte esto y cállate!" –me dice en tono de orden. Me desnudé aprisa y acomodé mi pants y short sobre una gaveta en el centro del vestidor, y para mi sorpresa. "¡Oye ya no me queda, me aprieta, soy una gorda!" –le digo haciendo pucheros. Ella se rió y me dice" "¡Ay chiquis! Te crecieron las nalgas, deja de comer tanto". "¡No lo puedo creer! ¿Tienes otro?" –le dije con frustración. Una voz muy masculina y grave nos interrumpió de pronto. "Se te ve muy bien niña, yo que tu me lo dejaba". Estaba dentro de la recamara el tal Eugenio, ¿Cómo alguien tan grande entraba sin ser visto? –pensé. "¿Le parece?¿No me veo gorda?" –le pregunté. Me gire un poquito y trate de ver mi trasero que estaba por salirse del bikini. "¡O si se te ve perfecto! Créeme, está muy bien para una niña de tu edad. Honestamente me sentí muy averhonzada y ruborizada. Tan rápido como sucedía todo a Ale se le desorbitaron los ojos y me hizo un gesto para que viera lo que ella estaba mirando de reojo. Era un bulto que tenía el panda gigante en el inicio de su pierna, era algo como una lata de refresco, pero dentro de su pantalón gris. No sé que cara puse pero seguro fue de sorpresa "¡Salte Eugenio!" –le dijo Alexandra mientras lo empujaba con sus dos manos como si tratara de mover un refrigerador. "¡Ya, ya me voy! Hazme caso Pamela, te queda perfecto ese traje de baño" – dijo el gigantón riendo.

Ale cerró la puerta y se quedó recargada tapándose con una mano la boca y se rio sin voz. "¿Viste chiquis? ¡No puedo creerlo!" –dijo. "Si, pero ¿tú crees que sea?" –le dije. "Obvio bruta, era su verga y es tan grande como el" –dijo con ojos de sorpresa. "¡Wow puta Ale! ¿Ya se la habías visto antes?" –le pregunté. "No. ¿Cómo crees? Creo que tu lo pusiste así con el bikini rojo" –reía a viva voz. "¡Ay qué miedo amiga! ¿Qué tal si nos hace algo?" –le dije con miedo y curiosidad. "No chiquis, lo conozco hace tiempo y es buena onda Eugenio" –me dice sonriendo. Me encogí de hombros y sonreí. Salimos de su habitación y reíamos con cierto morbo de la escena con Eugenio; ya en la piscina nadamos y comimos las cosas que nos habían preparado, también escuchábamos música sentadas en unos banquitos que están dentro de la piscina en una barra con bar en una pérgola pegada a la misma. "¡Mira quienes vienen ahí!" –me dijo Ale mientras tomaba su té verde. Era Eugenio, Don Pedro y un par de señores más que no conocíamos. Amigos y socios de Don Pedro que pasaban el rato con él, estuvieron un rato en una mesa a las orillas de la casa, tomaron quien sabe cuantas cosas. Después de un par de horas se acercó el gigante a nosotras del lado del bar. "Hola niñas, ¿Cómo la están pasando?" –preguntó con una sonrisa. "Bien" –contestamos las dos como si estuviéramos en clases.

Nos miramos y echamos a reír como dos tontas. "¿Quieren que me meta con ustedes la piscina? ¿Y jugamos algo?" –dijo él. ¿No estás con mi papá?" –preguntó Ale. "Ya me aburrieron esos señores que solo hablan de dinero" –rio con él ritmo de su gran panza. La verdad es que yo buscaba fugazmente su paquete que se veía un tanto menos hinchado. "Si, está bien, espero no te aburras Eugenio" –le dijo Ale. Caminó con la gracia de una montaña hacia la casa de la piscina, qué a veces es la de huéspedes. "Es buena onda no te asustes" –me dijo Ale. "No me asusta él, me asusta su 'mascota' que trae entre las piernas" –le contesté. Nos echamos a reír juntas. "Oye sí, igual me da curiosidad verla" –dijo Ale con cara de traviesa. "No tiene hijos, por eso es muy cariñoso" –me dijo Ale. Después de unos quince minutos salió el grandulón con una panza enorme y sus brazos parecían dos arboles, si estaba muy, pero muy grande. Un short color azul holgado.

Entró en la piscina y nadó con facilidad hacia nosotras. "¿Saben nadar? "–nos preguntó mientras se acomodaba su cabellera cana hacia atrás. "Sí" –contestamos mientras reíamos. "Aunque a mí me gusta de perrito" –le dijo Alexandra con una voz traviesa. "Puedo enseñarles una técnica nueva, las hará mucho mejor nadadoras ¿Qué dicen niñas?" –dijo Eugenio. Nos miramos desconcertadas. "Ok Eugenio, si no me compras algo ¿eh?" –le dijo mi amiga.

Ok Ale, ¡tú serás la primera ven acá!" –dijo él. Vi como se alejaron mientras el casi la cargaba boca abajo con sus dos brazos y la hacia nadar y patalear de aquí para allá. Serían unos quince minutos, no lo sé, pero llegó mi turno. "¡Ven aquí Pame, ahora veras que aprendes" –me dijo tendiéndome la mano. "Ok Euge, pero me sostienes con fuerza" –le dije. Me cargó de la misma manera, con cierta ternura. Su perfume aun lo percibía, era amaderado y con un fuerte olor que se impregna, era embriagador, me gustaba. Una de sus manos estaba por abajo de mis pechos hasta mi ombligo y la otra estaba en mis piernas y un poquitito tocaba mi bikini. Me sostenía con facilidad. "Vas a abrir las piernas como rana y tus brazos también, te va a costar un poquito de trabajo pero no te preocupes ¿ok?" –me dijo con calidez. "Ok Euge, confío en ti" –le dije. Empecé a nadar como rana, pero era apacible sentir que me remolcaba tal personaje. En cierto momento sentí como su dedo tocaba libremente mi parte intima con cierta naturalidad, solo me sobaba despacio. Mi atención creció cada que yo provocaba ese movimiento cuando abría mis piernas para nadar como él me decía. "¿Así esta bien Euge?" –le pregunté. "Sí Pamelita, eres fuerte, te tomaré un poco mejor" –respondió. Claramente pude sentir como su brazo derecho me rodeó de la cadera de manera que su mano llego justo hasta mi bikini, podía sentir mis nalgas en su brazo, su mano izquierda seguía bajo mi panza y pecho, podría haber sido un ariete y que él derribara una puerta con mi cabeza. Escupí un poco de agua que tenia en mi boca y continúe nadando con un poco mas de soltura.

Un sensación extraña pero ¿Cómo decirlo? ¿Rica? fue cuando uno de sus dedos no tengo idea cual toco bajo mi bikini, ¡estaba segura!, lo sentí claramente. Creo que moví muy fuerte mis piernas y accidentalmente sucedió eso, no le di mucha importancia, aunque no dejaba de sentir como cada que pataleaba su dedo se movía casi tocando la entrada de mi vagina. La verdad entre el agua y además que él que me remolcara y su tranquilidad me hacían sentir rico, casi estoy segura que el bikini se había movido de su lugar. "¿Te gusta Pamelita?" –preguntó. "¡Mucho!" –contesté casi con gemido y sin dejar de patalear. Después de un rato y sentir como esa sensación se hacía más placentera, me dice:" Vamos a sentarnos con Ale para charlar, quiero tomar algo". Casi protesté pero le respondí: "Sí Euge, mejor vamos".

Me bajó y pude sentir con mi cadera ese bulto ya conocido, ¡wow! No me había dado cuenta que mis pezones se habían puesto duros, moría de ganas por verlo con claridad, pero no podía ser tan cínica. Sé que para muchos es lo más normal del mundo, pero cuando una empieza por casualidad y de sorpresa a encontrarse con objetos o situaciones anormales, pues causa mucho morbo. Nos acercamos a los banquitos y Ale aplaudió. "¡Eres la mejor chiquis!" –dijo gritando y silbando. "No te burles Ale. Euge es un muy buen maestro" –le dije. Eugenio salió por un costado de la piscina para servirse algo. mis ojos se salieron de su lugar, Ale me vio, no sé que cara puse y volteó hacia donde yo estaba mirando encantada. Me tomó del hombro y se volvió a tapar la boca. "¡Wow, qué grande! ¿Será real?" –dijo en voz baja que apenas se escuchó. "¿Eh? ¡Ah! Este pues si ¿no?" –casi tartamudee mientras Eugenio se metía detrás de la barra. "¡Si hay burros de su tamaño, él es el burro alfa!" –dijo Ale con los ojos tan abiertos que podía ver sus grandes ojos café en toda su expresión. ¡No sé Ale, no lo puedo creer! No imagine que un señor estuviera así, ¿Les crece mientras mas viejos son?" –dije inocente. "No tengo idea chiquis" –me contestó Ale ya con la mano en su pecho y respirando un poco más intenso. "Me humedezco solo con ver su tamaño" –me dijo. "Claro, con lo zorrita que eres, cómo dudarlo" –le dije. Nos miramos y empezamos a reír llenas de nervios.

"¿De que hablan niñas? Hasta aquí oigo sus risas" –aseguró Eugenio. "Nada Euge, de nada" –le respondimos con un tono de nerviosismo, ya qué pensamos que nos podría haber escuchado. Llegó el grandulón con un vaso lleno de no sé qué, pero seguro era alcohol. "¿Me das?" –le pregunté. "¿No estas muy chica para tomar?" –me mira serio. Luego con una sonrisa me dice: "Toma, pero no le digas a nadie". "¡Eugenio! A mi nunca me das de tu copa, ¡Cómo serás mala onda!" –dijo en tono juguetón Ale. "Tu papá me mata y el papá de Pamelita no esta aquí" –respondió riéndose. "¡Es la chiquis!, no Pamelita ¿Eh?" –dijo Ale en tono burlón. Nos reímos los tres. "Solo un sorbo Pamelita ¿Eh? Ya que es un whisky" –dijo él. "No creo que sea tan fuerte. Si quiero whisky, tomo whisky" –le dije sintiéndome segura. "Bueno, en guerra avisada no muere soldado" –me dijo. "¡Qué asco! Sabe a puro alcohol ¡guácala! Ah, es súper fuerte" –dije casi haciendo arcadas. "¿Dónde está la chica empoderada que si quiere whisky, bebe whisky?" –dijo Ale con una sonrisa dibujada en sus malditos labios. "¿No te gustó Pamelita? Ven siéntate en mi pierna" –me dijo él con ternura pero una mirada rara. Cómo omo un imán me fui hacia él. Ale volvió a abrir los ojos y me miró como pensando en lo que estaba a punto de hacer. Levanté mi trasero y lo dejé caer en su pierna izquierda, él estaba recargado en con su brazo derecho en la barra donde estaba su vaso y la comida.

La verdad fue muy fácil sentir aquel miembro que Eugenio tiene, primero debajo del agua, y ahora lo sentí descansando en su muslo pero estaba duro como una piedra. Él platicaba todo el tiempo y movía su pierna de manera que me levantaba como un juguete, su mano izquierda empezó a juguetear con mi entrepierna, era una sensación muy extraña, de esas que hacen que sientas revoltijo en la panza.

Me levanté un poco para tomar una papa frita y creo que por accidente me senté perfectamente en su miembro, si pensara mal pensaría que se acomodó para que quedáramos así, con un hábil movimiento sentí como mi bikini se movió a un lado. Ale tenía sus ojos bien abiertos, intentando procesar lo que estaba viendo. No sé cómo lo hizo pero sentí al descubierto su enorme y grueso miembro que se deslizaba en mi vagina. Empecé a moverme suave mirando a Alexandra que no se perdía detalle. 

En realidad es asombroso sentir como se deslizaba delicadamente su miembro que intentaba no emitir ningún ruido pero mi respiración me delataba. Alexandra estaba tan caliente como yo, en silencio miraba hasta que sus manos se fueron a sus senos. Ninguna de las dos podíamos aguantar la excitación. De pronto, sentí como su glande separó mis labios vaginales y lo sentía tan cerca de mi vagina. En ese juego alucinante de placer se empezó a meter de apoco. Mis ojos y mi boca se abrieron al sentir como ese enorme miembro se acomodaba en mi interior, Alexandra no pudo resistirse y metió su mano entre el bikini y se empezó a masturbar, regalándome la escena más morbosa que había visto. Sus gemidos eran casi silenciosos cómo los míos, hizo su bikini a un lado para tocarse mejor y regalarle a Eugenio la vista de su húmeda vagina. Él hacía movimientos suaves para hacer que su verga entrara completa, hasta que lo consiguió, me sentía en las nubes y me uni a su movimiento para sentir más placer. Ver a mi amiga masturbarse también le daba un matiz especial a la situación, tanto que tuve un orgasmo qué me obligaba a gemir casi sin control. Ella se bajó la parte de arriba del traje de baño, mostrando sus erectos pezones, muestra de su deseo y lujuria. Sus dedos se perdían en su vagina mientras sus gemidos se hacían intensos, disfrutando de los gemidos que el orgasmo me había provocado.

Le hice una seña a mi amiga para que se acercara, lo hizo caminando como una sensual puta, al estar frente a mi solo atiné a lamer sus pezones y a morderlos con delirio. La verga de Eugenio seguía entrando y saliendo con delicadeza de mi vagina. Le dije: "Euge, no tengas compasión y dame duro". En ese momento, sus suaves movimientos se transformaron en brutales estocadas que me hacían temblar de placer. Ale, bajó también la parte superior de mi traje de baño y dejó mis senos a su total merced. Ella los apretaba y pellizcaba mis pezones, me dijo: "Somos un par de zorras". Yo casi no podía hablar por el placer y entre gemidos le respondí: "Sí Ale, muy zorras". "Ahora es tu turno" –le dije. Le cedí mi lugar, pero ella fue más osada, sin ningún disimulo se subió encima de Eugenio y rodeó su cuello con sus brazos, él acomodó su miembro en la entrada de la vagina de Ale y se la metió casi hasta la mitad. Ella dió un reprimido grito y se empezó a mover mientras miraba los ojos de Euge y le dijo: "Hace tiempo quería sentir tu verga dentro". Él la miró con fascinación, disfrutando a la hija de su amigo. Cuando tuvo todo el miembro de Euge dentro se empezó a mover con rapidez, quería alcanzar el orgasmo lo más pronto posible. Yo me masturbaba viéndolos coger, la perversión en ellos era sublime. A los pocos minutos Ale estaba gimiendo ya que el orgasmo la había alcanzado. Lo más placentero fue cuando Eugenio anuncia que está por acabar. Entonces las dos nos pusimos una a cada lado, esperando la descarga de semen y disfrutarlo con nuestra boca. Se puso de pie y se masturbó hasta que su viscoso semen salió y cayó en nuestra cara, en nuestras tetas y en nuestra boca. Lo disfrutamos y lo tragamos todo como buenas niñas pervertidas.

Después de ese exquisito momento, todo volvió a la normalidad y seguimos como si nada hubiera pasado. Después de unos minutos de risas y bromas para no despertar sospechas me quedé pensativa. Eran sentimientos encontrados, un tanto de culpa, y un tanto mas poderoso de morbo y temblor en las piernas. No pasaron cinco minutos y escuchamos a don Pedro gritar: "¡Niñas, vámonos! Ya son las ocho de la noche". "¡Si papá!" –contestó. Me levanté y le di un beso cerca de los labios a mi gigante favorito. "¡Nos vemos Euge! Espero volver a verte pronto" –le dije muy contenta. Él me abrazó fuerte, como un oso. "Cuídate muñeca, ten por seguro que nos volveremos a ver" –me dice. Dejamos el jardín con la piscina para irnos a cambiar de ropa y me pudieran llevar a mi casa. Me despedí de Ale y me subí a la camioneta, ya que don Pedro sería mi chófer. "¿Lo pasaste bien chiquis?" –me preguntó mientras conducía. "Sí, de maravilla don Pedro. Gracias por dejarme pasar la tarde con mi amiga" –le respondí. "Sabes que puedes ir cuando quieras, siempre y cuando tengas permiso de tus padres" –me dice. "Sí, por eso cuando Ale me dijo llamé de inmediato a mi mamá para que no se preocuparan y me diera permiso" –le dije con una sonrisa. Don Pedro era un señor muy guapo, misterioso y eso lo hacía interesante, en más de alguna ocasión había fantaseado con él en mi cama ya que ese misterio lo hacía interesante. Tenía esa misma sensación que con Eugenio, había como mariposas en mi panza, ya que era primera vez que estábamos solos. Sentí como mi vagina se humedeció otra vez, todavía estaba caliente por lo vivido en su casa. Apretaba mis piernas para evitar que mis fluidos salieran pero era inútil, seguía caliente y mi respiración me delató. Don Pedro me mira algo extrañado y me pregunta: ¿Te pasa algo chiquis? ¿Estás bien?". Pensativa para inventar una excusa le respondí: "Sí don Pedro, estoy bien".

Sentía un fuego abrasador en mi entrepierna, había unas ganas locas de tocarme y que él me viera, pero no podía saber que me estaba pasando, ya que podía jugar en contra de mi amistad con Ale. En eso cambia de velocidad y al soltar la palanca de cambios rosa mi pierna, la sensación se hizo más intensa y me arrancó un suspiro. Él me miró, percibió lo que pasaba y cada vez que soltaba la palanca me rozaba de manera intencional. "Por favor don Pedro. ¡No haga eso!" –le dije. "¿Hacer que chiqui? ¿Pasar el cambio de velocidades o rozar tu pierna?" –me pregunta. Mierda, me había descubierto, no sabía que responderle, solo me quedé en silencio. Él siguió conduciendo, pero con su mano en mi pierna, que ganas de decirle que me tocara y sintiera lo caliente que estaba, pero debía mantenerme como una chica buena. A unos kilómetros de llegar a casa me dice: "Sé que estás caliente y lo zorrita que eres. ¿Crees que no me doy cuenta?". "Don Pedro, yo, yo" –articulé tartamudeando. "Vas a dejar ese papel de niña buena y te vas a comportar como lo que eres, una putita caliente. Bastante tengo que lidiar con la mojigata de Ale, para tener que lidiar contigo" –me dijo. Escucharlo hablar así me hizo estremecer y obedecí. Pensaba en mis adentros: "¿Quiere que sea puta? Seré puta para él. Me bajé el pants y mi braguita húmeda y me mastubé en el asiento del copiloto. Me miraba de reojo mientras me tocaba y gemía para él, noté que acomodó su miembro por encima del pantalón, ya que su erección era bastante prominente.

Se bajó el cierre del pantalón y sacó su verga, mis ganas de tocarla eran demasiadas, extendí mi brazo y la toqué. Se sentía tan dura, llena de venas, lo masturbé mientras yo lo hacía a la vez. Nos detuvimos cerca de un sitio eriazo, sin nada de iluminación. Fue cuando me decidí a chupar su verga como lo haría la más hábil de las putas. Escucharlo gemir y poner su mano en mi cabello para marcar el ritmo de la felación me tenía en éxtasis. Apenas me cabía en la boca por lo grande y gruesa que la tenía, babeaba y jadeaba al tenerla en la boca. "¡Así chiquis!" –me decía. Seguí por un rato hasta que nos pasamos al asiento trasero. Me quitó el pants y las bragas, me quitó la polera y el sostén, estaba desnuda para él y dispuesta a complacerlo. Me ordenó que me subiera encima suyo y de una certera embestida me la metió toda. "¡Ay don Pedro! ¡Qué rico!" !Fólleme cómo lo hace con Martha!" –le decía mientras me movía con frenesí encima de su verga. "No solo me follo a mi esposa lo haré contigo, también como lo hago con la zorrita de tu amiga" –me dijo. "¡Oh, qué rico don Pedro!" –le dije. Lejos de sorprenderme por lo que dijo, me calentó más saber que Ale tenía un sucio secreto con su padre. Ahora entiendo esas miradas de complicidad. Me la metía tan rico y a la vez me nalgueaba para que me moviera más rápido. Ufff, sus fuertes manos azotando mis nalgas me hacían enloquecer de placer. Uno tras otro los orgasmos se apoderaban de mi cuerpo y estaba exhausta por el placer.

Rebotaba encima de él, mientras sentía que sus manos marcaban mis nalgas, era extraño pero me gustaba que lo hiciera. Le suplicaba que lo hiciera más fuerte, que no se apiadara de mis nalgas. No sentía dolor, si no placer. "¡Chiquis, voy a acabar!" –me dijo. "Sí, explote dentro mío y hágame su sucia puta" –le dije aumentando mis movimientos. Sentí como se vació en mi interior y poco a poco disminuí el ritmo hasta quedar quieta encima de él. Su verga palpitaba satisfecha y yo trataba de recuperar el ritmo normal de mi respiración. Me besó como nadie nunca lo habia hecho, con lujuria y deseo. Me estaba poniendo el sostén y la polera cuando me dice: "Quiero que juegues con la palanca de cambios, cómo una niña perversa". Me pareció una idea alocada pero excitante. Me pasé al asiento de adelante y bajé los respaldos para que tuviera mejor vista. Me puse en posición y empecé a chupar la palanca de cambios como si fuera una exquisita verga. Debo reconocer que me calentó hacerlo ya que tenía a mi espectador pajeandose en el asiento trasero. "¿Así le gusta?" –le pregunté. "Sí chiquis, así. Sigue" –me respondió. Seguí obediente a sus deseos. No aguantaba la excitación, estaba chorreando otra vez, ahora mis fluidos mezclados con el semen de don Pedro. ¡Oh era demasiado excitante! Él seguía masturbándose observándome, entonces le dije: "¡Voy a ser tan zorra como usted quiera!". "Lo sé chiquis" –me dice. Sabía que él esperaba más, así que decidí mostrarle que soy una buena putita. Pasé mi pierna izquierda al otro asiento y bajé hasta que sentí la palanca rozar mi vagina. Me acomodé para que se abriera paso y se metiera, lográndolo sin dificultad.

Mi placer era absoluto, disfrutaba moviéndome de arriba a abajo de manera sensual. "¡Míreme don Pedro! Vea cómo esta zorrita disfruta siendo perversa para complacerlo" –le decía. Me acariciaba los senos solo por el placer de verlo masturbarse. Sus ojos estaban perdidos mirando como mi vagina engullía la palanca de cambios del auto. Mis gemidos eran intensos, sentía la libertad de hacerlo, nadie nos observaba en medio de la clandestinidad de ese sitio vacío. Él también gemía al masturbarse, ambos estábamos embriagados por la lujuria, eso hacía que fuera el momento perfecto. Ya casi al borde del orgasmo, le suplicaba que acabara, quería ver cómo su semen era expulsado de su miembro. Don Pedro empezó con movimientos más rápidos, su respiración se agitó y vi como su semen salió a borbotones cayendo en su mano y manchando incluso el asiento trasero. Se acercó y me dijo que lamiera su mano hasta que no quedara nada, obediente lamí y disfruté ese exquisito sabor de su semen. Hacerlo me llevó al orgasmo, dejando mis fluidos impregnados en la palanca y en el piso del auto. Me bajé como pude, mi vagina palpitaba y me dolía por esa rica experiencia. Me vestí como pude y me senté en el asiento del copiloto, él me miró y dijo: "¡Eres una exquisita putita obediente!". "Gracias señor, siempre que usted quiera puedo serlo" –le dije. Llegamos a casa y me despedí con un tierno beso en sus labios. 

Eran cerca de las diez de la noche. Entré a la casa y le conté todo a mis abuelita y también a mi mamá, mi papá aun no llegaba a casa. Obvio solo supieron lo bien que la pasé con Ale en su casa, menos la parte de esos placenteros encuentros con Eugenio y don Pedro. Me di una ducha después y me acosté pensando en lo que había vivido y obviamente gozado. En medio de esos pensamientos descubrí no solo que soy zorrita (cosa que ya sabía) y mi gusto por los hombres mayores.



Pasiones Prohibidas ®

6 comentarios:

  1. ⛓ Fiorella De Mr. P ⛓29 de abril de 2023, 7:23 a.m.

    Morboso...😏
    Me encanta tu sucia imaginación Mí Perverso 😈
    Y como siempre te he dicho tus historias me traen ricos y traviesos recuerdos
    Las sensaciones que despiertas con cada relato los conoces perfectamente, bien sabes que me encanta ser tu diablilla, tu putita caliente. Así como te gusta y disfrutar juntos cada instante candente y excitante
    Un excelente relato Mí Amo😘

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  2. Un relato de lo más excitante y lleno de lujuria. Comparto los mismos gusto de Pamelita. 🔥👏👏🔥😈

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  3. es un maravilla esta historia q quede húmedo

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  4. Me.encanto esa manera de hacerla delirar y ser muy puta con todos,mas que todo ser una exquisita zorra para los dos hombres y hacerla tener cuantos orgasmos que ricoo me encantó Caballero

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  5. Me encanto esa manera de hacerla delirar y ser muy puta con todos,mas que todo ser una exquisita zorra para los dos hombres y hacerla tener cuantos orgasmos que ricoo me encantó Caballero

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