2. Un desconocido en el bar 1

Hola a todo me antes que nada me presento mi nombre es Ximena. Primero me quiero describir físicamente mido 1.58 para mí estatura mis senos son grandes, mi cintura está un poco rellenita y mi cola está bastante bien, las medias casi perfectas: 91, 65 y 90. Me siento muy sexy y atraigo muchas miradas morbosas que me encantan. Hace un par de años cuando tenía 18 años trabajaba de mesera en un bar de la ciudad, mi primer trabajo. Era una de las chicas favoritas del bar al ser la más joven y sexy del lugar, siempre recibía buenas propinas y muchas miradas morbosas y todo tipo de comentarios que me encantaban y me hacían sentir algo excitada todo mi turno en el bar.

Una noche fría de invierno, veo que entra un tipo que me llamó la atención y este venía con un amigo, pero mi interés se fijó es este hombre más alto que yo diría que mediría 1.80 y me encantó su barba muy bien arreglada bastante larga, su cabello buen arreglado y un aire de chico malo. Se sentaron, pidieron una botella de tequila y cervezas. Aunque me vio me vio con indiferencia como si viera a cualquier chica y eso me generó una combinación entre irá y excitación ya que no me veía como los demás. Avanzaba la noche y mi excitación crecía a medida de que era ignorada por este hombre que me tenía la vagina totalmente húmeda, tan húmeda que ya sentía mi tanga totalmente mojada.

 Eran las once de la noche este sujeto pide la cuenta, le dije a mi compañera que me dejara entregársela a ver si lograba captar su atención. Me acerco a su mesa, le entrego la cuenta y le hablo con la voz más sexy posible, él con su mirada indiferente me entrega el dinero y se me acerca al oído y me dice con una voz grave “¡Quiero tu número de teléfono, perra”. En ese momento casi tengo un orgasmo con sus palabras y cuando le traje el cambio le entregué mi número escrito en un papel, me dice: “Voy a dejar a este en un taxi y ya regreso”. Me hizo sentir tan caliente saber que regresaría. Salió y no tardo ni quince minutos en regresar, pidió otra botella de tequila y una cerveza para él. Cuando le llevé todo a la mesa me dijo: “Toma una cerveza yo la pago y ven a la mesa”. Fui y le pedí permiso a mi jefe para poder hacer eso, me dijo que no había problemas pero ella me dijo que lo hiciera gastar más. Al llegar a la mesa me siento cerca a él, olía a cigarro y perfume que me encantaba empezamos a hablar de cosas sin importancia. Me da un par de shots de tequila, a eso de la 01:00 de la madrugada tuve que ir al baño, hasta mi pantalón estaba húmedo y no quería delatarme. En el baño me miré al espejo tratando de procesar mi calentura, no entendia por qué ese desconocido causaba ese efecto en mí. Bajé mi mano y al sentir mi pantalón húmedo, esa sensación perversa de tocarme me invadió, sola frente al espejo lo desabroché y mi mano se deslizó entre mi tanga, sentí la mu humedad impregnada en mi vagina, llevé mis dedos a la boca y probé mis fluidos. Otra vez mi mano invadió mi entrepierna y empecé a masturbarme, intentaba detenerme pero el deseo era más intenso que mi cordura en ese momento. Gemía con intensidad, sentía mi clítoris abultado por la excitación y lo disfrutaba exquisitamente, mi en mi habitación habia sentido tanto placer como esa noche, ni cuando me masturbaba cuando mis padres cogían y me ponía caliente como en ese momento. No tardé mucho en acabar y sentir ese intenso placer que me hizo temblar por completo. Mojé mi rostro para quitarme las gotas de sudor y acomodé mi pelo para volver. 

Cuando regreso a la mesa, él me mira con una intensidad única y me dice: “La perra está mojada y caliente”. Aunque esa palabra casi no me gusta, pero como el la decía me mojaba más y más. En ese momento recuerdo que la bodega de la parte de atrás del bar estaba sola, le dije al desconocido que me esperara, que debía atender algo. Le dije a mi compañera que lo había atendido al principio que volvería luego, que me cubriera, que no dejara a nadie entrar a la bodega que necesitaba hacer algo. Me dice: “Anda, luego me pagas el favor”. Respondo que sí. Voy a la mesa y le digo al tipo con mi voz sexy que si me la quería meter fuéramos a la bodega, él me mira con su indiferencia y dice: “Bueno, te la voy a meter, pero no seré suave”.

Entramos a la bodega y el me dice: “Bueno perra, ¿qué esperas que no me dejas ver esas tetas que le vamos a dar un buen uso?”. Me empecé a quitar la ropa sin decir una sola palabra, cuando solo quedó en tanga me pega a la pared y me empieza a besar con gran intensidad, con sus manos una en mis tetas las pellizcaba y les daba pequeñas cachetadas, y con su otra mano ya me estaba metiendo los dedos con gran habilidad, en menos de tres minutos tuve mi primer orgasmo, él me metió sus dedos con mis fluidos en la boca y de dijo: “Saborea puta”. Chupé sus dedos sin decir una sola palabra, sus órdenes eran claras y precisas, se limitaba a decir lo que quería y obedecía para complacerlo. 

Tomó mi cabello y me hizo arrodillar. hasta que estuve de rodillas y me dice: “¡Ya sabes que debes hacer!”. Empiezo a desabrochar el cinturón y el pantalón se nota su verga marcada y cuando le bajó el bóxer su verga salió, era grande y muy gruesa. Empiezo a metérmela en la boca aunque de lo gruesa casi no me cabía, él tomo mi cabeza y me empezó a follar la boca mientras decía: “Es que te la vas a tragar toda puta”. Estuvimos así unos diez minutos; me levanta con una gran habilidad y me toma en sus brazos, me mira y dice: “¡Te la voy a meter!”. Sentía algo de miedo pensar en su gran verga, sin miramientos me la mete toda en mi estrecha vagina, saliendo un grito de dolor intenso al sentirla toda adentro: "Hijo de puta, me vas a partir en dos" –le digo. “Así hay que metérsela a las putas, hasta ahora estoy comenzando” –me dice. Me seguía dando con todas sus fuerzas. Ahora el dolor se transformó en placer y solo deseaba que no se detuviera, quería que me partiera en dos porque era su puta y estaba para darle placer. 

Empecé a tener otro orgasmo, él en ese momento casi la saca toda su verga y me la metió de golpe lo cual me hizo acabar de manera muy intensa, sentía que me temblaba todo le cuerpo. Me la saca y me dice: “Perra quiero ver mi verga en medio de esas tetas”. Me colocó de rodillas y pone su verga entre mis tetas y le chupo el glande que brillaba por mis fluidos. Hace que detenga y me pone contra la pared, siento su verga de nuevo en la entrada de mi vagina y me la deja caer de golpe hasta el fondo, solo podia gemir, no era capaz de decir ninguna palabra, cuando siento que me mete unos de sus dedos en mi anito virgen, me dice: “Este es el siguiente puta”. Me llene de miedo ya que si sentía que me iba a partir en dos al meterla en mi vagina que estaba bastante húmeda, me iba a partir en dos si me la metía en el culo. Le dije que no que por el culo no, que era virgen y que no podría con su verga por ahí, me jaló el cabello y me dijo: “¡Aquí no es lo que la perra quiera es lo que quiero yo y te voy a abrir ese culito y verás como lo hace un hombre de verdad”. Acto seguido me la sacó de la vagina y me lo pone en la entrada de mi culito y lo empieza a meter y me dice: “Te relajas o te va a doler aún más maldita perra”.

Metió su verga y se quedó quieto pero yo sentí un dolor muy fuerte, le dije que me lo sacará y dijo: “Se ahí no va a salir, relájate porque solo está la cabeza adentro, todavía no te la meto toda”. Pensaba que ya me la había metido completa, mi cuerpo temblaba de dolor y miedo. Luego de un momento empezó a empujar, yo solo gritaba del dolor, en ese momento pensé que alguien se daría cuenta de que me estaban cogiendo. Cuando metió toda la verga se volvió a quedar quieto, sentí como se expandía mi culito alrededor de esa verga tan grande, luego me empezó a bombear y el dolor se empezó a transformar en placer. Le pedía me no parara, que me la metiera más duro, me empezó a dar con toda su fuerza y luego de ese mete y saca me vino un orgasmo más fuerte que los anteriores, sentí que perdí la fuerza de mis piernas, él me tomó de la cintura y siguió dando verga y luego me dijo: “Ya casi termino perra pero te vas a tragar todo mi semen puta”. Me la sacó de golpe de mi culito y me puse de rodillas, su verga estaba untada de algo de mi caca y me dijo: “¿Qué esperas puta que no me empiezas a limpiar la verga? ¡La quiero reluciente!”. Sentí mucho asco por ese sabor de caca en su verga y casi vómito, me dice: “Si vomitas perra te hago comer tu propio vomito”. Al ver sus ojos comprendí que hablaba en serio. Empecé a limpiar su verga con mi lengua, luego me tomó la cabeza y me la metió en la boca, me empezó follar hasta la garganta. A los pocos minutos sentí que iba a acabar, traté de sacarla de mi boca pero él hacía más fuerza. El primer chorro de semen llegó a mi garganta y así fueron tres chorros más, me la sacó y dijo: “Recoge lo que te queda por limpiar perra”. Lamí su verga y se la dejé limpia. 

Cuándo me doy cuenta él ya se había vestido y recogió mi tanga la echo en su bolsillo y me dijo: “Esto es el recuerdo para mi colección”. Se fue dejándome en el piso de esa bodega. Me vestí y salí de la bodega, mi compañera me da una cerveza y me dice: "Ahí te dejaron para que tomes algo". Exhausta, adolorida bebí la cerveza de un solo sorbo y me pregunta: “¿Qué tal estuvo la fiesta?". No le dije nada, pero mi cara lo decía todo. Luego ella me dice: "Luego me pagas el favor que me quedas debiendo". No sabía cuál sería el precio que debía pagar pero soy mujer de palabra. 

Salí del trabajo fui a casa, me duché y aunque me quedó todo el cuerpo adolorido de tan buena follada, lo que más me quedo resentido fue mi culito, no me pude sentar cómodamente por una semana. Dos semanas después me llega un mensaje de WhatsApp y era un pequeño fragmento de video donde me la está metiendo por el culo, él grabó todo y escribió: “Luego voy a ir por más perra”. Sentí húmeda mi vagina de solo imaginarlo. Ahora estoy a la espera que aparezca para que me tome de esa manera tan salvaje como lo hizo en la bodega del bar.

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