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lunes, 3 de junio de 2024

137. Mi prima Paulina

 


Mi tía Carolina, una mujer un tanto liberal en cuanto al sexo se refiere, había tenido unos problemas con su novio de turno y no quería saber nada de él, por lo que habló con mi madre pasar unos días en nuestra casa y así despejarse un poco. Mamá no tuvo problemas en decir que sí. Fue por eso que tuve que cederle mi cuarto a mi tía y a Paulina su hija. Mi prima era un tanto especial, ya que desde que éramos niños tuvimos algunos jueguitos de “papá y mamá”, lo que nos llevaba a frotarnos sobre la ropa para sentir esas cosas que sentían los adultos. Ahora la cosa era distinta, yo tenía 18 y mi prima estaba cerca de cumplirlos. Ya ambos sabíamos lo que es el sexo, porque de inocentes no teníamos nada y siempre había una que otra insinuación no pasando más allá de algunas manoseadas a su culo o a sus tetas. Como mi madre y mi tía trabajaban nos encontrábamos gran parte de la tarde solos, nos calentábamos mutuamente pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso, aunque en cualquier momento terminaríamos cogiendo.

Una tarde al regresar de la universidad, Paulina estaba preparándose algo para comer. Cuando la vi, tenía puesto un leggins ajustado que marcaban sus nalguitas perfectamente y una blusa delgada que marcaba sus pezones. De solo verla me use caliente, la saludé de un beso en la mejilla y le agarré una nalga. “No seas abusivo” –me dijo. “Disculpa Pauly pero no aguanté las ganas” –le respondí. Dejé mi mochila en el sofá y me fui a mi cuarto a pajearme en su honor, ya que el deseo era demasiado. Después de eso, la tarde transcurrió con cierta normalidad, pero no perdía la oportunidad de mirarle el culo o las tetas, mi verga estaba tiesa de solo verla paseándose por la casa.

Al llegar la noche como fui relegado al sofá me armé la cama y mi tía con mi prima en mi cuarto, mamá en el suyo. No me era problemas, porque en la soledad de la sala tendría la oportunidad de masturbarme pensando en las nalgas de Paulina y lo rico que sería recordar esos juegos de niños pero esta vez sin ropa. Pasada la medianoche fui al baño y me di una vuelta por mi cuarto, guarecido por la oscuridad abrí la puerta sin hacer ruido y alumbré con mi teléfono, mi tía dormía plácidamente destapada con una tanga y una blusita que apenas le cubría las tetas, así mismo estaba Paulina, ya que esa noche hacía calor. Yo dormía solo con un short holgado y sin ropa interior. Me quedé mirando a esas dos mujeres dormidas en mi cama, estaba caliente, me sentía como niño en una juguetería sin saber que escoger. La sensación de adrenalina era única, ya que perfectamente una de las dos se podría haber despertado y dado un grito al verme, pero por alguna razón estaba estático mirándolas dormir y con la verga en la mano. Mi instinto era más fuerte que mi cordura, me acerqué lentamente a la cama para tener mejor visión del culo de mi prima que me tenía demasiado caliente.  Al estar cerca me empecé a masturbar como endemoniado, intentando no bufar como animal en celo ya que estaba demasiado caliente que yo mismo podría delatar mi presencia al no contenerme. Después de varios minutos que me parecieron eternos, eyaculé acercándome a sus nalgas, dejándole algunos chorros de semen. Ahora la misión huida tomaba más fuerza que nunca y salí entre la oscuridad.

Al despertar a la mañana siguiente, estábamos los cuatro desayunando, Paulina no dijo nada a lo que sucedió en la noche, pensé que ni siquiera se dio cuenta. Mamá y mi tía salieron a su trabajo, yo tenía una ventana de tiempo libre y Paulina se fue a la escuela luciendo esa linda faldita que con suerte tapaba su culo. Me quedé pensado en lo que había hecho y el remordimiento me atormentaba, pero a la vez mi morbo se encendía, ya que era imposible no dejar de pensar en esa provocativa prima. Cuando llegó de la escuela la esperé con sushi para que almorzáramos. Ella ahora estando solos no me mencionó nada respecto a la noche anterior, por lo que podía respirar tranquilo. Después de comer nos sentamos en la sala para ver una película. Paulina me pidió si podía apoyar su cabeza en mis mulos, le dije que sí, que lo hiciera. Mientras veíamos yo acariciaba su rostro suavemente, se sentía cómoda en mi regazo, la perversión empezó a recorrer mi sangre y la verga se me empezó a poner dura, mientras le acariciaba el rostro a mi prima con mi otra mano acariciaba mi verga por encima del short. Mi prima estaba pendiente de la película por lo que no se dio cuenta cuando saqué mi verga y me empecé a masturbar despacio, sin tanto movimiento. Las caricias que le daba ya no eran por su rostro, sino que seguía el recorrido hasta su cuello y subía por su barbilla y rosaba sus labios. Después de un rato, ella sacó su lengua para lamer mis dedos deliciosamente. Ya no podía resistir la calentura y me acomodé para que mi verga rosara la cara de Paulina, al sentir como mi glande tocaba su cara se volteó y sin decir nada se la metió en la boca, la manera candente en que se la tragaba era alucinante, como sus labios la envolvían por completo me tenía al borde de la locura, pero más cuando deslizaba su lengua. “¡Hace días que quería que me la chuparas!” –le dije. Ella siguió con la boca pegada a mi verga chupándomela con lujuria, se puso en cuatro a mi lado, entonces mis manos se fueron a subir su faldita de la escuela, la tanguita que traía puesta apenas cubría sus orificios, mi mano jugaba con libertad por encima de su tanga e incluso movía el hilo que apenas tapaba culo para portarme de manera morbosa, ella solo seguía degustando mi verga con una delirante lujuria.

A medida que la acariciaba impúdicamente, mis dedos se perdían dentro de tanga hurgando su entrepierna con intrepidez. Mi querida prima gemía al sentir como mis dedos entraban y salían de su vagina con rapidez, penetrándola de forma descontrolada. El juego se había vuelto más morboso y era sin duda algo exquisito, ambos lo disfrutábamos como los adolescentes que éramos y nos dejábamos llevar. Ya estábamos a punto de acabar los dos debido al placer que nos entregábamos, sentir esa deliciosa boca chupándome la verga era exquisito pero me encantaba como la humedad en la vagina de Paulina se impregnaba en mis dedos. Ya casi sin poder contenerme dejé que mi verga explotara en la boca de mi prima, quien si quiera se inmutó al sentir como el semen llenaba esa candente boca. Al contrario, bebió cada gota y lamió mi verga para dejarla sin rastro. A los pocos minutos la dulce Paulina se estaba entregando a un intenso orgasmo, que la dejó casi sin aire. Ya había pasado un buen rato desde que empezamos con nuestro jueguito, pero no pudimos seguir porque en cualquier momento llegaba mi madre o mi tía y seríamos descubiertos en plena acción. Decidimos en otra oportunidad ya dejarlo por el momento y buscar otra oportunidad para terminarlo como Dios manda.

Ya estaba mi madre y mi tía en casa, la cena estaba servida y comimos en familia, aunque las miradas lascivas entre Paulina y yo era más que evidentes, aunque tratábamos de disimular no podíamos esconder las ganas que nos teníamos. Como siempre después de cenar armé mi cama en el sofá de la sala, intenté dormir pero la calentura que sentía era mucho más fuerte que el cansancio del día. Como la noche anterior decidí darme una vuelta por mi cuarto para espiar lo que pasaba. Era la una de la madrugada cuando con pasos sigilosos me dirigí a mi cuarto, la erección que tenía rozaba mi short, esperaba ver a mi tía y a mi prima. Cuando abrí la puerta, las dos dormían plácidamente, mi tía con un cachetero y mi prima con la misma tanguita de la tarde, la sucia chica no se había cambiado de ropa interior para dormir, lo que elevó más mi calentura. Me empecé a masturbar mirando como dormían, casi sin hacer ruido para que no se despertaran y mi morboso plan no se arruinara. Me acerqué lentamente al lado de mi tia para tener una mejor vista de su culo, con aires de valentía lo acaricié con descaro mientras me seguía masturbando. Al parecer mi tía sintió mi mano en sus nalgas porque se movió un poco pero después se quedó quieta, me asusté un poco pero seguí acariciando su culo. Ya mi descaro había llegado a límites impensados, pasaba mi verga por esas nalgas que estaban a mi disposición. Puedo decir que mi tía tiene un culo tan exquisito como su hija y me daban ganas de metérsela, pero el problema era no hacerlo, el problema era Paulina que estaba a su lado.

Cuando estaba perdido en mis pensamientos, masturbándome y disfrutando el momento, pasó lo inevitable por mi descuido, mi tía se despertó y me sorprendió con la verga en la mano. “¿Qué mierda haces?” –dijo despacio para no despertar a Paulina. No sabía que responder, en ese momento fue como si la voz me hubiera dejado y balbuceaba buscando hilar una palabra. La respuesta era evidente, me había descubierto y ahora tenía miedo de que le contara lo que había hecho, pero lejos de poner el grito en el cielo y armar un escándalo dejó que ahora le acariciara las tetas, parece que no le importaba que Paulina estuviera a su lado dormida, porque sin dudarlo se quitó la camiseta que tenía puesta para darme mejor acceso a sus tetas. Mi tía Carolina se sentó en la cama y tomó mi verga para ponerla entre sus tetas, me empezó a masturbar con ellas y pasaba su lengua por mi glande. Jamás pensé que me encontraría en esa situación, disfrutar de la lujuria de mi tía era algo que ni en mis mejores sueños húmedos hubiera visualizado. Luego se quitó la tanga y se recostó en la cama con las piernas abiertas, apoyó su cabeza en el cuerpo de Paulina y me miró con lujuria, me dijo: “¡Lame sobrino!”. Acompañado de mi calentura empecé a lamer la vagina de mi tía que gemía sin disimulo disfrutando el recorrido de mi lengua. Escucharla gemir sin reparos me ponía más caliente, aun sabiendo que estaba apoyada en el cuerpo de su hija disfrutando de mi lengua.

El morbo de mi tía era alucinante, ya que se retorcía con lujuria sin importarle nada. Estábamos tan concentrados en el placer y en la perversión de ese candente que no dudé en subirme en la cama para metérsela de una vez a mi tía. Sin objeciones abrió sus piernas a tope y dijo: “¡Dame tu verga sobrino! ¡Quiero que me cojas!”. Se la metí sin importar nada y me empecé a mover como un endemoniado, Carolina gemía como loca al sentir como mis embestidas se volvían más brutales. Entre tanto movimiento y ruido Paulina se voltea y nos ve cogiendo como enfermos. A mi tía pareció no importarle ser descubierta, sino que siguió gimiendo, me mira y me dice: “¡No te detengas! ¡Sigue cogiéndome!”. Seguí dándole verga como ella lo pedía, me sorprendí cuando las manos de Paulina se posaron en las tetas de mi tía y las empezó a apretar. La escena no podía ser más candente, ver a mi prima jugar con las tetas de su madre era la cereza del pastel para esa noche. “¡Oh, qué rico!” –decía yo con una mezcla de asombro y de calentura. La noche y lujuria avanzaba lentamente, Paulina se quitó la camiseta que llevaba y se movió para quitarse la tanga, mi tía como toda una experta se giró y quedó en cuatro mientras las piernas de mi prima se abrían para darle acceso a su lujuria boca, lo que mis ojos veían era el espectáculo más pervertido que alguien pudiera observar. No pasaría mucho tiempo para que mi tía se dejara abrazar por un placentero orgasmo, sus intensos gemidos eran como música para mis oídos y para mi calentura. Mientras mi tía seguía retorciéndose con mi verga dentro su deliciosa concha, Paulina me miró con lujuria y preguntó: “¿Me vas a coger a mí también?”. Mi respuesta automática fue sí, a lo que me hizo ponerme de espaldas en la cama. Se montó encima de mí y empezó con sus sensuales movimientos. Me aferré a sus caderas para sentir esos lujuriosos movimientos, al fin ya me estaba cogiendo a mi prima y lo haría como si mi vida dependiera de eso. Mi tía se incorporó y empezó a pasar la lengua por las tetas de Paulina quien gemía descontrolada. “¡Qué rica verga! ¡Es mejor que la de tu novio!” –le dice a mi tía. “¡Sí que lo es hija! ¡Suciamente deliciosa!” –responde mi tía. Mi asombro fue demasiado mezclado con la excitación del momento, entre las dos compartían las vergas que se comían.

Mientras Paulina se movía perversamente encima de mí, mi tía la besaba con lujuria, no sé cuánto tiempo tenían este juego, pero me sentía privilegiado de ser parte de él. La vagina de Paulina palpitaba y mi tía seguía comiéndole las tetas con esa perversión que afloraba de ella. La primita estaba al borde del orgasmo y se movía más rápido para obtenerlo. “¡Ah, sí dame!” –decía Paulina con los ojos casi en blanco, era delicioso tenerla encima ya sin ropa, haciendo realidad esos juegos perversos de la niñez. Ya sin poder contenerse explotó en un exquisito orgasmo, mi tía acalló sus gemidos con un candente beso. Cayó a mi lado rendida, pero mi tía había decidido que no terminaríamos aun, ya que la noche se presentaba como una aliada perfecta para nuestra lujuria.

Después de ese exquisito orgasmo de Paulina, mi tía se pone de espaldas sobre la cama, mi prima sabe muy bien lo que debe hacer, se sube encima de ella y se unen en un lujurioso 69. Yo me quedé mirándolas a un lado de la cama con la verga en la mano pajeándome viendo su espectáculo. La calentura que sentía era brutal, jadeaba viéndolas como ambas se daban lengua en sus lujuriosas conchas. Me acerqué y puse mi verga en la boca de mi tía la que chupó gustosa hasta dejarla llena de saliva, entonces la acomodé en el culo de Paulina, quien al sentirla empujó su culo hacía atrás para facilitar que entrara sin problemas, al fin tenía el culo de mi prima a mi completa disposición. Entraba poco a poco y un pequeño alarido salió de sus labios para luego seguir concentrada en la concha de mi tía. Tomado de sus caderas la empecé a embestir con fuerza, la vez que la lengua de Carolina causaba estragos en su clítoris. De vez en cuando se la sacaba para mi tía me la chupara y después se la volvía a meter. Me sentía en la gloria disfrutando de tan perversas mujeres que sin tapujos se daban placer. Ya mi verga no aguantaba entre la boca de mi tía y el culo de mi prima, estaba a punto de acabar, la verga me palpitaba y sentía que en cualquier momento iba a explotar. La saqué y se la metí en la boca a mi tía, al solo contacto con sus deliciosos labios eyaculé, la notarlo Paulina se bajó y se fue directo a los labios de Carolina para juntas degustar la tibieza de mis fluidos, lo que me pareció perverso e idílico a la vez, ver como no tenían complejos en compartirse el semen de mi verga entre besos apasionados.

Después de la acción más caliente que haya vivido en la vida, nos quedamos tendidos en la cama, las dos hembras abrazadas a mí, desnudas y cogidas deliciosamente. “Anoche sentí como entraste a la habitación y vi cómo te masturbabas mirando el culo de Paulina y como le dejaste sus nalguitas llenas de semen” –dijo mi tía. “Sí, yo me desperté al sentir la lengua de mamá lamer el regalito que me dejaste, pero si te hubieras quedado solo unos minutos esto hubiera pasado anoche” –dijo Paulina. Ante tal confesión no pude más que simplemente acariciarlas y disfrutar del momento. Nos quedamos dormidos abrazados sobre la cama. Al despertar en la mañana salí del cuarto y me di una ducha, aun incrédulo por lo que había pasado, pero mi sorpresa fue tal al ver a mi tía y a mi prima saludarme agarrándome la verga, lo que me confirmó que no fue un sueño. Aprovechamos cada momento que teníamos para coger perversamente los tres, incluso lo hacíamos en la cama de mi madre y mi tía hacia que me masturbara en la ropa interior de mamá para dejarse llenas de semen, después ellas se limpian sus conchas con las bragas escogidas dejándoles su olor. Mientras estuvieron en casa fueron días intensos, donde cogíamos todas las noches, ya fuera en mi cuarto o en la sala sabiendo que mamá dormía.

Llegó el día en mi tía decidió volver a su casa, pero yo me la pasaba de visita o ellas venían a quedarse un fin de semana en donde dábamos rienda a la lujuria que teníamos, ya no nos importaba ser descubiertos por mi madre, total era un tiempo en que solo importaba el placer. Incluso seguí masturbándome en la ropa interior de mamá con tal de dejarle esos regalos pegajosos causados por la calentura que su hermana y su sobrina. No sé si se dio cuenta que se ponía las bragas con semen o con el olor de ellas pero me calentaba revisar su cajón y ver que no estaban las que había dejado llenas de semen.

 

Pasiones Prohibidas ®

1 comentario:

  1. Uffs que rico y excelente relato caballero 😈😈😈🔥🔥🔥

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