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miércoles, 24 de enero de 2024

94. Por unas copas de más

Hola, mi nombre es Arlette, soy una mujer de 24 años y de muy buen cuerpo, y no sé si lo que les contare les interesa o no pero a veces es necesario contar lo que nos pasa o lo que hemos vivido, por eso tuve el valor de sentarme frente al computador y escribir. Ahora ustedes sabrán algo que nadie sabe. Lo que les cuento ahora es una realidad que me ocurrió hace un tiempo atrás, luego de asistir a una fiesta que se realizaba por festejar el cumpleaños de una compañera del trabajo.

La cuestión es que yo había tomado más de la cuenta y me sentía bastante mareada. Bueno, más que mareada ya que no sé beber. Mi novio no había podido acompañarme por unos compromisos familiares, así que debía volver sola a mi casa. Por suerte no estaba manejando, así que necesitaba un tiempo para despejar mi mente y tener la suficiente conciencia para pedir un Uber, lo que también me ayudaría a no seguir tomando. Me aleje de la casa principal a los jardines caminando torpemente por los estragos del alcohol. El terreno era grande y los jardines extensos. A eso de las tres de la madrugada estaba caminando por la inmensidad del jardín que contaba con poca iluminación y arbustos frondosos. Pensé que no iba a encontrar a nadie por esos lados, pero me equivoqué ya que ni bien entre unos arbustos vi como una pareja tenía sexo.

La chica estaba montada sobre él cabalgándole la verga como endemoniada. No es que sea voyerista ni nada pero me quedé en la oscuridad viendo como ella subía y bajaba armoniosa gimiendo perversamente. Me empecé a calentar al ver semejante espectáculo, los gemidos de la chica eran alucinantes, se notaba que lo estaba disfrutando, llevé mi mano a mi entrepierna y empecé a masajearme la vulva sobre la falda. La calentura recorría mi cuerpo como un vendaval de lujuria, mis pezones se sentían duros y con mi mano libre me acariciaba las tetas. El hombre la puso en cuatro sobre el césped y se la empezó a meter con fuerza, lo que causaba que la mujer gritara de placer al sentir esas violentas embestidas. Mi falda ya empezaba a molestar, también mis bragas y aprovechando la oscuridad me quité la ropa interior, subí mi falda para masturbarme descaradamente viendo cómo cogían. Estaba tan perdida en darme placer por ese caliente estímulo visual que se me olvidó que estaba ebria y caí me caigo al no tener firmeza en mis piernas. Al parecer hice un poco de ruido, que la pareja me escuchó pero no pudieron verme. Apresuradamente se fueron de dónde estaban al saberse descubiertos. ¡Por la mierda! Sentí rabia porque me lo estaba pasando bien teniéndolos de estímulo. Por estúpida me había quedado con las ganas.

Dando una vuelta por más atrás del jardín me fijé que había una especie de banquetas y me fui a echar en una de ellas para poder reaccionar y luego retornar a casa. Me tumbé en una de ellas y recordé lo que había visto y otra vez me masturbaba pensando en lo rico que la chica lo estaba pasando. Entre lo caliente y los tragos me hacían imaginar que estaba con mi novio y me quedé un poco dormida soñando en ser cogida con esa fuerza. A ratos me despertaba y seguía con mi dedo hurgando mi clítoris, incluso me penetraba con los dedos gimiendo perversamente; el alcohol y la cogida que había presenciado en las sombras me tenían completamente desinhibida, no me importaba si había algún morboso voyerista mirándome, ya que antes hice lo mismo. Seguía presa de la lujuria y el placer era tan intenso que me arqueaba sobre la banqueta gimiendo y bufando de placer. El orgasmo llegó y me estremecí de placer. Tan perdida estaba que no me importaba si alguien me escuchaba, era rehén de las sensaciones de mi cuerpo y no las iba a controlar. Al fin el orgasmo cesó, estaba sudada, mis fluidos me escurrían por las piernas y mi respiración agitada; cerré los ojos por un momento pero el ajetreo sexual vivido y el alcohol me hicieron dormir profundamente.

Luego de un buen rato sentí que lamían mi vagina y abrí más las piernas para sentir esa lengua. Seguía dormida, pero mi inconsciente me hacía reaccionar con gemidos suaves, no podía abrir los ojos, solo podía gemir deliciosamente. De pronto, sentí como si intentaran tomarme de la cintura. Hasta ese momento yo seguía soñando que era mi novio el que quería cogerme, así que me di la vuelta y puse mis rodillas en el piso y mi pecho sobre la banqueta y otra vez sentí como me lamía, por un buen rato estuve sintiendo como esa lengua recorría mi vagina y mi ano, estaba tan caliente y borracha que no me daba cuenta de lo que hacía, solo quería ser penetrada. Jadeaba delirante y diciendo: “¡Así mi amor, sigue!”. Separé más piernas para que esa lujuriosa lengua tuviera más acceso a mi intimidad. No sabía si estaba soñando o si en verdad alguien estuviera aprovechando la oportunidad que tenía. Ya estaba al borde del orgasmo cuando esa lengua se detuvo y sentí que se abrazaba a mis caderas, quería ensartarme la verga a como diera lugar, le ayudé levantando más las caderas y abriéndome de piernas lo más que pude. Esa verga desconocida entró y sentí como se empezó a mover con rapidez penetrándome de manera salvaje. “¡Oh, sí, dame! ¡Cógeme con fuerza!” –decía. Sentí que estaba en las puertas del cielo, estaba caliente y deseosa, solo quería sentir esa verga taladrando mi vagina.

Mientras era penetrada sentí que mi vagina estaba totalmente llena y era algo más largo y grueso que me tenía delirando de placer. Poco a poco iba reaccionando y cuán grande fue mi sorpresa al despertar totalmente, era uno de los perros que tenían en la casa. Al tratar de separarme el perro me gruño, para él era una hembra con la que liberaría sus instintos. Quedé estática mientras el muy desgraciado me penetraba con más fuerza, mi vagina era forzada a abrirse mas, ya que me estaba entrando su bola por completo. Fue un dolor intenso que me hizo gritar pero que poco a poco se transformaba en placer. Cuando la bola entró era como si la verga me hubiera llegado al cuello del útero. Al tenerla toda llenando mi vagina empezó a hacer movimientos más cortos y penetrantes. El desgraciado su sabia coger y me encantaba como lo hacía,  su verga ya había llegado a mi matriz y me estaba llenando de su tibio semen que era expulsado en abundantes chorros. La situación en que me encontraba me llenó de lujuria al sentirme como una perra. Ni en mis más calientes sueños había sentido algo así como lo que estaba experimentando. Mi mente ya no razonaba solo quería sentir el latir de esa verga que se vaciaba en mi interior. Tuve varios orgasmos, hasta que quedé agotada, sin fuerzas; mientras el perro empezó a darse la vuelta para quedar pegados culo con culo. Me sentía tan caliente que los orgasmos no cesaban. Me dolía la vagina pero el placer era intenso, el perro intentó sacar su verga pero no lo consiguió sino hasta pasar un buen rato, ya que el grosor disminuyó y salió de mi dejándome chorreando de semen.

Estaba ahí sin poder moverme después de la salvaje cogida que ese perro me había dado, intentando recomponerme, cuando mi vagina fue asaltada por esa lujuriosa lengua, miré de reojo y vi que otro perro se había unido a la fiesta. El muy pervertido me lamia por completo llevándose mis fluidos y el semen del otro perro. “¡Ah, me gusta! ¡Eso, sigue así!” –decía entre gemidos. No sabía si alguien observaba pero me daba lo mismo, solo quería seguir disfrutando de esas lamidas que me hacían estremecer. Estaba caliente y mi vagina pedía verga a gritos, ya no me importaba nada solo quería sentir su verga dentro de mí. Como si hubiera leído mis pensamientos, se subió encima de mí y me tomo por la cintura, le entregué mi vagina, pero al meterla sentí un dolor inmenso, así que lo saqué de allí y le ofrecí mi culo, este no se hizo esperar y me la metió de un solo golpe. Sentí que me partiría pero no me importó en ese momento, solo quería que me cogiera, poco a poco mi culo fue cediendo a las embestidas, ya no dolía sino que era un placer tan infinito que tuve un orgasmo que me dejó casi sin aire. “¡Ay, dame verga, métela toda!” –le decía al animal. Su bola empezó a agradar el agujero de mi culo que se dilataba para recibirla, el sublime placer de un intenso orgasmo me sacudió, estaba con los ojos cerrados jadeando; buscaba una explicación de por qué me gustaba tanto esa salvaje forma de coger, pero no la encontraba. Me cogía como nunca ningún hombre lo había hecho en toda mi vida, mordía mi labio me dejaba llevar. Tuve otros orgasmo intensos estando pegados, hasta que sentí que el muy desgraciado empezó a jalarme con fuerza como si me estuviera remolcando con su verga, me arrastró por lo que creo fueron tres metros; intentaba no gritar porque el dolor era brutal pero a la vez excitante, menos mal me pude agarrar de sus patas traseras sino el desgraciado me arrastra por todo el jardín. En la tensa calma que estaba experimentando debido a que ya no me quedaban fuerzas, sentí como su verga empezó a palpitar y a vaciarse en mi culo, otra vez estaba quedando llena de semen y exhausta, disfrutando a más no poder de aquellos orgasmos que me azotaban como un impetuoso oleaje. Luego que su verga salio me quedé tirada en el piso para recobrar fuerzas y salir de ahí sin que nadie se diera cuenta de lo ocurrido. Como pude tomé mi cartera y saqué mi teléfono para pedir un auto. Apenas podía caminar, ya que me dolía la vagina y el culo.

Una vez que llegué  a mi casa me fui al baño a darme una ducha, ya que estaba sudada y olia a sexo. Mientras el agua caía me puse a pensar sobre lo que pasó y no podía creer que cogí con dos perros y que hubiera gozado con ellos. Las borrosas imágenes se empezaron a agolpar en mi mente, haciéndose más claras. Sentí que mi vagina ardía, empecé a respirar agitado y recordaba esas salvajes embestidas en mis agujeros que palpitaban aun. Mis manos se empezaron a deslizar por mi cuerpo, buscando una explicación a mi calentura, mis pezones estaban duros y mi vagina se humedecía por mis fluidos más que por el agua de la ducha. No pude aguantar y busqué mi clítoris, solo con rozarlo delicadamente ya estaba gimiendo de placer recordando a esos dos amantes caminos que me habían usado y abusado de mí en medio de la borrachera. Estaba pegada a la pared con las piernas abiertas deleitándome en el placer, mis piernas se deslizaron y quedé sentada en el piso jugando con mi clítoris. No era suficiente, quería más y metí tres dedos en mi húmeda vagina, me empecé a penetrar frenéticamente, me dolía pero recordar que pude soportar el dolor de ser follada por dos animales era el consuelo que tenía para darme placer. Me apretaba los pezones y los retorcía, volvía a penetrarme y seguía gimiendo como loca, las piernas me temblaban y no me pude resistir al violento orgasmo que me invadió. Gemía y jadeaba de manera salvaje, ponía mi mano en la boca para ahogar mis gemidos ya que no quería despertar a mis padres, puesto que era aun de madrugada. Como pude me puse de pie y me fui a la cama, quedando tirada sin tiempo a ponerme nada para dormir, el cansancio se había apoderado de mí y me dormí como una niña caliente pensando en esas vergas.

Cuando me desperté pasaba del mediodía, me vestí y bajé a la cocina, estaban mis padres preparando el almuerzo, al verme mi papá dice: “Mira mi amor quien se dignó a aparecer”. Mi madre sonrió y le dijo: “No le digas nada a la niña, lo pasó bien en la fiesta de cumpleaños de su compañera. ¿Acaso tú no fuiste joven?”. En la poca interacción que tuvimos, les dije que la fiesta estuvo entretenida y que se me había la noción del tiempo. Intentaba disimular lo que más podía ya que me dolían demasiado mis agujeros y estar sentada era una tortura. No sé si mi papá intuía algo pero no me despegaba la vista, me ponía nerviosa cuando nuestras miradas chocaban, pero le sonreía de manera burlona y le sacaba la lengua. En eso mamá dijo que iba a ir de compras al supermercado buscando que mi papá la acompañara pero él le dijo que estaba algo cansado y que tenía ganas de salir. “Me voy a quedar con Arlette, así vemos una película y charlamos un poco” –le dijo. Si ya sus miradas me ponían nerviosa, más lo estaría estando a solas con él. Lo de ver películas es algo que hacíamos desde siempre, por lo que igual me tranquilicé un poco. Mamá tomó el auto y se fue a comprar algunas cosas que faltaban. “¿Qué quieres ver papi?” –le dije con ternura. “Decide tú, yo voy a preparar algo para que cómanos y tomemos para ver que tiene de nuevo Netflix para ofrecer” –me dice. Él se fue a la cocina y trajo unas papas fritas y una fría gaseosa.

Estábamos viendo la película, yo a su lado, me gustaba apoyar la cabeza en su hombro, podía pasar horas así ya que me hacía sentir segura. “Quiero preguntarte algo Arlette” –me dijo. “Claro papá, pregúntame” –le dije. Metió su mano al bolsillo y sacó su celular. Buscó en la galería y preguntó: “¿Te divertiste anoche en la fiesta?”. El nerviosismo me invadió y casi balbuceando le dije: “Sí, éramos algunos de la oficina y amigos de mi compañera los que estábamos”. “Ya veo. Me imagino que fue entretenido” –dijo en tono serio. “Bastante papá, Con decirte que bailé como nunca” –le dije con una sonrisa. “Eso está bien, pero tengo otra pregunta” –dijo mirándome a los ojos. “Pregunta papá” –le dije evidentemente nerviosa. “¿Qué más hiciste?” –preguntó. “Nada más, Ramón no estaba, no había mucho por hacer. Sabes papá que ya no soy virgen, por si quieres saber si me metí con alguien de la fiesta, te equivocas” –le respondí. “Entonces dime una cosa. ¿Eres tú la de este video?” –dijo dándole play. En ese momento sentí que la sangre se me heló y me quedé callada, no podía creer que alguien si me haya visto y me haya grabado. “Responde” –me dijo. “La respuesta la sabes de sobra, pero ¿de dónde sacaste ese video?” –le dije con nerviosismo. “Lo mandaron en un grupo en el que estoy, más encima le dieron nombre al video” –dijo. “¿Qué nombre le dieron?” –le pregunté. “La linda perrita” –respondió. Quise levantarme y huir a mi cuarto, pero él me tomó del brazo y dijo: “¿Ahora quieres arrancar? Pues no, no lo harás”. La vergüenza me tenía inmóvil, no sabía que hacer o decir, no quería que me siguiera interrogando por lo que había sucedido, no sabía que responder si seguía preguntando, era imposible mirarlo a los ojos.

“Mírame” –me dijo. Obedecí y lo miré a los ojos, esperaba un montón de insultos, incluso a que me golpeara por ponerlo en esa posición, aunque hubiera estado justificado por mi comportamiento, aunque no sentía culpa por lo que pasó pero si vergüenza de que se haya enterado y sobretodo de esa manera. “En verdad te veías como una linda perrita” –me dijo. Me sorprendió con eso, pero si tenía razón había sido una perra anoche. “Ahora serás la perra de papi” –me dijo. ¡Mierda! ¡Me calentó oírlo! Mi vagina al instante empezó a chapotear. Tocó mis tetas y mis pezones reaccionaron al estímulo, él se dio cuenta y dijo: “Si que eres una perrita caliente”. Sonreí de manera perversa y le dije: “No sabes cuánto”. Sin dudarlo, me desnudó y me dio la vuelta en el sofá, solo sentí que su verga se metió de golpe en mi vagina, di un perverso grito lleno de lujuria y se aferró a mis caderas para empezar a moverse como un endemoniado. Si había algo que me gustaba de mis padres era escucharlos por las noches coger y los gemidos de mi madre me calentaban, y terminaba masturbándome deliciosamente pero ahora la que recibía esa verga era yo y gemía de la misma manera que lo hacia mi madre. “¡Cómo habrás cogido con esos perros que tienes la vagina aún abierta!” –me dijo, mientras me daba nalgadas. Yo mordía el sofá al sentir como su mano se grababa en mis nalgas. ¡Era delicioso! Me tomó del cabello y jaló llevando mi cabeza hacía atrás, dijo con perversión: “¡Muévete perra!”. Obediente empecé a seguir su ritmo despiadado. “¡Sí soy tu perra!” –le decía mientras jadeaba y gruñía. Me estaba cogiendo tan rico que no tardé en tener un delicioso orgasmo, podía sentir como mi vagina palpitaba, me tenía en las nubes gimiendo y jadeando.

Se tumbó en el sofá y yo me abalancé a su verga, como una buena perrita se la lamí completa, desde el glande a base. “¿Te gusta así papi?” –le decía, el gemía al sentir como con la lengua le recorría esa deliciosa verga, entonces me la metí completa a la boca y se la empecé a chupar, mis labios aprisionaban con fuerza su miembro mientras movía la cabeza, quería saborear su semen, tragarlo y sentirme más perra de lo que estaba siendo. La chupaba y lo masturbaba para acelerar el proceso, ya que teníamos el tiempo en contra, no sabíamos cuánto se tardaría en llegar mamá. Cuando me di cuenta que su verga se estaba poniendo más dura y su glande amoratado fue la señal que necesitaba, la metí toda en mi boca y papi eyaculó en mi boca, fue tan delicioso sentir como su semen llenó mi boca, que tuve un orgasmo espontaneo. Me tragué hasta el último chorro de su semen tibio. “¡Eres toda una puta Arlette!” –me dijo. “Soy todo lo que tú quieras que sea” –le dije. Me vestí y me senté a su lado masturbándolo suavemente para recoger con mi mano cualquier rastro de esperma que haya quedado y lamerlo. No pasaron cinco minutos cuando mamá llegó, nosotros estábamos en el sofá viendo tv como si nada hubiera pasado.

Desde que fui la perra de mi papi tenemos jueguitos perversos, pero el más divertido es salir por las noches a dar una vuelta al parque, donde él saca un collar y una correa, yo me paseó en cuatro con el vestido en la cintura buscando un macho callejero que quiera divertirse con esta perrita caliente, mientras papá me graba y comparte los videos de las aventuras de su perrita en ese grupo.

 

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

 

5 comentarios:

  1. Cada línea está llena de lujuria y placer exquisita experiencia.
    Como siempre Caballero excelente relato

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  2. Muy buena historia Lena de morbo y placer al mismo tiempo
    En qué se las personas pueden evocar sus demonios y poder cumplir sus fantasias, en un estado de sexo desenfrenado
    Muy buena historia

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  3. Ufs caballero, ese final super morboso fue la guinda. Excelente relato

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  4. Señor no es amenos lo que provoca en todo mi ser al leerle

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  5. Excelente relato. Gracias por compartir JOL

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