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martes, 16 de enero de 2024

91. Megan


 Megan es una muchacha de poco más de veinticinco años. Una cara preciosa y un cuerpo con curvas que apetecía acariciar. Sus pechos generosos están coronados por unos bonitos pezones que cuando va sin sujetador, apuntan furiosos contra la tela de la camiseta. Últimamente no dormía muy bien, estaba en un periodo extraño de ansiedad y esto le impedía tener un sueño reparador. Ese día había caído rendida en los brazos de Morfeo y ya llevaba unas buenas horas durmiendo.  

El hombre había seguido en varias ocasiones a Megan hasta su casa, había observado que le gustaba dormir con la ventana abierta y sabía que su hora de levantarse eran las siete de la mañana. Su miembro estaba erecto solo de pensar que hoy sería suya, que la tendría solamente para él. Hábilmente había preparado unos pallets cerca de la casa para poder alzarse en ellos. Los colocó bajo la ventana y sujetándose firmemente del balcón escaló  hasta penetrar lentamente por la ventana. Una vez dentro, se acercó a la cama y contempló durante unos largos segundos la cara de felicidad de Megan. Le acarició la mejilla con dulzura a la vez que, del bolsillo de su pantalón, extraía el pañuelo untado en cloroformo que había guardado nada más llegar al lugar. Megan se movió en sus sueños, cambió de posición y las sábanas resbalaron por su cuerpo, destapando su torso. Portaba una camiseta de tirantes, tipo baloncesto y uno de sus senos quedó fuera. 

La verga del hombre dio un salto dentro de su pantalón y se apretó contra el slip. No pudo dejar de acercar su mano y acariciar con suma dulzura ese pezón que ya estaba duro como una piedra. Acercó la mano con el pañuelo a la nariz de Megan y esperó que el cloroformo hiciera su efecto. Lentamente sacó la camiseta por la cabeza de Megan. Acarició con dulzura sus pechos, apretó sus pezones y notó como estos se endurecían. Puso sus dedos gordos por dentro de la cintura del corto pantalón de dormir y tiró de este hasta sacarlo por sus pies. Observó el precioso cuerpo de Megan a la vez que su verga se apretaba contra sus pantalones. Acarició los dedos de sus pies y subió en un muy lento caminar, acariciando la totalidad de su muslo, su mano se situó en el interior de su muslo para seguir ascendiendo, hasta llegar a su vagina. La acarició muy suave con las yemas de sus dedos, sin prisa, quería recordar por siempre ese momento. En su lento acariciar, empezó a notar como sus dedos se mojaban, como de esa vagina empezaba a rezumar un líquido viscoso, que lo iba cubriendo. Llevó los dedos a su boca, los chupó y se recreó en su sabor. Sabían a mar, salado y un poco agrio. Acercó de nuevo la punta de su dedo a ese rosado coñito y lo penetró un poco. Notó la humedad que en él había, la chica estaba excitada. 

Muy suavemente acarició la curvatura de su espalda hasta llegar a su mano, la sujetó y colocó unas esposas en ella, a estas ató una cuerda que, pasando por debajo de la cama, ató a la pata del somier. Esto hacía que la mano de Megan junto con su brazo se abriera separándose de su cuerpo. De igual manera procedió con la otra mano y la ató a la otra pata del somier. Deslizó su mano entre sus pechos, los rodeó en una suave caricia y siguió descendiendo, al llegar a sus caderas, las alzó y puso una almohada bajo su cuerpo. Continuó su descenso por el interior del muslo izquierdo y al llegar a su tobillo, sacó unas esposas y se las puso rodeando este con ellas. A las esposas sujetó una cuerda como ya había hecho con sus muñecas y ató está a la pata del somier. Ascendió por su muslo, extremadamente lento, hasta llegar al sexo de Megan, lo acarició por unos segundos y volvió a bajar esta vez por su muslo derecho. Como hubiera hecho anteriormente, sujetó las esposas a su tobillo y ató esté a la pata del somier. Ahora Megan ofrecía una bella estampa, así en cruz, con sus pechos enhiestos y su coñito expuesto. El hombre sacó una bola de su bolso y se la colocó en la boca a Megan, así se aseguraba su silencio. Buscó hasta encontrar un pañuelo por la habitación y lo puso en sus ojos. Se desnudó y se sentó junto a ella observando sus reacciones. 

Megan entre sopores, iba despertando. Tenía un ligero dolor de cabeza y la boca estaba seca. Algo le impedía que pudiese cerrarla y le obligaba a salivar en exceso, las babas caían por los costados de su cara. Lentamente iba tomando conciencia de su situación. Estaba ciega, no podía ver nada, algo tapaba su boca y le obligaba a mantenerla abierta. Intentó moverse, pero se encontró atada de pies y manos. Tiró de sus cuerdas, pero no, las esposas no le dejaban moverse. El miedo recorrió su cuerpo, ¿Qué estaba pasando? Notó su cintura levantada y su sexo expuesto, se notó excitada, pero no sabía por qué. “¿Qué era esto, que estaba pasando?” –pensaba, buscando una respuesta. “Hola preciosa, ¿ya despertaste?” –dijo el hombre. Megan notó como el miedo se apoderaba de ella, como una corriente subía por sus piernas hasta contraer su estómago. “¿Qué estaba pasando?” –seguia preguntando sin tener una respuesta. “Te explicaré como va esto. Si eres buena y colaboras, todo será color de rosas, tendrás muchos orgasmos y disfrutarás enormemente. Por otro lado, si no colaboras, no disfrutarás, todo será más salvaje, no tendré piedad contigo, tú decides ¿qué prefieres?” –dijo el hombre con firmeza pero un dejo de ternura.  Con extrema lentitud retiró la bola de su boca, por precaución había cerrado la ventana, así en caso de gritar sus gritos se perderían en la habitación. “Bien, colaboraré, de verdad, pero desátame” –le dijo angustiada la chica. “Todo a su tiempo preciosa, todo a su tiempo” –replicó el hombre.

El hombre se levantó lentamente y se tumbó al lado de Megan. Esta temblaba por el miedo. El hombre con mucha suavidad acariciaba su cuerpo, sin prisas, con dulzura. Aprendiendo cada parte de ese maravilloso cuerpo. Acarició sus pechos, descendiendo hasta su sexo donde se recreó en una continua caricia que iba desde su culo hasta su clítoris, para volver a repetirse una y otra vez. Megan empezó a excitarse y de su vagina ya manaban sus deliciosos fluidos. El hombre no paró en sus caricias y seguía acariciando el perfil de esos carnosos labios que le pedían introducir su dedo hasta lo más hondo. Sin embargo, su mano ascendió hasta el pezón izquierdo de Megan, lo atrapó en su índice y su pulgar y lo apretó. Megan soltó un gemido a la vez que una corriente juntaba su pezón y a su clítoris, estaba a punto de acabar en las manos de ese “violador”. El hombre aflojó la presión sobre su pezón y ahora bajó a su clítoris. Untando sus dedos en los fluidos de Megan, lo acarició con suma sutileza una y mil veces, hasta que Megan explotó en un lento e intenso orgasmo. “Ahora beberé el batido que hicieron mis dedos” –le dijo el hombre con lujuria en su voz. Megan solo podía gemir, intentaba cerrar sus piernas para retener el orgasmo, pero no podía, ese era su castigo. Sintió como la boca del hombre se acercaba a su vagina, como su lengua tocaba sus labios y como los lamía. Como recogía todos sus líquidos lamiendo alrededor de sus labios, la estaba dejando bien limpia.

El hombre sintió como esa vagina se abría como una flor, dejando expuesto el clítoris. La almohada que había bajo sus glúteos facilitaba esta acción. El hombre acercó la punta de su lengua al exquisito clítoris que le pedía ser devorado. Lo titilo con la punta de su lengua, lo repasó con toda su lengua entera, lo sorbió y lo chupó. Uno de sus dedos se acercó al culito de Megan. Esta levantó el culo, esa caricia era nueva para ella. El hombre se dio cuenta y con suma lentitud acarició la entrada de ese estrecho orificio, mientras seguía lamiendo ese ya hinchado clítoris. Lentamente Megan se fue relajando y la punta del dedo fue entrando en su culito produciéndole un enorme placer. Una vez tuvo todo el dedo dentro lo empezó a meter y sacar con extrema lentitud, a la vez que su lengua cada vez con más brío azotaba su clítoris. A la quinta vez que su dedo procedía a salir del estrecho canal, Megan arqueó la cintura, se tensó de las cuerdas y de su vagina empezó a emanar una fuente que llenó la cara de él con sus fluidos. “¡Oh, Dios! ¡Esto ha sido maravilloso! Ahora sí que tienes que cogerme. ¡Suéltame por favor, suéltame y cógeme!” –le suplicó Megan. El hombre la miró con una sonrisa burlona y le dijo: “Esto es una violación, ¿recuerdas?”. Lentamente subió por la cama hasta llegar con su verga a la vagina de Megan. La asaba rozando y apretando ese inflamado clítoris. No tenía prisa, iba muy lento, mirando a los ojos de Megan. Esta le miraba suplicando. “¡Fóllame! ¡Fóllame ya, por favor” –le decía sin esconder sus ganas.  

La sonrisa del hombre se hizo más patente, la tenía donde quería. Un leve empujón introdujo la punta de la verga en esa encharcada vagina. Metía y sacaba la punta de su verga con una calculada precisión. Esto se convirtió en una eternidad para Megan. Esta gemía, se retorcía en sus ataduras y pedía más. El hombre le sujetó por las caderas, le miró a los ojos y lentamente le fue penetrando hasta tocar su útero con la punta de la polla. Megan, gimió largo, hondo y desgarrado, se sintió llena y le miro a los ojos, de sus labios salió un tenue ruidito: “¡Por favor!”. El hombre se retiró muy lento y volvió de igual forma. Megan se relamía los labios, ponía sus ojos en blanco, lo repetía una y otra vez. “¡Más fuerte, más duro, más fuerte!” –decía ella sin poder aguantarse más. El hombre la miraba con actitud triunfal, ahora era suya, sin ningún tipo de duda. Sujetó con fuerza sus caderas y empezó un terrible mete y saca que llevó a Megan a gritar como una loca: “¡Sí, mierda, qué rico!”.

Antes de terminar su primera frase Megan ya se había acabado y mientras el hombre le daba duro, acabó otras dos veces más. El hombre sujetó con fuerza sus caderas, la levantó un poco de su almohada y le clavó la verga hasta lo más hondo, su verga empezó a palpitar al ritmo frenético de sus movimientos anunciando que él también se había acabado. Jadeante se levantó y quitó las esposas de las extremidades de Megan. “¡Mierda, para ser una violación ha estado muy bien! Podrías repetirlo pero más fuerte, más duro” –le dijo ella. “¿Te gusta fuerte y duro?” –le preguntó el hombre. “Sí, me gusta” –le respondió. “¿Qué tan fuerte y duro?” –le preguntó otra vez. “No sé, probemos” –le dijo Megan aún caliente y deseosa. “Bien, déjame recuperarme un poco y volvemos, mi edad ya no me permite muchas alegrías” –le dijo el tipo. Megan rió mientras se deslizaba por el cuerpo del hombre hasta llegar a su verga. Estaba flácida y había descendido en tamaño y en grosor. Megan la acercó a su boca, bajó la piel que cubría el glande y lo empezó a chupar. Su lengua lo recorría de arriba hacia abajo, mientras su boca lo engullía para repasar esa verga con su lengua. La recogía entera en su boca y la tragaba hasta tocar sus testículos con la punta de su lengua. Poco a poco, su trabajo empezaba a dar los primeros frutos. La verga ya tenía una dimensión aceptable y su grosor junto con su dureza, se iban acercando a lo que se esperaba. Megan engullía la verga hasta su garganta, quería darle el mismo placer que ella había recibido. Le chupaba el glande unas cuantas veces y después la metía hasta su garganta, donde la dejaba durante unos segundos. El hombre empezó a gemir, anuncio de que estaba excitado. “No cabrón, ahora me tienes que follar y follar bien duro” –le dijo la muchacha. Una sonrisa apareció en la cara del hombre, alzó a Megan hasta tenerla frente a su cara y rápidamente llevó su mano a su sexo. “Estás empapada putita” –le dijo. Megan sintió una corriente correr por su cuerpo, esas palabras la habían calentado. El hombre le miró a los ojos, subió su mano hasta su pezón y lo apretó con más fuerza de la necesaria. Megan suspiró y gimió de dolor, y de placer. “Así cabrón, así, por ahí vas bien” –le dijo Megan.

El hombre metió un dedo dentro del sexo de Megan. Lo metió y sacó con fuerza, Megan gemía, le miraba con admiración y movía sus caderas buscando el roce de ese dedo. El hombre introdujo otro dedo dentro de ella y Megan gimió, y pidió más. “¡Más fuerte! ¡Voy a acabar! ¡Más fuerte, vamos más fuerte!” –decía ella incitándolo a que fuera perverso. El hombre aceleró el ritmo hasta que notó como su mano se mojaba abundantemente. “Has acabado deliciosamente” –le dice el hombre a Megan. Con los mismos fluidos de su orgasmo el hombre untó sus dedos y los enterró muy despacio en el culito de Megan. Megan gimió, el hombre metió sus dedos dentro del culo de Megan, para ir dilatando este. Megan gemía a la vez que sus caderas subían y bajaban buscando esos gordos dedos que le hacían ver el cielo. La otra mano del hombre volvió a subir a apretar su pezón, lo apretó fuerte a la vez que Megan generaba un fuerte orgasmo dentro de su cuerpo. “Cabrón. Ahora me follarás, ¿verdad?” –le dijo ella. “Ahora te vas a poner en cuatro encima de la cama y te vas a ganar que te folle, si consigues no acabar te follaré, si lo haces ya habrás tenido tu premio” –le dijo él. “Eres un cabrón, ¿lo sabes?” –dijo Megan. “Ponte en cuatro” –le ordenó el hombre. Megan se puso en cuatro sobre la cama. El hombre se arrodilló junto a ella. Su mano acarició su cabeza y fue descendiendo muy lentamente hasta llegar a las caderas de Megan.  Megan se retorcía de placer con solo esa leve caricia ya estaba caliente como una perra en celo, su vagina no para de rezumar fluidos. El hombre acarició con dulzura el culito, el perineo y los labios de Megan. Esta se retorcía de placer entre esos dedos que simplemente con la caricia le estaban llevando al cielo. De repente el hombre separó su mano y esta impactó no con demasiada fuerza entre las nalgas de Megan, Megan gimió al notar como uno de los dedos del hombre impactaba contra su sexo. Tras cinco rápidos azotes, el hombre volvió a las caricias. Megan gimió y se sujetó con fuerza a las sábanas, un calor desconocido ascendía desde sus piernas hasta su cabeza excitando todo su cuerpo. Los pezones le dolían por lo duros que estaban. Nunca había sentido tanto placer, tanto deseo, tanta excitación.

El hombre impasible seguía acariciando el sexo de Megan. Ella quería más, necesitaba más, pero el hombre seguía en su lento caminar. Volvió a levantar la mano, mientras con la otra apretaba el durísimo pezón de Megan. En cuanto la mano se posó sobre su culo, Megan tuvo que hacer laboriosos esfuerzos para no acabar ahí mismo. Lo miró con lágrimas en los ojos, implorante. Ya no aguantaba más, su excitación era mayor que su control y estaba a un segundo de perder el control. “¿Quieres acabar?” –le preguntó. “Quiero que me folles” –respondió ella. “¿Estás a punto?” –le volvió a preguntar. “Cerca, muy cerca” –le respondió ella con los ojos llenos de lujuria. El hombre se puso tras de Megan y apoyó su glande en la entrada de la vagina de Megan, lentamente entró en ella hasta el final.

Megan sintió como esa verga llenaba su coño, como cada milímetro de su vagina era invadida. Mil sensaciones se agolparon en ella y perdió la fuerza en sus piernas y justo cuando la verga llegaba al final del camino estalló en un largo e intenso orgasmo que le llevó a tumbarse en la cama. Gimiendo, regodeándose en el placer, saboreando esa polla que tenía dentro y le hacía gozar con su simple latido. Su cuerpo era un mar de sensaciones, cada roce, cada caricia le producía un nuevo micro orgasmo. El hombre permanecía quieto con su verga enterrada en la vagina de Megan. “¡Fóllame cabrón! ¿Qué estás esperando?” –le dijo furibunda. El hombre no dijo nada, le sujetó por sus caderas y empezó a follarla con todas sus fuerzas, a la vez que azotaba su culo.

Megan sentía el calor en su culo y los orgasmos cada vez eran más fuertes. Cuando sintió que la verga del hombre estallaba en su interior y un fuerte orgasmo le llevó a la inconsciencia. Cuando despertó bien entrada la mañana, aún tenía ese calor en su cuerpo, acarició su culo y sus pezones. Realmente, no sabía si había sido un sueño o una realidad. Acercó su mano a su abultada vagina y la acarició muy suave, como había sentido unas horas antes. Aguantó hasta no poder más y entonces metió sus dedos muy lento hasta el fondo, cerró los ojos y se dejó ir en un demoledor orgasmo. Se quedó pensando en lo ocurrido buscando una explicación, tal vez fue un sueño vívido o quizá si fue verdad. Pero como haya sido, la satisfacción y el placer experimentado eran demasiado reales.

 

 

 

Pasiones Prohibidas ®

6 comentarios:

  1. Waoo tremenda historia que le cojan y la amarren para cumplir los más bajos instintos
    Como siempre Caballero gracias por su relato

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  2. Uffs que delicia 😋 🤤 😏 😈🔥🔥

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  3. En la primera parte me perdí en la descripción mientras la ataba; luego releí y no encontré la parte donde él le quita la venda de los ojos.
    Me deleite en cada rose, cada caricia, me sumergí en esos párrafos, y fue lo que más motivo a mi imaginación. El final en suspenso, que hace pensar a la protagonista de sí fue un sueño vivido o no, fue una buena conclusión

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  4. Exquisita lectura el inicio fue fabuloso

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  5. Excelente relato, lleno de lujuria y perversión. Cómo siempre caballero. Gracias por compartir JOL

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