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jueves, 28 de septiembre de 2023

58. Asesor financiero

 

Hoy, todos en la oficina me miran de reojo y percibo cierto nivel de envidia en el ambiente. Resonó en todos lados la noticia que he sido nombrado como el nuevo asesor financiero de Inmobiliaria SolyMar SPA. En esta oficina todos sabemos que la dueña de la mencionada empresa es una señora madura que vive en un palacio cerca de la costa, a la que le atribuyen un desmedido apetito por los jovencitos. Dicen de ella que es una mujer muy excéntrica, y que la mayoría de los asesores que se acercan por allá apenas permanecen en el puesto el tiempo de intercambiar los saludos de rigor y tener el primer desencuentro. Por otra parte, los que son más veteranos en la oficina dicen que para ser una mujer de indeterminada edad, aunque seguro que roza los sesenta, es una mujer muy atractiva y sofisticada, con sensibilidad y gustos exquisitos para las obras artísticas.

Voy hacia la mansión con la idea fija de causar buena impresión, puesto que este cliente depende en parte mi trayectoria profesional. Tengo muchas ganas de caer bien y de conquistar su confianza para ser el administrador - gestor de su enorme fortuna, con lo que ello lleva asociado, una sustancial comisión y prestigio. Me recibe una sirvienta, vestida con el típico traje negro, toca y delantal blanco, medias negras y zapatos de tacón del mismo color. Le calculo no más de veinticinco años. Me lleva a un salón enorme para que espere a que llegue la señora, también me ofrece algo de tomar, le pedí que me trajera un vaso de agua con hielo, ya que era verano y estaba cerca de la costa con traje y corbata. Estaba de pie mirando el paisaje, con el vaso con agua en la mano. Siento que unos tacones se acercan, es mi cliente. Ésta se presenta envuelta en una especie de bata semitransparente. A pesar de ser mucho mayor que yo, la mujer luce espectacular. Unas piernas largas y una bien conservada silueta que la convierten en una mujer muy apetecible. Me doy cuenta que estos pensamiento me apartan de mi objetivo, por lo que sacudo la cabeza para tratar de ahuyentarlos y trato de centrarme en los negocios.

Estoy bastante nervioso por la importancia de la tarea y porque debo luchar para tener el control de mis ojos que una y otra vez se dejan atraer por la mujer que tienen delante. Por una parte quieren mirar a la cara de la señora para indagar las claves que me puedan dar oportunidad de caerle bien. Por otra parte se distraen una y otra vez regodeándose mientras miran sus curvas y su estupenda figura. Debajo de la bata se dibuja un bonito traje de baño que le sienta estupendamente. “Mucho gusto soy…” –fue lo único que alcancé a decir hasta que me interrumpió. “¿Dónde vas vestido asía? quítate la corbata inmediatamente antes de empezar a hablar conmigo” –me ordena con autoridad. La miro en silencio pero en mis pensamientos la estaba puteando por altanera. “La próxima vez si vienes así no te recibiré” –dijo. “Usted perdone, no sabía que sería una reunión informal” –le dije como excusa. “Vienes a mi casa, ¿crees que voy a estar vestida de manera formal?” –me dice en tono de pregunta. “¡No, por supuesto que no! Por favor perdone mi falta” –le dije. Por alguna razón me sentí como perro regañado por haber hecho algo malo.

“Ven a la terraza, voy a darme un baño en la piscina” –dice dirigiéndose hacia el jardín. “La chaqueta, sácatela  y la camisa fuera, Ah, y  con zapatos, no quiero que salgas al jardín” –añade antes de salir, quitarse la bata y tirarse de cabeza a la piscina. Hace un par de largos en la piscina, sale y se coloca sobre una silla. “Ven y léeme los papeles” –dice mientras se dispone a tomar el sol. Apresuradamente saco los papeles del maletín  y mientras busco el dossier adecuado, siento como me pone la mano sobre el muslo y a continuación las desliza hasta mi entrepierna. “Me gusta conocer el género antes de depositar mi confianza” –dice  con extrema naturalidad dejándome totalmente descolocado. Intentaba mantenerme en calma, ya que su mano se acercaba a mi verga; me miraba con ojos pecaminosos, pero mi intención no era más que entregarle los informes que se habían requerido. “No está nada mal. Quítate el pantalón y ponte aquí a mi lado, no me gusta que me hablen demasiado fuerte” –dijo mientras se colocaba unos lentes para el sol. Se tumba dispuesta a tomar el sol de la mañana mientras se informa de cómo van sus negocios. No parece muy interesada en los detalles y me obliga a ir saltando rápidamente a lo largo del informe que tanto me ha costado redactar. “Ve directamente al final. ¿Cuánto han subido las acciones de la inmobiliaria?” –dice con desinterés, ya que su interés estaba en acariciar mi verga sobre los calzoncillos que ya se estaba poniendo dura por su lujuriosas caricias. “Un 3,57 %” –le digo rápidamente pues se me vino el dato a la memoria. “¡Estupendo! ¡Estupendo! Esto me pone de muy buen humor, hacía tiempo que no recibía tan buenas noticias. Vamos dentro de la casa” –me dice con una sonrisa de lado a lado.

Me siento un poco ridículo deambulando por su casa en calzoncillos, persiguiendo a esta estupenda señora que parece estar acostumbrada a conseguir todo lo que se propone. Me lleva hasta su habitación, se quita el traje de baño y se da una ducha. Tras recogerse el cabello, sale hacia la estancia completamente desnuda. Se echa sobre la cama y se coloca cómodamente entre los cojines. “Anda, ven y gánate el puesto. Estoy deseando ver si eres tan bueno en la cama como con las finanzas, algunos de tus antecesores no ha durado ni cinco minutos. Espero que superes esta ridícula marca” –dice con una mirada encendida y un tono sensual. Ante tal invitación no pude negarme, me quité la camisa y los calzoncillos, quedando desnudo ante ella, luciendo mi verga erecta por sus caricias previas y su candente invitación. Me mira sin apenas darle importancia, y espera con cierta impaciencia su turno. Por lo que he oído de ella, sé que si simplemente la follo no pasaré de la vulgaridad, así que decido improvisar. Me pongo sobre ella y la pongo boca abajo. Le doy un masaje desde el cuello hasta la espalda, luego voy hasta sus glúteos, luego en las piernas. Me concentro en la musculatura del cuello y dejo que mi verga se coloque  entre sus piernas.

Ella estaba relajada y separa las piernas para que la punta de mi verga pueda rozar en sus zonas más íntimas. Me coloco de forma que la verga se sitúa en la entrada de su vagina y tras empujar un poco se mete lentamente. Sigo masajeándole los músculos del cuello y de los hombros mientras aprieto sus glúteos con mi pubis y mi verga se incrusta por completo en su vagina. “¡Oh, muchacho! No lo haces mal, pero dame con más fuerza, que ya no soy una niña” –me dice mientras coloca un cojín debajo de su pubis para que su conchita quede mejor expuesta y la penetración sea mucho más profunda. La coloco de lado para apoyar uno de mis pies en el suelo. Tomando este pie como punto de apoyo principal, puedo bombear con toda la fuerza que me es posible. Le dos unos cachetazos en las nalgas y sigo bombeando rápido y enérgico. La mujer empieza a gimotear y balbucear palabras incomprensibles, hasta que levanta la cabeza y me pide de forma clara que siga dándole lo más fuerte que pueda. “¡Así, eso así! Me gusta como lo haces. ¡No pares ahora! ¡Dame más fuerte!” –me pide con insistencia. Le separo los cachetes y paso uno de mis dedos por su ano. Ella suspira y descubro un camino nuevo para el placer. Le saco la verga envuelta con sus propios fluidos, la froto entre sus nalgas y se la pongo en la entrada del culo. “¡Métela por ahí! ¡Quiero sentir tu verga en mi culo!” –me dice cuando siente que mi glande busca meterse en su apretado agujero. Tras empujar un poco, siento como su culo cede y mi verga se cuela dentro de ese ardiente y apretado agujero. “¡Dame tu verga! ¡Rómpeme el culo!” –dice autoritaria.

Siento que voy a acabar irremediablemente, porque lo apretado de su ano causa más fricción y mis embestidas son rápidas e intensas. Ella me sigue pidiendo que le dé cada vez con más fuerza. Trato de pensar en otras cosas para retrasar la eyaculación. Se me ocurre pensar en lo que dirán mis compañeros al verme volver derrotado tras el primer encuentro, o la gran cantidad de dinero que puedo llegar a perder, eso me motiva todavía más, debo resistir, no puedo dejar pasar esta oportunidad. Mi eyaculación puede y debe esperar. Sigo bombeando duro y consistente. Mi sistema de distracción del cerebro parece funcionar a la perfección y aguanto sin acabar. Le follo el culo durante más de veinte minutos hasta que ella me pide que pare pues ya no puede aguantar más. Justo en ese  momento me voy a dejar ir cuando recibo su última orden. “¡Échame tu semen aquí!” –me ordena señalándome su cuello y sus tetas. Es la jefa, hay que hacerle caso.

Me dejo ir y le descargo mi semen por todos lados, en su cara, los labios, y las tetas. Tanto tiempo aguantando y dándole duro a ese culo surtieron el efecto requerido, dejarla llena de semen para que lo pueda disfrutar. “Me dejaste bañada de semen” –decía pasando la lengua por sus labios y esparciéndolo por sus tetas. “Me gusta estar así, llena de semen; quiero más” –me dice con lujuria. Me indicó que me pusiera de espaldas y empezó a chupármela de manera frenética. Al instante mi verga reaccionó; ella la engullía completa haciendo que me estremezca, gimiendo al sentir como mi verga llegaba a su garganta, sin duda estaba ante una mujer que sabía satisfacer las necesidades sexuales de un hombre. Se montó encima de mí y se deslizó por mi verga metiéndosela completo en su candente vagina. Empezó con movimientos sensuales, haciendo que sus caderas danzaran lujuriosamente sobre mí. Me miraba con deseo; sabía que me tenía hechizado por ese vaivén lleno de sensualidad y sus gemidos candentes que deleitaban mis oídos.

“Muévete más rápido” –le indiqué. Ella hizo caso al instante, aumentando sus movimientos de adelante hacia atrás y haciendo círculos; yo estaba aferrado a sus muslos mientras ella seguía en esa danza lujuriosa de placer, gimiendo y apretando sus tetas. “¡Eres divino!” –me decía entre gemidos. Yo estaba embobado viendo su cuerpo brillar por la capa de sudor que la cubría, mis ojos recorrían con perversión su cuerpo; el placer que se veía en su rostro no se comparaba con nada, sin duda cada detalle de su cuerpo, cada gemido y cada palabra que salía de sus labios hacían de ese momento algo idílico, lleno de pasión y descontrol. Se puso en cuatro y me dijo: “¡Dame otra vez por el culo!”. Separó sus nalgas ofreciendo su agujero como ofrenda a mi lujuria, me acomodé detrás de ella y coloqué mi glande en su culo, ella empujó hacia atrás y permitió que mi verga se clavara de a poco, pero de una estocada con fuerza se la metí completa. Un grito de placer salió de sus labios provocando que mis embestidas fueran más violentas, quería escucharla gritar y pedir que le diera más fuerte. Nuestros cuerpos chocaban en una perversa armonía que nos complementaba en el placer. “¡Dame con fuerza!” –me decía gimiendo descontrolada, su culo palpitaba, ella jadeaba y se contorsionaba siguiendo mis frenéticos movimientos. Unas nalgadas complementaban mi lujuria, ya que el al ver como mi mano se marcaba en su piel era sumamente placentero.

Casi sin poder contenerse, empezó a retorcerse y a decir que estaba a punto de tener un orgasmo. Entre sus jadeos y gemidos ensordecedores cayó sobre la cama de forma violenta; con espasmos involuntarios en todo su cuerpo intentaba retomar el control, haciéndolo imposible. Cuando al fin su cuerpo retomó el control y con los ojos perdidos en el placer me dice: “¡Hace tiempo que no me cogían asi!”. Con una sonrisa en los labios, le dije: “No es tiempo para que hables”. Metí mi verga en su boca y ella empezó a chuparla con vehemencia. Esa maldita endemoniada forma de chuparla era exquisita. Lo hizo sin perder la intensidad ni el ritmo por varios minutos, hasta que eyaculé en su boca, que gustosa recibió mi semen y lo tragó con deseo. Siguió chupando hasta que no quedó ni un rastro. Con una sonrisa de satisfacción me dijo: “Si mantienes este nivel nuestra relación de negocios se mantendrá, ya empezaba a cansarme de asesores con solo “unas gotitas”. Tú sigue así y yo cuidaré de tu carrera profesional. Siempre que des el ancho en cuanto al sexo tendrás una aliada en todo lo que quieras hacer”. Un rato después nos despedimos en la puerta de la casa, aparentemente muy contenta por el resultado de mi trabajo de gestión sobre su fortuna y también de cómo se llevar “el resto de sus asuntos”.

Ahora debo pensar en que diré a los compañeros de oficina cuando me pregunten sobre cómo ha ido mi primera entrevista con “la bruja de la Inmobiliaria”. Obviamente no les puedo contar que una parte importante de mi éxito es saber aguantar la presión y soltar todo el lastre en el momento y lugar adecuado. Tampoco puedo decirles que es una mujer exigente en la cama, pero si sabrán al menos que el trabajo realizado con “los informes” la dejó satisfecha.

 

 

Pasiones Prohibidas ®


3 comentarios:

  1. Buen relato, me quedé con ganas de que siguieran 😅.
    Que buena manera de conseguir un buen puesto a base de estar satisfecho. Me encantó

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  2. Wao increíble líneas de deseo y pasión y ser así de puta?
    Como siempre un excelente relato Caballero

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  3. Jajajajaj buen Trabajo, siempre debe ser asi excelente en lo que nos gusta hacer; muy caliente

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